Angela Grant
A lo largo de los últimos años puede que te hayas dado cuenta de una plétora de artículos que tratan la investigación actual sobre el bilingüismo. Algunos de ellos sugieren que agudiza la mente, mientras que otros tienen claramente la intención de provocar más dudas que confianza, como el de Maria Konnikova en The New Yorker “Is Bilingualism Really an Advantage?” (2015). La oscilación del péndulo del ciclo de noticias refleja un debate real en la literatura de la ciencia cognitiva, en el que algunos grupos han observado efectos del bilingüismo en habilidades, capacidades y funciones no lingüísticas, y otros han sido incapaces de replicar estos hallazgos. A pesar de todo el alboroto a cuenta de la “ventaja bilingüe”, la mayoría de los investigadores han dejado atrás el debate simplista “hay una ventaja o no”. En vez de preguntarse si el bilingüismo per se proporciona una ventaja cognitiva, los investigadores ahora toman una aproximación más matizada al explorar los distintos aspectos del bilingüismo para comprender mejor sus efectos individuales.
Para dar una idea de los matices de los que hablo, ten en cuenta esto: hay más de un tipo de bilingüismo. Un “bilingüe simultáneo” aprende dos lenguas desde que nace; un “bilingüe consecutivo temprano” podría hablar una lengua en casa pero aprender a hablar la lengua de la comunidad en el colegio; y un “bilingüe consecutivo tardío” podría crecer con una lengua y mudarse a otro país que habla otra. Las diferencias entre estos tres tipos no son triviales; a menudo llevan a diferentes niveles de competencia y fluidez en múltiples aspectos de la lengua, desde la pronunciación a la comprensión lectora.
En un estudio reciente Patricia Kuhl, de la Universidad de Washington, y sus colegas estudiaron los efectos de las dos formas en las que se usa una segunda lengua: comprensión y expresión orales. Emplearon una técnica llamada imágenes con tensor de difusión (DTI, por sus siglas en inglés), que sigue el flujo del agua en el encéfalo, para medir las diferencias en materia blanca entre bilingües español-inglés y monolingües inglés viviendo actualmente en los Estados Unidos. Los investigadores usaron esos datos en combinación con las medidas proporcionadas por los propios bilingües de comprensión y expresión orales en su segunda lengua, para analizar el efecto de cada una de estas experiencias en la materia blanca del encéfalo.
¿Por qué la materia blanca? El estudio de la materia blanca (que está compuesta fundamentalmente de axones, largos proyectiles finos que transmiten las señales en una célula nerviosa) es una forma de medir la conectividad entre regiones encefálicas. Si pensamos en el encéfalo humano como agua en una taza (siendo la taza el cráneo), entonces la materia blanca es como una paja dentro de esa taza: constriñe el flujo de agua en la dirección en la que están los axones. Una medida DTI habitual, la anisotropía fraccional (FA, por sus siglas en inglés), traza la forma general del flujo de agua en el encéfalo. Otra medida más específica, la difusividad radial (RD, por sus siglas en inglés), ayuda a los investigadores a señalar puntos débiles en el lateral de la paja, puntos por donde el agua podría “filtrarse”. En un encéfalo sano, mantienen los investigadores desde hace mucho, la materia blanca mostrará alto FA (flujo en una sola dirección) y bajo RD (pérdida de agua en otras direcciones).
Sin embargo Kuhl y sus colegas encontraron que los monolingües de su estudio tenían una FA más alta y una RD más baja en múltiples tractos de materia blanca que los bilingües; una aparente desventaja para los bilingües. Pero el cuadro no era tan simple. Cuando examinaron el efecto de la experiencia bilingüe concreta, o la cantidad estimada de tiempo empleado escuchando o hablando la segunda lengua, encontraron que a más experiencia bilingüe disminuían las diferencias entre bilingües y monolingües.
En concreto, más tiempo escuchando a la segunda lengua se asociaba con una RD más baja en las regiones asociadas con la producción del lenguaje (la parte anterior del fascículo fronto-occipital inferior). Más tiempo hablando la segunda lengua se asociaba con una mayor FA en las regiones del encéfalo asociadas con la comprensión del lenguaje.
De hecho, cuando los investigadores realizaron un análisis de seguimiento comparando bilingües más o menos experimentados con monolingües encontraron que los bilingúes con al menos cuatro años de inmersión en los Estados Unidos tenían niveles de materia blanca similares a los de los monolingües. Eran solo los bilingües con dos años o menos de inmersión en los Estados Unidos los que mostraban unos patrones significativamente diferentes de los monolingües.
Los resultados de este estudio deberían recordarnos que el bilingüismo es solo uno de los muchos factores que pueden afectar a nuestro encéfalo. En este estudio el factor no mencionado es que casi todos los bilingües eran inmigrantes, mientras que ninguno de los monolingües lo era. Debería haber todo un abanico de factores que difieren entre países que afecten a la línea base de los niveles de materia blanca, como la nutrición temprana y el estrés. Por consiguiente la comparación que hacen los autores entre bilingües inmigrantes y monolingües no inmigrantes no es ideal, y debemos interpretar con precaución la diferencia general entre monolingües y bilingües en este estudio. Creo que la aportación crítica aquí es no la diferencia general entre monolingües y bilingües, sino el efecto de la experiencia bilingüe: una en la que el uso activo de tu segunda lengua lleva a una materia blanca más sana.
El estudio nos recuerda lo importante que es considerar la experiencia de ser bilingüe; no es demasiado constructivo juntar todos los estudios bilingües y hacer evaluaciones generalizadas. Si de verdad quieres juntarlos, merece la pena recordar que independientemente de las ventajas anatómicas o cognitivas anunciadas, los bilingües tienen el doble de comunidades con las que interactuar, culturas que experimentar y periódicos que leer. Y si eso no es una ventaja, ¿qué lo es? Millones de personas estudian inglés como segunda lengua cada año precisamente por estas razones (de hecho, aproximadamente el número de hablantes no nativos de inglés triplica al de nativos)
Incluso como hablante nativa de inglés, si nunca hubiese estudiado español no estaría probablemente escribiendo este texto ahora: mis experiencias como estudiante de una lengua condujeron directamente a mis intereses en el lenguaje y la ciencia cognitiva. Por tanto, reescribamos la narración en los medios. El bilingüismo es una ventaja. Cómo afecta al encéfalo, bueno, esa es una cuestión en la que aún estamos trabajando.
Referencias:
P.K. Kuhl et al (2016) Neuroimaging of the bilingual brain: Structural brain correlates of listening and speaking in a second language Brain and Language doi: 10.1016/j.bandl.2016.07.004
K.R. Paap (2015) Bilingual advantages in executive functioning either do not exist or are restricted to very specific and undetermined circumstances Cortex doi: 10.1016/j.cortex.2015.04.014
B.R. Howell et al (2013) Brain white matter microstructure alterations in adolescent rhesus monkeys exposed to early life stress: associations with high cortisol during infancy Biology of Mood & Anxiety Disorders doi: 10.1186/2045-5380-3-21
E. Bialystok et al (2012) Bilingualism: consequences for mind and brain. Trends Cogn Sci. doi: 10.1016/j.tics.2012.03.001
E.B. Isaacs et al (2010) Impact of Breast Milk on Intelligence Quotient, Brain Size, and White Matter Development Pediatric Research doi:10.1203/PDR.0b013e3181d026da
Sobre la autora: Angela Grant recibió su doctorado en psicología y ciencia del lenguaje por la Universidad Estatal de Pensilvania
Texto traducido y adaptado por César Tomé López a partir del original publicado por Aeon el 13 de marzo de 2017 bajo una licencia Creative Commons (CC BY-ND 4.0)
Rawandi
El bilingüismo constituye una gran ventaja cuando las dos lenguas que se hablan son idiomas internacionales con muchos millones de hablantes. Pero aprender una segunda lengua que tenga pocos hablantes, como por ejemplo el vascuence, resulta bastante absurdo.
Juan Ignacio Pérez Iglesias
¿Absurdo?
¿Aprender una lengua que te abre un universo de relaciones y una oferta cultural rica y variada es absurdo?
Absurdo es renunciar a aprenderla por pensar que es absurdo, más bien.
Rawandi
«¿Aprender una lengua que te abre un universo de relaciones y una oferta cultural rica y variada es absurdo?»
Hombre, la cultura producida en vascuence no puede compararse ni remotamente con la producida en inglés o en español. De hecho, quien por ejemplo decide escribir un poema en vascuence lo que consigue es que la mayor parte de la humanidad nunca vaya a poder disfrutarlo porque desconoce ese idioma.
Las lenguas minoritarias constituyen básicamente estorbos para la comunicación y en consecuencia lo mejor sería que fueran desapareciendo cuanto antes.
Juan Ignacio Pérez Iglesias
El estorbo para la comunicación, en general, lo producen el monolingüismo.
La cultura producida en vascuence, por volumen, es en efecto, minúscula. Y a pesar de eso, merece la pena disfrutar de ella, y por pequeña que sea, ni en una vida podría llegar a consumir toda la que existe. Es obvio que quien escribe un poema en vascuence sabe que será leído por muchísimas menos personas que quien lo hace en la mayoría de lenguas romances, pero dudo que ese sea el factor que determine la elección del poeta vascohablante. Ocurre que el vasco es su lengua, la lengua en la que prefiere expresar sus afectos y sus otras emociones. Hacerlo en la que el prefiera no es absurdo, y que los demás queramos leer su obra en esa lengua, tampoco.
Las lenguas minoritarias son parte del patrimonio cultural de la humanidad y del sentimental y cultural de la comunidad de hablantes. De la misma forma que queremos que se preserve la diversidad faunística y botánica del planeta, también queremos -algunos, al menos- que se preserve la diversidad lingüística y, si no es incompatible con los derechos universales, la cultural.
Afortunadamente, Naciones Unidas (UNESCO) y la propia España (como reza su Constitución vigente) también son de esa opinión.
Rawandi
«De la misma forma que queremos que se preserve la diversidad faunística y botánica del planeta, también queremos -algunos, al menos- que se preserve la diversidad lingüística»
La comparación entre la diversidad biológica y la diversidad lingüística como si ambas constituyeran formas de riqueza nunca me ha convencido. Obviamente, la Tierra sería un planeta muy pobre si sólo contuviera una especie animal y una especie vegetal, pero en el caso de los idiomas no está nada claro que la mera diversidad represente algo valioso. Si en la Tierra se hablara solo una lengua, entonces no existirían barreras lingüísticas entre las regiones y todas las creaciones culturales resultarían en principio accesibles para todas las personas. Ese monolingüismo contribuiría más al progreso de la humanidad que la diversidad lingüística actual, base de todos los prejuicios tribales.
Juan Ignacio Pérez Iglesias
«en el caso de los idiomas no está nada claro que la mera diversidad represente algo valioso.»
Para usted, no; es evidente. Para otros, sí; también es evidente. Afortunadamente, la mayoría no piensa como usted o, si piensa de esa forma, no ha conseguido que sus puntos de vista prevalezcan a efectos políticos.
«Ese monolingüismo contribuiría más al progreso de la humanidad que la diversidad lingüística actual, base de todos los prejuicios tribales.»
Como prejuicio, esa idea no está nada mal.
Rawandi
«la mayoría no piensa como usted o, si piensa de esa forma, no ha conseguido que sus puntos de vista prevalezcan a efectos políticos.»
Cierto, mi postura antinacionalista nunca ha sido muy popular en España. Yo, en mi ingenuidad ilustrada, siempre he pensado que son las personas las que tienen derechos, no las lenguas. Sin embargo, la propia Constitución española, en su artículo tercero, parece respaldar la majadera idea de que las lenguas regionales tienen tanto o incluso quizá más derecho a «protección» que las personas. Tiene bemoles que sea la Constitución española la primera que ha fomentado durante todos estos años los delirios étnicos de los separatistas vascos y catalanes.
Juan Ignacio Pérez Iglesias
Gracias por aclarar que usted en realidad no habla de diversidad cultural ni lingüística, sino de política.
Sepa, en todo caso, que un servidor también se considera ilustrado; ya puestos, no menos que usted, espero.
Y no, la Constitución española, en su artículo tercero, no respalda nada parecido a que las lenguas regionales tengan derecho ninguno. Se refiere a ellas como patrimonio que será objeto de protección. Vea:
«Artículo 3º:
1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.
2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.
3. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.»
Como es natural, somos los ciudadanos los titulares de derechos y de obligaciones, incluidos los relativos al uso de las lenguas.
Rawandi
«la Constitución española, en su artículo tercero, se refiere a las lenguas regionales como patrimonio que será objeto de protección»
La Constitución va bastante más lejos que eso. De forma claramente irresponsable, establece algo tan ambiguo como que las lenguas regionales serán «objeto de especial respeto y protección.” ¿Hasta qué punto se supone que debe ser «especial» ese «respeto y protección»? Pues según las autoridades catalanas, hasta el extremo de imponer multas a los comerciantes que etiqueten su mercancía únicamente en español, castigo que no se aplica a los que etiquetan sus productos solo en catalán. Y según las autoridades vascas, hasta el extremo de lograr que «un médico especialista que sepa euskera (…), pero sin ningún otro mérito, tiene muchas más posibilidades de ser elegido para ocupar una plaza fija de médico especialista que el médico con mayor experiencia y reconocimiento en su área.»
http://elpais.com/diario/2007/10/20/opinion/1192831212_850215.html
Juan Ignacio Pérez Iglesias
Enternece su preocupación por la salud de los ciudadanos de la CAV. No debe preocuparse por nosotros, de verdad se lo digo; estamos bastante satisfechos con la calidad de nuestro sistema de salud. La razón por la que se valora el vasco de esa forma es obvia: hay muchos pacientes que se expresan mejor en esa lengua, y seguramente es importante que, cuando pasan consulta, los médicos puedan entenderlos correctamente. Es solo una hipótesis, claro. La alternativa es que nos hemos vuelto locos. No es el caso. Aunque a usted le parezca extraño, los médicos que saben vasco y atienden a sus pacientes en esa lengua, también saben medicina. Cualquiera que conozca el sistema que se sigue en su formación y promoción, se dará cuenta en seguida de que lo que le digo es cierto.
Es llamativo que quienes, como usted, dan por supuesto que valorar la lengua vasca en pruebas selectivas supone una merma de la calidad del servicio que se presta no reparen en el hecho de que ni la administración pública vasca ni los servicios que dependen de ella funcionan -que se sepa- peor que los de otras administraciones. Muy llamativo.