
Estás de mudanza, tienes cajas por todos lados y grandes muebles que mover hasta tu nueva casa. Ese pesado tresillo, una gran mesa de comedor y varias estanterías de roble que compraste sin sospechar que un día tendrías que cargar a tus espaldas. Se te ocurre llamar a unos cuantos amigos para que te echen una mano, no obstante mi consejo es que no deberías llamar a demasiados. Suena contraintuitivo pero es muy probable que cuantos más voluntarios acudan en tu ayuda menos eficaz resulte esa mudanza. Lo descubrió a finales del siglo XIX un ingeniero francés llamado Maximilien Ringelmann que, además de crear ingeniosas tecnologías agrícolas o desarrollar una escala para medir la opacidad del humo producido en una combustión, también realizó diferentes estudios sobre la eficacia del trabajo en equipo.
Ringelmann era profesor en una facultad agrícola y estaba intrigado por entender la esquiva relación entre la mayor eficiencia posible y el número de efectivos necesarios para alcanzarla. Para ello utilizó a sus propios alumnos en diversos experimentos en los que medía la fuerza ejercida al tirar de una cuerda de manera individual o en grupos. Los resultados fueron interesantes: el esfuerzo ejercido por un grupo siempre era menor que la suma de los esfuerzos individuales, o lo que es lo mismo: La fuerza promedio ejercida sobre la cuerda era menor conforme aumenta el número de alumnos tirando. Animado por sus descubrimientos enunció este curioso efecto que hoy lleva su nombre, «Efecto Ringelmann»:
«Cuando se emplean hombres, o animales de tiro, el mejor uso se consigue cuando el motor trabaja solo: en cuanto se acoplan dos o más motores a la misma tarea, el trabajo realizado por cada uno de ellos, con el mismo nivel de esfuerzo, disminuye por la falta de simultaneidad de sus esfuerzos»
El curioso «Efecto Ringelmann» se ha confirmado en muchos otros campos, como la economía, la psicología o la política y se conoce con diferentes nombres, como «Holgazanería social», el problema del Free Rider o Efecto polizón… y es que, cuando se juntan demasiadas manos para realizar un trabajo (ya sea físico o mental) el esfuerzo del conjunto es inferior a la suma de todos los esfuerzos de los miembros de forma individual. Las razones que explican esta pérdida en el rendimiento conjunto se agrupan en dos grandes categorías: problemas de coordinación (unificar los esfuerzos se hace más difícil cuanta más gente trabaja) y problemas de motivación (siempre hay alguien que, amparado en el grupo, se esfuerza menos, se relajan o simplemente vaguean).
El efecto Ringelmann se ha observado no solo en humanos sino en muchas otras especies pero no es absoluto y tiene una notable excepción… en las siempre sorprendentes hormigas.

Las hormigas tejedoras (genero Oecophylla) viven en los árboles y se agrupan en gigantescas colonias que pueden agrupar a «más de cien nidos con más de medio millón de obreras». Semejante fuerza de trabajo representa todo un desafío para el «Efecto Ringelmann» y, sin embargo, a diferencia de los humanos, estas pequeñas hormigas consiguen volverse más eficientes cuando trabajan juntas.
En un artículo publicado recientemente en Current Biology y titulado «Trabajo en equipo supereficiente en hormigas tejedoras», un equipo internacional de investigadores, pertenecientes a diferentes instituciones de Australia y Reino Unido, han descubierto que estas hormigas son capaces de aumentar su rendimiento cuando aumenta el número de efectivos que lo realiza.
Para ello, los científicos ajustaron un dispositivo de medición de fuerza en el extremo de una hoja de papel y filmaron a las hormigas mientras tiraban de ella. Las hormigas se agrupaban en cadenas de dos o cuatro individuos y, mientras que las hormigas de un extremo de la cadena tiraban de la punta con sus fuertes mandíbulas, en el otro extremo otras la sujetaban con sus patas adhesivas. Las mediciones de fuerza descubrieron que las hormigas individuales tiraban, en promedio, 59 veces su peso, mientras que cuando formaban grupos de hasta quince individuos lograban tirar más de 100 veces su peso… ¡Cuantas más hormigas había en el grupo, más eficiencia conseguían y mayor era su fuerza!.
«Los ejemplos de verdadera supereficiencia en la naturaleza son verdaderamente escasos», explican en New Scientist. Nos encontramos ante una formidable excepción al efecto Ringelmann en el que se unen varios factores puesto que «a las características físicas propias de estas hormigas se añade una coordinación única que las convierte en un raro ejemplo de supereficiencia».
Referencias científicas y más información:
Stewardson, Madelyne et al. (2025) Superefficient teamwork in weaver ants Current Biology doi: 10.1016/j.cub.2025.07.038
Rohini Subrahmanyam «Weaver Ants Form Complex Chains to Pull More Than 100 Times Their Weight» New Scientist (2025)
Sobre el autor: Javier «Irreductible» Peláez es escritor y comunicador científico. Autor de «500 Años de Frío» (2019) y «Planeta Océano» (2022). Es ganador de tres premios Bitácoras, un premio Prisma a la mejor web de divulgación científica y un Premio Ondas al mejor programa de radio digital.
