It’s becoming clear that the sort of protein folds universe is actually more limited than people had thought
Esta entrevista apareció originalmente en el número 8 (2010) de la revista CIC Network y la reproducimos en su integridad por su interés.
Roger Burnett, es profesor emérito en el Wistar Institute of Philadelphia. Doctor en biofísica por la Universidad Purdue. Tras pasar por las Universidades de Columbia y Basilea, fue profesor del programa de inmunología en ese instituto, y profesor de química y de bioquímica y biofísica en la Universidad de Pensilvania. Es miembro del Advisory Board de CIC bioGUNE.
Roger Burnett es un científico reconocido internacionalmente en el ámbito de la biología estructural, por sus aportaciones científicas con estructuras moleculares de virus y de proteinas virales, especialmente de adenovirus. Actualmente es profesor emérito en el Wistar Institute de Filadelfia (EE.UU.) y miembro del Scientific Advisory Board de CIC bioGUNE. El pasado mes de junio visitó este centro de investigación con motivo de su 5º aniversario y tuvimos la ocasión de mantener una interesante entrevista con él.
¿Cuándo surgió su interés por los virus?
Eso fue cuando era estudiante de postgrado, en el laboratorio de Michael Rossmann. Después de licenciarme en física, pensé que dedicarme a la física no era lo más acertado, porque aunque pudiese abrirme paso en el campo de las matemáticas no era algo que conseguiría de inmediato y además odiaba la electrónica; y claro, ésa no era la mejor combinación para ser físico. Incluso pensé en dar marcha atrás, estudiar medicina y convertirme en médico, ya que me interesaba la biología. Pero en la Inglaterra de aquél tiempo era muy difícil cambiar de dirección y nunca obtuve titulación alguna en biología.
Entonces, por casualidad, me llegó una carta de Michael Rossmann, que acababa de trasladarse del laboratorio de biología molecular del MRC (Cambridge, Inglaterra) a la universidad de Purdue (medio oeste de EE.UU.) para poner en marcha su laboratorio. Esto ocurrió en 1964, cuando la mayoría de los europeos jamás habían estado en ee.uu. Solo conocíamos EE.UU. por las películas. Así que yo era un joven entusiasmado con la idea de acudir a EE.UU. para trabajar en un departamento de biología. Sabía que cualquier licenciado puede recibir formación en EE.UU. y que así podría estudiar biología y realizar investigaciones en cristalografía.
Debo confesar que inicialmente no tenía especial interés en la cristalografía. Es más, no tenía ni idea acerca de la cristalografía. Ahora parecerá imposible, pero en aquella época aún no había visto ningún ordenador. Era 1964 y los ordenadores no eran muy comunes; y menos aún entre quienes no eran licenciados. Así que embarqué en el Queen Elizabeth original con destino a EE.UU., tomé un autobús de la Greyhound que habría de llevarme desde Nueva York a Lafayette Oeste (Indiana), y me pasé los primeros seis meses sintiéndome como dentro de una película, porque todo me parecía extraño y exótico. Michael Rossmann vino a buscarme a la estación de autobuses y enseguida me llevó a un cuarto oscuro, para enseñarme sus más recientes fotografías de difracción. Resultó que estaba muy interesado en los virus… Bueno, creo que, en realidad, no le entusiasmaban los virus como tales, sino poder desarrollar métodos.
Existe un método denominado Método de Reemplazo Molecular. Él estaba muy interesado en los virus, porque constan de múltiples copias de la misma proteína en la misma estructura; los consideraba un buen modelo o banco de pruebas para testar sus métodos. Eran métodos en los que se podía hacer uso del reemplazamiento molecular. Así pues, él disponía de un pequeño programa [de virus]. De hecho, fui la primera persona a la que convenció para que tratase de cristalizar virus. Y así fue, conseguí pequeños cristales de virus.
¿De qué virus se trataba?
No lo recuerdo exactamente, pero diría que era el virus del mosaico del pepino (cucumber mosaic virus). De alguna manera, tuve suerte de que los cristales no fueran de gran tamaño, porque de lo contrario probablemente aún seguiría con el doctorado de física en Lafayette Oeste, así que me dediqué a otra cosa. Esto era una especie de introducción para explicar que se pueden estudiar los virus mediante la cristalografía. Pero en aquella época era prácticamente imposible pensar en obtener la estructura de los virus. Creo que por aquél entonces Stephen Harrison (en Harvard University) era la única persona que intentaba seriamente obtener la estructura de los virus.
Después realicé un trabajo de postdoctorado acerca de la flavoproteína, una pequeña molécula, que sorprendentemente creo que es la octava o novena de las estructuras registradas en la base de datos (Protein Data Bank). Era 1973 y yo trataba de trabajar como docente universitario, pero la ciencia en EE.UU., y puede que en cualquier otro lugar, se comporta de forma cíclica en lo que a financiación se refiere, y aquel era un periodo de vacas flacas. Así que era imposible establecer un laboratorio en EE.UU., porque la cristalografía estaba considerada como algo exótico y caro, exigía un completo equipamiento y gran capacidad informática; todo ello era muy caro. Por lo que decidí preguntarle a Steve Harrison, a quien conocía personalmente, si sabía de alguna vacante en Europa. Él me respondió: «Pues un investigador del Biozentrum de Basilea ha cristalizado el recubrimiento proteico del adenovirus y creo que busca un cristalógrafo». Escribí al Biozentrum (a Richard Franklin) preguntando si tenían alguna vacante que pudiera ocupar. Poco después recibí su respuesta; una oferta de trabajo. Y me trasladé a Suiza. Fue una época realmente interesante.
De hecho, visitando estas instalaciones de CIC bioGUNE no puedo evitar realizar comparaciones con lo que era el Biozentrum de aquellos días, y es que entonces el Biozentrum era un lugar relativamente nuevo; fue inaugurado unos cuatro años antes de que yo llegase. Algo parecido a lo que ocurre aquí. El sistema universitario suizo estableció el instituto de Basilea como un instituto independiente dirigido a atraer a investigadores de todo el mundo y crear un centro de excelencia. Quedaba fuera de los habituales requerimientos burocráticos provenientes tanto de la estructura universitaria como de la administración pública. Era apasionante vivir allí, y contaba con una potente financiación y un completo equipamiento, características que también se dan aquí. Vaya, ha sido una larga respuesta a su pregunta.
Usted nació en el Reino Unido y se trasladó a EE.UU. ¿Por qué no regresó al Reino Unido? En aquella época el Reino Unido era la cuna de la cristalografía.
Cada vez que he cambiado de trabajo, incluso recientemente, casi al final de mi carrera, he buscando vacantes en Inglaterra, pero nunca había algo que fuese interesante o estuviese disponible. Además, también pienso que cuando creces en un lugar desarrollas anticuerpos contra ese sitio. Y aunque vivir en casa resulta cómodo, también es confortable vivir fuera del país natal, porque careces de esa clase de barreras.
Sí, y resulta curioso porque actualmente el Reino Unido guía la actividad científica en Europa. El Reino Unido es el único país que puede hacer sombra a EE.UU., quizás también Alemania. Así que cualquier investigador desea desplazarse al Reino Unido o bien a EE. UU.
Durante mi estancia en el Biozentrum, nuestros recursos eran muy superiores a los que disponía EE.UU., y para alguien joven, que procedía del sistema europeo, licenciado y postdoctorado, todo aquello era perfecto. Era un gran lugar para emprender un proyecto.
Y fue allí, en Suiza, donde comenzó a trabajar con adenovirus; virus en los que ha centrado prácticamente todas sus investigaciones.
Así es.
¿Qué los hace tan fascinantes?
Se sabía muy poco acerca de los virus. Si nos fijamos en el recubrimiento proteico de un virus, y algo que sale de lo común en adenovirus es que cuando el virus infecta la célula se produce una gran cantidad excedente de proteínas estructurales. Un investigador puede obtener esas proteínas y cristalizarlas, y después definir su estructura. Hallar la estructura completa de un virus era algo impensable en aquellos años, porque la cryo-microscopía electrónica todavía no había echado a andar. Era demasiado para la cristalografía, y el hecho de que el virus disponga de largas fibras lo complicaba todo aún más, ya que dificultan la cristalización. Había que tratar de resolver el problema poco a poco, primero debía aislarse el recubrimiento proteico (la proteina de la cápsida) y después tratar de avanzar hacia un mayor nivel de ensamblaje. Podría decirse que era un modelo con dos utilidades: de un lado obteníamos indicios acerca de la formación del virus y de cómo se producía el autoensamblaje; y por otro, podía darnos una vía, general en todo caso, para abordar estructuras macromoleculares más grandes. En otras palabras, definiendo la estructura de una pieza es posible desarrollar un modelo que describa todo el conjunto. Que en definitiva, es lo que ha funcionado.
Recientemente se ha desvelado la estructura de adenovirus por cristalografía de rayos-x y me decía usted que existe también una reconstrucción de adenovirus por cryo-microscopía electrónica a una resolución de 3.6 Å…. ¿Cómo le hace sentir después de haber dedicado toda su carrera al estudio del adenovirus?
Es muy interesante, porque llevando tres años jubilado, creo que tengo cierta perspectiva. Creo que de haber conocido dichas noticias durante mis años de investigador… en fin, quiero pensar que habría sabido ser generoso, pero seguramente hubiera sentido envidia o irritación… No sé cómo me lo habría tomado entonces, pero me complace mucho haber conocido la noticia. Creo que la cristalografía supuso un avance semejante en su día, pero lo que más me fascina es el microscopio electrónico; un gran avance por todo lo que pone a nuestro alcance.
De hecho, las dos estructuras de adenovirus se han producido este mismo año 2010. Es una conjunción positiva. Como bien sabe, fuimos pioneros en combinar microscopia electrónica y cristalografía, que actualmente son las técnicas preponderantes. Hoy en día, solo falta la imagen de un virus obtenida a través de resonancia magnética nuclear….
Dr. Burnett, el adenovirus se ha revelado como una herramienta enormemente práctica. Usted –junto con Dennis Bamford y Dave Stuart– originó una especie de revolución en cuanto a cómo clasificamos los virus.
Sí.
Transformó muchos conceptos; los virus se convirtieron en tema de interés público. Los científicos han clasificado los virus según su morfología general, su tipo de genoma y demás, al menos hasta 2002. Entonces, usted, Dave Stuart y Dennis Bamford, propusieron que tal vez los virus deban clasificarse en base a un criterio diferente: la semejanza estructural entre las proteínas víricas esenciales que forman los virus, por ejemplo las referentes a la cápsida. Esto implica la idea de linajes virales. ¿Significa esto que los virus que infectan las bacterias y aquellos que infectan a los humanos podrían seguir estrategias similares en la morfogénesis? Es una idea revolucionaria… ¿Qué deberíamos obtener centrando la investigación sobre los virus en sus estructuras?
Más que suponer una revolución, unifica criterios. Anteriormente no había criterios. Se establecían clasificaciones mediante familias de virus, pero sin saber cómo se relacionaban. Así que, lo que se hizo fue definir, o desvelar, esas relaciones. Una vez que las relaciones entre virus han sido descubiertas, se simplifica la manera de verlos y permiten la investigación en nuevos campos. Si uno sabe que ciertos virus tienen algún tipo de relación y descubre algo referente a uno de ellos, puede que también lo halle en el virus relacionado. Con lo que surgen posibilidades, por ejemplo, terapéuticas. Sería posible hallar un compuesto antiviral que interfiriese en el ensamblaje de esa familia de virus, y uno podría aplicarlo a dicho virus. Así que es algo realmente útil.
Este punto de vista unificador es muy interesante. Los físicos siempre han buscado leyes unificadoras en la naturaleza. Puede que ése sea el motivo…
En realidad, la idea parte de cuando investigábamos la estructura del recubrimiento proteico (hexon de adenovirus), incluso antes de obtener estructura molecular alguna, ya que observamos que en las muestras obtenidas en baja resolución la molécula era cuasi-hexagonal. Tuvimos que esforzarnos mucho y recurrir a la tinción negativa de imágenes de fragmentos de cápsida para descubrir la organización del virus. Al mismo tiempo, Nick Wringley obtuvo mediante un microscopio electrónico bellas imágenes de grandes virus, como el virus iridiscente de tipula, que cuenta con múltiples copias proteicas, y pudimos observar que la estructura cuasi-hexagonal del hexon acogía un conjunto de empaquetamientos de aspecto hexagonal, y que la molécula no requería de condiciones ambientales diferentes para poder formar un virus de gran tamaño. Un virus tan grande como se quisiera solo requeriría cinco formas de empaquetamiento diferentes. Antes de que advirtiésemos que la esencia de los virus se halla en su dominio proteico, nos dimos cuenta de que las capas exteriores tenían gran capacidad para acoger formas complejas o formas de gran tamaño de cualquier tipo. De alguna manera, eran formas simples.
Ha dicho simples… pero si examino el PDB (banco de datos sobre las proteínas) y comparo las estructuras víricas registradas con las estructuras proteicas o incluso con las estructuras de proteínas de membranas, veo que no hay gran número. Pocos investigadores se centran en la estructura de los virus, y me pregunto cuáles son las limitaciones, por qué no hay más grupos de investigación dedicados al análisis de virus desde la estructura.
No lo sé. Puede que haya muchos investigadores interesados, y sé que hay mucho dinero disponible para correlacionar proteínas con enfermedades; y es que la estructura de una proteína que permite abordar cuestiones referentes a enfermedades, una mutación en una encima, por ejemplo, puede ser causa de enfermedad. Pero no creo que la influencia del virus sea tan clara, porque la mayor parte de lo que se puede tratar con un virus, esto es, con la estructura de un virus, no explica per se cuál es la relación entre ese virus y la enfermedad que causa.
Puede que ésa sea una de las razones. Por supuesto, otra de las razones es el tamaño de los virus, que, hablando en términos históricos, ha impedido avanzar en su investigación.
Por tanto, la metodología es una rémora para el estudio de la estructura de los virus.
Pero no por mucho tiempo. Tenemos la radiación de sincrotrón y todas las ventajas que aporta…
Sí, sin embargo es destacable que cada vez hay más estructuras víricas en la EMDB (la base de datos para estructuras obtenidas mediante la cryo-microscopía electrónica).
Estaba a punto de comentarlo. Sigo considerando que el microscopio electrónico es una herramienta mejor, en ciertos aspectos, para el estudio de la estructura vírica, la estructura completa del virus, que la cristalografía. De hecho esta nueva forma de trabajar con adenovirus, refleja claramente que la resolución (nominal) ofrecida por el microscopio electrónico es cada vez menor. Pero en este punto coinciden el microscopio electrónico y los rayos-x, ya que tienen prácticamente la misma resolución.
¿Piensa que los pliegues de las proteínas víricas son limitados o ilimitados? ¿Cree que conocemos todos los pliegues que forman las proteínas víricas?
Probablemente no. Y es que tampoco conocemos gran variedad de estructuras víricas.
¿Piensa que hay un reducido número de virus y que se basa en los mismos principios de ensamblaje?
Si damos por sentado que existen ciertas vías o líneas de conexión entre virus, parece que efectivamente no hay gran cantidad de linajes virales. Digamos que unos diez ó veinte. Además, parece que existen ciertos pliegues víricos o proteicos que son comunes a cada línea.
Tengo la impresión de que las herramientas predictivas para evaluar el espacio topológico de las proteínas (no solo víricas) todavía no son lo suficientemente sólidas…
Creo que cada vez queda más claro que el universo de los pliegues proteicos es más limitado de lo que se pensaba en mis tiempos de estudiante. Entonces todo el mundo pensaba que existía un número ilimitado de ellos, que cada proteína se plegaba de forma diferente. Pero es obvio que no es así.
Actualmente se ejerce cierta presión sobre la ciencia básica para hacerla cada vez más traslacional, y puede que eso sea algo que concierne a los investigadores jóvenes. Pero, ¿cuál cree que es el impacto que la virología estructural tiene en el desarrollo de una vacuna y/o un fármaco? ¿Es cierto que la conexión entre ambas no es tan directa como se pensaba?
Creo que es así, probablemente porque la estructura no tiene mucho que ver con el desarrollo de vacunas. No sé mucho acerca de ese tema, pero me parece que no es necesario tener grandes conocimientos sobre la estructura para poder desarrollar una vacuna.
Hoy en día las compañías farmacéuticas pueden hacer screening in-silico de miles y miles de compuestos con una diana específica. Aun así, todavía valoro el conocimiento básico de la estructura de un virus como estrategia para que, comprendiendo sus mecanismos biológicos, puedan desarrollarse aplicaciones biomédicas.
Exactamente. Pero, los adenovirus se han utilizado en una dirección muy distinta que puede que usted no conozca. Me refiero al reparto de genes (gene delivery). De hecho, participé en un proyecto en el Instituto Wistar en el que se utilizaban adenovirus para repartir genes codificados de proteínas del VIH, con la idea de desarrollar una vacuna para el VIH, pero repartiéndola con un gen, en vez de una proteína. Y para eso, usábamos adenovirus de chimpancé, de los que habíamos descubierto la estructura, y la idea era poder utilizar este adenovirus como
vector de reparto en las primeras vacunaciones, porque la mayoría de las personas no han estado expuestas a virus de chimpancé, a no ser que sean cuidadores en un zoo; y después utilizaríamos nuestros conocimientos sobre la estructura de los hexones para diseñar los cambios en los loops y así crear otro virus que pudiera usarse para repartir la dosis de la segunda vacuna o la dosis de refuerzo.
¿Funcionó?
En principio, sí. Funcionó con ratones (risas). No ha funcionado en lo que se refiere al reparto de vacunas del VIH, pero ésa es otra cuestión. Pero la idea de modificar la proteína funcionó, sí.
Los virus patogénicos humanos y animales afectan diariamente a nuestra sociedad. Algunas de las enfermedades que preocupan a la Organización Mundial de la Salud son virus como el Ébola, la fiebre de Rift Valley y la gripe y algunos de ellos son virus emergentes zoonóticos. Pero yo creo que un proyecto sobre virus se convierte en interesante o financiable cuando llega a los países ricos. ¿Es solo mi coimpresión? ¿Qué le parece? Por ejemplo, el dengue se convirtió en un objetivo cuando llegó a EE. UU.
Sí, creo que la gente de los países ricos es egoísta, suelen gastar el dinero para sus propios intereses. Se supone que las compañías farmacéuticas necesitan dinero para financiar sus investigaciones, por lo que es poco probable que investiguen enfermedades con las que no pueden recuperar el coste de las investigaciones. Pero existe un movimiento, como sabe, el de la Fundación Gates, que intenta solucionar este problema y financiar áreas que no cuentan con fuentes de financiación convencionales. Aunque no sé exactamente a qué se refiere con su pregunta, a si la gente es egoísta, si los países lo son…
No, no. Soy consciente de que existen virus zoonóticos reemergentes y parece que no se están centrando en ellos… Puede ser que la fiebre de Rift Valley o el Ébola sean más conocidos, pero mientras se queden en África, Oriente Medio, Asia o incluso Australia o Nueva Zelanda, no nos preocupan demasiado.
También está el problema práctico. Investigar virus de ese tipo, como bien sabe, es mucho más caro porque se necesitan instalaciones de contención, todo tipo de trámites para trabajar con virus, por lo que es mucho más complicado. Por tanto, para un investigador particular es muy difícil hacerlo, porque tienen que justificar las razones por las que es importante invertir tanto dinero en analizar una enfermedad que solo puede acarrear problemas al país que la investigue.
Sin embargo, es fundamental estudiarlas. Algunos de estos virus pueden llegar a los países del sur del Mediterráneo, por ejemplo, a través de sus vectores (como mosquitos).
Sí, por ejemplo en España, donde estamos, existen institutos como éste, y se hacen inversiones considerables en biología estructural, por lo que estoy seguro de que se hace frente a problemas que puede que no se hayan estudiado en otros países. No sé, enfermedades mediterráneas, etc.
Abordemos el aspecto económico de los proyectos. Estamos afrontando una crisis mundial y España está pasando por una época bastante dura. La situación del País Vasco es algo mejor, pero en definitiva, se han hecho recortes en investigación. ¿Si fuera el encargado de asignar becas, qué línea de investigación apoyaría?
Esa es una pregunta muy difícil, porque no creo que haya nadie tan inteligente como para repartir recursos, a no ser que se use un método que se ha demostrado que funciona, basado en dar recursos a los investigadores más imaginativos y a los mejores. ¿Pero cómo se definen los mejores investigadores y los más imaginativos? En mi opinión, esta es una cuestión de juicio y gustos. Lo que siempre me llamaba la atención cuando formaba parte de una mesa de revisión de becas era la sorprendente unanimidad para reconocer proyectos buenos y cosas interesantes, aunque se suele pensar que cada miembro tendrá sus preferencias a la hora de elegir lo que es bueno o lo que merece la pena apoyar. Me puede decir, por supuesto, que todos somos muy homogéneos o que no hemos sido entrenados para ser imaginativos.
Y, por supuesto, hay algunas tendencias sobre lo que es interesante en cada momento. Pero, en general, creo que si han recibido una buena formación, la mayoría de los científicos son bastante imaginativos; creo que cuando ves algo interesante, se puede reconocer. Así que dar recursos a gente con buenos antecedentes es una manera de repartirlos. El problema es, por supuesto, que se debe financiar a jóvenes investigadores sin ninguna trayectoria. Y la tasa de éxito es menor.
Es difícil decir en cada fase si alguien llegará a la siguiente. Recuerdo que cuando era estudiante de doctorado, miraba a mis compañeros y pensaba: «¿por qué molestarme en investigar, si ellos son tan inteligentes?»; pero no todos terminaron el doctorado. Luego pasas al siguiente nivel y te encuentras con postdoctorandos realmente increíbles, pero no todos terminarán el postdoctorado con éxito, ni publicarán artículos. Luego están los profesores adjuntos que comienzan su carrera y aunque algunos son muy inteligentes, no todos seguirán adelante y promoverán un proyecto. Así que creo que para tener una carrera de investigación, ser productivo, trabajar en el laboratorio y ser capaz de tratar con personas, etc., necesitas capacidades bastante amplias y puede que no se vean de antemano. Por tanto, lo dicho, creo que no importa lo mala que sea la situación económica, siempre se debe invertir en nuevos laboratorios para investigadores jóvenes, porque nunca se sabe cuál de ellos será brillante.
¿Por tanto, no tiene preferencias en cuanto a las líneas de investigación?
No, me parece muy inoportuno tenerlas. Sería disparatado que yo dijese que en toda España tienen que trabajar en la estructura de los virus.
Se retiró de la ciencia activa en 2007…
Sí, a finales de 2006, de hecho.
Ahora que su punto de vista es imparcial, ¿cuáles cree que son los retos que deberá afrontar la biología estructural en los próximos veinte años?
Veamos las diferentes disciplinas una por una. Hablaremos de cristalografía, porque es una de las que mejor conozco; quiero decir que me sorprendí muchísimo cuando visité estas instalaciones de cristalografía, al comprobar que el equipo que teníamos cuando yo me retiré era como del siglo XIX. La gente todavía realizaba cristalizaciones a mano y ahora existen robots y máquinas para hacerlo; está claro que todo se está automatizando, la habilidad de cristalizar en diversas condiciones con pequeñas cantidades de proteína; está claro que se ha mejorado muchísimo la habilidad de cristalizar cosas y descubrir estructuras. Todo eso está muy bien, porque así se pueden tratar más cosas. Aunque la cristalografía de proteínas está avanzando en una dirección en la que casi se ha convertido en una instalación de servicios.
En otras palabras, es como si alguien dijera: «tengo una proteína interesante y quiero descubrir su estructura»; y entonces se la diese al laboratorio y éste descubriese la estructura. Por lo que la cristalografía de proteínas se convertiría en lo que hoy en día es la cristalografía de moléculas pequeñas; solo un servicio adjunto, como en la industria farmacéutica donde encuentran cientos de compuestos al día. Por lo tanto, la pregunta es: ¿qué ocurrirá con los que se formen en cristalografía de rayos-x, cómo será su existencia en el futuro? ¿Serán solo técnicos? ¿Cómo continuarán contribuyendo a la ciencia de un modo más científico e imaginativo? No sé la respuesta a esa pregunta, pero seguramente la microscopía de electrones y el RMN aún no han llegado a este punto de automatización.
En cuanto al RMN, todavía exige mucha interpretación manual; pero desde luego la microscopía electrónica va por esa dirección. Todas estas técnicas están dirigidas a convertirse en técnicas consolidadas, por lo que la gente interesada en la estructura tendrá todas estas herramientas potentes al alcance de su mano. Puede que haya otras herramientas que Diálogos científicos – Roger Burnett se están creando ahora, como la microscopía de fuerza atómica que da imágenes de baja resolución, pero será mucho más importante en el futuro. Aunque es difícil saber qué ocurrirá en el futuro.
Pero, por ejemplo, ¿qué sistema o trayectoria sugeriría tratar?
¿En qué sentido?
Por ejemplo, ¿se debería estudiar la señalización de células, las estructuras virales, la regulación de cromatina? ¿Cuál le parece un tema candente? Por ejemplo, actualmente muchos laboratorios centran su atención en la proteínas de membrana y de canales iónicos…
Sí, he dejado aparte las proteínas de membranas porque todavía es un ámbito difícil. Pero creo que, de alguna manera, los avances en torno a la estructura pueden llegar de cosas más grandes que, digamos, un complejo macromolecular, puede que de imaginar partes de células. O hay formas en las que se puede desarrollar un microscopio de rayos-x con una resolución extremadamente baja que puede obtener imágenes de orgánulos celulares. Por tanto, sería fantástico que alguien pudiera hacer eso, de la misma manera que alguien consiguió ver los recubrimientos proteicos de los virus con estructuras de rayos-x para obtener la
arquitectura completa, si alguien pudiera usar el gran número de estructuras que conocemos al detalle, para intentar unir las grandes organizaciones de orgánulos en las células y esa es la nueva frontera, ¿no le parece?
Ahora, volvamos a los retos de la biología estructural. Pensemos que va a emprender una nueva profesión: la profesión científica. ¿Qué sistema sería su objetivo? El suyo personal. Digamos que comienza otra vez en CIC bioGUNE.
No lo sé.
¿Cambiaría su campo de interés?
De hecho, creo que mi carrera profesional ha sido muy satisfactoria, porque mi objetivo era aprender más sobre biología e integrarlo con la física. Cuando era estudiante de postgrado, me interesaba muchísimo la informática; como físico, te gusta juguetear con cosas para poder usar, en definitiva, instrumentos. Aunque nunca conseguí mi objetivo de convertirme en doctor, terminé como profesor en una escuela de medicina; por lo que he tenido una vida muy rara y me siento muy afortunado, he seguido solo lo que me parecía interesante, lo que me parecía satisfactorio en términos científicos; también ha sido muy gratificante personalmente. Así que es difícil imaginar ser tan afortunado otra vez (risas).
Recientemente Craig Venter ha publicado un artículo sobre las primeras células con un genoma sintético. ¿Qué opina del hecho de que seamos capaces de producir células sintéticas?
Bueno, en cierto sentido, hemos estado produciendo células sintéticas durante mucho tiempo, porque se ha estado jugueteando con varios genes y el hecho de que él haya creado uno totalmente sintético… estoy seguro de que se basó en los que estaban funcionando, porque la probabilidad de conseguir uno correcto es muy pequeña, aunque sea sintético, probablemente se parecerá a algo que ya existe. No lo he mirado detalladamente, pero creo que estoy en lo cierto. ¿Es así?
Sí. Ya ha pasado dos días y medio aquí y ha visto qué es CIC bioGUNE. ¿Cuál es su impresión sobre el instituto? ¿Cuál es su opinión sobre lo que ha visto, como miembro del Consejo Asesor Científico? ¿Y sobre la gente que ha conocido?
Bueno, es obvio que es la gente la que hace el instituto, se puede tener un edificio precioso, pero sin la gente adecuada sería un desastre. El edificio, el marco físico, y las infraestructuras son magníficas. Es un sitio muy agradable para trabajar, porque como ya he dicho, me recuerda al Biozentrum cuando yo me incorporé en
los setenta. Está muy bien equipado. Obviamente, por lo que puedo ver está bien dirigido, porque se deja a los científicos que hagan su trabajo; y lo que me ha impresionado mucho es que el grupo de investigadores es muy joven y la gente es muy entusiasta. Todos los que he conocido se divierten estando aquí, haciendo
su trabajo. Así que creo que se conseguirán buenas cosas. Está claro que como cualquier organización, necesita cuidados y encontrar una forma en la que desarrollarse. Pero creo que le espera un buen futuro.
Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por CIC Network