El gradualismo y el saltacionismo son dos grandes corrientes de pensamiento en biología evolutiva. Los gradualistas sostienen que la evolución de las especies ocurre de forma gradual, mientras los saltacionistas defienden la idea de que los cambios son abruptos, y que antes y después de los mismos, prácticamente no se produce variación alguna durante largos periodos de tiempo; en otras palabras, que la evolución no ocurre poco a poco sino a saltos.
Se han planteado incógnitas similares en relación con la evolución de las lenguas. Hace unos años, un grupo liderado por el británico Mark Pagel analizó la evolución de diferentes grupos de lenguas: indoeuropeas (en Europa), bantúes (en África) y austronesias (en el Pacífico). Encontraron que los cambios más importantes ocurren en los periodos en que se produce la divergencia de distintas variedades dentro de una misma lengua y que acaban dando lugar a nuevas lenguas. Así, han llegado a la conclusión de que un tercio de la variación del vocabulario en las lenguas bantúes se ha producido en los periodos de diferenciación, y que esas proporciones han sido de un 20% en las lenguas indoeuropeas, y de un 10% en las austronesias.
La hipótesis que proponen para explicar ese fenómeno es que la diferenciación que da lugar a la aparición de nuevas lenguas es un proceso de evolución cultural que no ocurre, como pasa con otros, de manera pasiva. Según los autores, esa diferenciación tendría una cierta componente activa, una componente que obedecería al interés de las comunidades de hablantes por diferenciarse unas de otras. A eso se debería que en los momentos iniciales de la diferenciación los cambios se produzcan de forma especialmente rápida, haciéndose más graduales posteriormente.
Es interesante valorar las diferencias observadas entre las tres familias lingüísticas. Las distintas proporciones de diferenciación en las bifurcaciones dentro de cada familia de lenguas son coherentes con la idea de la componente activa en el proceso de generación lingüística. Allí donde la separación entre comunidades vino muy determinada por barreras físicas (todo un amplio mar separando diferentes archipiélagos), no era necesario acentuar las diferencias, pues las comunidades ya estaban separadas físicamente; y así, el proceso de diferenciación ha sido mucho más pasivo. Esto es, el mismo aislamiento de las comunidades actuaría diferenciando pasivamente a unas lenguas de otras. Muy probablemente las comunidades bantúes experimentaban, por comparación, una mayor necesidad de diferenciación cultural, por lo que la diferenciación de esas lenguas ha contado con una componente más activa que las de las otras familias.
Las lenguas, en todo el mundo, son algo más que meras herramientas de comunicación, tanto si nos gusta como si no.
Fuente:
Atkinson, Q., Meade, A., Venditti, C., Greenhill, S., Pagel, M. (2008): Language evolves in punctuational bursts. Science 319 (5863), p. 588. doi: 10.1126/science.1149683
Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU
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