Lo que Venus, el gemelo infernal de la Tierra, podría enseñarnos sobre lo que hace a un planeta habitable

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Comparación de Venus con la Tierra. Fuente: Wikimedia Commons

Empiezo pidiendo perdón por haber insultado así a Venus, llamándole infernal, algo inmerecido para un planeta que ya tuvo que sufrir a Mecano. Pero Venus tendrá que reconocer que no nos lo pone fácil para adjetivarle con amabilidad: 400 grados de temperatura, una presión atmosférica capaz de aplastar cualquier cosa y nubes de ácido sulfúrico pululando de aquí para allá. Como para darse un paseíto por allí una tranquila mañana de primavera.

Pero no siempre fue así. Venus fue una vez un planeta muy similar a la Tierra y algunos investigadores sugieren que durante tres mil millones de años, Venus fue un planeta cubierto por grandes océanos capaces de albergar vida. Eso lo convertiría en el primer planeta habitable del sistema solar, un punto con las mismas probabilidades que la Tierra de desarrollar formas de vida. Algunas de sus similitudes aún persisten hoy: ambas se parecen en tamaño, densidad y composición química. Otras como los océanos y la atmósfera habitable, no tanto…

El caso es que algo ocurrió y cambió Venus de un lugar no quizá parecido a la tierra a una suerte de su Mr. Hyde, y por eso, cuenta Nature en un detallado reportaje, equipos de científicos de distintas agencias espaciales de todo el mundo quieren saber qué fue. Esto, además de profundizar en el conocimiento sobre nuestro planeta vecino y con él sobre nuestro sistema solar, puede servirnos para determinar en cuáles de los cientos de planetas rocosos que seguimos descubriendo más allá del sistema solar puede haber vida.

Las agencias espaciales ponen los ojos en Venus

Venus en color a partir de imágenes de la sonda Mariner 10. Fuente: Wikimedia Commons

India es la primera que va a probar suerte. La Organización India de Investigación Espacial lanzará su sonda en 2023 que pasará varios meses orbitando alrededor de Venus. Estados Unidos podría seguirla de cerca; varios grupos de científicos propondrán misiones a Venus a la NASA con la idea de partir en 2025. La Agencia Espacial Europea está considerando enviar su propio orbiter en 2032, y la agencia espacial rusa Roscosmos trabaja ya en colaboración con la NASA para enviar una ambiciosa misión entre 2026 y 2033 que incluiría una sonda para orbitar, otra para aterrizar que envíe mediciones a corto plazo y una estación de investigación que permanecería sobre Venus más tiempo.

Todo son pretendientes para Venus… ahora. Esto no siempre ha sido así: Venus ha sido durante décadas la gran olvidada frente a Marte. En los últimos 65 años, la NASA ha enviado 11 sondas a orbitar en torno al planeta rojo y 8 misiones que han aterrizado. En comparación, solo 2 naves han sido enviadas a orbitar alrededor de Venus, y la última fue en 1994. No ha sido en cualquier caso una falta de interés científico lo que ha detenido a la agencia espacial estadounidense, ya que sus equipos de investigación han propuesto cerca de 30 misiones a Venus en todos esos años, pero ninguna ha sido aprobada.

Las tornas han cambiado, y mientras tanto muchos de esos equipos científicos y técnicos han desarrollado los métodos y la tecnología para estudiar y sobrevivir en un entorno tan destructivo.

Venus fue nuestro primer destino… con poco éxito

Venus captado por el telescopio Hubble el 24 de enero de 1995. Fuente: Wikimedia Commons

Probablemente esa desafección de las agencias por Venus comenzó en los inicios de la exploración espacial. Porque en aquellas primeras etapas sí que pusieron los ojos allí: Venus fue el escenario de la primera prueba interplanetaria (EEUU en 1962), el primer planeta en el que se estrelló una misión (la URSS en 1965) y el primer planeta extraterrestre en el que una misión aterrizó con éxito (también la URSS en 1966). Pero ya en aquellos años las observaciones que pudieron hacerse revelaron que Venus era un planeta asfixiante y tórrido: era difícil imaginarlo como un lugar en el que la raza humana fuese a establecer colonias, y tampoco un sitio donde la búsqueda de formas de vida resultase muy prometedora. Era difícil incluso estudiar sus condiciones con detalle.

Sin embargo, está claro que tenemos que volver allí. Algunas teorías, como decíamos, apuntan a que Venus pudo ser el primer lugar habitable del sistema solar pero, en algún momento, algo fue mal, muy mal, y toda esa habitabilidad se fue al garete. Quizá no haga tanto tiempo de aquello, quizá fue hace apenas 700 millones de años. Saber qué y cuándo ocurrió puede ayudarnos a entender mejor qué hace de la Tierra un lugar especial donde la vida apareció y se ha desarrollado, en principio el único lugar con estas características que conocemos hasta ahora.

Es una pregunta aun más importante ahora que la cuenta de planetas rocosos que orbitan en torno a estrellas en las llamadas zonas de habitabilidad (lo suficientemente cerca pero lo suficientemente lejos como para que la temperatura de la atmósfera permita la presencia de agua líquida) más allá de nuestro sistema solar no para de aumentar. Muchos de esos exoplanetas podrían ser muy similares a Venus. Cuanto más sepamos de nuestro extraño vecino, más sabremos sobre esos mundos lejanos.

Aparatos que sobrevivan (y funcionen)

Superficie de Venus obtenida por la sonda Magallanes. Fuente: Wikimedia Commons

Algo que es un desafío tecnológico considerable. Muchos de los equipos que quieren ir allí a echar un vistazo no se conformarían con orbitar alrededor de Venus: quieren un módulo aterrizando en su superficie, algo que no se ha conseguido en 35 años. Y de aquellos que lo hicieron con éxito tampoco se pudo extraer mucho más, ya que la presión en la superficie es demoledora. La misión que más tiempo sobrevivió lo hizo durante poco más de 2 horas, 127 minutos en total.

Desde entonces ha pasado mucho tiempo y la tecnología y el conocimiento han avanzado considerablemente, así que los equipos que están proponiendo las nuevas misiones creen que sus dispositivos podrán aguantar allí varios meses. Una de las alternativas propuestas por científicos de la NASA sugiere que en vez de blindar el equipamiento con escudos gruesos y resistentes para que absorban el calor y le hagan frente a base de equipos de refrigeración, los sensores se construyan a base de electrónica sencilla hecha con carburo de silicio, un híbrido de silicio y carbono utilizado habitualmente para fabricar diamantes falsos que podría aguantar las duras condiciones del entorno venusiano.

Utilizando esos materiales, testados en cámaras que reproducen las condiciones de ese entorno, han diseñado una estación de prueba, del tamaño de una tostadora y que será capaz de medir la temperatura, la presión, la dirección y velocidad del viento, la cantidad de radiación solar en la superficie y la presencia de determinadas sustancias químicas en la zona más baja de la atmósfera durante varios meses. El resultado debería estar listo a mediados de la década de 2020 y que ofrecerá a otros países si quieren utilizarlo en sus propias misiones.

De una forma u otra, parece que Venus va a ser un lugar concurrido en los próximos 10 o 20 años, rectificando así un olvido histórico y abriendo, si lo conseguimos, un nuevo mundo a explorar con mucha información interesante. Quien sabe si, finalmente (disculpadme un último chascarrillo ochentero), no terminaremos yendo a Venus en un barco…

Referencias:

Venus is Earth’s evil twin — and space agencies can no longer resist its pull – Nature

Was Venus the First Habitable World of our Solar System? – Arxiv.org, Cornell University

Shukrayaan-1Wikipedia

Rusia y EEUU completan el diseño de su misión al infierno de Venus – Europa Press

Medio siglo desde el primer aterrizaje en un planeta extraterrestre – El País

Long-Lived In-Situ Solar System Explorer (LLISSE) – NASA

Sobre la autora: Rocío Pérez Benavente (@galatea128) es periodista

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