Una de las recurrentes preguntas que surgen cuando se juntan varios aficionados a la divulgación es sin duda: ¿Cuál fue el libro que consiguió que te interesarás por la Ciencia?… Rara es la ocasión en que no aparece esta cuestión y a su vez es una versión modificada de otra similar: qué libro recomendarías a alguien para que se sintiese atraído por la ciencia.
En esa interminable lista suelen aparecer con frecuencia “Cosmos” de Carl Sagan, “Una breve historia de casi todo” de Bill Bryson o, como es mi caso personal, “Breve historia del tiempo” de Stephen Hawking.
Siguiendo esta línea de libros “inspiradores” hoy me asaltó una curiosa duda. Casi siempre que nos preguntamos qué libros divulgativos nos empujaron a interesarnos por la ciencia me he dado cuenta de que estamos ante un tema claramente generacional… Esto es, que los libros que me gustaron a mí en los ochenta no concuerdan con los que le gustaron a alguien de los cincuenta, y por supuesto son diferentes a los que leen los jóvenes leen en nuestros días.
De esta manera he terminado preguntándome cuales fueron los libros que influyeron en los grandes genios de siglos pasados, y en concreto si hubo alguno que calara hondo en el mayor de esos genios: Sir Isaac Newton.
Se sabe con certeza que al maestro Sagan le influyó de manera notable en su infancia las obras de ciencia ficción de Edgar Rice Burroughs y sus aventuras en el marciano mundo de Barsoom. Con apenas cinco o seis años ya se movía con soltura por los pasillos de la biblioteca de Brooklin entre los que encontró no solo novelas sino también libros científicos para niños (y no tan niños).
Darwin tuvo una infancia muy campestre y mostró desde muy pequeño una inclinación casi obsesiva por el coleccionismo (conchas, insectos, minerales…) que, junto con la tradición científica de su familia, en especial de su abuelo Erasmo, le encaminaron a poseer antes que nadie Zoonomía. Y sobre todo Henslow el cual surtió de libros al joven Darwin hasta terminar regalándole uno que cambiaría la visión del mundo del naturalista embarcado en el Beagle: El primer volumen de Los principios de Geología de Charles Lyell…
El tiempo pasó y curiosamente la misma prestigiosa familia de editores londinenses John Murray que habían editado aquel inspirador tratado de Lyell terminarían editando también todas las obras de Charles Darwin apenas unas décadas después.
Por su parte, Richard Feynmann, aquel chaval que arreglaba radios “pensando”, fue mucho más directo, no se andaba con rodeos y se empapó de joven los interminables volúmenes de una enciclopedia que sus padres poseían en su casa de New York.
Pero… ¿Newton?… Con lo poco que le gustó en vida publicar sus propios libros, ¿tuvo Newton algún libro inspirador que lo condujera por la senda de la ciencia?
Pues resulta que sí… Cuentan las crónicas que una de las grandes influencias del joven Newton fue “Los misterios de la naturaleza y el arte” de John Bate, que fue publicado por primera vez en 1634. Editado en Londres por Ralph Mab, cuatro tomos en un solo volumen, con cinco bandas en el lomo y la característica encuadernación en piel de ternero de la época.
Al parecer el chaval quedó inmediatamente atrapado en su lectura y se pasó sin soltarlo casi tres días seguidos mientras apuntaba y memorizaba numerosos pasajes de aquel libro. Después de haberlo hojeado durante algunos minutos, no le culpo…
La obra de Bate se divide en varios libros (“Bookes”) que tienen como objetivo acercar el funcionamiento de las cosas a través de ingenios y maquinarias realmente fascinantes. Organizado por materias (el agua, los fuegos artificiales, los intrincados secretos del dibujo y los colores…) este genial e imaginativo tratado tuvo tanta repercusión en Isaac Newton que durante varios años estuvo casi obsesionado por conseguir reproducir algunos de aquellos extraños artilugios.
Y lo consiguió, como era de esperar… En los alrededores del Condado de Lincolnshire el jovenzuelo se hizo bastante famoso por su habilidad en fabricación de todo tipo de maquinarias, poleas y cachivaches, que además… funcionaban.
El propio William Stuckeley (uno de sus más cercanos amigos y a la postre el célebre biógrafo que inició la anécdota de la manzana) cuenta que incluso décadas más tarde aún encontraba gente que recordaba los molinos de viento y los relojes de sol que Newton había confeccionado en su infancia.
Si queréis echarle un vistazo a esta magna obra inspiradora de John Bate os propongo dos opciones… Adquirir una de las escasísimas copias que aún se conservan, primera edición original de 1634 por el módico precio de 12.500 libras, o algo más asequible como deleitarse entre sus digitales páginas en este enlace en PDF… Ya, ya sé que no es igual.
Este post ha sido realizado por Javier Peláez (@irreductible) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
El libro que inspiró al más grande
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kamila
Muchas gracias por la informacion!!! muy interesante :3
karina
¿no hay una version al español? y si la hay, ¿donde podría conseguirla?