Al parecer, el comportamiento generoso o altruista es más frecuente en las mujeres que en los hombres. Y esa diferencia está relacionada con diferentes niveles de actividad de sus respectivos sistemas de recompensa en respuesta a uno u otro tipo de comportamiento, altruista o egoísta. En otras palabras, el comportamiento altruista suele resultar más grato a las mujeres que lo practican, mientras que ocurre lo propio a los hombres cuando se comportan de forma egoísta. Este es el resumen de una serie de experimentos a cargo de Alexander Soutschek y colaboradores, de la Universidad de Zurich, cuyos resultados se han publicado recientemente en la revista Nature Human Behaviour.
El sistema de recompensa es un conjunto de estructuras encefálicas responsables de la cognición ligada a las recompensas. Incluye el aprendizaje asociativo, la generación de incentivos o motivación (como el deseo, por ejemplo, o el gusto por ciertas cosas) y las emociones positivas, como el placer. Es por ello el responsable de que experimentemos sensaciones placenteras cuando satisfacemos necesidades fisiológicas esenciales para nuestra supervivencia y reproducción, cuando hacemos cosas que nos gustan o cuando consumimos sustancias a las que nos hemos hecho adictos.
Los investigadores diseñaron una serie de experimentos en los que redujeron con un fármaco la actividad de las vías dopaminérgicas1 del sistema de recompensa, tanto en hombres como en mujeres. Lo que observaron es que al reducir la sensibilidad de las vía dopaminérgicas en mujeres, estas reducían su comportamiento prosocial; en otras palabras, ante la disyuntiva de comportarse de forma generosa o de forma egoísta, tendía a disminuir el comportamiento generoso en beneficio del egoísta. Y en los hombres ocurría lo contrario: al ser tratados para reducir la actividad de las vías dopaminérgicas, se reducía la tendencia al comportamiento egoísta en beneficio de las decisiones generosas.
Esas observaciones confirman, por un lado, que hay diferencias entre hombres y mujeres en su tendencia a comportarse de forma generosa o egoísta. Las mujeres, como se ha dicho, tienden a tener comportamientos y actitudes prosociales (generosidad, altruismo, aversión a la desigualdad), mientras que los hombres, por comparación, tienden a comportarse de forma más egoísta. Y por otro lado, el hecho de que los circuitos de recompensa respondan en cada caso a uno u otro tipo de comportamiento quiere decir que la toma de decisiones de unas y de otros tiende a guiarse por incentivos o motivaciones opuestas. Este elemento es muy importante de cara a los estudios sobre toma de decisiones sociales, pues deberán tener en cuenta el sexo de los individuos que intervengan como objetos experimentales.
Por último, conviene advertir de que las diferencias observadas en este trabajo no tienen por qué ser innatas o debidas a una determinada arquitectura neuronal prefijada en virtud del sexo. Precisamente, dado que la actividad dopaminérgica participa en el aprendizaje asociativo ligado a recompensas y que codifica el valor aprendido de acciones o estímulos, el procesamiento de las recompensas puede ser el resultado de la educación o de las expectativas culturales. En otras palabras, los resultados aquí reseñados no implican que las diferencias documentadas sean independientes de los estereotipos propios de cada sexo. De hecho, esos estereotipos podrían funcionar como profecías autocumplidas y dar lugar a estas diferencias. Así, si desde la infancia temprana las mujeres perciben actitudes más favorables hacia ellas en respuesta a comportamientos prosociales, ello bien puede conducir a interiorizar esos comportamientos como normas culturales, lo que provocaría que el comportamiento prosocial les resulte más valioso. Todo ello, por supuesto, por comparación con los hombres.
Fuente: A. Soutschek, C. J. Burke, R. Schreiber, S. C. Weber, I. I. Karipidis, J. Ten Velden, B. Weber, H. Haker, T. Kalenscher y P. n. Tober (2017): The dopaminergic reward system underpins gender differences in social preferences. Nature Human Behaviour doi: 10.1038/s41562-017-0226-y
Nota:
1 Se refiere a vías cuyo neurotransmisor es la dopamina. En el sistema de recompensa hay circuitos con otros neurotransmisores, además de la dopamina, como GABA y glutamato.
Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU
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