Los elefantes, enormes y majestuosos, llevan en sus colmillos uno de sus principales escollos para su propia supervivencia: el marfil, que unido a la avaricia y el desdén humano hacia el bienestar de otras especies ha provocado que durante décadas, cientos de elefantes fuesen asesinados cada año para proveer los mercados legales e ilegales de este material en todo el mundo.
China ha sido durante años el principal consumidor de marfil africano, en mercados tanto legales como ilegales. Pero algo está cambiando. En el año 2015, el presidente chino XiJinping firmó junto con el entonces presidente estadounidense Barack Obama un acuerdo por el que los dos se comprometían a implementar medidas que terminasen con el comercio no solo ilegal, sino también legal.
Esa firma se tradujo en el anuncio a finales de 2016 de que el país asiático cerraría el mercado legal de marfil, el mayor de todo el mundo. Tras años negando ser parte del problema de la progresiva desaparición de los elefantes africanos, China tomaba la iniciativa. La medida entraba en marcha el 31 de diciembre de 2017.
El cierre del mercado legal está teniendo también repercusión en el mercado ilegal, y cada vez más ciudadanos chinos aseguran no estar dispuestos a comprar marfil. Según una encuesta realizada en septiembre de 2018, el 72% de los encuestados aseguraba que no quiere comprar marfil ahora que está prohibido, en comparación con el 50% que decía lo mismo el año anterior, antes de que entrase en vigor la medida.
No solo hay menos gente dispuesta a comprarlo. También hay menos gente comprándolo. Según ese mismo sondeo, antes de la prohibición más de uno de cada cuatro encuestados había comprado algún producto con marfil en los seis meses anteriores a esas preguntas, mientras que en septiembre de 2018, solo un 12% lo había hecho.
A pesar de que esto parecen ser buenas noticias para los pobres elefantes, eso no está del todo claro todavía ya que hay predicciones contrapuestas sobre el efecto que puede tener la prohibición o legalización del comercio de marfil sobre el destino de los elefantes.
En contra de la prohibición
Erico Di Minin es investigador en ciencia de la conservación en la Universidad de Helsinki y profesor de economía de la biodiversidad en el Instituto Durrell de Conservación y Ecología en la Universidad de Kent. En su opinión, la prohibición del comercio con marfil que introdujo la ONU en 1989, con el objeto de proteger a los elefantes, ha resultado ser una medida completamente contraproducente, ya que reducir la oferta en unas décadas de aumento de la riqueza en Asia solo ha servido para disparar los precios, aumentando de forma drástica los incentivos para que los traficantes se salten esa prohibición.
“Desde 2008, la caza ilegal de elefantes se ha reactivado a gran escala, impulsada por los altos precios del marfil en Asia”, aseguraba Di Minin en 2016.
En su opinión, en términos puramente económicos, limitar la oferta de marfil puede tener repercusiones negativas para la conservación de los elefantes. “Al reducir la oferta mientras la demanda se mantiene puede subir los precios y disparar la caza ilegal. Y si el mercado está controlado por criminales e inversores que no tienen ningún interés en la conservación y se mueven básicamente por los beneficios, podemos esperar que la caza ilegal aumente”.
Por otro lado aunque la demanda desde países como China se reduzca, es poco probable que llegue a desaparecer del todo en el breve periodo de tiempo que hace falta para tomar medidas con el objetivo de recuperar una especie.
Por eso, Di Minin defiende que un enfoque más práctico sería combinar las campañas de reducción de la demanda, como la que está poniendo en marcha China, con una oferta legal y muy regulada de marfil que evite que los precios suban y así se reduzcan los incentivos para las bandas de cazadores ilegales de elefantes.
A favor de la prohibición
Otras posturas no coinciden con estos argumentos y se refieren a los ejemplos de la marihuana o la prostitución para señalar que a veces legalizar con bien o un servicio que antes era ilegal no conduce necesariamente a una reducción en su consumo, ni siquiera a su consumo ilegal.
Nitin Sekar, investigador en ciencia política de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, y Solomon Hsiang, profesor asociado de políticas públicas de la Universidad de California Berkeley lo argumentan de la siguiente manera.
En el modelo económico estándar, la mejor manera de evitar la caza ilegal sería, efectivamente, establecer un mercado legal para el marfil recolectado de elefantes que hayan muerto de forma natural. Sin embargo, en un modelo económico dinámico, en el que la demanda y la oferta pueden cambiar como respuesta a cambios legislativos, la caza ilegal puede empeorar por la legalización del comercio de marfil.
Esto puede ocurrir de dos formas, explican Sekar y Hsiang. Por un lado, el mercado legal puede atraer a nuevos consumidores que vean publicidad de productos de marfil en los medios de comunicación o que vean a sus familiares, amigos o conocidos adquirirlos con normalidad. Eso podría hacer que hubiese más gente interesada en comprar marfil, y podría causar que el mercado legal no pueda satisfacer ese aumento de la demanda, impulsando la caz ilegal.
Por otro lado, si hay más marfil legal en el mercado se hace más difícil para las autoridades distinguir el legal del ilegal, reduciendo el riesgo para los traficantes y cazadores y facilitando la introducción de más marfil ilegal en el mercado.
¿Quién tiene razón?
Ambas posturas reconocen que están basadas en ideas teóricas y que no es fácil determinar quién tiene razón en este debate, pero sí hay algunas evidencias de que legalizar el comercio de marfil no le haría un gran favor a los elefantes.
En el año 2008 la prohibición de comerciar con marfil fue temporalmente suspendida para sacar a la venta de forma legal 102 toneladas de marfil almacenado, en gran parte confiscado del tráfico ilegal, principalmente a compradores de China y Japón. El resultado fueron unos beneficios de 15 millones de dólares que fueron destinados a la conservación de los elefantes en África.
Pero un análisis global de los mercados de marfil alrededor de esa venta sugiere que tuvo un efecto llamada que provocó un aumento del 65% en la caza ilegal de elefantes a nivel global y que se mantuvo en el tiempo. De pronto aparecieron anuncios y promociones para animal a los inversores a invertir en marfil, y ese impulso no se limitó a los lotes vendidos legalmente.
Otro estudio publicado en 2016 daba otro motivo para mantener prohibido el comercio de marfil: los elefantes no generan sus colmillos ni se reproducen a la velocidad suficiente como para poder satisfacer la demanda de marfil. “La demanda de marfil es simplemente demasiado grande; sobrepasa lo que los elefantes pueden producir”, explicaba el biólogo David Lusseau, de la Universidad de Aberdeen, autor principal del estudio. Según el científico, intentar criar a los elefantes como si fuesen ganado para explotar legalmente sus colmillos sería empujarlos a la extinción.
Marfil para sacar a África de la pobreza
Existe otro argumento en este debate, y es el de que la única forma de salvar a los elefantes es mejorar el nivel social y económico de los ciudadanos de los países africanos en los que viven esos animales, de forma que su conservación se convierta en una prioridad para ellos. Y que en ese proceso, el marfil sería un recurso a su alcance.
No deja de ser irónico, señalan algunas voces desde el continente, que los mismos países que durante siglos colonizaron, saquearon y fueron a la guerra precisamente por los recursos materiales de África, entre ellos el marfil, sean los que ahora imponen la prohibición de comerciar con ellos a sus actuales dueños. ¿Cómo podrán los países africanos negociar y competir en igualdad de condiciones con los países más desarrollados si se les niega utilizar los recursos de los que se han lucrado y todavía lo hacen) esos otros países?
Otras voces disienten, asegurando que el mercado de marfil, ni ahora cuando es ilegal ni cuando ha sido legal, ha supuesto una fuente de beneficios ni para los elefantes ni para los ciudadanos locales, ya que se ha mantenido en manos de inversores, grandes comerciantes y criminales. “No hay evidencias de que la venta de marfil proporcione ningún beneficio ni a las comunidades locales ni a la conservación de los elefantes”, asegura Andrew Seguya, director ejecutivo de la Autoridad Ugandesa para la Vida Salvaje.
Referencias:
Legalizing ivory trade won’t save elephants, study concludes – Science Magazine
Can We Sustainably Harvest Ivory? – Current Biology
Debate: Would a legal ivory trade save elephants or speed up the massacre? – The Guardian
Should ivory trade be legalised? – Down to Earth
Closing China’s Ivory Market: Will It Save Elephants? – The New York Times
In China, Ivory Seems to Be Losing Appeal – National Geographic
Sobre la autora: Rocío Pérez Benavente (@galatea128) es periodista