Hasta cierto punto resulta lógico. Hemos evolucionado en un planeta, así como toda la vida que conocemos; nuestro planeta es el sitio más acogedor con gran diferencia (y el único) de todo lo que conocemos en el universo, así que suponemos que nuestro destino está en ir a otros planetas, planetas como Marte.
Pero podríamos hacer un esfuerzo e imaginar qué pensaría un recién nacido sobre su futuro, quizás pensase que el mejor sitio conocido es el útero materno, y que cuando crezca y madure encuentre otros úteros más acogedores todavía. Se equivocaría.
Gerald K. O’Neill fue un físico que en la época posterior a los Apolo, planteó la siguiente cuestión a los estudiantes a los que impartía un curso de física en la Universidad de Princeton:
¿Es la superficie de una planeta el mejor lugar para la expansión de una civilización tecnológica?
La conclusión fue un rotundo no.
Los años siguientes O’Neill, fascinado por esta idea, terminó madurando una alternativa seria de colonización espacial y diseñó su modelo de hábitat espacial conocido como Cilindro de O’Neill, que ha sido referente desde hace décadas.
Un Cilindro de O’Neill sería una estructura cilíndrica hueca y presurizada, de un mínimo de 1 km y un máximo de 30 km de longitud, que rotaría para crear pseudogravedad, y que estaría dividido en 6 franjas longitudinales alternas dedicadas a zonas habitables y a zonas con ventanas para que la luz llegase al interior. Tres espejos a modo de pétalos refejarían la luz a través del ventanal hacia la zona habitable justo por debajo. Un anillo de módulos más pequeños destinados a la agricultura rodearía toda la estructura del hábitat.
Las zonas habitables se acondicionarían con una capa de tierra, y se podrían recrear ríos, pequeños lagos, montañas y bosques, y poblar con pequeños poblados o densas ciudades, según se desease, con una apariencia totalmente terrícola, y una atmósfera como a la del nivel del mar, pero las ventajas no acabarían aquí…
La población tendría un acceso fácil y económico a zonas sin gravedad, interesante para crear nuevas industrias en microgravedad, así como la facilidad de recrear condiciones de pseudogravedad haciendo girar las estructuras necesarias para desarrollar aquella industria que la necesite, una industria que por otro lado estaría fuera del hábitat.
Tendría acceso permanente a una fuente constante de energía, el Sol, con un brillo no atenuado por la atmósfera, 24 horas al día, 7 días a la semana.
Habría la posibilidad de recrear las condiciones de los lugares más acogedores de la Tierra, la gravedad podría ser la que aquí tenemos, si así lo deseásemos, La duración del día, intensidad de la luz, temperatura e incluso el movimiento del Sol podrían reproducirse a la perfección si lo quisiéramos controlando los espejos.
Los habitantes estarían totalmente protegidos contra la radiación, hasta 3 km de atmósfera por encima, por debajo más de un metro de suelo, todo el casco metálico de la estructura y por fuera una capa de escoria para atenuarla aun más.
Por contra, en un planeta sería necesario subir constantemente un pozo gravitatorio si quisiéramos condiciones de microgravedad, tampoco podremos cambiar la gravedad marciana o de otros planetas si no es adecuada. Puede que la intensidad de la luz ni su ciclo sea adecuado para nuestro confort o para proporcionar energía.
Modelo | Radio(m) | Longitud(km) | Población |
1 | 100 | 1 | 5000 |
2 | 320 | 3,2 | 50.000-100.000 |
3 | 1000 | 10 | 100.000-1.000.000 |
4 | 3200 | 3,2 | 1.000.000-10.000.000 |
Limites de población para modelos de diferente tamaño de Cilindros de O’Neill
Para O’Neill el sitio ideal para estos hábitats eran los puntos de Lagrange L4 y L5 del sistema Tierra-Luna, zonas de estabilidad gravitatoria con el volumen suficiente, varias veces el radio de la Luna, como para acoger varios miles de estas colonias.
Estos hábitats serian construidos con material lunar, una vez establecida allí la infraestructura industrial necesaria para minar y enviar material manufacturado a estos puntos. Primero se empezaría con la construcción de un Modelo 1.
La movilidad de esa población en L5 sería extremadamente fácil entre sus hábitats, y además estarían a tan solo unos días de viaje de la Tierra
El crecimiento posterior se realizaría en el Cinturón de Asteroides donde calculo que la población humana podría alcanzar 20.000 veces la actual con una superficie equivalente a la de 3.000 Tierras.
Como sabía que tales obras faraónicas no se iban a construir por el placer de hacerlo, ideó un motivo económico que las justificase, la creación de un fuente de energía con capacidad de sobra para satisfacer el hambre de la humanidad. Estoy hablando del SBSP, energía solar con base en el espacio. Multitud de paneles solares de km de longitud transmitirían energía en forma de microondas a rectenas en la superficie terrestre. Todos estos paneles solares serian construidos con material lunar y por trabajadores que vivirían en los Cilindros.
En definitiva, O’Neill presentaba un modelo que no solo permitiría aliviar la presión de la población sobre la Tierra, sino que además permitía su expansión muy por encima de la actual, mas una fuente de energía limpia.
Lamentablemente, O’Neill en aquella época contaba con las expectativas del nuevo vehículo espacial, que después de la época Apolo sustituiría al Saturno V, el Shuttle, que por aquel entonces era un prometedor vehículo que viajaría una vez por semana al espacio, con precios inferiores a los 1000$ el kg. El resultado distó mucho de esas expectativas: unos pocos lanzamientos al año, por un precio de 20.000$ el kg.
La creación de la base lunar que proporcionaría material para la construcción del primer hábitat no fue posible con esta evolución del Shuttle, ni con el camino que tomó después la NASA.
Afortunadamente ahora vivimos otro momento en el que varias iniciativas privadas están interesadas en aprovechar los recursos que ofrecen ciertos asteroides conocidos como NEO, Space Resources y Deep Space Industries , junto a unos nuevos cohetes de bajo coste como los de SpaceX dan la posibilidad de que se pueda retomar este camino.
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Este post ha sido realizado por Gaizka Ortiz de Urbina (@Orillacosmica ) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
Un hogar en el espacio
[…] Un hogar en el espacio […]
bowmanpoole
Me impresiona la similitud de esta idea con la propuesta por Arthur C Clarke en sus novelas de la serie ‘Rama’. ¿Es posible que el novelista conociera los trabajos de O´Neill?
Gaizka
Ya se habían realizado otros modelos de hábitats espaciales en las anteriores décadas. Una década antes Dandridge Cole ideo un modelo parecido pero cerrado, como el de Rama.
Digodiego
estupendo artículo.
Creo que en la película que se estrena estos días, Elysium, se puede ver uno de estos Cilindro de O’Neill. Será interesante de ver.