La cara de los monos del Viejo Mundo lleva millones de años evolucionando. Hay monos con rostros de colores, monos con grandes penachos, narices enormes, monos rojos, azules, naranjas, monos de cara alargada y monos de cara redonda. Un grupo de biólogos de la Universidad de UCLA acaba de publicar el estudio detallado de los rostros de 139 especies de monos catarrinos y ha descubierto que su complejidad y color varían en función de una serie de variables como el tamaño de sus grupos sociales o el hábitat en el que viven.
En un trabajo publicado en Nature Communications[footnote]Santana S.E., Alfaro J.L., Noonan A. & Alfaro M.E. (2013). Adaptive response to sociality and ecology drives the diversification of facial colour patterns in catarrhines, Nature Communications, 4 DOI: 10.1038/ncomms3765[/footnote], el equipo de Sharlene Santana ha descubierto que aquellos monos que viven en grupos más grandes tienen rasgos faciales más complejos que podrían servir para ayudar a la identificación entre individuos. Las especies que viven en grupos pequeños tienen rostros más simples y menos colores, aunque en algunos casos, como los grandes simios, la simplicidad les ayuda a realizar una gran variedad de gestos.
«Nuestro estudio sugiere que los primates han estado usando la cara para distinguir a los amigos de los competidores durante los últimos 50 millones de años y que las presiones sociales han conducido a la evolución de la enorme diversidad de rostros que vemos en el grupo hoy día», asegura el biólogo Michael Alfaro, coautor del estudio. De esta forma, explica, cuando aumenta el tamaño del grupo suele haber una presencia de más colores en algunas regiones de la cara. Algunas de especies de monos son más solitarias, como los orangutanes, pero la mayoría son muy sociales, como los mandriles, que viven en grupos de hasta 800 individuos.
Para poder clasificar esta variedad, la investigadora Sharlene Santana ha desarrollado un método para cuantificar la complejidad de los rostros de los simios a partir de fotografías. El sistema consiste en dividir la cara en varias zonas, clasificar el color de cada parte y asignar una serie de valores que establecen la «complejidad facial» de cada especie.
A diferencia de la complejidad facial, la pigmentación de los rostros no varía por el tamaño del grupo sino por el hábitat en el que vive la especie. En función de si viven a mayor o menor latitud o en espacios abiertos o cerrados, se puede predecir si los monos tendrán el rostro más o menos oscuro. «Nuestro mapa muestra claramente la tendencia geográfica en África», asegura la investigadora Lynch Alfaro. «Las caras de los primates se oscurecen a medida que nos acercamos al ecuador y se aclaran a medida que nos alejamos. Es la misma tendencia que vemos dentro de nuestra especie y la pigmentación humana a lo largo del globo». Asimismo, las especies que viven en bosques tropicales más densos también tienden a tener rostros más oscuros.
Una vez conocidos estos detalles, los científicos deben ver ahora cómo les cuadran con los estudios que han hecho de las caras de los monos del Nuevo Mundo. En un trabajo publicado anteriormente tras el estudio de más de un centenar de especies de Centroamérica y Sudamérica, encontraron que los primates que viven en grandes grupos tienen patrones faciales más simples. ¿Están usando estos grupos de monos su cara de una manera diferente?
Sobre el autor: Antonio Martínez Ron es periodista