El vidrio surgido del fuego con el que hacemos cuchillos

Fronteras

En la saga de novelas tituladas “Canción de Hielo y Fuego”, o en su versión seriada nombrada como el primer libro, “Juego de Tronos”, nos explican que el único material capaz de acabar con los caminantes blancos es el vidriagón, también conocido como fuego helado en valyrio, un material natural procedente de zonas volcánicas de Valyria y Poniente, siendo muy abundante en Rocadragón. En la serie animada “Steven Universe”, la fusión entre Steven, Granate, Amatista y Perla genera un imponente personaje de color negruzco, con ríos de lava en su interior y capaz de sacar una espada de fuego de su boca, llamada Obsidiana. Y si echamos una partida al videojuego Minecraft, conseguimos construir un pozo para contener la lava y le añadimos agua, el juego nos recompensará con un material poco común, muy resistente a la vez que frágil, que, ¡oh sorpresa!, también se conoce como obsidiana.

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Fragmento de obsidiana negra en la que se observa la fractura concoidea sobre su superficie (dando formas curvadas) y un fino filo en la parte superior. Foto: James St. John / Wikimedia Commons

Os acabo de poner tres ejemplos de la presencia de un material geológico real en la cultura popular, evidencia de la importancia que ha tenido en el desarrollo social e histórico de la humanidad y de cómo, aún hoy en día, sigue llamando nuestra atención. La obsidiana es una roca volcánica que se forma por un enfriamiento muy rápido de una lava con un gran contenido en sílice (SiO2), lo que provoca que las moléculas que la conforman no tengan tiempo suficiente para organizarse siguiendo una estructura cristalina ordenada. Así, al tratarse de un sólido amorfo, no podemos considerar a la obsidiana como un mineral propiamente dicho, sino que la solemos clasificar como un vidrio volcánico. Y, aunque su color más habitual sea el negro brillante, éste depende de la presencia de otros elementos químicos en su composición, de tal manera que es el hierro el que le otorga esos tonos negruzcos, mientras que el magnesio le aporta una coloración verdosa y el calcio genera tonalidades marrones y grisáceas.

Pero la principal característica de la obsidiana es que tiene lo que en Geología llamamos fractura concoidea. Esto quiere decir que, cuando la partimos, se rompe generando una curvatura, lo que provoca que se desprendan lascas con un borde muy fino y afilado. Esta propiedad es la que la ha convertido en un interesante objeto material para muchas civilizaciones humanas a lo largo de la historia, ya que han utilizado la obsidiana como producto para fabricar cuchillos, puntas de lanza, flechas y otros objetos cortantes. Se han encontrado evidencias arqueológicas del uso de esta roca volcánica como herramienta de corte desde finales del Paleolítico y comienzos del Neolítico en yacimientos de todo el mundo. Aunque las civilizaciones que más fama han adquirido por el uso de la obsidiana, principalmente en sus armas, son las mesoamericanas maya y azteca, donde encontramos cuchillos, tanto ceremoniales como de uso cotidiano, puntas de lanzas y flechas o, el arma que a mí más me flipa, el macuahuitl, una especie de maza de madera que se usaba con las dos manos y que tenía en ambos extremos insertadas una serie de lascas de obsidiana muy afiladas que la convertían en una espada más cortante que muchas de las katanas japonesas más famosas de la historia.

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Recreación de un macuahuitl realizada por José Antonio Casanova Meneses a partir de las descripciones presentes en códices españoles del siglo XVI. Foto: Arjuno3 / Wikimedia Commons

Otra de las curiosidades de la obsidiana es que se ha utilizado como una prueba arqueológica de acciones de comercio e intercambio de materiales entre antiguos pueblos. Esto se ha conseguido poner en evidencia gracias a esas pequeñas variaciones en la composición química de la obsidiana que os comentaba previamente y que es la culpable de que tenga diferentes coloraciones. En concreto, puesto que cada erupción volcánica produce una obsidiana con una huella química característica, es posible emparejar una herramienta lítica con la colada volcánica de la que se extrajo esa roca, así sabemos de dónde vienen esos materiales. Os voy a poner un ejemplo de esta utilidad, y para ello voy a volver de nuevo a mencionar al pueblo azteca. Recientemente se ha publicado un artículo en el que un equipo de investigación ha analizado la composición química de las obsidianas con las que se construyeron varios centenares de herramientas cortantes, tanto ceremoniales como de uso cotidiano, que se encontraron en la gran ciudad mexica de Tenochtitlan. Siguiendo el rastro de esa huella química, este equipo encontró el lugar de origen de varias de esas rocas en otras ciudades localizadas, incluso, fuera de los límites del imperio Mexica. Como muchas de esas adquisiciones no podían explicarse únicamente como trofeos de guerra robados a pueblos enemigos, la conclusión que han obtenido es que los pueblos aztecas contaban con una red comercial mucho más compleja de lo que se creía.

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Cuchillo ceremonial mexica con la hoja fabricada en obsidiana. Foto: Daderot /Wikimedia Commons

Sin embargo, este uso de la obsidiana para fabricar objetos cortantes no se limita solo a la antigüedad. Actualmente, cada vez más profesionales de la medicina emplean herramientas quirúrgicas, como bisturíes o escalpelos, fabricadas con este material geológico. Esto es debido a que la obsidiana permite obtener un filo microscópico casi perfecto con el que se pueden realizar cortes limpios y muy precisos que cicatrizan muy rápido. Además de que con su uso no se producen reacciones alérgicas en los tejidos humanos, problema que no se puede evitar por completo con el instrumental de acero.

Retrocediendo un poco al primer párrafo para darle un cierre a este texto, no me extraña que la obsidiana haya calado tan hondo en nuestro acervo cultural. Porque, ¿quién nos iba a decir que un producto amorfo, que no se puede considerar ni siquiera un mineral de verdad, iba a aportarnos herramientas tan importantes para nuestra evolución social? Como siempre digo, el ser humano puede utilizar absolutamente todo lo que nos aporta la naturaleza.

Referencia:

Matadamas-Gomora, D., Nesbitt, J., Aguilar Tapia, R., López Luján, L., Sjödahl, J., Murakami, T., Pastrana, A. (2025) Compositional analysis of obsidian artifacts from the Templo Mayor of Tenochtitlan, capital of the Mexica (Aztec) Empire. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America doi: 10.1073/pnas.2500095122

Sobre la autora: Blanca María Martínez es doctora en geología, investigadora de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y colaboradora externa del departamento de Geología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la EHU

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