Ana Ribera
Confieso con cierta vergüenza que hasta hace un mes desconocía por completo nuestros planes (y cuando digo nuestros hablo de la humanidad) para aterrizar en un cometa.
Confieso también que la culpa es sólo mía porque supongo que existe cantidad de información sobre el tema en muchísimos medios, mucha gente ha escrito con inteligencia, saber y erudición sobre ello pero yo ni busqué esa información, ni me interesé ni por supuesto la leí.
Confieso con orgullo, ahora sí, que el pasado día 12 me pasé cinco horas pegada al streaming de la ESA viendo una especie de gala a medio camino entre una entrega de premios y un marathon benéfico con la que se retransmitía la esperadísima llegada de Rosetta al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko y se cruzaban los dedos para que el módulo Philae consiguiera aterrizar.
Cinco horas pegada al streaming, mirando infografías, fotos, tuits, con nervios y emoción. Hasta solté una lagrimita cuando dijeron ¡Si!
¿Qué había pasado en ese mes para transformarme de una completa ignorante sobre la existencia del planeta 67P/Churyumov-Gerasimenko a emocionarme como nunca ante las imágenes de un pequeño robot perdido en la inmensidad del espacio?
Lo que había pasado es que me topé con esta charla TED de David Delgado, artista residente en la NASA, diseñador y educador en el Jet Propulsion Laboratory. Uno de sus mayores retos y el área en la que más ha trabajado es en la de intentar aunar arte y ciencia de manera que ambas disciplinas se retroalimenten y apoyen.
En este vídeo, David no menciona ni una sola vez la palabra Rosetta, ni Philae ni siquiera nombra al cometa pero conmigo consiguió exactamente lo que se proponía, excitar mi curiosidad, provocarme preguntas y hacer que un par de semanas después de ver la charla, siguiera con emoción y entrega el aterrizaje del módulo.
Cuando el arte y la ciencia se unen para provocar asombro, llegamos a la raíz, al fondo de por qué exploramos, por qué investigamos, por qué llevamos 10 años persiguiendo a este cometa tratando de aterrizar en él.
Pasada la emoción del aterrizaje, el susto tras conocer los tres botes de Philae y el momento en el que el módulo se ha puesto en hibernación, viene la reflexión por parte de los que han participado en esta increíble misión.
Leo artículos, informes, posts y de todos ellos me quedo con este publicado en The Cafe con el atractivo título de «¿Qué significa dedicar tu vida a perseguir un cometa?
Muchos de los científicos de la misión Rosetta explican que la pasión por su trabajo tiene dos caras. «Cabeza y corazón», así describe Bentley esta dicotomía. «Por un lado están el aspecto técnico, el quid de la cuestión, resolver cómo lo hacemos. Y en el lado del corazón está la emoción de la ciencia, descubrir algo acerca del universo que no sabes y nuestro lugar en él y tratar de encontrar la respuesta.» Parker es igual de filosófico: «Algunas veces veo la ciencia como el arte. La gente no encuentra la conexión en cómo esto va a mejorar su vida – esto no va a proporcionarles un tostador mejor o algo así – pero está este sentimiento igual que con el arte, de que, de alguna manera, es importante. Merece la pena gastar recursos esenciales en ello, ya vengan de impuestos u otras fuentes. Sencillamente es algo que merece la pena.
Llegué a Rosetta y Philae por el asombro que me provocó lo que un artista como David Delgado había hecho para tratar de emocionar(nos), de asombrarnos con la idea de alcanzar un cometa.
El asombro y el entusiasmo son buenos comunicadores de la ciencia. No sé porque tienen cierto desprestigio entre los científicos, como si asombrarse o entusiasmarse restara valor a su trabajo, pero como muy bien dice Philip Ball en su libro «Curiosidad. Por qué todos nos interesa»:
Lo primero que hicimos fue emancipar a la curiosidad del asombro, y después readmitimos al asombro para que se ocupase de las relaciones públicas. El asombro es una de las víctimas del miedo a lo subjetivo que caracteriza a la investigación científica; el fervor de Foucalt y el entusiasmo están prohibidos en las actas oficiales. Pero eso no significa que no existan. De hecho, las pasiones que entran en juego en el asombro y la curiosidad, y que constituyen una faceta de los motivos que impulsan la investigación, son un elemento de la economía moral de la ciencia, que en palabras de Lorraine Daston «no puede dictar los productos de la actividad científica pero constituye el marco que les aporta coherencia y valor.
Para que la ciencia llegue al público, necesitamos pasión, entusiasmo y asombro que provoquen curiosidad.
Sobre la autora: Ana Ribera (Molinos), historiadora con 14 años de experiencia en el mundo de la televisión. Autora de los blogs: Cosas que (me) pasan y Pisando Charcos
Gustavo Ariel Schwartz
No puedo estar más de acuerdo contigo, Ana. Excelente post, excelente charla TEDx y excelente conclusión. Ningún mensaje llega al público por medio de la razón; todo entra por la puerta de la emoción. Luego ya habrá tiempo para los detalles técnicos. Para que un mensaje sea efectivo, tiene que ser afectivo.
molinos
Muchísimas gracias por tu comentario Gustavo. Me alegra infinito que te haya gustado. Yo también creo que para convencer y llegar hay que tocar la emoción, la curiosidad y el asombro…los fríos datos por muy espectaculares que sean necesitan presentarse de una manera cercana que no quiere decir frívola, ni superficial ni infantil. Hay que buscar la emoción.
Samuel Zarza
Totalmente de acuerdo.
Quizá por esa razón guardo en el recuerdo de mi corazón, más que el de mi cabeza, aquellos programas de COSMOS cuando tenía 14 años. En pleno despertar intelectual y emocional, la prosa narrativa de Carl Sagan y esa forma de narrar de José Mª del Río (creo que no pudo haber un mejor doblaje posible) me sobrecogió y me emocionó. Me parecía estar compartiendo el asombro, la curiosidad y la fascinación de todos y cada uno de los hombres de ciencia de la historia de la humanidad. Todavía se me pone la piel de gallina.
¿A propósito de la emoción, habéis visto el cortometraje de la ESA sobre el evento? . Habla precísamente de esto. No os lo perdáis. Son unos pocos minutos. Es absolutamente emocionante:
molinos
Samuel, no he visto el corto de la ESA pero lo veré. Gracias por decírmelo.
Ildefonso Hernández Cervantes
Muy interesante lo que aquí se comenta y se describe. Acerca de: «Para que la ciencia llegue al público, necesitamos pasión, entusiasmo y asombro que provoquen curiosidad» coincido plenamente con esta frase. Claro que, al saberse que la mayoría de los individuos sólo viven su vida a modo de veleta que se mueve únicamente por la velocidad y dirección del viento, es muy difícil que todos nos emocionemos con estas cosas. Sin embargo, es precisamente el avance científico, y su aplicación como tecnología aplicada, lo que nos ha hecho vivir más años y con mejores productos, medicinas y máquinas. Entonces, aunque es maravilloso el desarrollo tecnológico, la mayoría de los políticos que son quienes dictan las reglas del juego, no entienden en absoluto lo inmensamente valioso de los desarrollos tecnológicos; o quizá sea que se han comprometido para que los intereses económicos actuales no se vean afectados y esto frena el bienestar futuro. Aquí en nuestro México estamos peor todavía, pues ni el Gobierno, ni las instituciones que supuestamente apoyarían lo tecnológico saben cumplir con su cometido teórico. Un ejemplo claro lo tenemos con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) que ni siquiera se entera de qué patentamos los mexicanos.
molinos
Gracias Ildefonso por tu comentario.
Desconozco completamente cual es la situación en México, aquí en España yo no trabajo en nada que tenga que ver con la ciencia pero sé que la situación es muy difícil, por eso es fundamental conseguir que la ciencia llegue a la sociedad. Nunca será a una mayoría porque lamentablemente y como bien dices hay mucha gente viviendo de espaldas a todo lo que no sea el aquí y ahora y el consumo y el beneficio económico pero a cuantas más se llegue mejor por pocas que sean.
La emoción, el asombro y la curiosidad es la manera creo yo y yo soy el claro ejemplo de ello.
Una colaboración fructífera: The Studio – Jet Propulsion Laboratory — Cuaderno de Cultura Científica
[…] La ciencia, pasión, asombro y curiosidad. […]