Pros y contras de los nuevos semáforos nutricionales

Fronteras

Las compañías Coca-Cola, Mondelez, Nestlé, Pepsico y Unilever se han puesto de acuerdo para incluir un nuevo etiquetado en el frontal de sus alimentos. Lo han llamado «Etiquetado Nutricional Evolucionado» (ENL en sus siglas en inglés) y recuerda al que se emplea en Reino Unido. El sistema de basa en una suerte de semáforo nutricional (verde, ámbar y rojo) que servirá como indicador de la cantidad de calorías, grasas, azúcares y sal presentes en una porción de alimento.

La iniciativa impulsada por estas cinco compañías llega en un momento en el que países como Francia o Bélgica ya han optado por apostar por otro sistema diferente llamado Nutri-Score. El Nutri-Score se basa en una calificación global de la calidad nutricional del alimento que va de la A a la E, siendo la A la mejor puntuación (color verde) y la E la peor posible (color rojo). Todas las medidas se presentan con respecto a 100 g de producto (no por porción) y hay elementos cuya presencia suma (frutas, verduras, frutos secos, fibra y proteínas) y otros que restan (grasas saturadas, azúcar, sal y calorías).

Los sistemas Nutri-Score y el ENL son de carácter voluntario a la espera de que la Comisión Europea armonice la información nutricional adicional. En España, el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, ha informado recientemente que aplicará el modelo Nutri-Score.

Eroski lleva años utilizando el semáforo nutricional en sus alimentos de marca blanca. A finales de 2018 pretende añadir también el sistema Nutri-Score.

Para algunos, este colorido etiquetado frontal favorece la comprensión nutricional de los productos. Para otros, esto es un coladero que permitirá pasar por buenos a alimentos de escaso valor nutricional.

Estos etiquetados son un extra, puesto que la información obligatoria que debe presentar cualquier alimento envasado es la lista de ingredientes (ordenados de mayor a menor cantidad en el producto) y la tabla nutricional, en la que se desglosa, por cada 100 g de alimento, el aporte calórico, los carbohidratos (de los cuales se indica cuántos gramos son azúcares), las grasas (de las cuales de indica cuántas son saturadas), fibra, proteínas y sal.

Tampoco es obligatorio mostrar la tabla nutricional por porción de alimento, sino solo por cada 100 g de producto. La principal controversia del ENL surge precisamente de la definición de «porción de alimento». Por ejemplo, en el caso de un yogur o postre lácteo, la definición de «porción» es evidente, pero en el caso de cereales, galletas, frutos secos… u otros alimentos que se venden en paquetes grandes de los cuales tú eliges cuánto consumir, la elección del tamaño de la porción es arbitraria. Al ser arbitraria podríamos encontrarnos que un alimento con alto valor calórico, rico en grasas saturadas, azúcares y sal, como por ejemplo la mayoría de las galletas, podrían mostrar un semáforo nutricional en el que primase el verde y el ámbar. No porque sea un alimento saludable, sino porque la medida se ha hecho en función de una porción muy pequeña.

Además, la cantidad de azúcares, grasas o sal se compara con la «ingesta de referencia de un adulto medio», es decir, con el total de lo que podrías consumir en un día. Por este motivo, si la porción es de dos o tres galletas supondrá un porcentaje pequeño, lo que se traduce en un semáforo aparentemente benévolo.

La solución a esto sería llegar a un consenso sobre qué es una «porción de alimento», para así poder comparar las cualidades nutricionales de diferentes cereales, panecillos, galletas, etc. Sin embargo, esto ya se hace al dorso: la tabla nutricional se hace obligatoriamente por 100 g de producto. Algunos fabricantes incluyen voluntariamente una columna más en la tabla nutricional «por ración». Esa ración puede ser un puñado de 30 g de avellanas o un envase de yogur de 125 g.

Con el sistema Nutri-Score, este problema desaparece, ya que siempre se da el dato con respecto a 100 g de producto.

Otra fuente de controversia es que podríamos entrar en comparaciones absurdas. Por ejemplo, en el semáforo nutricional ENL de la mayoría de los frutos secos aparecerá en rojo y ámbar el contenido calórico y de grasas. Los consumidores podrían pensar que se trata de un alimento insano, cuando la realidad es que los frutos secos son siempre una opción saludable.

Si comparásemos el semáforo nutricional de unas galletas con el de unas nueces, las nueces podrían parecer una opción menos saludable, ya que su contenido en grasas seguramente será mayor. La realidad es que unas nueces siempre serán una opción saludable, y unas galletas, salvo limitadas excepciones, no lo serán.

El sistema Nutri-Score no presenta este problema de comparaciones absurdas, ya que premia y penaliza por familia de alimentos. No analiza solo sus componentes, sino que tiene en cuenta el alimento completo. Los frutos secos tendrán buena calificación en Nutri-Score y la bollería no.

El contenido en azúcares también es complicado de evaluar con los semáforos nutricionales. Por ejemplo, un producto lácteo contendrá azúcares en forma de lactosa. Estos azúcares propios de la leche son saludables y no deberían condicionar la compra. Los azúcares añadidos son los que sí deberíamos evitar para mantener una alimentación saludable, no los que forman parte de la matriz del alimento.

Por ejemplo, el semáforo nutricional de un vaso de leche (200 ml), mostrará en ámbar los azúcares y en rojo las grasas, cuando ni los azúcares ni las grasas de la leche deberían preocuparnos, ya que la leche es un alimento a todas luces saludable. Por eso en el sistema Nutri-Score la leche tendrá una valoración positiva, mientras que con el ENL resulta engorroso saber si se trata o no de un buen alimento.

En la tabla nutricional obligatoria se indica qué cantidad de carbohidratos son azúcares, pero no se especifica si estos azúcares son añadidos o intrínsecos. Esto complica la elección de compra. Por ejemplo, un yogur natural sin azucarar contendrá entre 4 y 5 g de azúcares. Estos azúcares son la lactosa que contenía la leche con la que se fabricó el yogur, así que todos los yogures tendrán como mínimo entre 4 y 5 g de azúcares. Estos azúcares son saludables, pero en el semáforo y en la tabla nutricional suman como cualquier otro azúcar insalubre, lo que con frecuencia da lugar a malinterpretaciones.

Para saber si un yogur tiene azúcar añadido tenemos que buscar la palabra «azúcar» entre la lista de ingredientes. Si no aparece, quiere decir que ese yogur no tiene azúcar añadido. Si aparece la palabra «azúcar» (o equivalente, como jarabe de glucosa, miel, panela, etc.) tendremos que ir a la tabla nutricional para ver cuánto contiene. A esa cantidad le restamos unos 4-5 g, y ya tendremos la cantidad de azúcar añadido. Complicado.

Por este motivo algunos exigimos que en la tabla nutricional aparezca desglosado el azúcar en azúcar libre e intrínseco. Al igual que las grasas se desglosan en saturadas e insaturadas.

  • Conclusión

La incorporación de etiquetados frontales basados en el sistema de colores tipo semáforo nutricional como el ENL tiene pros y contras. Por un lado, nos permite saber de un vistazo si el contenido en grasas saturadas, azúcares, sal y calorías de un alimento es elevado. Por otro lado, este método puede inducir a error fácilmente, ya que una porción pequeña de un alimento insano puede mostrar un semáforo aparentemente benévolo. Tampoco sirve para diferenciar azúcares intrínsecos de azúcares añadidos, que es un problema todavía sin resolver en el etiquetado obligatorio basado en la lista de ingredientes y la tabla nutricional. También propicia comparaciones absurdas: unas galletas insanas pueden mostrar un semáforo más indulgente que el de unos frutos secos, aun cuando los frutos secos son una opción saludable.

La buena noticia es que el sistema Nutri-Score que ya han incorporado Bélgica y Francia, y al que pronto se sumará España, aunque no es perfecto, sí palía la mayor parte de los contras que presenta el semáforo nutricional ENL.

Sobre la autora: Déborah García Bello es química y divulgadora científica

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