Siempre me ha encantado esta escena de El Libro de la Selva. El rey Loui de los monos quiere convencer a Mowgli de que le revele el secreto del fuego y para eso, le canta una canción:
—Yo soy el rey del jazz a gogo, el más mono rey del swing…
—Oye primo Loui, ¡qué ritmo tienes! —contesta Mowgli sorprendido.
Y no es para menos su sorpresa. En realidad, y a pesar de las promesas de Disney, ¡los monos no pueden bailar! (Vale que tampoco hablan, pero digamos que es un detalle menor). De hecho, nuestra capacidad para dar palmas al ritmo de la música no solo no tiene rival entre las máquinas, también parece ser una rareza en el reino animal.
Resulta difícil encontrar especies capaces de sincronizarse con una señal sonora. Según se ha observado, solo algunas bastante alejadas filogenéticamente de la nuestra pueden moverse con el ritmo de la música y solo hasta cierto punto. Es el caso de la famosa cacatúa Snowball, que se hizo viral con sus coreografías hace algunos años y de la que hablaremos en otro post. Sin embargo, esta capacidad se encuentra sorprendentemente ausente (o apenas desarrollada) en nuestros parientes evolutivos más cercanos123.
En la última década, se ha intentado entrenar a bonobos4 y chimpancés5 para que sincronicen sus movimientos con un pulso sonoro, pero los resultados son poco concluyentes y parecen depender de claves visuales más que auditivas. En diciembre de 2019, Yuko Hattori and Masaki Tomonaga publicaron un artículo en PNAS6 donde analizaban el comportamiento de un grupo de chimpancés en respuesta a una serie de sonidos (más bien estridentes) de piano. Lo interesante es que, sin haber sido entrenados para ello, los chimpancés tendían a balancearse, a dar palmas y mover sus pies de manera periódica. También parecía haber cierta relación entre el tempo de la música y la velocidad de sus movimientos. Sin embargo, no podemos decir que su “baile” fuese sincrónico con el sonido, en realidad. El periodo de los balanceos no coincidía con el de la música y los chimpancés se movieron durante menos del 10% del tiempo que duró la canción. De hecho, bailaron por igual al escuchar una señal con pulsos aleatorios.
Pese a ello, su comportamiento constituye una pista clave para entender los orígenes de la musicalidad humana. El estudio sugiere que el origen de nuestra percepción del tempo podría datar de hace seis millones de años (donde se sitúa el ancestro común entre humanos y chimpancés) y avala la hipótesis GAE (gradual audiomotor evolution) según la cual, la red neuronal que conecta nuestros sistema auditivo y motor evolucionó gradualmente. Esta red es la responsable de que podamos dar palmas cada año al escuchar el Concierto de año nuevo o movernos al ritmo de la música. Como cuenta el investigador Henkjan Honing7 “en humanos, […] controla los movimientos de nuestras extremidades y boca en actividades como dar palmas, bailar o cantar. Incluso si dejas a los sujetos tumbados, quietos, en un escáner de resonancia magnética funcional, mientras escuchan sonidos rítmicos, se registra actividad en el córtex motor […] Claramente, existe un intercambio de información entre los sistemas auditivo y motor”. El hecho de que ese mismo sistema se encuentra bastante menos desarrollado (o incluso ausente) en otros primates no humanos, ha llevado a buscar relaciones con el desarrollo del lenguaje o la imitación vocal (una característica que compartiríamos con la cacatúa Snowball).
Por otra parte, si bien los chimpancés del estudio de Yuko Hattori respondieron al sonido con movimientos más o menos periódicos, no puede decirse que bailasen «juntos»: en ningún momento intentaron coordinar sus movimientos con los de los demás simios. Esto es justo lo contrario que sucedió con Holly y Bahkahri, las dos chimpancés del zoo de Saint Louis que recientemente saltaron a los medios con su curiosa (y silenciosa) «conga».
Como explica Adriano Lameira, primatólogo y uno de los autores del estudio publicado recientemente en Scientific Reports8, «hasta ahora, no había evidencia de que los grandes simios pudieran hacer esto, especialmente en ausencia de entrenamiento». Cuando las dos chimpancés inician su marcha, ambas se coordinan totalmente, adoptando la misma posición, convirtiéndose una en un espejo desplazado de la otra. Nunca pierden la sincronía a pesar de las irregularidades del terreno. Para conseguirlo, se mueven, cómo no, en base a periodos regulares de tiempo.
El hallazgo nos indica que la danza humana podría ser más antigua de lo que pensábamos. Y nos sugiere también que quizás empezó así: siendo un baile de solo dos. Como cuenta Javier Salas, en Materia, “Holly y Bakhari nacieron en 1998 con solo un par de semanas de diferencia, en zoos distintos, y fueron trasladadas al de San Luis […]. Solas y de la misma edad, las chimpancés tejieron una fuerte relación”. Puede que esa curiosa conga sincónica fuese solo una forma de reforzar sus lazos, o un simple pasatiempo reconfortante en algún sentido… El triste hecho es que Holly murió de cáncer en 2018 y desde entonces Bahkahri no ha vuelto a bailar.
Referencias:
1Merker, Bjorn & Madison, Guy & Eckerdal, Patricia. (2008). On the role and origin of isochrony in human rhythmic entrainment. Cortex; a journal devoted to the study of the nervous system and behavior.
2Merchant, H., & Honing, H. (2014). Are non-human primates capable of rhythmic entrainment? Evidence for the gradual audiomotor evolution hypothesis. Frontiers in Neuroscience, 7
3Honing, H., & Merchant, H. (2014). Differences in auditory timing between human and non-human primates. Behavioral and Brain Sciences
4Large, E., & Gray, P. (2015). Spontaneous tempo and rhythmic entrainment in a bonobo (Pan paniscus). Journal of Comparative Psychology, 129
5Hattori, Y., Tomonaga, M., & Matsuzawa, T. (2013). Spontaneous synchronized tapping to an auditory rhythm in a chimpanzee. Scientific Reports, 3
6Yuko Hattori, Masaki Tomonaga (2019). Rhythmic swaying induced by sound in chimpanzees. Proceedings of the National Academy of Sciences
7Henkjan Honing. The Evolving Animal Orchestra, 2019, MIT Press.
8A.R. Lameira, T. Eerola, & A. Ravignani (2019). Coupled whole-body rhythmic entrainment between two chimpanzees. Scientific Reports
Sobre la autora: Almudena M. Castro es pianista, licenciada en bellas artes, graduada en física y divulgadora científica
thalassa
Pues a mí la canción del primer video me evoca a la canción de Judas de Jesucristo Superestar