Marte es un mundo de contrastes y extremos, de eso no hay duda. Quizás uno de los más interesantes es el observar sobre su superficie las señales de una gran actividad volcánica ocurrida en el pasado remoto -no podemos olvidar que el planeta rojo cuenta con el volcán más alto de todo el Sistema Solar- y al mismo tiempo ver un planeta prácticamente inactivo a nivel geológico, al menos para nuestros estándares terrestres.
Las pistas de una actividad pretérita en Marte podrían ayudarnos a comprender mejor cómo ha evolucionado a nivel geológico y sirven para afinar mejor nuestro conocimiento sobre si realmente fue tan habitable en el pasado como pensamos. Y es que, al fin y al cabo, puede que al principio no fuésemos planetas tan diferentes.
Desde la distancia es muy difícil el poder conocer estos aspectos con mucho nivel de detalle, pero gracias al uso de análogos planetarios existentes en nuestro planeta, podemos recoger nuevas pistas que hasta ahora podrían haber pasado desapercibidos y nos permitan interpretar mejor el registro geológico de Marte y de otros lugares de nuestro Sistema Solar.

Para adentrarnos en el tema de hoy, tenemos que viajar a la región de Elysium Planitia. Es la única región de Marte, que sepamos, que todavía podría tener actividad magmática en sus profundidades. Quizás haya sufrido actividad volcánica en su superficie en los últimos miles de años, aunque las coladas de lava más recientes que se han podido datar con cierta fiabilidad probablemente estén en el entorno de los 2.5 millones de años.
Esto lo sabemos por dos detalles: uno, por sus formas geológicas, que apuntan a determinados lugares, como Cerberus Fossae, que podrían haber tenido actividad hace poco, suficiente poco tiempo para que no se hayan desvanecido. Y el segundo, porque los datos sísmicos de la misión InSight han detectado numerosos martemotos -o terremotos, como quieran llamarles- cuyo origen se encuentra debajo de Elysium Planitia y que los científicos interpretan que podrían deberse al movimiento del magma.
Algunos de estos terremotos -ya hablamos de ellos en “¿Hay terremotos de origen volcánico en Marte?”– apuntan a la existencia de un manto superior o una corteza inferior anómalamente caliente, quizás incluso parcialmente fundida. Pero aquí viene una parte muy interesante: también aparecen sobre la superficie pseudocráteres -los formados por la actividad hidrotermal- que sugieren que la lava podría haber fluido sobre una capa rica en volátiles como el hielo, provocando explosiones por el brusco contraste térmico entre la lava y el hielo.
Mencionábamos en el párrafo anterior la palabra hidrotermal, pero nos dejamos otra parte importante de estos sistemas. Y es que el calor del magma podría haber creado sistemas que, aunque fuesen efímeros, podrían haber creado unas condiciones habitables -aunque repito, podrían haber sido solo transitorias- y que convertirían a Elysium Planitia en un lugar interesantísimo para la búsqueda de vida más allá de la Tierra. Aunque, obviamente, esto no será tarea fácil y, siendo optimistas, es algo legado a las futuras generaciones de científicas y científicos.

Pero volvamos por un momento a la Tierra: Entre 2014 y 2015, ocurrió la erupción fisural de Holuhraun, en Islandia. A lo largo de seis meses, este fenómeno vertió aproximadamente 1.2 kilómetros cúbicos de lava basáltica sobre 85 kilómetros cuadrados de superficie. Esta erupción no es la clásica que estamos acostumbrados a ver en los libros de texto, con un cono volcánico desde cuya cima sale la lava, no.
Era una erupción -como he dicho antes- fisural, en la cual la lava sale a partir de una fisura en la corteza terrestre, un fenómeno muy similar a como pensamos que fueron las erupciones en Elysium Planitia. En este tipo de erupciones la lava suele ser bastante fluida de tal forma que no suelen ser muy explosivas, salvo en momentos en los que pueden interactuar con masas de agua subterránea o el hielo, provocando pulsos freatomagmáticos.
Lo interesante de esta erupción es que se pudieron tomar una gran cantidad de datos sobre la dinámica de la erupción: antes, durante y después de esta. Además, se ha podido observar como se emplazaron las coladas de lava sobre la superficie -e interactuaron entre si- así como las morfologías que resultaron de estos procesos. Y un detalle más: las lavas de Holuhraun llegaron a una llanura donde pudo interactuar con el agua, un fenómeno similar al que ocurrió en Marte y que explicaría algunas morfologías.
Un nuevo estudio publicado por Voight et al. (2025) en The Planetary Science Journal intenta hacer una interpretación de lo que vemos en Elysium Planitia comparándolo con el caso de Islandia, ya que sospechamos que incluso en el contexto más puramente geológico -no únicamente en el eruptivo- podrían ser casos muy parecidos, aunque con salvedades: al fin y al cabo, pudimos ser planetas muy parecidos, pero tampoco gemelos idénticos.
Las coladas de lava que vemos en Marte, especialmente las que se formaron hace mucho, son muy difíciles de interpretar únicamente con imágenes tomadas por los satélites por dos razones principales: por uno, la erosión que han podido sufrir desde que se formaron y, por otro, por el polvo que acaba cubriéndolas, que suaviza sus formas y evita que podamos estudiar bien las diferencias entre las coladas y que a veces muestran distintas etapas de las erupciones.
En el caso de Islandia es mucho más fácil: puesto que es una colada formada hace muy poco tiempo, se pueden reconocer y cartografiar los distintos detalles de estas de una manera precisa y extrapolar estas observaciones a las imágenes de Marte. Y los científicos de este estudio han encontrado varios aspectos muy interesantes que nos ayudan a comprender como pudieron ser algunas erupciones en Elysium Planitia.

¿Y qué les ha llamado la atención de las coladas marcianas? En algunas de estas, aparecen zonas como rotas, brechificadas y llenas de bloques de lava solidificada. Esto suele ocurrir cuando la lava sale a la superficie, se enfría en su parte superior, formando una corteza aislante y dura. Pero si continua la inyección de magma por debajo, esta corteza empieza a abombarse y fracturarse, dando lugar a unas formas un poco desordenadas. Esto ocurre cuando la tasa de efusión -la velocidad a la que sale el magma de la fisura- es muy alta.
En las mismas coladas, han observado zonas con cortezas más suaves y continuas que a veces llegan a romperse formando patrones poligonales. Este tipo de formas ocurren cuando la lava se enfría en unas condiciones en las que no hay mucha deformación y tiene algo más de tiempo para enfriarse. Estas lavas podrían indicar una etapa posterior de la erupción en las que la tasa de efusión de la lava era mucho menor.
Obviamente no hay análogos planetarios perfectos, y quizás después de todo una de las diferencias más importantes es que las coladas de lava de Elysium Planitia son muchísimo más grandes, en concreto, órdenes de magnitud más grandes. Esto significa tasas de erupción muy diferentes y probablemente duraciones de las erupciones también diferentes, pudiendo haber sido más duraderas las marcianas que sus contrapartidas terrestres.
Pero no podemos olvidar que hay factores como una atmósfera más tenue de Marte y una menor gravedad que podrían ser responsables de algunos de los efectos que se observan, pero aun así los autores concluyen que, durante la fase de emplazamiento de estas en la superficie, las lavas terrestres y marcianas funcionaron de forma muy similar, dando lugar a patrones en las coladas que podrían corresponderse también a las mismas etapas del proceso eruptivo.
Aun así, y aunque nos pueda parecer poca cosa, esta investigación nos ayuda a conocer una erupción que tuvo distintas fases: una primera con una tasa de efusión muy alta que dio lugar a esas capas de lavas “rotas”, y que posteriormente transicionaron a una fase más tranquila conforme la actividad volcánica iba disminuyendo. Un proceso que claramente se ha parecido a lo que hemos visto también ocurriendo en las erupciones de la península de Reykjanes, también en Islandia.
Y un último detalle: ¿Pudieron ser estas erupciones un refugio para la habitabilidad? Si entendemos que los sistemas volcánicos pueden tener una vida prolongada, la existencia de múltiples erupciones en una región que sean capaces de mantener gradientes geotérmicos anómalos -suficientes para mantener el agua líquida en el subsuelo o incluso muy próxima a la superficie a través de fenómenos hidrotermales- y de fundir el hielo, estos lugares podrían haber sido refugio para la vida en Marte en el caso de que esta pudiese haberse desarrollado.
Sin duda, todavía nos queda mucho por aprender de los volcanes marcianos y se necesitarán misiones en la superficie del planeta que puedan ayudarnos a conocer mejor estas coladas de lava -a nivel morfológico y geoquímico- y que desde la órbita, como mencionamos anteriormente, son difíciles de observar.
Referencias:
Voigt, J. R. C., Hamilton, C. W., Keszthelyi, L. P., Varnam, M., Hibbard, S. M., & Stack, K. M. (2025). The 2014–2015 Holuhraun Lava Flow-field in Iceland as a Planetary Analog for Young Volcanic Terrains in Elysium Planitia, Mars. The Planetary Science Journal doi: 10.3847/PSJ/adb5f1
Sobre el autor: Nahúm Méndez Chazarra es geólogo planetario y divulgador científico.