Hace algunas semanas que el mundo vive pendiente del hackeo perpetrado a la famosa web Ashley Madison en la que infieles de todo el mundo se registraban de manera segura con el fin de contactar con otros en su misma situación. Que, visto lo visto, tan segura no era y ahora todos aquellos que confiaron en el sistema (hasta el punto de darse de alta con el e-mail del trabajo, en mucho casos) se han visto desnudos ante el mundo.
Lo más curioso de todo es que los amantes de los rankings, las estadísticas, los gráficos, las listas y todo aquello que se pueda clasificar, han encontrado en el documento robado un filón. Y no solo les servirá a los aficionados sino que seguro que acabarán apareciendo tesis doctorales y documentos científicos basados en esa información (tiempo al tiempo).
Ya era habitual que la propia web publicase datos esporádicamente, pues a nadie se le olvide que, obviando los nombres de los ultrajados, las informaciones anónimas que se pueden obtener de ahí son de gran valor: edad, sexo, tono de piel, color de pelo o de ojos, estatura, profesión, estatus socioeconómico, lugar de residencia, gustos musicales, etc. ¡Con lo difícil que es crear una base de datos!
Y es que, además, se sabe que cuando respondemos a una encuesta online somos más sinceros que cuando lo hacemos ante otra persona (incluso si es por teléfono) ya que en este caso se genera el denominado ‘sesgo del entrevistador’, una relación social entre quien pregunta y quien contesta, que termina alterando las respuestas. Si encima pensamos que esos datos solo van a ser empleados en nuestro beneficio, la sinceridad es total.
El ataque a la web ha sacado a la luz detalles de casi cuarenta millones de personas de todo el mundo o lo que es lo mismo: mucha información. Y como es normal, los análisis no han tardado en llegar. Ahora sabemos que el perfil medio del infiel en España es el de un hombre de 37 años, residente principalmente en alguna de las grandes capitales de provincia del país, con un peso promedio de 73,9 kilos y una altura de 1,75 metros; que la ciudad más infiel del mundo es Sao Paulo (Brasil); que los hombres son mucho más infieles que las mujeres (85% de usuarios); que la gente con el pelo blanco es muy poco infiel o que los no fumadores lo son mucho. En definitiva, rankings para todos los gustos.
Claro que a pesar de la enorme cantidad de referencias que se tienen, se sigue sin poder generalizar: ni todos los hombres españoles de 37 años son infieles, ni todos los Paulistanos, ni todos los no fumadores. La evaluación de los datos estadísticos se fundamenta en un proceso inductivo, es decir, que a partir de un número reducido de datos particulares se puede sacar una conclusión general.
Obviamente, el hecho de que un número determinado de casos manifieste una regularidad no significa que pueda extrapolarse la misma de forma categórica al mayor número de casos. De ahí que en estadística siempre se tenga en cuenta un porcentaje de error. No obstante, una de sus principales ventajas es que se trata de un complemento perfecto para una amplia variedad de disciplinas, desde la física hasta las ciencias sociales, desde las ciencias de la salud hasta el control de calidad. Se usa para la toma de decisiones en áreas de negocios o instituciones gubernamentales, prácticamente todas las áreas son susceptibles de aplicar la estadística, y siempre que necesiten ordenar datos deberán hacerlo. Es sorprendente el grado de eficacia que llegan a alcanzar estas consideraciones.
La estadística ha ganado mucha fuerza en los últimos tiempos, sobre todo con la aparición de los ordenadores que permiten manejar multitud de datos y trabajar con ellos de manera rápida y efectiva; pero la estadística no es algo moderno. Tras la aparición de la teoría de la probabilidad en el siglo XVII, los métodos estadístico-matemáticos ganaron fuerza, aunque no fue hasta 200 años después cuando el término adquirió el significado de recolectar y clasificar datos.
Sobre la autora: Maria José Moreno (@mariajo_moreno) es periodista
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