“La medicina traslacional implicará un cambio cultural y logístico en la comunidad científica”
Esta entrevista apareció originalmente en el número 7 (2010) de la revista CIC Network y la reproducimos en su integridad por su interés.
Katrina L. Kelner, es doctora en biología y neurociencia desde 1981. En la actualidad, es editora de la revista Science Translational Medicine (STM). Anteriormente, había desempeñado desde 1985 el cargo de editora jefe de Science, la prestigiosa revista de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS) y de editora adjunta de Life Sciences.
La doctora Katrina L. Kelner es la editora de la recién creada revista Science Translational Medicine, publicada por la Asociación Norteamericana para el Avance de la Ciencia (AAAS). El Prof. Félix M. Goñi, director de la Unidad de Biofísica del CSIC – UPV/ EHU y presidente de la Fundación Biofísica Bizkaia, mantuvo esta interesante entrevista con ella aprovechando su participación en el I. Simposio Internacional de Medicina Regenerativa organizado por la Fundación Eduardo Anitua.
¿Podría explicar a nuestros lectores en qué consiste la medicina traslacional?
Hemos reflexionado mucho sobre este aspecto cuando estábamos planificando la nueva revista. La medicina traslacional es un tipo de investigación que se sirve de los descubrimientos científicos básicos del campo de la genética, inmunología e ingeniería, que son aprovechados para tratamientos o diagnósticos de las enfermedades humanas, con el fin de mejorar la vida de las personas. A grandes rasgos, en eso consiste.
Vendría a ser más o menos lo mismo que se ha venido haciendo al aplicar la investigación científica a la medicina clínica. ¿En qué radica su novedad?
Es un nuevo campo que cubre un vacío que algunos de nuestros médicos detectaban y que, en cierto modo, va a cambiar su foco de atención. En las últimas décadas se ha extendido la filosofía según la cual si orientamos nuestras investigaciones hacia un determinado hallazgo científico, el azar nos llevará a realizar otros descubrimientos que nos ofrecerán pistas y tratamientos sobre las enfermedades humanas.
Eso es así. Los oncogenes no fueron descubiertos por un médico, sino por unos investigadores ‘corrientes’. Pero tras ese enfoque se esconde un enorme trabajo. En cualquier caso, no está claro que la tecnología haya sido utilizada de la manera más eficiente posible para que podamos aplicar nuestros conocimientos al tratamiento y curación de las enfermedades. Contamos con nuevas herramientas, tenemos el proyecto del genoma humano, podemos realizar enormes estudios proteómicos, determinar una gran cantidad de genes… Disponemos de herramientas que nos permiten realizar preguntas que nunca antes nos habíamos planteado. Por eso, quienes estudian la biología de las enfermedades humanas y quienes se dedica a la investigación científica básica deberían unirse para obtener el máximo provecho de estas nuevas herramientas y afrontar conjuntamente los problemas.
La medicina traslacional surge, por tanto, de las nuevas posibilidades heurísticas que ofrece la ciencia básica, si bien estos métodos resultan difíciles de aplicar debido a su complejidad. ¿Voy bien?
Un científico básico puede terminar sus estudios de medicina sin entender ni palabra sobre las enfermedades humanas. Puede trabajar en el campo de la inmunología, pero enfocando los problemas inmunológicos de tal forma que no dé respuesta a las preguntas que le plantee el paciente. En cierta ocasión acudí a una conferencia sobre un tipo de célula muy interesante sobre la que se habían realizado diversos experimentos en seres humanos. Un médico descubrió la raíz del problema que sufría un paciente afectado de una enfermedad inmunológica.
La conferencia trataba sobre la forma en que una mutación afectaba a la célula inmunológica. Un tema maravilloso. Pero al final de la conferencia le hice una pregunta: «Entonces, ¿ahora podremos ayudar a ese paciente?» Y me respondió: «Bueno… En realidad, no». Parece una tontería, pero creo que refleja muy bien cómo es nuestra cultura. Hay médicos de gran talento que andan bailando entre dos mundos.
Han visto a tantos pacientes afectados por una determinada enfermedad y conocen tan bien el fenotipo y la biología básica, que son muy creativos a la hora de pensar acerca del fenotipo y a su vez formulan las preguntas adecuadas para entender el proceso de la enfermedad.
El jefe del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina en el que hice el doctorado decía que involucrarse en los problemas médicos era ‘prostituirse’.
Eso forma parte de la cultura. Creo que esa postura ya no está tan generalizada, pero…
En su conferencia ha mencionado lo distinta que es la percepción que la sociedad tiene sobre los científicos que se dedican a la investigación básica en la actualidad y la que imperaba en el siglo XIX.
En virtud del contrato social, los organismos científicos se han convertido en fundaciones públicas provistas de fondos privados para la financiación de las investigaciones. Pero esos fondos públicos no se destinan a investigaciones que puedan saciar la curiosidad, sino a convencer a los investigadores para que se queden en el país que financia la investigación. Nuestra situación no tiene nada que ver con la que se vivía en la Inglaterra del siglo xix, donde la actividad científica no dependía de la financiación externa y uno se podía dedicar a la ciencia por amor a la ciencia. Ese país ya no existe.
Más de una vez he repetido esas mismas palabras en público. Tuve ocasión de conocer al profesor argentino Leloir, premio Nobel de Química, que falleció a finales de los 80. Su familia le apoyó en todas sus investigaciones. Pues bien, decía que una de las condiciones para ser bioquímico era ser rico. Leloir descubrió las conexiones básicas entre los nucleótidos de uridina y la función que desempeñan en la biosíntesis de los carbohidratos. Volviendo a la medicina traslacional, ¿es posible determinar cuándo surgió?
Es una buena pregunta. Me gustaría pensar que fueron Elias (Zerhouni) y los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) los que crearon el movimiento, aunque no puedo asegurarlo, porque recuerdo que una anterior directora de los NIH, cuyo nombre he olvidado, ya hablaba sobre la necesidad de dar una respuesta a las necesidades de los pacientes. Sus ideas no prosperaron demasiado, pero le daba vueltas al tema. No todo el mundo compartía su opinión, claro. Políticamente, le debió resultar muy difícil cambiar los NIH.
De entre las cosas que he leído sobre la medicina traslacional, me ha parecido muy interesante la idea de crear una comunidad de software, que va más allá del método tradicional en el que un científico escribe un artículo, el editor lo acepta y luego otros científicos lo leen.
Sí, es muy interesante. De hecho, fue concebido por nosotros mismos, por la comunidad científica. La primera persona a la que oímos hablar sobre esta idea fue la encargada de una librería especializada en medicina, que dijo: «Los científicos traslacionales necesitan un nuevo marco de comunicación; tienen que encontrar a un bioingeniero que les ayude a solucionar los problemas de ingeniería. Los científicos que estudian la genética deben estar en contacto con los científicos clínicos, para indicarles qué genes deben estudiar». No resulta fácil unir a la gente; por eso, queremos que nuestra revista tenga carácter
interdisciplinario y que gente de distintos campos se relacione entre sí. Además, la AAAS va a lanzar un nuevo programa en la página web sobre carreras científicas, llamada CTSINET, para la gente que está recibiendo formación en ciencia traslacional. Se trata de una red social que dispone de un mecanismo para encontrar y relacionarse con expertos de cualquier materia.
Será una red muy reciente.
Más nueva aún que la revista.
Y la revista fue lanzada hace solo tres o cuatro semanas (la entrevista fue realizada en noviembre de 2009).
Creo que es importante señalar el esfuerzo que los NIH están haciendo en este sentido. La revista no ha sido diseñada para tratar específi camente sobre la medicina traslacional, sino sobre la ciencia. Es una especie de base de datos en la que los científicos pueden registrarse, señalar sus intereses y localizar a otros científicos. Seguramente llegará a ser de gran utilidad para la comunidad científica.
¿Cómo se articulan la medicina preventiva y la medicina traslacional?
En eso mismo pensamos al definir el objetivo general. Por el momento incluiremos ese tipo de cuestiones en las secciones de nuestra revista no dirigidas específicamente a la investigación, sino a los comentarios y opiniones de los lectores. Me gustaría ver artículos sobre la medicina preventiva en nuestra revista, porque creo que debería ser equiparada a la innovación.
Quisiera preguntarle sobre los retos de la medicina traslacional.
Yo diría que se van a producir sobre todo dos cambios. Uno será de tipo cultural, para que a los científicos se les enseñe durante el doctorado a pensar sobre los problemas concretos, además de sobre la investigación básica. Eso ya está empezando a suceder, pero hasta ahora no se les enseñaba nada de eso. ¿Cómo se valora la investigación? También eso está cambiando y espero que lo suficiente.
Y por otra parte está la vertiente logística, el cómo se localizan entre sí. Ahora debería ser más sencillo. Dondequiera que estén, en Europa o en California, pueden ponerse en contacto. Espero que en adelante concentren sus esfuerzos en enfermedades concretas y que luego diserten sobre ellas.
Algunos piensan que para que dos científicos interactúen deben compartir la máquina de café durante un tiempo.
¿Es quizás el área donde se produce la energía de activación?
Exacto. ¿Se puede afirmar que resulta relativamente fácil conseguir financiación para la investigación traslacional o se sigue considerando un asunto esotérico?
No tengo experiencia en ese tema y no haré sino repetir lo que dicen los científicos. Creo que ahora resulta más fácil obtener dinero, pero sigue habiendo dificultades. De todos modos, el funcionamiento es distinto al que tenéis en Europa.
En los Estados Unidos, pese a que el NIH ha creado cerca de cuarenta premios para la ciencia traslacional clínica, la medicina traslacional sigue siendo financiada principalmente mediante la concesión de subvenciones. Y ese dinero se destina a la construcción de infraestructuras para la realización de pruebas clínicas, almacenar datos, asegurar las condiciones para llevar a cabo la investigación básica… Y queda poco dinero para los estudios pioneros. Por eso, todavía deben recurrir al programa de becas R01 de los NIH. Y no tienen fondos clínicos. Esas secciones están orientadas a la ciencia básica. Al menos, es lo que he oído. De todos modos, seguro que hay excepciones. Dicen que la cultura se mantiene inalterable, pero yo creo que está cambiando, aunque ignoro qué se está haciendo para ello.
Tenía preparada una pregunta para usted. De mayor quiero ser médico traslacional. ¿Qué debo hacer para ello? ¿Debo contactar con esa famosa red? ¿Cree que se extenderá por toda la formación en medicina?
Creo que está evolucionando hacia otro tipo de formación. Lo digo porque, por norma general, los estudiantes interesados en ciencia básica y en ciencia clínica entran en cursos de doctorado en medicina e investigación. Esos cursos suelen ser plurales y muy largos, y por lo general no suelen generar brillantes médicos dispuestos a cubrir la brecha, sino más bien salen médicos que terminan por aburrirse con la investigación. Creo que en este movimiento hay grados específicos sobre la ciencia traslacional, que son similares pero no iguales que los master. En mi opinión, la gente que está verdaderamente interesada en los dos proyectos debería probar estos programas de formación. No conozco el caso de Europa.
No creo que la medicina traslacional tenga la consideración de asignatura específica. Y tampoco hay cursos de doctorado en la materia, por lo que por mucho que uno haya estudiado los dos tipos de medicina, será o bien investigador, o bien médico.
Cuando era universitaria, los estudiantes que acudían a los cursos de doctorado tenían fama de ser los más inteligentes, pero en realidad muchos hacían el doctorado porque no sabían qué camino escoger…
Antes ha explicado el significado de la medicina traslacional poniendo como ejemplo el cáncer, una enfermedad que bien puede ilustrar el fracaso de la medicina tradicional. Cierto que el número de muertes por cáncer ha disminuido, pero eso se debe a la detección precoz. En realidad, sabemos muy poco acerca de la propia enfermedad.
Sí, creo que está usted en lo cierto. Ayer estuve en Madrid con varios miembros de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) y tuve ocasión de hablar con mucha gente. Creo que muchos se preguntan si realmente ha merecido la pena invertir tanto en experimentos con ratones, al ver su incapacidad de predecir el mal. De todos modos, están pensando en fabricar ratones aún mejores, lo que me parece todo un adelanto. Desde que en la revista empezamos a aceptar artículos sobre la medicina traslacional, en el mes de abril, nos han llegado cantidad de estudios sobre el cáncer. Al fi n y al cabo, es un círculo que se retroalimenta de forma positiva, porque un científico que estudia el fenómeno del cáncer contribuye a la formación de otro científico… El problema del cáncer es terrible.
La Alianza Nacional Estadounidense sobre el Cáncer cuenta con un presupuesto enorme, quizás excesivo, aunque tampoco soy ninguna experta en esa materia; de todas formas creo que hace un gran trabajo.
Algunas disciplinas se han vuelto populares de un día para otro; como por ejemplo la biología química o la biología de sistemas. ¿Es el caso de la medicina traslacional?
Excelente pregunta. Es un tema que, en efecto, nos preocupa. Sobre todo al principio. ¿Qué se esconde tras este nombre? Barajamos muchas posibilidades para denominar la plataforma. Queríamos que fuera un espacio al que invitar a la gente que íbamos conociendo. Por eso le pusimos ese nombre. Aunque he oído decir a alguno que otro: «Es lo que antes solíamos llamar investigación preclínica».
Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por CIC Network