¿Una sal única en el mundo?

Fronteras

Cuenta la leyenda que, cuando Alejandro Magno atravesó el actual Pakistán camino de su campaña militar en la India, sus caballos se detuvieron a lamer unas piedras de sal. Unos 1500 años después, el pueblo Janjua comenzó a explotar de manera local y artesanal estos yacimientos salinos. Pero unos 400 años más tarde, otro emperador apodado El Grande, el rey mongol Akbar, dio la orden de que se instaurasen oficialmente labores de minería en estos materiales. Así nacieron las famosas minas de sal rosa del Himalaya. Pero vamos a dejar aquí la Arqueología y metamos un poco de Geología a esta historia.

Localización de la Cordillera de Sal (norte de Pakistán). Imagen modificada de un original de la Enciclopedia Británica / fair use

Antes de viajar en el tiempo geológico, tenemos que viajar en el espacio geográfico. La famosa sal del Himalaya, en realidad, no proviene de esta cordillera. Las principales minas de sal están localizadas en el distrito de Jhelum, de la provincia de Punyab, a más de 150km al sur de los pies del Himalaya. De hecho, los yacimientos salinos forman una serie de pequeñas montañas y colinas denominadas la Cordillera de Sal, separada del Himalaya por la meseta de Potwar.

Una vez que nos hemos situado, pongamos en marcha la máquina del tiempo, trasladándonos a hace unos 550 millones de años, a comienzos del Periodo Cámbrico. En aquella época, esta zona del actual Pakistán era un fondo marino, poco profundo y sometido a un clima muy cálido. En estas condiciones, el agua de mar se evaporaba continuamente, provocando que los elementos químicos que llevaba disuelta se fueran concentrando, dando lugar a depósitos salinos mezclados con otros minerales que se iban depositando en el fondo. Hasta que la zona volvía a cubrirse de agua, dando comienzo a una nueva secuencia de precipitación mineral. Con el paso de millones de años, estos depósitos salinos quedaron enterrados y cubiertos por otras rocas más modernas también de origen marino, como margas y calizas.

Formación de los depósitos salinos por varias fases de evaporación en mares poco profundos. Ilustración: Blanca María Martínez

Pero esta tranquilidad terminó hace unos 80 millones de años. Entonces, la placa tectónica de la India empezó a desplazarse hacia el norte, hasta que chocó con la placa Euroasiática. Ese gran impacto provocó que todas esas rocas más antiguas que estaban enterradas se comprimiesen como un acordeón y empezaran a ascender, formando la cordillera del Himalaya.

Sin embargo, los materiales salinos tuvieron un comportamiento diferente. Estos depósitos tienen una densidad menor que la de las rocas que se depositaron por encima. Esto provocó que, cuando comenzó el choque tectónico, los materiales salinos empezaran a ascender hacia la superficie, empujando y fracturando las rocas que las cubrían, adoptando una morfología similar a una gota de agua invertida que se conoce como domo salino. Para que os hagáis una idea del proceso, podéis echar un poco de aceite en un tubo transparente, cubrirlo de agua y esperar un poco a ver qué sucede.

Formación de un domo salino debido a la diferencia de densidades de los materiales geológicos. Ilustración: Blanca María Martínez

Además, los depósitos salinos tienen mayor plasticidad que las rocas que los cubrían. Cuando estas rocas empezaron a comprimirse y plegarse entre sí, el material salino actuó como un nivel de lubricante sobre el que estas rocas se deslizaron y desplazaron varios kilómetros desde su lugar de depósito hasta formar parte de la cordillera del Himalaya. Es decir, las sales se comportaron como una especie de tobogán sobre el que se deslizaron las otras rocas, facilitando su apretujamiento en las enormes montañas de la cordillera del Himalaya. Esta propiedad de los depósitos salinos es la que explica que la cordillera formada por los domos de sal esté separada del Himalaya.

La otra característica que ha hecho famosa a esta sal es su coloración, particularidad que también tiene una explicación geológica. Si hacemos un análisis de los minerales que componen los depósitos salinos de Jhelum, el más abundante, con mucha diferencia, es la halita, un cloruro sódico (NaCl) comúnmente llamado sal gema. Como accesorios, suelen aparecer sales de magnesio y potasio, como la silvita (KCl) y la carnalita (KMgCl3·6H2O), y sulfatos como el yeso (CaSO4·H2O) o la anhidrita (CaSO4).

Aspecto de los granos de sal rosa del Himalaya mostrando diferentes coloraciones, desde incoloros a ligeramente rojizos. foto: Wilfredo Rafael Rodríguez Hernández / Wikimedia Commons

Sin embargo, la halita suele ser transparente o tiene un color ligeramente blanquecino, por lo que ¿de dónde viene esa tonalidad rosada de esta sal del Himalaya? Pues los culpables son los elementos químicos que aparecen de manera muy minoritaria en esa composición general de cloruro sódico. Por ejemplo, la presencia de magnesio le aporta una tonalidad rosada pálida, mientras que la incorporación de óxidos de hierro genera coloraciones rojizas.

Si estáis pensando que la presencia de estos oligoelementos que colorean la sal es algo extraordinario que sólo sucede en Pakistán, vengo a romperos otro mito. Porque es una situación de lo más corriente en el mundo de la mineralogía de los depósitos salinos naturales. Hasta el punto de que, si podéis acercaros a cualquier domo salino que aflore cerca de vuestro domicilio, encontraréis un abanico de colores impresionante en los minerales de sal, con tonalidades tan curiosas como moradas o verdosas.

Entonces, ¿qué tiene de especial la sal rosa del Himalaya, si encima no procede del Himalaya? Pues el marketing. Las minas de sal de Jhelum son un atractivo turístico de esta zona norte de Pakistán, ya que te permiten visitar los antiguos túneles de extracción del mineral y te explican, con pelos y señales, la componente mítica que tuvo la sal en la medicina ayurvédica tradicional. Pero vamos, que eso también lo puedes conocer visitando las minas de sal de lugares patrios, como Cabezón de la Sal, Poza de la Sal, Salinas de Añana o la Montaña de Sal de Cardona. Y, además, llevándote un paquete de sal mineral igual de sana pero mucho más barata.

Aunque, geológicamente hablando, sí que hay algo que hace especial a esta sal rosa: su antigüedad. La que aparece en el domo salino de mi pueblo se formó hace unos 220 millones de años, que no son nada frente a los 550 millones de años de edad que tiene la pakistaní. Pero el sabor y las propiedades para la salud, son exactamente los mismos.

Sobre la autora: Blanca María Martínez es doctora en geología, investigadora de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y colaboradora externa del departamento de Geología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la EHU

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