Casos de corrupción

Ciencia infusa

Corrupción: Definición ampliamente aceptada por los expertos: “Uso indebido de la función pública, la confianza o el poder para obtener beneficios privados”.

Diccionario de la Lengua, definición 4ª: En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.

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Comenzaré con un par de ejemplos de estudios publicados recientemente sobre la corrupción, para que nos vayamos haciendo al tema. Primero, una interesante investigación del grupo de Tarek Jaber-López, de la Universitat Jaume I de Castellón. Trabajan con 93 universitarios voluntarios, incluyendo 47 mujeres. Para detectar su reacción en los experimentos, miden la conductividad en la piel, que aumenta al sentir mayor emoción y estrés, ya que mide el paso de electricidad por la piel que, a su vez, crece con la secreción de sudor.

Se les ofrece actuar de jurado en un ayuntamiento para la concesión de obras públicas a empresas constructoras. Se presentan dos empresas y una de ellas ofrece un soborno en dinero al voluntario. Le avisa que el dinero que le ofrece, lo descontarán del proyecto de obra pública con lo que bajará la calidad final. El 82% de los voluntarios acepta el soborno y solo el 18% lo rechaza. Si se avisa que un inspector revisará el resultado del concurso y, si descubre irregularidades, habrá castigo, el número de voluntarios que acepta baja al 44% y, así, por miedo al castigo, el 56% no lo acepta. Nos queda la esperanza del 18% que no acepta, aún en el caso de no haber amenaza de castigo.

Cuando los autores miden las emociones con la conductividad de la piel, encuentran que los que rechazan el soborno se sienten estresados por hacerlo. Es decir, es más sencillo y menos estresante aceptar el soborno. Duele menos ser corrupto. Alguien dijo hace tiempo que la especie humana tiende biológicamente a la corrupción, o sea, a conseguir recursos como se pueda para el individuo y para el grupo al que pertenezca. Quizá por ello hay tantos familiares de corruptos implicados en estos asuntos.

La segunda investigación la publicaron Beatriz López Valcárcel y sus colegas, de la Universidad de Las Palmas. Crearon una base de datos, tomados entre 2001 y 2010, con municipios y sus características locales, factores económicos y corrupción a nivel municipal.

Cuando hacen el estudio estadístico y relacionan todos estos datos, descubren que un municipio sin corrupción tiene un 3.1% de posibilidades de caer en ella por cada municipio vecino que sea corrupto. Pero también encuentra la tendencia contraria y, así, un municipio sin corrupción aumenta en un 6.7% sus denuncias por corrupción a los tribunales por cada municipio vecino que sea corrupto. Solo hay que intentar promover esta segunda respuesta más que la primera. Aunque, como contaba el trabajo de la Jaume I de Castellón, sea más sencillo, fácil, menos estresante y agradable caer en la corrupción.

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En fin, volvamos al principio. La corrupción de la cosa pública para el beneficio personal se da en todos los países, y da igual la época o el régimen político. En la mayoría de los casos y, como decía antes, se busca el beneficio personal y para parientes y amigos. En los países más ricos hay menos corrupción por la existencia de más leyes y mejor control policial y judicial y de los presupestos, además de que hay más riqueza a repartir. Pero si se encuentra corrupción suele aparecer según se baja en la escala jerárquica, a grupos más pequeños, a la familia y los amigos, al grupo más cercano. Y, por ello, es típica la corrupción en los municipios. La evolución, durante miles de años, nos juntó en grupos no muy grandes, familiares o tribales, y lo seguimos aplicando aunque, creo, se ha quedado anticuado, si se puede decir algo así de los resultados de la evolución. Nuestra sociedad es ahora enorme, incontrolable según los métodos que nos dio la selección natural. Algo hay cambiar con educación y control de las leyes y de las estructuras, como en la policía y en los tribunales, que prometen castigo que, como vimos antes, en el estudio de Jaber-López, ayudan contra la corrupción.

Lo que busca el corrupto es lo habitual, es decir, supervivencia y reproducción o, en concreto, recursos para ambos objetivos. En una sociedad desarrollada, cuenta para conseguir recursos, y mucho, el estatus social y económico que permitirá el acceso a esos recursos. Como ejemplo de este estatus que, da la posibilidad de evitar o dilatar el castigo, tan importante como veíamos antes, es el aforamiento de los políticos. Además, la psicología del corrupto incluye la carencia de conciencia social o, en concreto, de empatía y altruismo. Y, es de destacar, en la psicología de la corrupción está extendida la sensación de impunidad, de que nunca serán descubiertos.

Podemos plantear la hipótesis de que en un sistema democrático, los implicados en corrupción que conozcan los ciudadanos, recibirán un castigo en las elecciones. Juan Luis Jiménez, de la Universidad de Las Palmas, escribe que, entre 1999 y 2011, más de 200 municipios han sido acusados formalmente de corrupción: los datos electorales de estos municipios demuestran que los efectos en cuanto a castigo en las votaciones son relativamente modestos. Incluso hay algunos municipios en los que la corrupción premia con votos a los corruptos.

En las elecciones municipales entre 2003 y 2011, la caída media de votos del partido acusado de corrupción es del 9%, con el máximo en el 11.8%. En la mayoría de los municipios, el porcentaje de votos para cada partido no cambia, aunque, en casos extremos, cae, pero hay otros municipios donde los votos al partido corrupto aumentan.

En la bibliografía revisada por Jiménez, hay casos en que los votos caen un 4% pero, si hay atención de los medios a la corrupción en el municipio, la caída puede llegar al 14%. Y, es curioso, pero hay varios estudios en que, si la corrupción es en el PSOE, los votos pueden caer hasta el 2%, y, si es en el PP, los votos crecen hasta un 3%.

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Nos podemos preguntar cómo es posible que no se castigue la corrupción e, incluso, que se premie. Quizá la respuesta está en Costa Rica y en el estudio de María del Mar Martínez Resón, de la Universidad de Burgos. Los datos los tomó del Barómetro de las Américas de 2006, con preguntas sobre honestidad, capacidad y buenas ideas de los políticos que cada encuestado responde.

La mayoría de los encuestados, el 76.8%, prefiere al político honesto aunque lo considere un incapaz. Pero hay un 23.2% que prefiere al deshonesto si está capacitado. Esta elección corresponde a hombres con pocos conocimientos políticos, a jóvenes y a los ciudadanos con más ingresos.

Además, en la investigación de Pablo Fernández Vázquez y su grupo, de la Universidad Vanderbilt en Nashville, y con datos, de nuevo, de elecciones municipales en España en los años 2007 y 2011, en más de 8000 municipios, confirman que, como hemos visto, el castigo electoral a los corruptos es más bien tibio. Así, el partido cuyo alcalde está implicado en casos de corrupción es reelegido en el 62.7% de los municipios en que se presenta. No es muy diferente del 67.9% de reelección de los partidos cuyo alcalde no está implicado en corrupción. En general, hay algunos candidatos que están acusados de corrupción cuyos resultados bajan pero lo habitual es que suban, incluso, un 10% o más.

Para los autores, estas diferencias en los resultados y la falta de influencia de la corrupción en las elecciones está causada por la sensación de los electores de sentirse perjudicados o beneficiados por la corrupción de sus dirigentes. En muchos municipios y en esas fechas, la corrupción se debe al urbanismo y al boom inmobiliario. Los electores consideran que esta corrupción no perjudica a nadie, excepto al erario público que, por otra parte, consideran que no les pertenece. En cambio, trae dinero al municipio, beneficia a muchos y, en último término, algo toca a todos.

La pertenencia al grupo es, ya lo hemos visto, típico de nuestra especie y, más todavía, de los que se dedican a política. Es uno de los caminos de la corrupción y Eva Anduiza y sus colegas, de la Universitat Autónoma de Barcelona, lo han estudiado, con una encuesta por internet a la que respondieron 2300 voluntarios, de 15 a 45 años, en 2010. Se les envía un recorte de prensa en el que se anuncia el inicio de una investigación de un fiscal sobre un alcalde por tráfico de influencias, acusado de colocar a familiares en el ayuntamiento. Al azar, en el recorte se indica, en unos casos, que el alcalde es del PSOE y en otros que es del PP. Se les pide que puntúen la gravedad de la situación entre 1 y 10, y que indiquen si simpatizan con el PSOE o con el PP.

La puntuación media de la corrupción, si se refiere al partido que nos gusta, es de 7.6. Si el voluntario no tiene una adscripción política definida, es de 7.7. Y si se refiere al partido contrario, es de 8.1. Si el voluntario se declara del PP, puntúa a su partido con 7.4, y al PSOE con 7.95. Si se declara al PSOE, puntúa al PP con 8.15 y al PSOE con 7.75. Como queda claro, el grupo al que uno pertenece sigue tirando.

Cuando se han hecho estudios en el laboratorio, incluyendo análisis de saliva para conocer las concentraciones de hormonas en sangre, el grupo de Jooa Julia Lee, de la Universidad de Harvard, ha encontrado que las concentraciones de testosterona y de cortisol, relacionadas con la agresividad y el estrés, deben ser altas para llevar al engaño y al fraude. Y lo han estudiado en 82 voluntarios, con el 54% de mujeres. En cuanto al apego al grupo, el grupo de Shaud Shalvi, desde la Universidad del Negev en Israel, explica que también la oxitocina, la hormona que lleva a las relaciones entre personas, ayuda a la corrupción.

A veces, estás investigaciones sobre corrupción descubren relaciones insospechadas. Por ejemplo, Aksel Sundström y Lena Wängnerud, de la Universidad de Goteborg, en Suecia, han estudiado la corrupción en 18 países europeos y su relación con la presencia de mujeres en los ayuntamientos. Y han descubierto que la corrupción supone un obstáculo para las mujeres en la política municipal. Los autores suponen que hay un previo acuerdo en la sombra por grupos de poder que son, mayoritariamente, de hombres, para elegir a los candidatos dentro de los partidos políticos. Y eligen, sobre todo, a personas que conocen de antes y de quienes se fían, es decir, hombres.

Por cierto, España se desvía en parte de las tendencias generales pues aparece en la mitad de la lista en corrupción, con Dinamarca a la cabeza y Bulgaria en la cola, y está muy arriba en presencia de mujeres, en segundo lugar detrás de Suecia y con Rumania en la cola.

Referencias:

Anduiza, E. et al. 2013. Turning a blind eye: Experimental evidence of partisan bias in attitudes toward corruption. Comparative Political Studies 46: 1664-1692.

Costas Pérez, E. et al. 2012. Corruption, scandals, voter information, and accountability. European Journal of Political Economy 28: 469-484.

Hernández-Vázquez, P. et al. 2015. Rooting out corruption or rooting for corruption? The heterogeneous electoral consequences of scandals. Political Science Research and Methods doi: 10.1017/psrm.2015.8

Jaber-López, T. et al. 2014. Physiological and behavioral patterns of corruption. Frontiers in Behavioral Neuroscience doi: 10.3389/fnbeh.2014.00434

Jiménez, J.L. 2013. Corrupción local en España. Cuadernos Económicos de ICE 85: 23-42.

Lee, J.J. et al. 2015. Hormones and ethics: Understanding the biological basis of unethical conduct. Journal of Experimental Psychology: General DOI: 10.1037/xge0000099

López-Valcárcel, B.G. et al. 2015. Danger: local corruption is contagious! Cátedra Pasquall Maragall Working Paper 1: 21 pp.

Martínez –Resón, M.M. 2016. Yo prefiero al corrupto: el perfil de los ciudadanos que eligen políticos deshonestos pero competentes. Revista Española de Investigaciones Sociológicas 153: 77-94.

Riera, P. et al. 2013. The electoral consequences of corruption scandals in Spain. Crime, Law and Social Change DOI: 10.1007/s10611-013-9479-1

Shalvi, S. & C.K.W. De Dreu. 2014. Oxytocin promotes group-serving dishonesty. Proceedings of tha National Academy of Sciences USA 112: 10651-10656.

Sundström, A. & L. Wängnerud. 2014. Corruption as an obstacle to women’s political representation: Evidence from local councils in 18 European countries. Party Politics DOI: 10.1177/1354068814549339

Sobre el autor: Eduardo Angulo es doctor en biología, profesor de biología celular de la UPV/EHU retirado y divulgador científico. Ha publicado varios libros y es autor de La biología estupenda.

3 comentarios

  • Avatar de Agapito Barroso

    Demasiado tiempo equivocado.
    Yo pensaba que el IVA era un impuesto, pero ahora veo claro que es un donativo que le damos a los corruptos por cada 100€, o sea 21.

  • Avatar de Manuel López Rosas

    Lo mismo que las notas acerca de «ciencia, poder y comercio», estas notas acerca de la corrupción presentan consideraciones de gran importancia y que posiblemente debamos reflexionar considerando tanto a los investigadores, maestros y divulgadores de la ciencia como al conjunto ciudadano con otros identificadores.

    Agradezco de antemano todas las referencias online que nos permitan (a los posibles lectores de estas secuelas), dar mayor seguimiento al tema.

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