Un paseo por la ciudad

Ciencia infusa

Caminar es la mejor medicina para el hombre”.

Hipócrates, hace 2400 años.

El buen paseante sale a pasear cuando le apetece”.

Ramón Juventeny, 2014.

Andar no es un deporte”.

Frédéric Gros, 2014.

Lo afirmaba Hipócrates hace casi 2500 años, pasear, caminar, deambular, es bueno para la salud. Sabemos que reduce el riesgo y ayuda en el tratamiento y la rehabilitación de las enfermedades no transmisibles. David Boatman menciona la diabetes tipo II, el infarto de miocardio, el derrame cerebral, el cáncer y la obesidad.

Foto: Tomas Llorente / Pixabay

El caminar se puede cuantificar con el número de pasos por día o por semana. Wattanapisit y Thanamee, de Tailandia, clasifican el tipo de vida según el número de pasos por día: sedentario con menos de 5000 pasos al día; activo bajo, entre 5000 y 7499 pasos al día; algo activo, entre 7500 y 9999; activo, con más de 10000; y muy activo, con más de 12500 pasos al día.

Los autores publican un meta análisis de los beneficios para la salud al caminar 10000 pasos al día o, según la clasificación anterior, de tener un tipo de vida activo. Después de revisar las bases de datos, encuentran 49 artículos, publicados entre 2006 y 2016. Después de su revisión, hay 17 que cumplen los requisitos metodológicas para su inclusión en la revisión.

Con 10000 pasos al día disminuye la circunferencia corporal, el peso, el Índice de Masa Corporal (IMC), y la grasa corporal. También baja la tensión sanguínea y sube la concentración en sangre del colesterol “bueno”. Además, se mantiene la densidad ósea en adultos entre 49 y 64 años.

En conclusión, con 10000 pasos al día, como afirmaba Hipócrates, caminar es bueno para la salud. Y, si parece necesario, podemos mencionar lo escrito por Frédéric Gros cuando aconsejaba que “para ir más despacio no se ha encontrado nada mejor que andar”.

Pero hay que recordar que no siempre que se camina se hace por el ejercicio físico que supone. Por ejemplo, Prabasaj Paul y su grupo, del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta, han revisado una encuesta nacional de salud de Estados Unidos, de 2010, y encuentran que se camina por obligación, por transporte o por tiempo libre, que sería el paseo sin objetivo. Tienen datos de 24017 voluntarios.

Los resultados indican que por obligación caminan el 29.4% de los voluntarios, y por tiempo libre lo hacen el 50%. Por obligación, lo hacen más los hombres que las mujeres, y por tiempo libre es al contrario, y lo hacen más las mujeres que los hombres. El paseo por obligación, para más del 50% de los voluntarios, dura entre 10 y 15 minutos. En cambio, el 17% del paseo por tiempo libre dura entre 41 y 60 minutos. En los hombres, si pasean por obligación, la duración del paseo es menor si tienen el IMC alto, y, en general, el paseo por tiempo libre crece con la edad y con el IMC bajo.

Un meta análisis publicado en 2017 por Tessa Pollard y Janelle Wagnild, de la Universidad de Durham, en Inglaterra, revisa 33 estudios sobre las diferencias en el paseo según el género. La primera conclusión es que las mujeres pasean más que los hombres. Sobre todo las más jóvenes pasean más que los jóvenes de su edad, pero es una tendencia que se invierte con los años y los hombres de más edad pasean más que las mujeres de su edad.

Después de entrevistar, en 2017, a cinco grupos de mujeres caminantes del nordeste de Inglaterra, con 51 mujeres en total, Stephanie Morris y su grupo, detectan los importancia de estos paseos para los mujeres y, en primer lugar, supone, para ellas, una pausa en su vida cotidiana. Les gusta el ambiente entre las paseantes y, por ello, los valoran muy alto, son espacios de intercambio, de buena salud y disfrute, son un recurso positivo para su vida y, también, de su contacto con el entorno social.

En Estados Unidos, y con una muestra de 3653 voluntarios, con el 52.4% de mujeres, y un rango de edad de 18 a 65 años, según Kathleen Watson y su grupo, del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta, es que el 43% considera que caminar una milla, o 1609 metros, o hacerlo durante 20 minutos, es razonable.

El ambiente del lugar de paseo anima a caminar, a pasear a gusto, y, como estudiaron Inés Ferreira y sus colegas, de la Universidad de Lund, en Suecia, la emoción y las ganas de caminar las provoca el entorno, la vecindad más cercana, tanto el lugar físico como el contexto social.

Entrevistaron a 110 vecinos de Malmoe, con el 64.5% de mujeres, y edad media de 38 años. Los resultados muestran que las mujeres y los adultos de edad evitan las calles menos seguras, buscan las menos solitarias y las que facilitan el trato con otros paseantes y la sociabilidad entre vecinos. Son los vecinos con el nivel económico más bajo los que más tiempo dedican a pasear.

En conclusión, anima a caminar, en primer lugar, sentirse con seguridad y a gusto en el barrio y, además, el paseo relaja y elimina el estrés y estimula al paseante frente al aburrimiento.

Incluso se ha investigado que caminar juntos ayuda a resolver conflictos pues, según Christine Webb y su grupo, de la Universidad Columbia de Nueva York, implica que los caminantes deben cooperar para hacer el paseo en conjunto. Comparten experiencias sobre lo que hacen y ven en entornos nuevos y, todo ello, ayuda a la conversación y al debate.

Creo que es evidente que caminar no es solo un deporte, es algo más. Carlos García Gual, en 2014, y después de revisar varios libros sobre caminar, termina con que “caminar invita a pensar e imaginar con frescor, temple airoso y libertad”. O sea, lo que el título del texto da García Gual afirma con claridad: “Pasear y pensar”. Jean-Jacques Rousseau lo confirma en su escrito en que nos cuenta que ha descubierto lo que, ahora, consideraríamos una nueva especie, el Homo viator.

Y este Homo viator nos introduce en los paseos del llamado, en francés, flâneur, el que deambula por la ciudad. Es un descubrimiento del París del siglo XIX, y ahora es un término y un concepto habitual en muchos idiomas y culturas. Beatriz Sarlo lo define como “paseante urbano, consumidor, neurasténico y un poco dandy que … sintetiza una idea: la del anonimato en la ciudad moderna y en el mercado”.

Para el flâneur inicial, el del París del XIX, comprar va acompañado de una actividad novedosa: deambular por los espacios comerciales. El flâneur deambula sin un propósito concreto, pasea por la ciudad porque es un concepto adaptado a lo urbano, y lo hace, sobre todo, por las zonas comerciales. En tiempos recientes y para algunos autores, el flâneur ha perdido su deambular y se ha quedado, como mucho, en un consumidor o, más fácil, en un comprador. Tampoco es un turista que pasea por la ciudad con un objetivo concreto: conocerla y, en los últimos tiempos, fotografiarla para demostrar que allí se ha paseado. Lo importante no es comprar o acumular imágenes sino disfrutar de lo que la ciudad ofrece y, así, ver a otros, ser visto y lo habitual debe ser no comprar nada. Es el nuevo pasatiempo de la burguesía para su tiempo libre.

Referencias:

Abad, M. 2014. Caminar como técnica para pensar. Yorokobu Blog 6 octubre.

Boatman, D.C. 2012. Hippocrates: “Walking is man’s best medicine!”. Occupational Medicine 62: 320-324.

Ferreira, I.A. et al. 2016. Transport walking in urban neighbourhoods – Impact of perceived neighbourhood qualities and emotional relationship. Lanscape and Urban Planning 150: 60-69.

García Gual, C. 2014. Pasear y pensar. El País 29 diciembre.

Gros, F. 2014. Andar, una filosofía. Taurus. Barcelona. 248 pp.

Hiernaux-Nicolás, D. 2006. De flâneur a consumidor: reflexiones sobre el transeúnte en los espacios comerciales. En “Pensar y habitar la ciudad: afectividad, memoria y significado”, p 145-156. Ed. por Ramírez-Kuri et al. Anthropos Ed. Barcelona.

Morris, S. et al. 2019. Group walking as a “lifeline”: Understanding the place of outdoor walking groups in women’s lives. Social Science & Medicine 238: 112489.

Paul, P. et al. 2015. Walking for transportation and leisure among U.S. adults – National Health Interview Survey 2010. Journal of Physical Activity and Health 12, Suppl. 1: S62-S69.

Pollard, T.M. & J.M. Wagnild. 2017. Gender differences in walking (for leisure, transport and in total) across adult life: a systematic review. BMC Public Health 17: 34.

Quijano, E. 2018. El flâneur bogotano contemporáneo: reflexiones sobre el deambular en los espacios comerciales de Bogotá. Cuadernos de Vivienda y Urbanismo doi: 10.11144/Javeriana.cvu11-22.fbcr

Sarlo, B. 2000. Siete ensayos sobre Walter Benjamin. Fondo de Cultura Económica. México. 108 pp.

Walson, K.B. et al. 2015. Walking for transportation: What do U.S. adults think is a reasonable distance and time? Journal of Physyical Activity and Health 12, Suppl. 1: S53-S61.

Wattanapisit, A. & S. Thanamee. 2017. Evidence behind 1.000 steps walking. Journal of Health Research 31: 241-248.

Webb, C.E. et al. 2017. Stepping forward together: Could walking facilitate interpersonal conflicto resolution? American Psychologist 72: 374-385.

Sobre el autor: Eduardo Angulo es doctor en biología, profesor de biología celular de la UPV/EHU retirado y divulgador científico. Ha publicado varios libros y es autor de La biología estupenda.

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