El aumento de la presencia del plástico en nuestra vida es una tendencia imparable debido a la versatilidad de este material. Por ello, la innovación en la industria del envase se ha centrado en el desarrollo de nuevos materiales plásticos más sostenibles, con propiedades mejoradas, económicamente viables y que, asimismo, cumplan con las funciones requeridas por este sector: contener, proteger y conservar, informar al consumidor y facilitar la distribución del producto. Los envases tradicionales protegen al producto y, además, son baratos y duraderos. Sin embargo, su durabilidad es un serio problema para el medio ambiente, por lo que se está trabajando en el desarrollo de materiales sostenibles que cumplan con las tendencias observadas en fabricantes y consumidores.
«La sociedad actual, con nuevos hábitos de consumo, requiere nuevos diseños que se adapten a sus necesidades. El ritmo de vida reduce la frecuencia con la que se realizan las compras, lo que exige envases que conserven el producto durante un mayor periodo de tiempo. Además, hay que considerar la preocupación de fabricantes de envases y envasadores para afrontar las nuevas tendencias en el sistema productivo y logístico y ofrecer nuevas soluciones a un precio competitivo. Este objetivo se podrá alcanzar si el desarrollo de los nuevos envases se adapta a la tecnología actualmente utilizada y si se optimiza el diseño para reducir la cantidad de material empleado», explica Pedro Guerrero, investigador en Ingeniería de Materiales Renovables de la Escuela Universitaria Politécnica de la UPV/EHU.
Una de las estrategias medioambientales por las que se está apostando es el uso de materiales obtenidos a partir de materias primas procedentes de fuentes renovables que, una vez finalizado su ciclo de vida, tengan la capacidad de biodegradarse. «Actualmente, estos materiales sólo representan un 1% de la producción mundial, según datos de European Bioplastics, pero a corto plazo se espera un aumento de este segmento de mercado, que llegaría a cuadruplicarse en 2017. Concretamente, en 2013 la producción mundial de bioplásticos fue de 1,6 millones de toneladas y se espera que alcance los 6,2 millones de toneladas en 2017, según el Institute for Bioplastics and Biocomposites».
La industria de los bioplásticos es un sector dinámico y en continuo crecimiento, lo que ha permitido reducir el precio de venta de estos materiales, y se espera que su precio sea comparable al de los plásticos convencionales en un futuro próximo. Este aspecto ha permitido enfocar la investigación aplicada en el sector del envase alimentario hacia el desarrollo de envases basados en materiales biodegradables y/o renovables. Una de las líneas de investigación del grupo BIOMAT de la UPV/EHU es la preparación de mezclas de polímeros renovables y biodegradables con el fin de mejorar propiedades y reducir costes de materiales.
El envase, que actúa de barrera entre el alimento y el exterior, pasa de ser mero contenedor (envases pasivos) a desempeñar un papel activo en el mantenimiento e incluso en la mejora de la calidad del alimento. Un envase activo tiene como función principal prolongar la vida útil del alimento envasado a través del control de los fenómenos de permeación, bien mediante el empleo de materiales barrera o bien mediante la retención de sustancias nocivas y/o la incorporación de sustancias beneficiosas para el alimento envasado. «En el caso concreto del deterioro del alimento por reacciones de oxidación-añade el profesor Guerrero-, hay que tener en cuenta que se trata de una reacción iniciada por radicales libres que progresa muy rápidamente, lo que dificulta su control. Para retrasar o inhibir esta reacción se pueden utilizar diferentes estrategias que actúen directamente sobre el oxígeno o sobre las especies capaces de reaccionar con él. En el primer caso, se puede evitar la entrada del gas desde el exterior mediante el empleo de materiales barrera; en el segundo caso, se puede recurrir a la adición de antioxidantes, bien en el interior del envase o en el propio envase. La demanda por parte de los consumidores de productos que no contengan compuestos químicos sintéticos ha provocado un creciente interés en el desarrollo de envases activos con aditivos naturales por parte de la industria alimentaria».
BIOMAT ha desarrollado un nuevo envase biodegradable/compostable para productos grasos, tanto líquidos como sólidos, a partir de subproductos agroindustriales, contribuyendo así al consumo sostenible de materias primas y a la valorización de subproductos. El envase es trasparente y, al mismo tiempo, una excelente barrera a la luz ultravioleta y a gases como el oxígeno. Habitualmente se utilizan laminados multicapa como barrera a gases, sin embargo, el producto desarrollado por el grupo BIOMAT es monocapa, lo que reduce considerablemente su coste. Además, puede sellarse térmicamente y es imprimible.
Referencia:
T. Garrido, A. Etxabide, I. Leceta, S. Cabezudo, K. de la Caba, P. Guerrero. (2014). Valorization of soya by-products for sustainable packaging. Journal of Cleaner Production, 64, 228-233.
Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por UPV/EHU Komunikazioa
Javier
Me ha molado eso de que,como no les gustan los aditivos en la comida,se los ponemos en el bote.
Yanko
Vayamos al el tercer párrafo, en parte entrecomillado y, por tanto, entiendo que atribuible al investigador implicado en la noticia:
Una de las estrategias medioambientales por las que se está apostando es el uso de materiales obtenidos a partir de materias primas procedentes de fuentes renovables que, una vez finalizado su ciclo de vida, tengan la capacidad de biodegradarse. “Actualmente, estos materiales sólo representan un 1% de la producción mundial, según datos de European Bioplastics, pero a corto plazo se espera un aumento de este segmento de mercado, que llegaría a cuadruplicarse en 2017. Concretamente, en 2013 la producción mundial de bioplásticos fue de 1,6 millones de toneladas y se espera que alcance los 6,2 millones de toneladas en 2017, según el Institute for Bioplastics and Biocomposites”
Leyendo ese párrafo, uno tiende a sacar la conclusión de que el crecimiento de producción al que se hace referencia tiene que ver con materiales plásticos biodegradables. Pero si uno entra en la página del Institute for Bioplastics and Biocomposites y se descarga la gráfica denominada GLOBAL BIOPOLYMER PRODUCTION CAPACITY, puede comprobar que el mencionado crecimiento de 1609 (2013) a 6185 (2017) tiene, en su número de 2017, dos componentes bien diferenciados. Una parte se debe a los bioplásticos durables (5185) y otra más pequeña a los realmente biodegradables (1001).
Y eso es importante hacérselo llegar a la población, porque el término bioplástico se está aplicando no sólo a plásticos biodegradables sino a aquellos que, sin serlo, proviene de monómeros no derivados del petróleo sino de fuentes renovables de biomasa (maíz, caña de azúcar,…).
Y si uno se va a otra gráfica de la web del mencionado Instituto se encuentra la denominada MARKET SIZE SHARE OF BIOPOLYMER PRODUCTION CAPACITY, donde se desdoblan esos 6,2 millones de toneladas por diferentes plásticos. Y nada menos que el 63% corresponde al bio-PET, polietilentereftalato (el plástico de las botellas de cola y similares), en el que uno de los monómeros (el etilenglicol, que supone el 30% de la molécula final) proviene de fuentes renovables. El otro 70% sigue siendo ácido tereftálico proveniente del petróleo. Quizás en 2017 ese 70% provendrá también de fuentes renovables pero aún y así, el polímero final, aunque se le ponga el prefijo bio-, es un PET exactamente igual que el hemos venido usando desde los años 60. Por tanto, no biodegradable.
Entiendo que ese tipo de argumentos les gustan mucho a los investigadores y a los Gabinetes de prensa (esta noticia proviene del de la UPV/EHU) pero las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran.
Bioplástico | Neutrino Libre
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