Vida saludable contra la diabetes

Fronteras

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Las enfermedades crónicas, aquellas que se dan durante periodos prolongados de tiempo y cuya progresión es lenta, suponen cada año millones de muertes prematuras y un elevado gasto económico a los sistemas sanitarios.

A nivel mundial, en torno al 60% de las defunciones anuales están asociadas a enfermedades crónicas. Se sitúan así como una de las principales causas de muerte prematura y suponen efectos adversos en la calidad de vida de los afectados. Sorprende saber que la prevención de las enfermedades crónicas supondría mayores beneficios que la de las enfermedades infecciosas como tuberculosis, malaria o SIDA.

Las enfermedades crónicas graves tienen por causa factores de riesgo comunes y modificables, los cuales explican la gran mayoría de las muertes por ese tipo de enfermedades a todas las edades, en hombres y mujeres y en todo el mundo. Entre ellos destacan: una alimentación poco sana, el sedentarismo y el consumo de tabaco.

Cada año, como mínimo, 4,9 millones de personas mueren por los efectos del tabaco; 2,6 millones de personas mueren como consecuencia de su sobrepeso u obesidad; 4,4 millones de personas mueren como resultado de unos niveles de colesterol total elevados y 7,1 millones de personas mueren a causa de una tensión arterial alta.

Desde 1980, el número de adultos con diabetes en todo el mundo se ha cuadruplicado, pasando de 108 a 422 millones en 2014, tal y como recoge un estudio publicado en la revista The Lancet. Los resultados revelan que a lo largo de 2014 la mitad de los adultos con diabetes vivió en apenas cinco países: China, India, EE UU, Brasil e Indonesia.

Según el trabajo, la diabetes se está convirtiendo en un problema importante en los países de bajos y medianos ingresos –como China, India, Indonesia, Pakistán, Egipto y México– donde las tasas de esta afección aumentaron significativamente. Por el contrario, en ningún país se produjo un descenso significativo en la prevalencia de la enfermedad.

Con respecto a las diferencias de género, en los últimos 30 años, la diabetes se ha vuelto más común en los hombres que en las mujeres. La prevalencia global ajustada por edad se duplicó entre los hombres (de 4,3 a 9,0%) y aumentó en dos tercios entre las mujeres (de 5,0% a 7,9%).

Ese conjunto de datos llevó a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) dedicara este año el Día Mundial de la Salud a la diabetes con el fin de aumentar la concienciación sobre el aumento de su prevalencia y de sus abrumadoras consecuencias, particularmente en países de ingresos bajos y medianos.

La cuestión es que la diabetes tipo II es una de las principales enfermedades crónicas adquiridas cuya prevención, e incluso cura, depende del modo de vida de los afectados y de su voluntad por mantener un nivel de vida saludable. Mientras la diabetes tipo I se asocia a una producción insuficiente de insulina en el páncreas y una vez que se diagnostica no se puede revertir, la diabetes tipo II se produce cuando, aún funcionando correctamente el páncreas, la insulina que produce no provoca el efecto deseado, es decir, el control de la glucosa en sangre. Este tipo de diabetes está relacionado en un 80% de los casos con la obesidad.

La glucosa es una forma simple de azúcar encargada de aportar energía a las células del organismo. Se obtiene de los diferentes tipos de carbohidratos que se consumen a diario y para ello, es fundamental el rol que desempeñan el hígado y los riñones para sintetizar la glucosa a partir de los carbohidratos. Claro que para que esta forma de energía liberada en el torrente sanguíneo tenga acción directa sobre las células de todo el cuerpo es necesaria la presencia de insulina.

Se trata de una hormona que permite disponer a las células del aporte necesario de glucosa para los procesos de síntesis con gasto de energía. Su función es la de favorecer la incorporación de glucosa a la sangre hacia las células tras la ingesta de alimentos.

Lo que sucede con la diabetes tipo II es que aunque el páncreas produce insulina, e incluso a veces en exceso, debido a la obesidad ésta no hace bien su efecto y esto lleva a que el páncreas se va forzando y llega un momento en que se agota y deja de funcionar correctamente, lo que se traduce en la necesidad de aportar insulina de manera externa.

Según los expertos, nueve de cada diez diabéticos son de tipo dos y llama la atención que la mitad de los diabéticos no saben que lo son porque nunca se les ha hecho un análisis de sangre lo que hace que cuando se les diagnostica ya muestran complicaciones derivadas de no haber llevado un control de la enfermedad como problemas de riñón, neuropatías, complicaciones oculares…

Aunque la diabetes tipo I (la insulinodependiente) es genética, la de tipo II es más hereditaria. Los hijos de diabéticos tipo II tienen un 30% de posibilidades más de serlo que los de padres sanos por lo que en ese caso estas personas deben procurar no tener un peso elevado y evitar la falta de actividad física con mayor interés que el resto de la población.

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Fuente: Unizar Saludable

Recomendaciones

Es habitual diagnosticar diabetes a una persona durante una revisión rutinaria de trabajo o como consecuencia de una exploración asociada a otros problemas. Esto se debe a que durante los primeros años el páncreas aumenta su actividad de manera automática, con el fin de mantener unos niveles adecuados de glucosa en sangre, sin ofrecer señales al organismo lo que lleva a un agotamiento del mismo y es ahí donde aparecen los problemas.

Dicho lo cual, es recomendable que a partir de los 45 años se lleven a cabo análisis de control de glucosa al menos una vez al año, especialmente en personas con otros factores de riesgo cardiovascular como el tabaquismo o el sobrepeso.

Mientras quienes padecen diabetes tipo I se ven obligados a mantener de por vida un control rutinario de sus niveles de azúcar en sangre y a tener una alimentación equilibrada, evitando los azucares sencillos, los afectados por diabetes tipo II pueden tomar parte activa de la enfermedad y acabar con ella, en la mayoría de los casos, con unas sencillas medidas.

Lo más curioso es que solamente con perder peso, hacer un poco de ejercicio y seguir las recomendaciones dietéticas de un experto, muchas de las personas afectadas por diabetes podrían dejar de serlo. Incluso después de diez o quince años de haber padecido la enfermedad, son muchos los que consiguen acabar con ella.

Entre los principales problemas derivados de la diabetes están las neuropatías, es decir, un trastorno de los nervios que conlleva adormecimiento y, algunas veces, genera dolor y debilidad en las manos, los brazos, los pies y las piernas. La neuropatía también puede causar problemas en el sistema digestivo, el corazón y en los órganos sexuales.

Alrededor del 50% de las personas con diabetes tienen algún grado de daño en los nervios, pero no todos experimentan los mismos síntomas físicos. La neuropatía es más común en personas que han tenido diabetes durante al menos 25 años, que tienen sobrepeso, no mantienen el nivel de la glucosa correctamente, y que tienen la presión arterial elevada.

La neuropatía más común es la periférica (provoca entumecimiento en los pies), y esto a su vez, aumenta la probabilidad de lesiones, que en caso de no ser tratadas correctamente, pueden conducir a la amputación.

Por otro lado, el exceso de glucosa en la sangre provoca el endurecimiento de las arterias o lo que se conoce como arterosclerosis yque puede provocar ataques cardiacos, accidentes cerebro vasculares y/o mala circulación en los pies. Las enfermedades cardiacas son la principal causa de muerte relacionada con la diabetes.

Los diabéticos adultos tienen de 2 a 4 veces más riesgo de padecer este tipo de enfermedades que los adultos sin diabetes. Además, el exceso de glucosa en la sangre también engrosa las paredes capilares, se hace más densa la sangre y puede causar que los vasos sanguíneos pequeños tengan una pequeña fuga. En conjunto, estos efectos reducen la circulación de la sangre a la piel, los brazos, las piernas y los pies. La reducción del flujo sanguíneo capilar puede causar algunas manchas oscuras en las piernas. Con un buen control de glucosa, muchas de estas complicaciones se pueden disminuir.

Sobre la autora: Maria José Moreno (@mariajo_moreno) es periodista

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