El caso de Wolfgang Amadeus Mozart

Ciencia infusa

Retrato póstumo de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) realizado por Barbara Krafft en 1819 a partir de retratos preexistentes. Imagen: Wikimedia Commons

Tenía 35 años, 10 meses y 8 días cuando murió. O eso aseguran las crónicas. Fue en Viena, la ciudad en que triunfó y le dio fama. Era el 5 de diciembre de 1791. Había nacido en Salzburgo en 1756, el 27 de enero. Y su muerte o, mejor, la causa de su muerte es un enigma y provoca un intenso debate. Se llamaba Wolfgang Amadeus Mozart y, Wikipedia dice, es uno de los músicos más influyentes y destacados de la historia. Y su muerte se ha convertido en un mito.

Era joven, 35 años, pero unos meses antes de su muerte, en septiembre, se sintió mal. Y un mes más tarde, en octubre, paseando con su mujer Constanze por el Prater de Viena, se sintió mal y desfallecido, sentado en un banco, le dijo a su mujer que alguien le estaba envenenando. En noviembre empeoró y, ya en cama, sufrió hinchazón, dolores y vómitos. El 5 de diciembre perdió el conocimiento y, de madrugada, murió.

La historia clínica de Mozart está llena de enfermedades, algo habitual en aquella ápoca. En la misma familia del músico, de siete hermanos solo sobrevivieron dos. Según Martin Hatzinger y sus colegas, del Hospital Markus de Frankfurt, Mozart había tenido escarlatina, anginas, tifus, reúma, viruela, gripe, cólicos renales, hipertensión y depresión.

A pesar de tanta enfermedad, su muerte, inesperada en alguien tan joven, provocó dudas y fue la base de muchas hipótesis desde que ocurrió. En el certificado de defunción se menciona como causa lo que se podría traducir como una “fiebre aguda con erupciones cutáneas”, términos muy generales que no ayudan a identificar el mal según la medicina actual.

Después de más de dos siglos de hipótesis y debates, hay quien ha revisado lo publicado hasta ahora y ha recopilado 118 posibles causas para la muerte de Mozart que han propuesto varios autores. Según Margaret Lyttle, de Liverpool, en Inglaterra, entre esas causas están, entre muchas otras, fiebre reumática, infección por estreptococos, fallo renal, glomerulonefritis aguda, triquinosis, gripe, infección por flebitis, sífilis, envenenamiento con mercurio, antimonio o plomo, y asesinato. Veamos algunas de estas causas en detalle.

Para empezar, Edward Guillery, de la Universidad de Iowa y partiendo de su posición como especialista del riñón, repasa varias de las causas de la muerte de Mozart para concluir que se pueden extraer pocas conclusiones de lo que sabemos hasta ahora.

Según la familia del músico, testigo directo de sus últimos momentos, tenía el cuerpo tan hinchado que no se podía mover en la cama, una fiebre muy alta y se quejó de que tenía “el sabor de la muerte en la lengua”.

Guillery revisa la hipótesis de una fiebre reumática de la que, por lo que cuenta el padre de Mozart, el músico ya había tenido dos episodios a los 10 y a los 28 años, pero era un diagnóstico muy general para aplicar a todos los enfermos con fiebre alta y dolores en las articulaciones. Es posible que un corazón dañado por fiebres reumáticas sufra una infección y un fallo cardiaco. Sin embargo, para Guillery el tiempo de la enfermedad mortal de Mozart, unos 10 días, es demasiado corto para apoyar esta hipótesis. Martin Hatzinger también menciona el fallo renal.

El doctor Simon Jong-Koo Lee, de la clínica del mismo nombre de Seúl, en Corea del Sur, apoya esta causa para la muerte del artista. Añade que la infección del corazón provocó una flebitis que, a su vez, causó la hinchazón que impedía moverse a Mozart. De todo ello llegó el fallo cardiaco que le llevó a la muerte.

También se ha mencionado como causa de la muerte algún tipo de golpe en la cabeza. A finales de los ochenta se examinó el cráneo de Mozart y se encontró que tenía una fractura antigua, ya curada, en el lado izquierdo que, además, mostraba que en su momento hubo un hematoma epidural ya calcificado.

Sin embargo, todo ello se basa en que el cráneo examinado sea realmente el de Mozart. Fue enterrado en una fosa “económica” con otros cadáveres en el cementerio de St. Marx, en Viena. Se asegura que el cuerpo fue marcado con un alambre por el sepulturero del lugar. La tumba se abrió en 1801, unos años después de la muerte, y se recuperó el cráneo marcado que se guardó como una “reliquia sagrada”. El profesor de Anatomía Joseph Hyrtl lo conservó y quedó en su familia hasta 1899 en que fue adquirido por el Mozartmuseum de Salzburgo.

(Izquierda) Imagen de perfil del supuesto cráneo de Mozart. Imagen: akg-images / Gilles Mermet. (Derecha) Reconstrucción del rostro a partir del cráneo. Imagen: PFPuech / Atlas Obscura

El examen del cráneo demuestra que pertenece a alguien que murió entre los 25 y los 40 años. La reconstrucción del rostro a partir del cráneo lleva a una imagen que se parece a Mozart según los retratos que de él se conservan. Sin embargo, Orlando Mejía, de la Universidad de Caldas, en Colombia, cuenta que, en los 2000, se hizo un análisis de ADN de dos dientes de este cráneo, de unos mechones de pelo atribuidos a Mozart y de los cadáveres de una sobrina y de la abuela materna del músico. No se encontró relación genética entre los restos y, por tanto, se descarta que el cráneo pertenezca a Mozart. E. Vicek y su grupo, del Museo Nacional de Praga, siguen apoyando la hipótesis de la fractura craneal puesto que consideran que el estudio del ADN es poco concluyente.

La hipótesis plantea que la fractura del cráneo se produjo por una caída un año antes de la muerte cuando, y hay escritos que lo atestiguan, comenzaron los dolores de cabeza del músico, con debilidad y síntomas de parálisis. Pero parece que faltan mejores evidencias para aceptar esta hipótesis, sobre todo si hay dudas de que el cráneo sea el de Mozart.

Litografía «Un momento en los últimos días de Mozart» (1857) en la que aparece el músico dando la partitura inacaba del Réquiem a Süssmayr junto las instrucciones para acabarlo, de Eduard Friedrich Leybold. Imagen: Wikimedia Commons

Poco después de la muerte de Mozart comenzaron a circular rumores de que había sido envenenado, como él mismo sospechaba, según el testimonio de su mujer de aquel paseo por el Prater en octubre de 1791. Además, Mozart le dijo a su mujer que le estaban envenenando con “acqua tofana” y hasta había calculado la fecha de su muerte. Se rumoreó que por esta creencia compuso su Réquiem en las últimas semanas de su vida.

El “acqua tofana” era un veneno muy popular en aquellos tiempos, de acción lenta y compuesto de arsénico y óxido de plomo. Se cuenta que lo inventó una napolitana, llamada Tofana, y descubrió su composición un policía romano, hacia 1650, al investigar a un numeroso grupo de mujeres que habían enviudado en un momento oportuno y a conveniencia.

Cuando se recopila la lista de venenos que pudieron matar a Mozart vemos que es casi un tratado erudito de un siglo que gustó de los venenos. Incluso se habló de que el intento de suicidio de Antonio Salieri, el músico adversario de Mozart, era una confesión de su culpabilidad en la muerte del artista. Sin embargo, aunque la leyenda dice que se odiaban, parece ser que más bien se veían poco y eran casi amigos. Pero el rumor sobre Salieri ha crecido durante décadas. Incluso se publicó que existe una carta de Salieri admitiendo su culpa, carta que, por cierto, nadie reconoce haber visto.

Hasta los nazis tienen algo que ver con la muerte de Mozart. Era francmasón, algo muy popular en su tiempo y en Viena. Se contaba que, por ser francmasón, fueron los franceses quienes lo asesinaron. Esta leyenda fue muy útil para los nazis pues, siglo y medio después, cuando se anexionaron Austria acusaron a los masones, comunistas y judíos, de ser los asesinos de un héroe alemán, el músico Mozart.

Según algunos expertos, también se ha propuesto que Mozart pudo morir a causa del antimonio que se le recetó para aliviar su melancolía y depresión, o por el mercurio, que tomó para curar de la sífilis, aunque nadie ha demostrado que Mozart la padeciera.

Un enfoque diferente utilizaron Richard Zegers y su equipo, de la Universidad de Amsterdam, que revisaron los fallecimientos en Viena entre 1791 y 1793, alrededor de la fecha de la muerte de Mozart. Encontraron, semanas antes y después de la muerte, muchas muertes con síntomas parecidos. Proponen que, partiendo de un hospital militar de Viena, se extendió una epidemia de infección con estreptococos que llevaba a una glomerulonefritis aguda y a un fallo renal con el fallecimiento de los contagiados, tal como le ocurrió a Mozart.

La última frase del escrito de Guillery sobre la muerte de Mozart señala que, aunque no conocemos con exactitud la causa de su muerte, debemos sentirnos agradecidos de que su música siga viva entre nosotros.

Referencias:

Guillery, E.N. 1992. Did Mozart die of kidney disease? A review from the bicentennial of his death. Journal of the American Society of Nephrology 2: 1671-1676.

Hatzinger, M. et al. 2013. Wolfgang Amadeus Mozart: The death of a genius. Acta Medico-historica Adriatica 11: 149-158.

Jong-Koo Lee, S. 2010. Infective endocarditis and phlebotomies may have killed Mozart. Korean Circulation Journal 40: 611-613.

Lyttle, M. 2017. Kidney or conspiracy? Was renal failure the cause of Mozart’s death? A brief review of the composer’s illnesses and theories surrounding his death. Journal of Urology 197: e1061.

Mejía, O. 2013. La historia clínica de Wolfgang Amadeus Mozart. Acta Médica Colombiana 38: 244-254.

Puech, P.-F. 1991. Forensic scientists uncovering Mozart. Journal of the Royal Society of Medicine 84: 387.

Vicek, E. et al. 2006. The skull of Wolfgang Amadeus Mozart predicates of his death. Acta Chirurgiae Plasticae 48: 133-140.

Wikipedia. 2017. Wolfgang Amadeus Mozart. 6 abril.

Zegers, R.H.C. et al. 2009. The death of Wolfgang Amadeus Mozart: An epidemiological perspective. Annals of Internal Medicine 151: 274-278.

Sobre el autor: Eduardo Angulo es doctor en biología, profesor de biología celular de la UPV/EHU retirado y divulgador científico. Ha publicado varios libros y es autor de La biología estupenda.

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