Imagino que la mayoría de nosotros ha participado en alguna actividad física —trabajo o deporte— en que ha acompañado con música el ritmo de la actividad. Incluso quien no lo haya hecho seguramente habrá visto películas en las que grupos de personas trabajan en concierto al son de alguna pieza musical o de algún canto. Y los atletas de alto nivel recurren a menudo a escuchar música durante los entrenamientos o en las pruebas físicas. Al proceder de esa forma se siente menos cansancio. La música y el canto hacen más llevadera la actividad física.
La cuestión es si esa menor sensación de cansancio obedece a que la música o el canto ayudan a prestar menos atención a la señal propioceptiva (recepción sensorial de la situación propia) de fatiga o, además de ese efecto de distracción, hay otro sobre la misma señal de cansancio. Este fenómeno se ha estudiado mediante experimentos en los que se han comparado las sensaciones de personas que estaban escuchando música mientras hacían algún ejercicio físico en condiciones normales con las de otros para quienes era muy difícil, por no decir imposible, que la música les distrajese de la sensación de cansancio, dado que en todo momento se les hacía ser conscientes de la actividad que realizaban.
Los investigadores generaron una condición experimental –a la que llamaron musical agency– en virtud de la cual los participantes modulaban sonidos musicales mediante la ejecución de movimientos corporales. Con ese propósito equiparon máquinas de entrenamiento con sensores que servían para modular la generación de sonidos musicales. De ese modo, en la condición experimental (agencia musical) los participantes se podían expresar musicalmente a través de sus movimientos en la máquina de fitness. Esos individuos eran conscientes en todo momento de la actividad que realizaban, por lo que se supone que el antes citado efecto de distracción no se producía.
Quienes participaron en el grupo de agencia musical experimentaron menor sensación de agotamiento físico que los que escucharon música de forma pasiva. Y esa menor sensación de cansancio no se correspondió ni con una menor fuerza ejercida ni tampoco con un menor gasto metabólico, aunque en este último caso la diferencia entre las dos condiciones se encontraba en el límite de la significación estadística. Como he señalado antes, en ese diseño experimental la percepción propioceptiva es esencial para decidir qué música crear; esto es, a la hora de decidir cómo interactuar con la máquina de fitness, qué frecuencia de movimientos hacer o qué fuerza ejercer, la sensación de cansancio es un elemento esencial, por lo que los participantes no pueden distraerse de esa sensación. Por lo tanto, la menor sensación de cansancio que se experimenta al practicar alguna actividad física mientras se oye o se produce música no se debe solo a la distracción que proporciona esta, sino que dicho efecto tiene entidad propia.
Lo que no parece fácil es atribuir ese efecto a unas causas inmediatas concretas. Los autores de la investigación han sugerido que la condición de agencia musical puede implicar una mayor sincronización entre la estructura musical y los movimientos, y que eso facilite la ejecución de estos porque una mejor coordinación puede conllevar menor esfuerzo. También plantean la posibilidad de que en esa condición sea mayor la capacidad de predecir los tiempos precisos de la ejecución de cada movimiento y que eso tenga algún efecto en la representación en la corteza cerebral de la propiocepción, contribuyendo a reducir la sensación de cansancio.
Por otro lado, quizás la música ejerza un efecto relajante, lo que supondría que la tensión muscular sería menor y ello permitiría una oxigenación más eficiente; esto último explicaría la diferencia (aunque sin alcanzar la significación estadística requerida) en el gasto metabólico entre la condición activa y la pasiva. Tampoco parece que el efecto observado sea debido a que se percibe de forma diferente el cansancio de las contracciones musculares isotónicas (las que generan trabajo) y de las isométricas (las que no lo generan, como cuando empujamos una pared o tratamos de levantar una carga con la que no podemos). Ambas formas de contracción ocurren durante la realización de tareas físicas y podría ser que las isométricas dieran lugar a menos cansancio, pero ese extremo también se comprobó experimentalmente y no fue el caso. En definitiva, no están claras las razones por las que la condición de agencia musical genera menor sensación de cansancio e incluso comporta, quizás, un menor gasto metabólico, aunque la fuerza ejercida sea la misma.
La producción de música (agencia musical) es un aspecto esencial de la mayoría de los rituales y de muchas actividades laboriosas en las sociedades humanas. No es raro que la gente, cuando se reúne para celebrar algo, recurra a la música y la danza como forma de expresión. Tampoco lo es que el desempeño de trabajos colectivos, especialmente si son físicamente exigentes, vaya acompañado de canciones cantadas a coro, a veces acompañadas por instrumentos musicales. Pues bien, el hecho de que la actividad musical module, reduciéndolo, el sentido de cansancio o de agotamiento habría facilitado, en nuestra evolución y en el desarrollo de la civilización humana, ese tipo de actividades que suelen estar integradas en un contexto que implica producción musical, especialmente en las sociedades tradicionales.
Fuente: T. H. Fritz, S. Hardikar, M. Demoucron, M. Niessen, M. Demey, O. Giot, Y. Li, J.-D. Haynes, A. Villringer, M. Leman (2013): “Musical agency reduces perceived exertion during strenuous physical performance” PNAS 110 (44): 17784–17789.
Para saber más:
La música, en el electroencefalograma
Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU