Humildemente, el mundo es mejor gracias a mí

Fronteras

Wonder Woman por Greg Guillemin

Tenemos más y mejor acceso a la información, sin embargo, tenemos la impresión de que estamos más desinformados que nunca. Hay medios de comunicación con un equipo editorial y de revisores que nos ofrecen garantías. Hay comunicadores con un historial impecable de honestidad y saber hacer. Pero en cuanto ponemos un ojo fuera de estos lugares de confianza, estamos perdidos. A ver si se citan las fuentes, a ver si quien firma es una voz autorizada, a ver si está publicado en un medio serio, a ver si lo que cuenta coincide con lo que yo ya sé. Todo eso está muy bien, pero en estos tiempos de posverdad, para decidir si algo es información o desinformación, es tan importante el qué se cuenta como el cómo se cuenta.

Una de las técnicas más persuasivas es el storytelling, es decir, contar historias y con ellas establecer conexiones emocionales. Esta técnica a menudo se emplea en divulgación científica y, sobre todo, en publicidad. Los desinformadores también conocen su poder de persuasión, pero hay un formato en concreto del que abusan y nos facilita la tarea de identificarlos: el relato heroico. De ahí el título de este artículo.

  • Las fuentes no lo son todo.

Si en un artículo se citan o se enlazan las fuentes de información, es más probable que lo que ahí se cuente sea cierto. No obstante, no es un criterio implacable. Las fuentes pueden ser o no fuentes de calidad. En los artículos sobre temas científicos suelen enlazarse estudios científicos, los llamados papers. El sistema de publicaciones científicas funciona mediante un método de revisión y verificación de datos que nos ofrece garantías. Aun así, es difícil identificar si realmente estamos ante un paper o un artículo cualquiera, si el paper es bueno, si la metodología el paper se corresponde con el tema del artículo… Es decir, casi tienes que ser experto para comprobar si la fuente es fiable y coherente o no. Así que eso de “comprobar las fuentes” no sirve para todos.

De hecho, casi cualquiera puede publicar un post citando fuentes que corroboren su tesis. Es tan fácil como entrar en Google Scholar y buscar algún estudio que confirme, o al menos no contradiga, lo que quieres contar. A esto se le llama cherry piking: filtrar la información para quedarnos exclusivamente con la que nos da la razón. Esto solemos hacerlo de forma inconsciente, puesto que todos padecemos, en mayor o menor medida, un sesgo de confirmación. Algunos filtran para engañar, pero la mayoría filtran sometidos a su sesgo de confirmación. Los lectores también.

  • Todos tenemos sesgos de confirmación y los desinformadores lo saben.

Es más probable que demos por cierta una información si esta se corresponde con lo que ya sabemos. Nuestros conocimientos previos sobre el tema pueden ser un arma de doble filo. Por un lado, pueden ayudarnos a discernir, y por otro pueden servir de semilla para la desinformación. Depende de la calidad de lo que sepamos, de si son conocimientos o de si son prejuicios, y a veces es difícil identificarlos.

Por ejemplo, una de las razones por las que el movimiento antivacunas ha calado es porque se fundamenta en prejuicios sobre el sector farmacéutico. El rechazo a los aditivos alimentarios se fundamenta en prejuicios sobre el sector alimentario. La creencia de que los cosméticos contienen tóxicos se fundamenta en prejuicios hacia el sector. ¿Cómo es posible que una persona con estudios superiores decida no vacunar a sus hijos? ¿Cómo es posible que alguien que sepa la química suficiente como para identificar los aditivos de un alimento, los rechace? ¿Cómo es posible que alguien tenga los conocimientos como para reconocer cuáles son los tensioactivos en la fórmula de un champú y crea que son tóxicos?

A menudo pronuncio la frase “Cuantas más cosas sabemos, mejores decisiones tomamos”. Esto es falso. No se trata de saber más cosas, sino de tener conocimientos de calidad. No se trata de saber más, sino de saber mejor.

De hecho, siguiendo con el ejemplo de los antivacunas, estos manejan más información que el resto. Esa es una de las razones por las que resulta tan complicado debatir con un antivacunas, porque son gente muy informada, o mejor dicho, muy desinformada.

En este sentido puede resultar interesante el documental de Netflix “La Tierra es plana”. Los terraplanistas también son gente muy desinformada, hacen sus propios experimentos tratando de confirmar su teoría. Los diseñan para tal fin. Buscan papers que confirmen sus hipótesis. Tienen el sesgo de confirmación a tope. Los que no somos terraplanistas también. Y demás no hacemos experimentos para corroborarlo. Por eso me parece especialmente brillante la intervención del físico Lamar Glover en el documental: “Conspiracionistas, antivacunas, terraplanistas… Cuando dejamos gente atrás, mentes brillantes mutan y se anquilosan. Son científicos en potencia totalmente equivocados”.

Si entramos en foros de conocidos anticientíficos, como antivacunas, o como quienes afirman que un desinfectante industrial es la cura del cáncer, veremos que en sus publicaciones enlazan fuentes y que además se apoyan fuertemente en los prejuicios que existen sobre el sector farmacéutico. No es de extrañar que su desinformación pueda parecer información ante ojos inexpertos.

Quien tiene demasiado presentes los traspiés de la industria farmacéutica, es probable que infravalore todos sus logros, y que le resulte convincente cualquier idea conspiranoica sobre este sector. Por este motivo gran parte del relato de los anticientíficos y charlatanes se fundamenta en reiterar los errores de la industria. Su propaganda depende del menosprecio hacia un sector entero.

  • El relato heroico como fórmula del éxito desinformador.

Pensemos en cualquier charlatán anticientífico que nos venga a la mente. Hecho.

Seguramente se presenta como alguien sin demasiado poder pero muy motivado para luchar contra algo más grande que él. La industria farmacéutica, la industria alimentaria, el gobierno. Cualquier cosa grande. Hace hincapié en definirse como un donnadie. Un simple agricultor, un simple investigador, un simple ciudadano de a pie. Los héroes de nuestro tiempo son, con frecuencia, autoproclamados mindundis. Esto les da mucha credibilidad, por aquello de la empatía, y por aquello de que nos hacen sentir partícipes. Todos podemos ser héroes y tal.

Su historia empieza de la nada. Abriendo un blog como cualquier hijo de vecino. Sin ánimo de lucro, por supuesto. El voluntarismo es súper importante para mantener la credibilidad. Simplemente empezó a investigar y a escribir sus cosillas para despertar el sentido crítico de la gente. Porque la educación es súper importante y se fragua en un blog. Porque una entrada en un blog puede desarmar a toda una industria. Lo hace por la gente. Para que la gente sea libre y viva en un mundo mejor.

Su obra benefactora se abre camino. Un día sale en la tele. Y luego publica un libro y da charlas. Va por ahí contando la verdad y, según él, poniendo súper nerviosa a la industria de nosequé. A veces cuenta que se ponen en contacto con él para reñirle muy fuerte. Es importante contarlo, porque si el malo no te amenaza, eres un héroe de mierda.

Es muy importante que el malo sea un ente. No es una persona, es un ente. La industria, los gobiernos, el gran hermano que te vigila. A veces es una empresa, pero suficientemente grande como para que entre dentro de la categoría de ente. Una multinacional. Eso, eso, multinacional, que son todas el demonio rojo.

Nadie se convierte en héroe relatando su batalla contra las patatas fritas Manolo. A ver si van a pensar que es una rencilla personal con Manolo y no una lucha súper importante en defensa de los derechos fundamentales y esas cosas serias. Además, a quién le importan las patatas de Manolo, habiendo multinacionales y gobiernos del mal.

El charlatán es un rebelde. Es indomable. Es el azote de lo preestablecido. Su historia es convincente porque es una historia que mola. El relato heroico funciona, con un malo muy malo y muy grande, y con un bueno cargado de buenas intenciones. Un tipo humilde, como tú y como yo. Un tipo que humildemente está haciendo nuestro mundo mejor.

  • Conclusión

Los desinformadores resultan convincentes porque sus intervenciones lo tienen todo: fuentes, prejuicios y un relato heroico.

La tarea de identificar la veracidad de lo que cuentan es complicada a través de las fuentes y a través de la identificación de nuestros propios prejuicios. Por eso, el formato cobra protagonismo a la hora de detectar la desinformación. Si una información se nos presenta en forma de relato heroico, con toda probabilidad, estamos ante un impostor.

Igual que criticamos a los charlatanes que sueltan lindezas sobre las farmacéuticas para venderse a sí mismos y sus pseudoterapias, apliquemos el mismo detector de charlatanería sobre aquellos que dicen enfrentarse a “la perversa industria alimentaria”. Cualquiera que con orgullo diga enfrentarse al “eje del mal”, ya sea la industria, los gobiernos, o el lado oscuro, es un donnadie con ínfulas. Un desinformador que ha convertido su lucha inventada en su empresa, en una cuestión identitaria, en su cometido vital.

El relato heroico es una vaga maniobra de persuasión propia de la posverdad. Detectarlo es, probablemente, la mejor estrategia de identificar la desinformación.

Sobre la autora: Déborah García Bello es química y divulgadora científica

4 comentarios

  • Avatar de Fernando

    Muy bueno. Lo he pasado a un grupo importante de mis amigos y ha gustado mucho. Creo que da en el clavo.

  • Avatar de Enrique Moncada

    Es un articulo muy bueno, mas aún explendido. Muy útil para entender métodos, clasificación, formas de manipulación etc. Solo he lamentado que se establezca el argumento base en función de lo que es verdad, y lo que no lo es, dejando de lado el hecho de que antes de que las cosas se convirtiertan en verdad, muchas fueron consideradas una mentira, durante siglos, a veces mas tiempo, quien sabe, si hasta hoy. Buen trabajo.

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