Siempre me ha resultado curioso saber que, después de miles de años de Historia, el ser humano finalmente consiguió alcanzar los cuatro puntos más extremos de nuestro planeta en apenas medio siglo. El lapso de tiempo que va de 1911 hasta 1960 fue testigo de la victoria final, y casi consecutiva, sobre los Polos, el Everest y la Fosa de las Marianas… o dicho de otra manera: el punto más alto, el más profundo, el más al norte y el más al sur de nuestro planeta.
Estos prodigiosos cincuenta años se inician con la conquista del Polo Sur por parte de la expedición noruega, liderada por Roald Amundsen, el 14 de diciembre de 1911. En mayo de 1953 el neozelandés Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay fueron los primeros seres humanos en ascender los 8848 metros de altura del Everest. En enero de 1960 el ingeniero Jacques Picard y el militar Don Walsh se posaron por primera vez en el fondo marino de la fosa de las Marianas a bordo del submarino Trieste.
Las dos últimas fechas, separadas apenas por unos años, situaban al hombre en el punto más alto y el más profundo del planeta, y si las comparamos con julio de 1969, momento en el que la humanidad consiguió poner un pie en la Luna, nos dan una idea de la extrema dificultad de las gestas alcanzadas.
Hace unos días, Google nos recordaba en su portada el 105 aniversario de la conquista del Polo Sur, sin embargo si tuviese que crear uno de sus populares “doodles” y dedicarlo al Polo Norte, el asunto sería bastante más complicado. De hecho, y a raíz de esta celebración tuve en twitter un pequeño debate sobre el tema puesto que, a pesar del tiempo transcurrido, la gente no tiene aún muy claro quién fue el primer hombre que alcanzó el Polo Norte… Incluso si volvemos a acudir al célebre buscador para encontrar una respuesta nos encontraremos con una muy equivocada.
La historia de la conquista del Polo Norte se ha visto envuelta en numerosos errores (y mentiras, por qué no decirlo) que condicionaron su exploración y la relegaron al olvido, simplemente porque todos pensaron que ya se había completado. Para complicarlo aún más, aparte de las consideraciones históricas, la pregunta de quién fue el primero en llegar al Polo Norte tiene sus propias connotaciones semánticas… ¿Qué se considera llegar? ¿Hay que pisar físicamente el lugar, hay que llegar de alguna manera concreta?
Dos siglos antes, cuando comenzó la exploración polar, a nadie se le hubiera ocurrido avanzar hacia el Polo… allí no había nada, y al igual que Colón, lo que buscaban los navegantes en realidad era un paso comercial, el célebre Paso del Noroeste (o del Nordeste). Poco a poco el deseo comercial se fue transformando en exploración, más tarde en pasión y finalmente en obsesión.
Obsesión como la de Robert Peary, explorador estadounidense que durante más de veinte años realizó casi una docena de intentonas, hasta que en abril de 1909 pudo gritar: ¡Al fin el Polo Norte, el premio a tres siglos, mío al fin!.
Ya sea porque mintió o porque se equivocó en sus mediciones (yo soy más partidario de la primera opción), Peary jamás llegó al Polo Norte. Pero tuvo la suerte de toparse con un adversario aún más mentiroso que él, Frederick Cook, otro aventurero que también se proclamaba como la primera persona en llegar a los 90ºN, casualmente el mismo año en que Peary regresaba de su expedición.
Ninguno de los dos lo consiguió, dejémoslo bien claro: Ni Peary, ni Cook.
Sin embargo, la fama de mentiroso de Cook (a quién unos años antes ya habían pillado falseando logros, como una fingida escalada al Denali) empujó a muchos a darle crédito a la gesta de Peary. Para auparle aún más, en noviembre Cook confesó y admitió que no había llegado, lo que aumentó aún más la apariencia de vencedor de su contrincante. Esta errónea creencia de que Robert Peary fue el primero en llegar al Polo Norte se mantuvo durante décadas, e incluso hoy en día, muchas webs aún mantienen esa información falsa en sus contenidos.
Para lo que a nosotros nos atañe, el hecho de que a principios de siglo se diera por sentado que Peary era el gran ganador tuvo consecuencias inesperadas. La más importante fue que, al dar por finalizada la carrera hacia los 90ºN, muchos exploradores olvidaron el Polo Norte para dedicar sus esfuerzos a ganar otros objetivos. El más destacado, el propio Amundsen que, al conocerse la noticia de que el Ártico ya tenía Rey, desvió sus esfuerzos y su expedición hacia el Polo Sur.
La autoproclamación de Peary en 1909 como conquistador del Norte hizo que durante casi veinte años y, exceptuando alguna expedición danesa de exploración por Groenlandia, el Ártico apenas tuviera visitantes. Tuvimos que esperar hasta mediados de la década de los ’20 para que volviera la fiebre ártica, esta vez utilizando nuevos métodos y transportes.
En 1926, el piloto estadounidense Richard Byrd volvió a poner sobre la mesa una nueva hazaña ártica afirmando que había sobrevolado el Polo Norte subido en su fokker. Otro “bluff” que sumar al de Peary y Cook puesto que hoy sabemos con total seguridad que Byrd también mintió: Tergiversó las coordenadas en su diario y se inventó los datos para aparentar, sin mencionar su demencial historia de haber divisado desde el aire entradas a un mundo intraterrestre bajo el Polo.
Seguimos en mayo de 1926 y a pesar de lo que todo el mundo piensa, el Polo Norte continúa virgen: Nadie lo ha alcanzado aún. Sin embargo, tan solo unos días después del vuelo en avión de Byrd, despegaba desde el archipiélago de Svalbard la primera expedición que de verdad iba a alcanzar el Polo Norte.
A bordo del dirigible Norge se embarcan dieciséis personas, encabezadas por el italiano Umberto Nobile, y… tachán… el rey del Sur, Roald Amundsen. Se sitúan sobre los 90ºN, abren la ventanilla del dirigible y lanzan tres banderas, italiana, noruega y estadounidense. Todos ellos, el 12 de mayo de 1926, se convierten, por fin, en las primeras personas en alcanzar el Polo. Admundsen además atesora el honor de ser el primero en conquistar el Polo Sur y también el Norte.
Por supuesto habrá quien considere que el sobrevuelo del Norge por parte de Nobile y Amundsen no es una conquista total puesto que, aunque no cabe duda de que fueron los primeros en llegar, en realidad, no “pisaron” el Polo Norte…
Oficialmente ya tenemos ganadores, sin embargo aún queda pendiente la cuestión semántica a la que me refería en párrafos anteriores, de quién fue el primer hombre que “pisó” el Polo Norte. Para alcanzar este honor aún tendríamos que esperar más de veinte años.
En abril de 1948, tres aviones Lisunov Li-2 soviéticos aterrizan en el Polo Norte llevando a bordo una expedición científica Sever-2, compuesta por veinticuatro personas lideradas por el explorador Alexander Kutnesov. Su misión principal era determinar mediante sonar si debajo del hielo ártico había montañas submarinas, por lo que en ningún momento supieron que eran los primeros seres humanos que pisaban el lugar más septentrional del planeta.
Es posible que también en esta ocasión haya gente que considere que llegar en avión al Polo y regresar cómodamente por aire, no merece el tratamiento de “conquista”, sobre todo si tenemos en cuenta las gestas de Hillary en el Everest o la carrera entre Scott y Amundsen en la Antártida. Dicho de otro modo: tanto el Norge como la expedición soviética alcanzaron los 90ºN mediante medios aéreos y hay quien puede pensar (no es mi caso) que estos logros son como si Hillary hubiese conquistado el Everest descendiendo en un helicóptero…
Para estos “tiquismiquis” que esperan una gesta tradicional, por tierra, aún queda una tercera conquista del Polo Norte, aunque eso sí… habrá que esperar más de veinte años.
En 1969, y el año es significativo de la dureza del reto si lo comparamos con la fecha de llegada a la Luna, una expedición de tres hombres, comandada por el explorador británico Wally Herbert dará cumplida cuenta de lo que representa alcanzar el Polo Norte sin utilizar medios aéreos. Más de un año de travesía, más de un centenar de perros para los trineos y una gesta que jamás nadie ha vuelto a repetir: Alcanzar los 90ºN cruzando el océano Ártico a pie.
Estas son las tres conquistas del Polo Norte, las verdaderas.
Nobile, Amundsen, Ellsworth, Wisting a bordo del Norge fueron los primeros en llegar.
Kutnesov y sus científicos de la expedición Sever-2 fueron los primeros en pisar.
Herbert y su equipo de la British Trans-Arctic Expedition fueron los primeros en conquistar.
Este post ha sido realizado por Javier Peláez (@irreductible) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
Las 3 conquistas del Polo Norte | colaboraciones con otros medios | La Aldea Irreductible
[…] comienza mi artículo “Las tres conquistas del Polo Norte” en el blog de la Cátedra de Cultura científica de la UPV/EHU. Si quieres […]
Sergio Jiménez
Excelentes gestas, excelente post¡¡¡
Fabio
La fotos esta mal.
Scott y Amundsen llagaron al polo «Sur» no al polo norte.
debieran corregirlo
gracias
fabio
Juan
Excelente post. Recomiendo la lectura de Momentos estelares de la Humanidad de Zweig sobre Scott y Amundsen en el polo Sur