Los seres humanos modernos aparecieron en el este de África hace unos 200.000 años. Hace 75.000 alcanzaron el Oeste del continente. Aunque hubo otros movimientos anteriores hacia Oriente Próximo, hasta hace unos 60.000 no salieron del continente africano para, poco a poco, extenderse hacia otras zonas del planeta. Hace 46.000 años llegaron a Australia y 2.000 después, a Europa. Hace 16.000 años llegaron al continente americano. Hace 11.000 los asentados en el continente europeo avanzaron hacia el Norte el retirarse los hielos de la última glaciación. Y 3.000 después llegaron a nuestro continente los primeros pueblos de agricultores y ganaderos. Hace 1.500 años los seres humanos empezaron a poblar la Polinesia. La mayor parte de esas expansiones eran, seguramente, de carácter “démico”; esto es, fueron ocupaciones graduales de territorios vecinos que iban siendo colonizados poco a poco.
Hace 6.000 años, en Sumeria, las ciudades se convirtieron en los primeros focos de atracción de emigrantes procedentes de localidades de menor tamaño o asentamientos rurales. Y ese proceso impulsó innovaciones culturales, incluidas las tecnológicas. Hace 4.500 años los pastores yamnaya invadieron Europa procedentes de las estepas de Eurasia, y los hunos hicieron lo propio hace unos 1.650, provocando el desplazamiento de pueblos germánicos hacia el interior del Imperio Romano.
Hace unos 1.570 años, anglos y sajones procedentes del norte de Europa colonizaron Gran Bretaña. Los vikingos, 350 años después, siguieron el mismo camino, y en el 980 de nuestra era, viajaron a Islandia, Groenlandia y Terranova. Antes, los árabes ya se habían expandido por Asia Occidental y Norte de África a partir del 632. Y hace ocho siglos los mongoles ocuparon gran parte de Asia.
En 1492 Colón llegó a las Américas, propiciando a partir de esa fecha grandes movimientos migratorios hacia ese continente. En 1520, barcos europeos empezaron a llevar a América esclavos capturados en el África Occidental. En 1820, cuando todavía no se habían producido las migraciones masivas que vendrían más adelante, ya vivían en América 2,6 millones de personas de origen europeo. En 1847, millón y medio de irlandeses huyeron de la hambruna en dirección a Gran Bretaña y Norteamérica. En 1913 la emigración europea hacia las Américas alcanzó su máximo histórico: ese año se desplazaron algo más de dos millones de personas. La revolución bolchevique de 1917 provocó el desplazamiento de más de un millón de seres humanos hacia Europa Occidental. Y en 1945 la Segunda Guerra Mundial desplazó a 30 millones de personas. En 1947 se movieron entre India y Paquistán 18 millones, como consecuencia de la partición india de acuerdo con criterios étnico-religiosos.
Hasta aquí hemos relatado los grandes movimientos de población que se han producido en la historia de la humanidad y de los que tenemos información precisa o, al menos, constancia. Pero, como es sabido, los desplazamientos siguen produciéndose a gran escala. En la actualidad, alrededor de 245 millones de personas viven en países distintos de los que nacieron y, de esos, más de 65 millones han tenido que abandonar su país huyendo de conflictos, violencia o vulneraciones de derechos humanos. Parte de los emigrantes -menos del 10%- son refugiados. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) informa de la existencia de 16,1 millones de personas bajo su jurisdicción, a los que hay que añadir otros 5,2 millones que están al amparo de la Agencia de Naciones Unidas para los Palestinos. En total son más de 21 millones.
Las personas no han dejado de moverse en el Mundo y siempre lo ha hecho por las mismas razones: huyen de la violencia y la persecución o, sencillamente, buscan una vida mejor.
Nota: Las fechas consignadas en el primer párrafo de esta anotación tienen carácter tentativo, por lo que no han de tomarse como definitivas. Cada cierto tiempo se hacen propuestas diferentes para las expansiones. El origen de la especie también está sometido a revisión; esta misma semana Nature ha publicado el hallazgo de fósiles que podrían modificar tanto el origen geográfico como temporal de nuestra especie. La paleoantropología no deja de dar sorpresas.
Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU
Una versión anterior de este artículo fue publicada en el diario Deia el 26 de marzo de 2017.