Esta semana, viendo la televisión, me topé con este anuncio de una conocida empresa española de productos lácteos. El anuncio empieza diciendo «La encontrarás escrita por todas partes (…). Nos dimos cuenta de que la palabra ‘natural’ estaba perdiendo su significado. Era el momento de consultar a los miembros (…) de la real Real Academia de la Lengua». Nótese la intención de la redundancia «real-Real Academia de la Lengua». Efectivamente se refieren al lenguaje coloquial, a qué nos referimos generalmente cuando decimos que algo es ‘natural’.
En el anuncio aparecen una serie de escenas cotidianas. Una mujer, sosteniendo un bote de vidrio, dice «Si caduca en veinte años ¿es natural?». Un adolescente, tomándose un lácteo con chocolate y observando la etiqueta del producto, dice sonriente «¡Anda! No tiene ningún E».
Se sobreentiende que, si algo es natural, es mejor. Entendiendo ‘mejor’ como sano, saludable, seguro. Así que, cuantos menos E figuren en la etiqueta de un producto, mejor.
En la imagen superior figura la lista de ingredientes de un alimento. Las listas de ingredientes, así como la información nutricional, está presente en la etiqueta de los alimentos. Todos los alimentos han de etiquetarse de acuerdo a una normativa. Salvo excepciones -que no voy a detallar y que se pueden consultar en el reglamento-, la normativa sobre etiquetado nos dice:
–Información nutricional:
Los elementos a declarar de forma obligatoria son: el valor energético, las grasas, las grasas saturadas, los hidratos de carbono, los azúcares, las proteínas y la sal. La declaración habrá de realizarse obligatoriamente «por 100 g o por 100 ml» lo que permite la comparación entre productos, permitiendo además la decoración «por porción» de forma adicional y con carácter voluntario.
La información nutricional obligatoria se puede complementar voluntariamente con los valores de otros nutrientes como: ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, polialcoholes, almidón, fibra alimentaria, vitaminas o minerales.
–Ingredientes:
En los productos manufacturados, formados a partir de la mezcla y transformación de materias primas, como embutidos, derivados lácteos, galletas, etc. han de figurar todos los ingredientes. El orden en el que aparecen los ingredientes en la lista responde a su abundancia en el producto, de mayor a menor cantidad.
Aparecen en negrita los ingredientes que son alérgenos potenciales, como bien pueden ser frutos secos, mariscos, mostaza, soja, etc.
Están exentos de etiquetado con información nutricional e ingredientes: las bebidas alcohólicas, los productos frescos y productos a granel, como frutas, verduras, carnes y pescados frescos, y los productos de reducido tamaño, como los sobres individuales de salsas, galletas, etc. que se emplean en hostelería, a excepción de los alérgenos, que sí figuran en negrita como únicos ingredientes a declarar.
Entre los ingredientes que han de figurar en la lista de ingredientes nos encontramos con los E. Los E a los que se refiere el adolescente del anuncio son los denominados aditivos alimentarios.
Los aditivos alimentarios son sustancias que se añaden a los alimentos con diferentes funciones. Estas funciones cumplen esencialmente tres objetivos:
-
Mejorar características organolépticas del alimento, como son el sabor, el color, el aroma o la textura. Entre ellos encontramos los espesantes, colorantes, aromatizantes, edulcorantes, saborizantes, etc.
-
Mejorar aspectos tecnológicos del alimento y optimizar su elaboración. Entre ellos encontramos emulsionantes, espesantes, gelificantes, antiaglutinantes, etc.
-
Garantizar la seguridad y conservación del alimento. Entre ellos encontramos los antioxidantes, acidulantes, conservantes, etc.
El uso de conservantes ha supuesto uno de los mayores avances en seguridad alimentaria. Por poner un ejemplo: en los productos en conserva vegetales, es relativamente sencilla la proliferación de las bacterias responsables del botulismo, una intoxicación alimentaria mortal. La adición de sustancias antioxidantes a estas conservas dificulta el desarrollo de esta bacteria garantizando la seguridad de su consumo.
Otro ejemplo de las ventajas que han supuesto los conservantes lo encontramos en otra de sus funciones. Además de evitar indeseables proliferaciones bacterianas, también evitan la degradación nutricional, ayudan a que el producto mantenga durante más tiempo la calidad y la cantidad de nutrientes originales.
Cada aditivo se denomina, por normativa, con su correspondiente E seguida de tres o cuatro cifras alfanuméricas. La primera cifra indica la función de ese aditivo, y las siguientes cifras indican de qué sustancia en concreto se trata.
Que una sustancia se denomine aditivo alimentario y tenga su propio número E implica que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria ha evaluado si esa sustancia es segura para la salud. El sistema de números E se utiliza además como una manera práctica de etiquetar de forma estándar los aditivos permitidos en todos los idiomas de la Unión Europea.
Existe una lista de aditivos alimentarios permitidos, así como las dosis a emplear de las que se ha evaluado que no suponen ningún riesgo para la salud, ni a corto ni a largo plazo. De hecho, las dosis se miden en función de las cantidades que podríamos consumir diariamente a lo largo de toda nuestra vida sin que ello supusiese un peligro. Esta lista, además, se revisa periódicamente, con lo que, si se encontrase algún indicio de peligrosidad en alguna sustancia o en las cantidades a emplear, se corregiría inmediatamente, con la consecuente retirada del mercado de los productos que la contuviesen.
No se puede comercializar ningún alimento que contenga un aditivo que no esté en la lista de permitidos. Gozamos de un sistema que vela por nuestra salud alimentaria, por lo que tenemos la seguridad de que cualquier alimento que consumamos, lleve o no lleve aditivos, va a ser seguro. Gracias a todos los controles sanitarios por los que pasan los alimentos antes de llegar al mercado, podemos afirmar con rotundidad que los alimentos actuales son más seguros que nunca.
Cuando conocemos cómo funcionan y cómo se evalúan los aditivos alimentarios, sabemos que su presencia en los alimentos no es indicativa ni de menor calidad, ni de menor seguridad, tal y como insinúa el anuncio de televisión de la industria láctea.
Cuando mantengo conversaciones sobre la seguridad de los aditivos alimentarios suelo recurrir al mismo ejemplo, por clarificador:
«Si en la lista de ingredientes de un producto encontramos E-300, si no conocemos toda esta información sobre aditivos, es habitual e incluso comprensible dudar de su seguridad. Cuando desconocemos algo, lo natural es que seamos precavidos.
El E-300 es la nomenclatura que designa al ácido ascórbico. Podemos quedarnos igual que estábamos, o peor, ya que una sustancia ácida da cierto respeto.
El E-300, además de llamarse ácido ascórbico, tiene otro nombre, un nombre que nos resulta mucho más familiar: vitamina C. La vitamina C no nos da ningún miedo, todo lo contrario.
El E-300, la vitamina C, se utiliza habitualmente como antioxidante en los productos manufacturados. Cuando hace esa función como aditivo alimentario hay que denominarlo E-300 o ácido ascórbico, porque así lo determina la normativa del etiquetado».
La lista de ingredientes que figura en la imagen del principio de este artículo, con una gran cantidad de números E, pertenece a un alimento que ni siquiera requiere de etiquetado, ya que es un producto fresco. Si sospechásemos de su seguridad y salubridad, por la enorme cantidad de sustancias catalogadas como aditivos alimentarios, estaríamos cometiendo un error. Ese alimento es una manzana, una manzana normal y corriente. Este mismo ejemplo podríamos seguirlo con muchos otros alimentos ‘naturales’, así que la cantidad de números E no indica que un alimento sea mejor o peor, ‘natural’ o no natural.
Los productos lácteos que aparecen en el anuncio de televisión «no tienen ningún E» y por eso la gente, nosotros, los que hablamos la real-real lengua, entendemos que así son los productos ‘naturales’. Algunos de nosotros, los que quizá hablamos otra real-real lengua, la real lengua, a secas, somos más conscientes de que efectivamente, tal y como dice el anuncio, «la palabra ‘natural’ está perdiendo su significado».
Los responsables de ese mal uso de la palabra ‘natural’ somos todos, vendedores y consumidores. Los vendedores son responsables por aprovecharse y promover el desconocimiento sobre aditivos alimentarios, llevando a cabo una estrategia de márquetin populista y que fomenta la errónea y alarmista idea de que hay ciertos ingredientes inseguros en nuestros alimentos. Y los consumidores somos responsables por demandar y promover productos basados en ese desconocimiento.
Si vamos a comprar un alimento, nos fijamos en la lista de ingredientes y descartamos la compra porque éste contiene E, estamos marcando una tendencia de consumo, estamos demandando productos que cumplan esa exigencia. Lo estamos demandando por desconocimiento y promoviendo una actitud en el mercado que nos satisfaga, por muy ilógica que sea. Cuando un número importante de consumidores demandamos productos sin E, los productos sin E se fabrican y llegan al mercado. Los consumidores también somos responsables.
No echemos balones fuera: conocer o desconocer es opcional. Cuantas más cosas conocemos, mejores decisiones tomamos.
Fuentes:
Seguridad alimentaria. Web de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición, AECOSAN.
Reglamento (UE) nº 1169/2011 del Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de octubre de 2011 sobre la información alimentaria facilitada al consumidor.
Sobre la autora: Déborah García Bello es química y divulgadora científica
Toni
Y que me podrias decir de otos E como el que se usa para conservar la carne y embutidos, el ntrito que hay muchos escritos que declaran que son muy perjudiciales para la salud
Sit
Nitritos y nitratos son también fundamentales para que embutidos y fiambre sean seguros. Creo que permiten evitar el botulismo, pero que me corrija Deborah, que es la que sabe de este tema.
Masgüel
La BBC emitió una serie documental (de esas con presentador payasete, pero aprovechable), sobre la utilidad de los aditivos en la industria de la alimentación.
https://www.youtube.com/playlist?list=PLy7xTiAtR5PptNWGvMErssDiK95fYG4Oe
Por si apetece.
Miguel
Lección magistral (en el mejor sentido) y zasca a algunos marquetines chapuceros. Respecto a esto último, estoy casi seguro (expresión no muy cintífica, pero hoy estoy vago) de que la mencionada marca láctea también elabora productos que llevan E y los siguen vendiendo con la misma etiqueta naturalista.
Lotura bilduma 2017-06-02 – etzi.pm
[…] Lo dicen en la tele: un alimento natural no lleva aditivos – Cuaderno de Cultura Científica […]