Experimentación animal (I)

Experientia docet

El uso de animales como sustitutos del cuerpo humano en la investigación tiene una larga historia. Mientras que Aristóteles (siglo IV a.e.c.) probablemente solo diseccionara animales muertos, los médicos alejandrinos (siglo III a.e.c.) y el romano Galeno (siglo II e.c.) hicieron experimentos tanto con animales vivos como muertos.

Galeno diseccionando un cerdo. Edición de Junta (1541) de la obras completas de Galeno.
Galeno diseccionando un cerdo. Edición de Junta (1541) de la obras completas de Galeno.

La experimentación moderna con animales empezó en el siglo XVI con Andreas Vesalius y sus colegas italianos. Usaron animales vivos, especialmente perros y cerdos, para demostrar las distintas funciones de los propios animales y, por semejanza, del cuerpo humano.

El primer programa sistemático de experimentación con animales vivos lo llevó a cabo William Harvey. Harvey usó cientos de animales de diferentes especies para demostrar la circulación de la sangre. Muchos después de 1650 siguieron su modelo de investigación, que incluía la vivisección (la intervención quirúrgica de animales vivos).

René Descartes argumentó en el Discurso del método (Discours de la méthode pour bien conduire sa raison, et chercher la vérité dans les sciences,1637) que los animales no tenían intelecto y por lo tanto no podían experimentar el dolor de la misma forma en la que lo hacían los humanos. Esta afirmación fue, y es, muy controvertida, pero muy pocos en el XVII la usaron para justificar la experimentación con animales vivos. De hecho, la mayor parte de los experimentadores estaba convencida de que los animales sí experimentaban dolor, pero predominaba el argumento teológico de que había sido Dios mismo el que había dado en su plan divino una posición relativa a humanos y animales que justificaba el causarles dolor a éstos para beneficio de los reyes de la creación.

hommediaLos experimentadores del XVII se centraban en problemas de fisiología que había puesto de manifiesto el descubrimiento de la circulación de la sangre. Se usaron inyecciones, bombas para inflar los pulmones, varios tipos de intervenciones quirúrgicas y la recientemente inventada bomba de vacío para estudiar distintos aspectos de la respiración y el metabolismo. Los perros y las ovejas eran los animales preferidos en estos experimentos, pero no los únicos. Así, por ejemplo, Marcello Malpighi usó docenas de ranas para demostrar la anastomosis entre venas y arterias. También se intentaron en esta época transfusiones de sangre entre animales, y entre animales y humanos, sin éxito.

Ya en el siglo XVIII destacó, entre otros experimentadores, Stephen Hales, quien consiguió medir la presión arterial en caballos y perros, y Albrecht von Haller, quien usó casi 200 animales de distintas especies en una serie de experimentos dedicados a comprobar la irritabilidad (la capacidad para responder a estímulos) en tejidos vivos. Haller distinguía entre la irritabilidad, según él una respuesta inconsciente del organismo, y la sensibilidad, una respuesta “consciente” de los tejidos enervados (que tienen nervios). El dolor es el mejor ejemplo de sensibilidad. El trabajo de Haller partía de la base de que los animales sentían dolor, cosa que comprobó midiendo las reacciones a varios estímulos que se sabía son dolorosos. Haller es la primera persona que pide perdón por infligir dolor a los animales; lo hace en el prefacio a su tratado sobre irritabilidad y la sensibilidad, De partibus corporis humani sensilibus et irritabilibus (1752).

La disculpa de Heller indica que se estaba desarrollando un nuevo sentido de la responsabilidad hacia los animales, que se puede encontrar en varias publicaciones a partir de la última década del siglo XVII. En 1780, el utilitarista Jeremy Bentham proponía que los animales, como los esclavos, podrían ser admitidos en la comunidad moral ya que el criterio de admisión no eran las capacidades cognitivas sino la capacidad de sufrir. Con todo, ese mismo año un influyente Immanuel Kant afirmaba que, si bien deploraba la crueldad excesiva, los animales existían para el beneficio humano.

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En la serie Apparatus buscamos el origen y la evolución de instrumentos y técnicas que han marcado hitos en la historia de la ciencia.

Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance

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