Si dijera simplemente “Antonio Machado” quizá la mayoría de los presentes dejarían volar su imaginación por las extensas llanuras castellanas, el olor a azahar de Sevilla y los aforismos populares de su alter ego Juan de Mairena. Pero detrás de esas dos palabras se esconde más, mucho más y espero que después de este artículo también cale la imagen de otro Machado, iniciador de una saga de cultura, padre y abuelo de poetas y revolucionario del pensamiento político y científico.
Nació en Cádiz y murió en Madrid, y aún así fue el más sevillano de los sevillanos llegando incluso a ser alcalde interino durante un breve periodo. La figura de Antonio Machado y Núñez se suele presentar siempre como el abuelo de los poetas Manuel y Antonio, algo que termina oscureciendo sus méritos propios en la Historia de España. Méritos que abarcan ramas tan amplias como la medicina, la geología, la biología, la antropología, la zoología y que llevaron a nuestro protagonista a convertirse en uno de los primeros y más arriesgados defensores de la evolución en un marco político y religioso claramente contrario.
Al igual que Chil y Naranjo, de quien ya hablamos en el tercer capítulo, Machado desde joven quiso ser médico y con solo quince años entró en Real Colegio de Cirugía de Cádiz donde se graduó de forma brillante. Al poco tiempo ya ejercía la medicina junto al puerto de la tacita de plata pero su etapa como médico en breve iría dejando paso a otras pasiones naturalistas adquiridas, cómo no, durante sus viajes.
Viajar fue algo imprescindible para todos y cada uno de los que han pasado por esta serie. Salir de la claustrofobia de una España decimonónica, encerrada cultural y científicamente por el poder político y religioso, y toparse con sociedades más abiertas a nuevas ideas, significó un cambio radical en la mayoría de los introductores del darwinismo en nuestro país. En el caso de Machado fueron años de continuo movimiento, física y mentalmente hablando…
Su viaje se inició en Guatemala, le llevó por toda Centroamérica y le convirtió en un médico respetado… y por cierto, muy bien pagado, algo que le permitiría seguir viajando por toda Europa y que finalmente agradecería a su vuelta a España. Pero además de la reputación y el dinero, Machado adquirió su gran pasión durante aquella época: ser naturalista.
París volvió a ser crucial. Su estancia en La Sorbona le permitió trabajar junto a renombrados científicos incluyendo a Mateo Orfila, padre de la toxicología moderna; el ambiente científico de Suiza, Bélgica y Alemania le fue encaminando hacia las ciencias naturales y la vocación médica de sus años jóvenes fue dando paso a una curiosidad por la geología, por la zoología… Y fue un paso definitivo: Al poco de regresar a España, y a pesar de trabajar brevemente como médico en Sevilla, terminaría abandonando la medicina para cambiarla por… las piedras.
Nos situamos a mediados de la década de 1840 y la geología se había subido al escenario de la polémica en toda Europa con las incipientes ideas que más tarde continuarían en la biología. Machado había iniciado su andadura naturalista y daba clases de geología en la Universidad de Sevilla convirtiéndose (también) en uno de los introductores de los postulados de Charles Lyell en nuestro país.
La unión entre las ideas de Lyell sobre geología y las de Darwin sobre biología son uno de los puntos fundamentales de la vida universitaria de Machado que ocuparía la Cátedra de Historia Natural durante la mayor parte de su vida. Desde allí, desde la Universidad de Sevilla, y a lomos del krausismo que propugnaba la libertad de cátedra Machado se convirtió en un incansable defensor del darwinismo, incluyendo en sus clases aquellas novedosas (y peligrosas) tesis evolucionistas.
El año 1850 representaría un hito importante, no solo para Machado sino para la ciudad de Sevilla. Con dos cajones de minerales y un esqueleto donados por el Ministerio de Bravo Murillo y aportando su colección personal de minerales y animales disecados, Antonio Machado y Núñez inaugura el Gabinete de Historia Natural de Sevilla.
Dos cajones y un esqueleto, a veces, tan solo hace falta eso para marcar la diferencia.
Catorce años después, en 1864, aquel Gabinete tuvo que ser reformado y ampliado porque se quedaba pequeño. Donaciones particulares lo convirtieron en uno de los museos más importantes de toda Europa, fue centro de reunión de intelectuales liberales, foco de controversias y debates científicos… toda una semilla introductora del darwinismo en España, con Machado como director durante más de treinta años.
Mientras tanto, mucho antes de que llegase la primera traducción del Origen de las especies al español (1877) y orgulloso de sus ideas liberales y krausistas, nuestro profesor comentaba en sus clases aquellas ideas extraídas directamente del libro de Darwin o de los escritos del alemán Haeckel.
No hablaré en este artículo de la intensa actividad política que Machado realizó durante su vida, tan solo mencionar que su labor durante la Revolución Gloriosa de 1868 le llevó a ser durante un tiempo alcalde interino de Sevilla, Gobernador Civil y hasta Diputado.
Para lo que nos interesa, es decir su actividad científica, aquel año de 1868 fue mucho más interesante puesto que, junto a otros catedráticos krausistas, funda la Revista mensual de filosofía, literatura y ciencias de Sevilla.
Su presentación aún se conserva y es más que suficiente para hacernos una idea de la importancia que iba a tener:
Estamos ante uno de los momentos más importantes del incipiente darwinismo en España. Desde 1868 hasta 1874 la Revista sevillana publicó cientos de artículos y tradujo al español importantes obras evolucionistas; el propio Machado escribió docenas de ellos, incluyendo cinco artículos evolucionistas que levantaron ampollas en el clero español de la época.
Apuntes sobre la teoría de Darwin (1871), Darwinismo (1872), Teoría de Darwin: combate por la existencia (1872) son algunos de los escritos de Machado en aquella publicación que, afortunadamente, aún podéis encontrar (digitalizada) en el Archivo histórico de la Universidad de Sevilla.
En 1871, coincidiendo con la primera edición del Origen del Hombre, Machado y el catedrático Federico de Castro fundaban la Sociedad Antropológica de Sevilla. Junto a la flor y nata de la cultura y la ciencia sevillana, el 04 de octubre de aquel año, Machado se alzaba en su sesión inaugural e iniciaba así su discurso:
“La Antropología es la ciencia del hombre, es el conocimiento de su ser material, considerado como la síntesis de todos los organismos animados; es la historia de los adelantos que la civilización ha hecho en todas sus variedades y razas; es el estudio de sus facultades morales y psicológicas para poderlo apreciar en sus relaciones sociales y progresivas; en una palabra, la antropología nos da a conocer la historia física, social y filosófica de nuestra especie, unida en estrecho lazo, confundida en las grandes cuestiones fundamentales y caminando de común acuerdo para alcanzar la noción de sí mismo de una manera más completa”
Pero pronto llegó el gobierno de Cánovas, volvió la monarquía borbónica y en 1875 muchos de los catedráticos que estaban revolucionando Sevilla fueron expulsados de sus puestos. Machado protestó pero consiguió poco, salvo quedarse él mismo sin Cátedra ante las presiones del clero que por fin se cobró su particular venganza por tantos años de darwinismo.
Fuera de la Universidad tendría que esperar ocho años hasta que en 1883 por fin pudo conseguir una Cátedra en la Universidad Central (lo que actualmente hoy es la Universidad Complutense). Dejó Sevilla y se instaló en Madrid donde continuó la difusión de sus ideas científicas y políticas hasta su muerte en 1896.
La introducción del darwinismo en España fue un proceso que involucró muchas ideas, numerosas corrientes de pensamiento y un sinfín de personajes importantes. Sin embargo, si yo tuviese que elegir a alguien fundamental para el desembarco de la evolución en nuestro país, elegiría sin duda a Antonio Machado… sí, un hombre que fue mucho más que el abuelo de los famosos poetas.
Este post ha sido realizado por Javier Peláez (@irreductible) y es una colaboración deNaukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
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Juan R
Fantástico documento. Creo recordar que la biografía de Antonio Machado (poeta) hecha por Ian Gibson («Ligero de equipaje») se remonta a la importante e interesante figura de su padre. No recuerdo si además habla del abuelo en esa biografía.
Pero este documento que aportas, desde mi punto de vista, revela más cosas de la personalidad y el pensamiento de Antonio Machado… Y sin dudas de la importancia de sus mayores (en este caso su abuelo) en su forma de pensar y actuar, quizás nada es por casualidad.
Vaya también por delante la felicitación por la serie de artículos sobre el pensamiento de la época y su repercusión
salud
Àngela Pérez Ballesteros
Como siempre artículo interesante e histórico, dandonos a conocer a Antonio Machado Núñez,como un gran científico de su época e interesado por todas las ideas más avanzadas, como el evolucionismo darwiniano. Te sigo en tu trayectoria de divulgación científica. Enhorabuena.
Rosalia Sanchez Ciganda
Aprendiendo. De una manera didáctica y amena, este artículo me ha enseñado cosas que desconocía. (y tantas que quedan…)
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