Antropoceno

#con_ciencia

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¿Nos encontramos en una nueva época geológica? Según algunos científicos así es: en el Antropoceno, la época de los seres humanos. Se trata de una época cuyo rasgo distintivo con relación a las anteriores sería el gran impacto que están causando las actividades humanas sobre nuestro planeta. Pero antes de presentar los elementos que respaldarían la pretensión de establecer en el calendario geológico una nueva época, quizás merezca la pena repasar cómo dividen los geólogos el tiempo.

Desde la formación de la Tierra, hace 4.570 millones de años, los geólogos diferencian cuatro grandes intervalos a los que llaman eones; el último, que es en el que nos encontramos ahora comenzó hace 543 millones de años; es el Fanerozoico. Dentro de cada eón hay diferentes eras. La nuestra es el Cenozoico; atrás quedaron el Paleozoico, primero, y el Mesozoico después. El Cenozoico se ha prolongado durante los últimos 66 millones de años, y se subdivide, a su vez, en los periodos Paleógeno, Neógeno y Cuaternario. Y este último, al que corresponden los últimos 2’59 millones de años, se subdivide en las épocas Pleistoceno y Holoceno. El Pleistoceno corresponde grosso modo, a lo que en arqueología se denomina Paleolítico, que es, aproximadamente, el intervalo de tiempo durante el que ha habido seres humanos –miembros del género Homo- sobre la faz de la Tierra. El Holoceno se inició hace unos 11.900 años, coincidiendo con un cambio del clima de gran trascendencia.

Pues bien, quienes proponen la definición de la nueva época defienden la idea de que el impacto de las actividades humanas sobre la morfología y el funcionamiento del planeta es de tal calibre que es preciso introducir una nueva de esas subdivisiones temporales. Aunque la definición de los límites del Antropoceno está sometida a debate por parte de la comunidad científica, la propuesta más reciente, publicada el pasado mes de enero en la revista Science, lo situaría a mediados del pasado siglo. Según sus autores hay suficientes elementos que avalan su pretensión, tanto de carácter estratigráfico, relativos a la huella que están dejando las actividades humanas en los estratos que se van formando, como de carácter funcional, o sea, relativos al funcionamiento de los ecosistemas del planeta.

Entre los indicadores estratigráficos cabe citar la aparición en los sedimentos de materiales fabricados por los seres humanos, como plásticos, estructuras de cemento, u objetos metálicos, la presencia de determinados elementos radiactivos como consecuencia del uso de armas nucleares, así como la deposición de partículas procedentes de la combustión de combustibles fósiles. Y los elementos funcionales se refieren a la alteración sufrida por los ciclos de carbono, fósforo y nitrógeno en los ecosistemas terrestres, el calentamiento global, la extinción de especies de seres vivos a una velocidad sin precedentes, o la invasión de nuevos medios y zonas geográficas por parte de algunas especies.

Las divisiones temporales están basadas en hechos de gran relevancia para la historia del Planeta y la razón por la que se han establecido es que nos resulta así más fácil localizar en el tiempo los acontecimientos que son objeto de interés científico. La decisión relativa a la posible definición de la nueva época la deberá tomar la Comisión Internacional de Estratigrafía, tras la consideración de los argumentos a favor y en contra que se pongan encima de la mesa. Habrá quien piense, no sin razón, que el tiempo, de suyo, carece de fronteras, por lo que las definidas de esta forma no dejan de ser elaboraciones humanas. Pero lo cierto es que esas elaboraciones pueden tener gran importancia de orden práctico y, en ciertos casos, también una gran carga simbólica.


Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU


Este artículo fue publicado en la sección #con_ciencia del diario Deia el 28 de febrero de 2016.

4 comentarios

  • Avatar de Manuel López Rosas

    Extraordinariamente sugestiva la ilustración, establece un contrapunto de gran importancia: ¿La huella de esta productiva edad puede identificarse en ciudades, bosques, desiertos y playas del planeta: la basura es parcialmente la huella de esta edad «antropoceno».

  • Avatar de EDUARDO SUSARTE BAMBACH

    se hace necesario en este periodo diferenciar los desastres naturales y los antropologicos hechos por el hombre.

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