La Organización Mundial de la Salud estima que la gripe estacional, la que suele llegar cada año por estas fechas, afecta a entre el 5% y el 10% de los adultos, un porcentaje que se eleva a entre el 20% y el 30% de los niños de todo el mundo.
Aunque en la mayoría de los casos la enfermedad remite tras unos días de dolores musculares, cefalea intensa y fiebre alta, esta dolencia, que suele tratarse con analgésicos y antitérmicos, puede conllevar la hospitalización de las personas afectadas si pertenecen a los grupos de alto riesgo: niños muy pequeños, ancianos y enfermos crónicos. La misma organización atribuye a la gripe la muerte de entre un cuarto y medio millón de personas al año; y estima entre tres y cinco millones los casos de contagio severo. En los países industrializados la mayoría de las muertes relacionadas con la gripe corresponden a personas mayores de 65 años.
La amantadina y la rimantadina se han usado como fármacos contra la gripe desde hace décadas. Su efecto interfiere la penetración del virus a través de membrana celular y su replicación respectivamente, pero la eficacia de estos medicamentos se ha reducido drásticamente en los últimos años como consecuencia de mutaciones que se han vuelto resistentes a ambos fármacos.
La gripe A es una infección respiratoria aguda y altamente contagiosa en animales que también afecta a los humanos. La OMS considera que una nueva pandemia es impredecible e inevitable ya que hay pocos fármacos efectivos y muchas cepas se han vuelto resistentes por lo que es necesario encontrar nuevos antivirales.
Investigadores de la universidad de Barcelona han desarrollado nuevas moléculas con una singular estructura modificada que actúan contra el virus de la gripe A resistente a los fármacos.
Según el profesor Santiago Vázquez, “los compuestos que hemos sintetizado figuran entre los más potentes descritos hasta la fecha contra los mutantes resistentes. Además, los nuevos compuestos mantienen la actividad contra la cepa salvaje del virus”.
El estudio, publicado en la revista Journal of Medicinal Chemistry, es el resultado de una colaboración internacional que se va a mantener para diseñar, sintetizar y la evaluar los nuevos compuestos.
Obesidad
Sin embargo, no es la gripe, sino las enfermedades cardiovasculares, las que la OMS considera como la principal causa de muerte a nivel mundial.
Un reciente estudio ha corroborado que existe una relación entre los niveles de ciertos contaminantes ambientales que una persona acumula en su cuerpo y su grado de obesidad.
En el trabajo, publicado en la revista Environmental Pollution, se analizan los niveles de contaminantes ambientales acumulados en 300 personas, intervenidas en los servicios de cirugía de dos hospitales de Granada.
Esta investigación ha analizado los niveles de contaminantes acumulados en tejido adiposo (grasa) conocidos como contaminantes orgánicos persistentes (COPs), que tienen la particularidad de permanecer en el medioambiente durante años, incluso décadas, sin degradarse.
Juan Pedro Arrebola, autor principal del artículo, afirma que “los seres humanos estamos expuestos a COPs que se acumulan progresivamente en la grasa corporal, por lo que los niveles dan una idea de la exposición acumulada de una persona a lo largo de los años”.
Los científicos han comprobado que los niveles acumulados de varios COPs se asociaban con la obesidad y con los niveles de colesterol y triglicéridos, considerados como importantes factores de riesgo de enfermedad cardiovascular, independientemente del sexo, edad, lugar de residencia o hábito tabáquico de los participantes.
Entre los COPs estudiados se encuentra un componente del DDT, el insecticida lindano, muy usado en el pasado en cultivos y en algunos medicamentos para el tratamiento de los piojos y la sarna o los bifenilos policlorados, también conocidos como PCBs, usados en numerosos equipos industriales.
A pesar de que el uso de todos estos compuestos está muy restringido en la actualidad, el 100% de los participantes en este estudio presentaron niveles detectables de uno o más de ellos, por lo que los investigadores concluyen que la exposición humana a ciertas sustancias químicas llamadas «obesógenos» podría favorecer el crecimiento y proliferación de adipocitos (células de la grasa), y por lo tanto provocar un aumento de la grasa corporal.
Cáncer
Como esos compuestos obesógenos, en el pasado, el amianto fue muy empleado en la construcción y en numerosos procesos industriales por sus cualidades ignífugas.
Barcos de guerra como el portaaviones Francés Clemenceau, que estuvo en 2006 varios meses navegando en busca de un puerto donde ser desguazado, y miles de edificios, tuberías y tejados tienen amianto hoy día, a pesar de que su uso y comercialización está prohibida desde 2002, por tratarse de un agente cancerígeno.
Más de doscientas personas fallecen cada año en España por mesoteliomas pleurales provocados por las exposiciones a este material en el pasado. A ellas hay que sumar una cifra superior de fallecidos por carcinomas broncopulmonares y otros tumores provocados por la inhalación de fibras de amianto.
Un artículo publicado este mes en la revista International Journal of Occupational and Environmental Health por investigadores de la Universidad de Granada, ha analizado todos los casos de cáncer relacionados con el amianto y reconocidos por el Instituto Nacional de la Seguridad Social como enfermedades profesionales entre 1978 y 2011. Los investigadores han comprobado que en esos 33 años tan solo se han reconocido 164 cánceres de este tipo por parte de la Seguridad Social.
“El 93,6% de los hombres y el 96,6% de las mujeres que fallecieron entre 1978 y 2011 en nuestro país por mesotelioma pleural atribuible a exposición laboral al amianto no han sido reconocidos por la Seguridad Social. Además, la tasa de infra-registro de los fallecidos por cáncer de bronquio y pulmón atribuibles a exposición laboral al amianto es del 98,8%”, según del catedrático de Historia de la Ciencia de la UGR Alfredo Menéndez Navarro, uno de los autores de esta investigación, para quien estas cifras ponen de manifiesto el absoluto infra-reconocimiento de los cánceres del amianto, lo que a su juicio está provocando una situación socialmente injusta para las víctimas.
Referencias:
Rey-Carrizo M., Marta Barniol-Xicota, Chunlong Ma, Marta Frigolé-Vivas, Eva Torres, Lieve Naesens, Salomé Llabrés, Jordi Juárez-Jiménez, Francisco J. Luque, William F. DeGrado & Robert A. Lamb (2014). Easily Accessible Polycyclic Amines that Inhibit the Wild-Type and Amantadine-Resistant Mutants of the M2 Channel of Influenza A Virus, Journal of Medicinal Chemistry, 57 (13) 5738-5747. DOI: http://dx.doi.org/10.1021/jm5005804
Arrebola J.P., Ricardo Ocaña-Riola, Antonio L. Arrebola-Moreno, María Fernández-Rodríguez, Piedad Martin-Olmedo, Mariana F. Fernández & Nicolás Olea (2014). Associations of accumulated exposure to persistent organic pollutants with serum lipids and obesity in an adult cohort from Southern Spain, Environmental Pollution, 195 9-15. DOI:http://dx.doi.org/10.1016/j.envpol.2014.08.003
García-Gómez M., Alfredo Menéndez-Navarro & Rosario Castañeda López (2014). Asbestos-related occupational cancers compensated under the Spanish National Insurance System, 1978–2011, International Journal of Occupational and Environmental Health, DOI: http://dx.doi.org/10.1179/2049396714y.0000000087
Esta anotación ha sido realizada por Javier San Martín, (@SanMartinFJ) (@ACTIVATUNEURONA) y es una colaboración de Activa Tu Neurona con el Cuaderno de Cultura Científica.
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