Actúa localmente: tranvías eléctricos sin catenaria

Experientia docet Actúa localmente Artículo 6 de 18

El comportamiento de los océanos, la atmósfera, la superficie terrestre, la criosfera, la biosfera y el clima ya no es el mismo que ha caracterizado durante más de 11.000 años la época geológica en la que formalmente aún vivimos, el Holoceno. La especie humana ha cambiado el planeta Tierra.

Tanto es así, que el hecho de que podamos afectar de modo tan significativo el curso de la evolución geológica de nuestro planeta dio pie en 2009 a la creación del Grupo de Trabajo sobre Antropoceno para examinar la posibilidad de la formalización e inclusión de un nuevo término en la Tabla Cronoestratigráfica Internacional (conocida como la Escala del Tiempo Geológico), el Antropoceno.

Desde el punto de vista climático, el rápido aumento de los gases de efecto invernadero desde el siglo XIX ha provocado un creciente ascenso de la temperatura y del nivel del mar, acompañados por una pérdida de hielo en los continentes. Este calentamiento ha alcanzado ya niveles más altos que los detectados durante el Holoceno y se acerca a los de otras etapas interglaciares del periodo Cuaternario.

La evidencia de que es necesario empezar a actuar ya para ralentizar, si no revertir, los múltiples efectos perniciosos del cambio climático cristalizó hace ahora 5 años a nivel diplomático en en el llamado Acuerdo de París. Independientemente de ello, la consciencia ciudadana es la que está llevando a instituciones, gobiernos y empresas a adoptar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Aunque muchas veces se suele confundir en los medios de comunicación, cambio climático y contaminación no son la misma cosa. Quizás se deba a que los grandes medios residan en grandes ciudades y mezclan churras con merinas. Pero no es así. Por ejemplo, el cambio climático afecta a la aldea de mis ancestros en el norte de Salamanca, pero allí solo saben de la contaminación que es una cosa que está en Madrid, como el Bernabéu.

Con todo, en las grandes ciudades lucha contra la contaminación y lucha contra el cambio climático son la misma porque tienen la misma fuente: los motores de combustión de vehículos y las calderas de calefacción. La solución a ambos problemas pasa por el desarrollo de acumuladores de energía: en el primer caso como baterías de automóviles en sentido amplio y, en el segundo como acumuladores para, por ejemplo, paneles solares.

En las grandes ciudades el transporte público no contaminante y no emisor de gases de efecto invernadero es fundamental no solo para el cambio climático y la salud de la ciudadanía, también para la salud de los monumentos de la ciudad. Los requisitos no paran ahí. Si uno quiere un nuevo medio de transporte seguro, fiable, no contaminante y no emisor de gases de efecto invernadero, ¿por qué no añadirle además que no haga ruido y que no altere el entorno con estructuras permanentes?

Yo trabajaba en Sevilla cuando se estaban realizando las obras del llamado metro de Sevilla, un metro que en el centro de la ciudad circula en superficie. De vez en cuando los compañeros íbamos a tomar tapas a una cantina minúscula pero con excelente cocina de la zona de la catedral e, invariablemente, uno de nosotros, ingeniero por más señas, decía al ver las obras: “a ver que se inventan para las catenarias”. No hay catenarias en el metro de Sevilla en su zona monumental, y es eléctrico. Va con baterías, pero no unas cualquiera.

El desarrollo de unas baterías capaces de mover un tren durante kilómetros (más de 130 km al día, en el caso de Sevilla), con arranques y paradas, con frío en invierno (calefacción) y un calor achicharrante en verano (aire acondicionado), no es nada fácil. Dos entidades vascas colaboran en crear nuevos acumuladores que cumplan todos estas demandas: CIC energiGUNE, en los aspectos más de investigación, y CAF Power & Automation en los de desarrollo. El resultado puede apreciarse en este vídeo:

Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance

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