No sabéis cantar cumpleaños feliz

Fronteras

Todos los años me sucede lo mismo. Pasan 365 días y al volver al mismo punto de la órbita donde se dio mi nacimiento, mis seres queridos se reúnen… para torturarme.

Foto: Pixabay

Sí, hablo de la canción de Cumpleaños Feliz y hoy vengo a denunciar un hecho cierto, doloroso y universal: la gente no sabe cantarlo.

No habrá sido por falta de tiempo como para aprender. El tema de cumpleaños feliz fue compuesto a finales del siglo XIX por las hermanas Patty y Mildred Hill. Patty era directora de una guardería en Kentucky y Mildred era pianista y compositora. “Good Morning to All” (el título original de la melodía) nació como una canción pedagógica que los niños entonaban al llegar a clase. Fue publicada en 1893 en un libro de canciones infantiles. Su asociación a la letra del Happy Birthday apareció más tarde y fue publicada por primera vez en 1912 (aunque probablemente existiese con anterioridad).

A partir de ese momento, comienza todo un culebrón de jueces, abogados y sellos discográficos en torno a la propiedad intelectual de la canción… que ya lo quisiera Juego de Tronos. Como resultado os resumo: casi seguro, todos le debemos pasta a Warner/Chappell. O, al menos, todos los que en alguna ocasión hemos cantado el cumpleaños feliz en público, antes del 1 de enero de 20171 en Europa. En Estados Unidos la canción entró a formar parte del dominio público por la vía judicial apenas un año antes. Hasta ese momento, Warner Chappell había estado ganando alrededor de 2 millones de dólares al año por los derechos de copyright.

Con sus ciento y pocos años, “Happy Birthday to You” se ha convertido en la canción más reconocida en lengua inglesa. Ha sido traducida a 18 idiomas, incluyendo el árabe, hebreo, chino y, claro, español. Se podría argumentar que es una de las canciones más populares del mundo… y uno se esperaría que después de tantos años cumplidos, tantas velas sopladas y tanta repetición, la gente hubiese aprendido a afinarla.

PERO NO. Y francamente… tampoco me extraña.

Una de las grandes paradojas del cumpleaños feliz es que, para tratarse de un tema popular, es francamente complicado de cantar.

Pensemos, por contraste, en otras canciones típicas del repertorio popular: los villancicos. Aunque no es algo estricto, casi todos siguen algunos patrones melódicos muy básicos (sobre en los estribillos) que los convierten en canciones especialmente fáciles de cantar. Algunas de estas “normas” podrían resumirse así:

Normas no escritas (bueno, ahora sí) para escribir un villancico.

1- El estribillo debe poder cantarlo hasta Joaquín Sabina de resaca.

2- Las estrofas pueden tener un poquito más de fantasía. Solo un poquito. Se supone que las canta un solista.

Para que el estribillo sea especialmente fácil de cantar:

3- La melodía debe avanzar por grados conjuntos (es decir, notas seguidas: después de do, puede ir re o si).

4- Si hay saltos, que sean de 3ª (saltándose una nota). Nunca más grandes que una

5- Si verdad tiene que haber saltos, que no sea a mitad de frase, para que la gente respire.

6- Todo el estribillo debe estar contenido en un rango de notas más bien pequeño. Intenta que no supere una 8ª (el rango de una escala musical, de do a do).

Son normas no escritas porque, de alguna manera, ha sido el propio tiempo el que las ha seleccionado. Los temas se hacían populares si el pueblo los cantaba. Y el pueblo no suele tener un entrenamiento vocal especialmente sofisticado. Cantar por grados conjuntos, notas cercanas entre sí, es más fácil porque implica hacer menos cambios bruscos con las cuerdas vocales. Restringir el rango vocal hace más fácil que mucha gente pueda llegar a todas las notas. Y eso sin contar los contextos festivos (y etílicos) donde se suelen entonar estas canciones. Más vale poner las cosas muy fáciles… pocas notas, ritmos sencillos, mucha repetición. Estamos aquí para pasarlo bien.

La paradoja es que cumpleaños feliz no es un tema de “origen” popular (sus compositoras tienen nombres y apellidos) y no ha sido pulido todavía por el tiempo. Por eso, nos encontramos con una melodía que, de hecho, incumple bastantes de las normas básicas de sencillez vocal.

Para empezar, y de manera especialmente sangrante: fijaos en los saltos de la melodía. Desde el compás 1, cumpleaños feliz empieza ya fuerte con ¡un salto de 4ª! La cosa sólo empeora en el compás 3, arriesgando un poco más hasta la 5ª. Pero el desastre absoluto llega en el compás 5, ¡con un salto de 8ª, ni más ni menos! Y encima, a mitad de frase. Qué digo, a mitad de palabra. Cada vez que veo acercarse ese “te deamos”… me estremezco.

Por si el salto no fuese lo bastante complicado, resulta que la melodía comienza en la nota más grave de todo su rango. En realidad, cumpleaños no es especialmente exigente en cuanto a rango vocal, es decir: su nota más aguda y más grave no están demasiado alejadas, no necesitas ser Bobby McFerrin para afinarlas. Normalmente, se considera que una persona sin entrenamiento vocal puede abarcar hasta dos octavas (puede cantar de do a do, un par de veces seguidas). Cumpleaños sólo requiere una octava, que no es mucho. El problema es que la gente empieza a cantar muy animada “cumpleaños” en el registro que le resulta más cómodo (o, probablemente, un pelín más agudo, por la emoción del momento) y no se da cuenta de que va a tener que elevar el tono de su voz hasta una 8ª, apenas 4 compases más tarde. El resultado es… desgañite, desafine, gallinas descontroladas… dolor, mucho dolor.

Por si todo esto fuera poco, la manera en que cantamos cumpleaños cae, directamente, en la polirritmia. Fijaos: toda la canción está en un compás ternario, es decir: podríais cantarla bailando un vals, por ejemplo. Sin embargo, al llegar al “te deséamos todos”, de repente, todo el mundo hace una pausa. Es como si, por sorpresa, el vals tuviese un paso de más, no escrito pero cantado por todos que lo desencaja todo un poco. Después de ese momento, la coordinación se vuelve especialmente complicada.

Y luego está… el tema de la letra. Quizás por tratarse de palabras encajadas sobre la melodía a posteriori, casi con calzador, ningún acento musical cae donde debería. La sílaba más aguda de las dos primeras repeticiones coincide sobre “fe” (cumpleaños feliz), aunque tiene un pase ya que “liz” tiene el apoyo de la parte fuerte del compás. El desastre, de nuevo, lo encontramos en “te deamos”: porque tanto la nota aguda de la melodía como la parte fuerte del compás coinciden sobre “sé”, pero ese verbo no es esdrújulo y aún así, lo he escrito tres veces con tilde en este artículo sin que probablemente llamara tu atención.

¿Y entonces? Qué podemos hacer. Para mi desdicha, este problema no tiene fácil solución… yo desde aquí invoco al pueblo para que vaya limando esta melodía y, con el paso de los años, la convierta en algo realmente fácil de cantar. Hasta que ese momento llegue, aquí os presento mi versión de cumpleaños más feliz. Ojalá os convenza y dejéis de desafinar… ¡malditos!

Nota:

1Según Wikipedia: ”Warner/Chappell claimed copyright for every use in film, television, radio, anywhere open to the public, and for any group where a substantial number of those in attendance are not family or friends of whoever is performing the song”.

Sobre la autora: Almudena M. Castro es pianista, licenciada en bellas artes, graduada en física y divulgadora científica

3 comentarios

  • Avatar de mbo

    la gran tragedia es el «analfabetismo musical» crónico que padecemos.
    La immensa mayoría de la población (así como una mayoría de músicos) no posee oído absoluto. A pesar de ello la educación musical que ofrece el sistema educativo pone esfuerzos (inútiles) en educar el oído absoluto («ineducable») en detrimento del oído relativo (cultivable!!!): la gran puerta a la musica y la musicalidad. Seguimos insistiendo en enseñar y (re)conocer do, re, mi, la, fa,…. pero seguimos incapaces de identificar y distinguir una cuarta perfecta de una sexta menor. Dramático !!!!

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