La élite de las dos culturas

Naukas

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Rubén Ramos Balsa. Papel e icosaedro, 2009.

Casi seis décadas después de la influyente conferencia de Charles Percy Snow en Cambridge seguimos hablando del estereotipo de las dos culturas, popularmente conocidas como ciencias y humanidades. No es casual. La principal razón estriba en la educación compartimentada de la que somos frutos y cómplices. Nos obligaron a escoger un camino u otro en plena adolescencia, en plena y vasta ignorancia de lo uno y de lo otro, conscientes de que había lo uno y lo otro. Nos enseñaron que los mejores optarían mayoritariamente por un camino, y que los demás se conformarían con el otro. Los más inteligentes o pertinaces, que para el caso era lo mismo, eran animados a escoger ciencias allá por la educación obligatoria.

Muchos se resistieron al estereotipo, como un acto de autoafirmación o de rebeldía, por el que con frecuencia se excusan; y es que, aunque hayan decidido estudiar humanidades parece que esto ha de justificarse con un buen expediente que les permitiese haberse dedicado a lo que se dedica la élite estudiantil: las ciencias. Nos señalaron cuál era esa élite y nosotros escogimos, por los motivos que fuera, pertenecer o no a ella. Los mejores estudiantes, nos contaron, serán científicos que descubrirán vacunas, planetas o elementos químicos. Los demás, los humanistas, serán pensadores con un futuro profesional difuso y poco prometedor, ligado a la suerte y la subjetividad. Ese es el cuento que nos han contado a todos: nos convencieron de que la élite pertenece al ámbito de lo indudablemente útil.

A pesar de todo aquello, las humanidades se aferraron al título de cultura con mucha más eficacia que las ciencias. Seguimos arrastrando en nuestro lenguaje coloquial que la cultura se refiere a las artes plásticas, escénicas, a la música, a la literatura, a la filosofía. Las ciencias siguen reivindicando esa etiqueta, formar parte inequívoca de la definición popular de cultura, y más aún, de la definición popular de humanidades.

Reivindicamos que las ciencias están en todas las formas de conocimiento. Subrayamos la importancia de las ciencias en el desarrollo e interpretación del arte, de la música, de la literatura. Resulta sencillo encontrar estas relaciones porque las ciencias tienen ese carácter utilitarista del que nada es ajeno. Las ciencias son, entre otras muchas cosas, la herramienta de todo. En cambio, las humanidades no destacan por su intención utilitarista -utilitarista de utensilio-.

Una vez me preguntaron tras una charla sobre ciencia y arte, que si bien la utilidad de las ciencias en el arte es evidente -sobre todo en la generación de materiales y técnicas-, cuál es la utilidad del arte para las ciencias. La formulación de esta pregunta abarca todo lo anterior, todo lo que nos han contado a lo largo de nuestra educación: la supremacía de lo útil, el valor de la herramienta por encima de lo otro, de lo que no cura enfermedades ni descubre nuevos elementos químicos. Esa pregunta revela algo todavía más notorio: el mutuo desconocimiento de lo uno sobre lo otro. En pocas palabras y por definición: el arte es una forma de conocimiento que no responde a intenciones utilitaristas. Una vez se lo expliqué a una amiga de la siguiente manera: «Una silla no puede ser arte si sirve para que te sientes en ella. Si no sirve para que te sientes en ella, puede ser arte, lo que no implica que lo sea».

Esta anécdota me interesa como ejemplo de la brecha que todavía existe entre aquello que Snow denominó las dos culturas. Cuando exigimos que las ciencias se ganen el título popular de cultura, cosa que yo misma reivindico con frecuencia, no debemos caer en el lodo más pegajoso que emerge de esa brecha: el menosprecio de lo uno frente a lo otro. Denunciamos que siga siendo risible la incultura científica, el inexcusable «soy de letras» para enfrentarse a lances cotidianos que nos resultan más propios de un pueblo analfabeto. Si los otros se ríen y señalan a quien no ha leído equis libro, a quien no conoce a equis artista, a quien no conoce equis dato histórico, no podemos caer en la torpe revancha del «pues tú».

Esos arbitrarios mínimos culturales han sido impuestos por un defectuoso sistema educativo en el que se llama élite a lo que apenas forma parte de él. La presencia de las ciencias en la educación obligatoria es anecdótica. La de las artes también.

Para reivindicar la cultura, no las culturas, no debemos menospreciar unas formas de conocimiento frente a otras. Cada vez que, desde el artificioso pedestal de las ciencias, exigimos utilidad a algo que sospechamos -no sabemos- que no la tiene, cada vez que señalamos que la subjetividad es un error de serie de las humanidades en oposición a la objetividad de las ciencias, como si las humanidades no se rigiesen por métodos comparables en exquisitez a los métodos científicos, estamos cometiendo una imprudencia del calibre del «soy de letras».

La esperanzadora tercera cultura -expresión acuñada por John Brockman en 1995-, la que aúna y supera las ciencias y las humanidades, parece dejar entrever un terrible atrevimiento más que un propósito de enmienda. El atrevimiento de la élite que, lejos de adentrarse y comprender lo desconocido, se conforma con ojearlo, con mencionarlo con condescendencia, por inútil y subjetivo.

Ninguna ignorancia es amigable.

Estamos cayendo en la trampa de creer que hay una élite, en el cuento que nos han contado.

Este post ha sido realizado por Deborah García Bello (@Deborahciencia) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.

Para leer más sobre el tema en las redes:

La tercera cultura en Kosmopolis, de John Brockman. http://elpais.com/diario/2005/12/05/catalunya/1133748444_850215.html

El juego del conocimiento, de Xurxo Mariño. https://culturacientifica.com/2016/03/07/el-juego-del-conocimiento/

Ni ciencias ni letras, cultura, de Javier Pedreira. http://www.aecomunicacioncientifica.org/ni-ciencias-ni-letras-cultura/

13 comentarios

  • Avatar de Alejandro Medina V.

    Quizá el problema de ese supuesto elitismo cultural se puede discutir en dos puntos mas:
    1.-La gran cantidad de información que se maneja actualmente en la labor cientifica, obliga a la segmentación y a la especialización (un personaje como Michael Faraday es casi inconcebible hoy en día). Por lo mismo ser de letras expresa la preferencia a temas inmediatos y relacionados con la condición humana.
    2.-Si planteamos objetivos culturales (así sea de manera tosca) la ciencia se ocuparía en describir como es mundo y la realidad en que vivimos. Las humanidades nos dirían como debemos actuar en dicha realidad a partir de los datos proporcionados por la ciencia.

  • Avatar de Juan Miguel Moya

    Sin embargo, mi impresión es que en la sociedad actual la oposición ciencias/humanidades cada vez tiene menos sentido cuando se habla de cultura. Me parece que vivimos en una realidad tan hiperconectada, con tal sobreabundancia de información y datos de todo tipo, que tratar de situarse respecto al mundo, hacerse una idea de lugar lo más ajustada posible, intentando no desorientarse, puede resultar una tarea tremendamente ardua, compleja, laboriosa.

    Y en estas circunstancias, ningún saber sobra y todo conocimiento (independientemente de su naturaleza) es siempre poco, cuando de lo que se trata es procurar posicionarse, ocupar un lugar adecuado, no quedarse fuera de juego respecto al mundo, a nuestro prójimo, a lo que nos rodea.

    Como digo, todo conocimiento es poco y ningún saber sobra. En este sentido, por rica y extensa que sea nuestra cultura (e incluyo aquí el conocimiento científico), siempre lo que se ignora y desconoce supera a lo que se conoce, a lo que se sabe con certeza. Así las cosas, intentar establecer cualquier tipo de jerarquía entre los distintos saberes o estudios, más allá del mero propósito práctico, me parece más bien una tarea vana y arbitraria.

  • Avatar de Guillermo

    Hola Deborah,

    Antes que nada quería felicitarte por los estupendos artículos que escribes sobre las relaciones interdisciplinares, en concreto sobre las relaciones arte y ciencia. Los dos artículos sobre química y Eduardo Chillida me han parecido de un nivel extraordinario, sumamente bellos y con un contenido delicado y potente. Por eso mismo este otro artículo me ha dejado un sabor de boca regular. Querría incluirte algun comentario, con la intención de matizar algunas de las cosas que introduces en el artículo.

    La primera parte que quiero matizar es precisamente esa separación entre útil e inútil que enlazas con lo científico y con lo artístico. En realidad esa diferencia que pones usando el ejemplo de la silla es incorrecta. Si la silla es útil no deja de ser arte. El arte, como has señalado correctamente, es una forma de conocimiento, pero también de expresión material, y generadora de tecnología. En el arte se investiga. Bueno, tu misma lo has descrito muy bien con tus posts sobre Chillida, en realidad en sus esculturas hay una investigación sobre el material. Si existen los doctorados en bellas artes, es precisamente para generar investigación, nuevos planteamientos, que deriven en nuevas tecnologias. La diferencia es que esa investigación es alternativa, paralela, a la propia investigación de la ciencia. O sea, se generan tecnologias que muy dificilmente se generarian bajo el proceso científico. Y por eso es tan interesante la comunicación interdisciplinar.

    ¿Dónde se generan estos avances? Bueno, seguro que conoces espacios como Medialab Prado Madrid, o el centro Laboral de Gijón, o el grupo de investigación Laboratorio de Luz en Valencia, entre muchos otros. Pero actualmente todo el espacio artisticos esta inundado de favlabs, o de espacios de trabajo con nuevas propuestas tecnológicas. A nivel internacional, como puedes suponer, hay muchísimos centros de ivestigación de este tipo. Te sugiero que empieces por ArtsElectronica (Austria), o que sigas todo el trabajo de la fundación y la revista Leonardo.

    En resumen, el arte es tan útil, desde el punto de vista tecnológico, como lo es la propia ciencia. Pero genera tecnología alternativa.

    El segundo punto que quería matizar es el sustrato conceptual en el que te basas: debates sobre las dos culturas y la propuesta de la tercera cultura. Bueno, esto es más opinable, pero en principio estos debates están obsoletos. No corresponden a una situación actual. La tercera cultura se ha demostrado como una propuesta no viable, ya que en realidad las disciplinas son necesarias. Roger Malina, uno de los máximos impulsores internacionales sobre las relaciones arte y ciencia, hace ya tiempo que viene hablando sobre una situación contextual diferente: la red de disciplinas. El objetivo no es que nos fundamos todos en una idea de cultura única, sino que aprendamos a colaborar y a comunicarnos. Por otra parte, también se ha sugerido que usar estos debates ayuda, más que nada, a visualizar las diferencias, y no a tejer un sustrato común de trabajo. Te recomendaria que te dieses un paseo por alguno de los documentos que se han elaborado para potenciar este tipo de interacciones, como los libros blancos SEAD «Steps to an Ecology of Networked Knowledge and Innovation: Enabling New Forms of Collaboration among Sciences, Engineering, Arts, and Design»

    http://www.mitpressjournals.org/page/NSF_SEAD

    En ese sentido ya están apareciendo formas institucionales de colaboración, como son los proyectos FeatArt FEAT, o el programa ICT & ART – STARTS en H2020 o las conferencias NAFKI en EEUU.

    http://featart.eu/index.php?id=5

    https://ec.europa.eu/digital-single-market/en/ict-art-starts-platform

    http://www.keckfutures.org/conferences/deep_blue_sea/index.html

    Podría seguir incluyendo alguna matización, pero en realidad termino simplemente aplaudiendo que muchos de nosotros nos acerquemos a este tipo de interacción inter/trans/a/multi-disciplinares. Como Roger Malina explicó en el discurso de su reciente doctorado honoris causa, somos ya muchos los que nos sentimos investigadores hibridos.

    http://malina.diatrope.com/2016/09/05/rogers-doctor-honoris-causa-in-art-and-science-see-you-in-valencia/

    Un abrazo y sigo reiterando mis felicitaciones por escribir unos artículos tan interesantes, llenos de información, minuciosos y bellos.

    Un abrazo,

    Guillermo Muñoz.

    • Avatar de Deborah García Bello

      Hola Guillermo,
      gracias por tomarte la molestia de escribir un comentario tan elaborado, y gracias por las felicitaciones. Sobre las críticas, hay algunos puntos en los que estamos de acuerdo y otros no.

      Por ejemplo, cuando dices que no es correcta la distinción entre útil e inútil, estás malinterpretando el significado de utilidad, por eso incluso en el texto lo he matizado con la palabra “utensilio”. Un objeto artístico no es útil en sí mismo, por definición, y con útil se hace referencia a que no se ha hecho para tener una función práctica, para servir de herramienta. Por eso he puesto el ejemplo más divulgativo que se me ha ocurrido: el de la silla. Una silla hecha para darle uso de silla, es decir, que sirve para sentarse en ella, que se ha diseñado con ese propósito, no entra dentro de la definición de objeto artístico. Esta es la verdadera distinción entre arte y diseño. Una silla, como objeto útil, es un objeto de diseño. La diferencia entre arte y diseño reside ahí, en el criterio de utilidad.

      Lo que tú estás interpretando como utilidad en el arte es algo que acompaña al proceso creativo, como es el uso de materiales, la investigación de técnicas plásticas, de procedimientos, de tecnologías… Obviamente la creación artística está ligada a la investigación y tiene sus propios métodos, tal y como digo en el artículo, que pueden ser diferentes a los métodos científicos (en ningún caso peores, sino diferentes). Pero esa utilidad que se desprende del proceso creativo no es a la que me refiero, sino a la utilidad del producto acabado. El objeto artístico en sí mismo es inútil. Por seguir con el ejemplo de Chillida: sus esculturas no tienen un sentido práctico, aunque se haya hecho uso de las herramientas y los métodos propios de la ingeniería, no es un puente, ni una carretera, ni un muro de contención. Para lo uno y para lo otro se ha hecho uso de la ingeniería, pero el objeto acabado responde a unas pretensiones absolutamente diferentes.

      El núcleo del artículo es la crítica a ese criterio de utilidad, la finalidad práctica que nos han enseñado durante la educación obligatoria y que muchos arrastran hasta la edad adulta. Del mismo modo que no se nos enseña a valorar la investigación en ciencia básica, por el imperante criterio de utilidad, tampoco se nos enseña a valorar el arte. No hablo de los ámbitos donde realmente impera la interdisciplinariedad, sino al ámbito de lo corriente, al lenguaje y a los comentarios cotidianos que son despectivos con otras formas de conocimiento . Y apunto a que el origen de todo esto es el propio diseño del sistema educativo básico. Hablar de “las dos culturas” es este contexto es todavía un tema vigente y debemos tenerlo en cuenta los que nos dedicamos a unir y a trabajar con varias formas de conocimiento. En mi trabajo como divulgadora científica lidio con esta impostada distinción entre ciencias y humanidades. En mi trabajo como investigadora, esta distinción desaparece . En ese sentido estoy de acuerdo con todo lo que señalas y obviamente conozco los proyectos colaborativos que mencionas. Pero esos proyectos pertenecen a un ambiente profesional bastante concreto, alejado de lo que coloquialmente podríamos llamar “el gran público”.
      La distinción entre ciencias y humanidades en la enseñanza obligatoria y la educación compartimentada son un hecho, y es esto que critico, lo que nos ha llevado a mantener vigente la creencia popular de que existe una élite, y que a esta elite pertenece la ciencia, por útil, y que desde esa élite se menosprecia lo demás, por inútil y subjetivo.

      Espero que con estos comentarios haya quedado clara la intención del artículo, muy diferente a la que has interpretado.

      Un abrazo y muchas gracias.

    • Avatar de Guillermo

      Hola Deborah,

      En ese sentido la ciencia seria absolutamente inutil. Qué sentido utilitario tiene comprender el cosmos o el átomo? Los científicos en principio no nos acercamos a la investigación nada más y nada menos que para comprender el mundo, como tambien lo hace el arte, aunque de forma distinta. La utilidad o no del arte y la ciencia son muy similares en ese sentido. Sigo sin estar de acuerdo con esa separación. Las características de utilidad no diferencian al arte y a la ciencia, como tampoco a la ingenieria y el diseño.

      Un abrazo.

      Guillermo.

    • Avatar de Deborah García Bello

      Exacto Guillermo, ese el el problema educativo, que se menosprecia aquello que no pretenda una utilidad inmediata. De hecho se promocionan las ciencias desde el «sirve para» y no como una forma de conocimiento (por eso también menciono en el artículo las ciencias entendidas como humanidades).
      El diseño, la ingeniería, son eminentemente útiles, «sirven para»; cosa que no sucede con la investigación en ciencia básica (por ejemplo) o las artes, porque no resuelven cuestiones prácticas. Menospreciar toda una forma de conocimiento por ese criterio es lo que estamos sufriendo, como si la inutilidad fuese algo innecesario, cuando precisamente atiende a lo fundamental.

  • Avatar de Guillermo

    El problema es la demarcación del criterio de utilidad. ¿qué quiere decir útil? La música es útil en sí misma, desde nuchos puntos de vista, incluidos los tecnológicos, los económicos, los linguísticos o incluso matemáticos. El arte y la ciencia son generadoras de riqueza material, conceptual y emocional. Hay muchísimos ejemplos de tecnologias desarrolladas por artistas, como por ejemplo el código morse, o el frequency hopping, por citar dos ejemplos.

    Lo que comentas, a mi entender, no hace referencia a una diferencia estructural, sino a un problema educativo y social. Pensar que solo la ciencia es útil es una deficiencia educativa, y aqui estoy deacuerdo, muy extendida. El problema es que esas elites de las que hablas quizá no sean tan elites. En mi opinion el problema en esa educación básica es un problema de deshumanización. Las ciencias se presentan descarnadas, descontextualizadas, deshistorizadas, y claro, al final solo queda su aplicación. El problema de las humanidades es el contrario, toda su potencia transformadora e innovativa se elimina/olvida, relegadas a la parcela de la inutilidad. La asignatuta más util en realidad es la filosofia, que nos va a enseñar a pensar, elemento de acción en cada una de las restantes disciplinas.

    Pero en ese camino de demarcación de lo que es útil, es que incluso lo inutil tiene utilidad. El año pasado tuve el placer de ser elegido para asistir a una residencia arte y ciencia en san francisco. En el mes que nos pasamos alli la unica instruccion que recibimos fue, sencillamente, «to be». Nunca antes habia sentido una energia y productividad tan grende como cuando sencillamente nadie espera que la tengas. Obviamente, esto no tiene sentido en un contexto economico-laboral (o si, vete tu a saber), pero esto es otro asunto.

    Con todo esto, recuerda que una silla, objeto útil por definicion (de hecho diria que el arte siempre debe ser útil, porque, como poco debe hacernos reflexionar, y esa es la madre de toda utilidad), porque si un urinario revoluciono la escena del arte, una silla tambien puede. Solo hay que buscar el nuevo uso de una silla que nos ayude a comprender mejor el mundo.

    Y el bucle se repite infinitamente a través de las distintas y multiples utilidades que sacamos de ese «giro de tuerca» que nos da el arte, … y la ciencia.

    • Avatar de Deborah García Bello

      Hola de nuevo Guillermo. Esta discusión que mantenemos me temo que queda reducida a la semántica. Reitero que la definición de «útil» a la que me refiero todo el tiempo es la de «utensilio» (del francés «outil»), no a la otra acepción, que es la que tú manejas (del latín utĭlis).

      Según la acepción de «útil» como «utensilio», el arte es inútil. Y no hay nada peyorativo en ello. De hecho, «La fuente» de Duchamp es un urinario que no puede ser usado como tal, firmado y colocado sobre una peana en una galería. Convertir un objeto útil ya existente en un objeto inútil es el fundamento del readymade, como bien sabes. Así que este ejemplo precisamente me viene fenomenal para mostrar esa distinción entre útil/inútil. Ese mismo urinario colocado en un cuarto de baño sería una pieza útil, de diseño; colocado sobre una peana es arte.

      Si me refiriese a la otra acepción de «utilidad», la que tú manejas, obviamente sólo tu discurso tendría sentido y estaríamos completamente de acuerdo en esa clase de utilidad del arte, de la filosofía, de la música… Por eso lo he puntualizado (y hasta puesto en negrita) en el artículo, para que precisamente esto no se malinterpretase.

      Un abrazo y muchas gracias.

    • Avatar de Guillermo

      Deborah,

      Vamos a ver, los problemas semánticos no son menores. ¿Quieres decir que la clasificacion entre útil o inútil que se suele usar erróneamente para diferenciar a las artes y las ciencias se basa en su capacidad de ser utensilios? Cuando esa pseudo-elite carga contra las humanidades, además de hacerlo desde la ignorancia, como bien señalas, no creo que quieran decir que las humanidades no son utensilios, y por contra la ciencia si. Creo que hablan del provecho, de la practicidad, de la utilidad, incluso podrian estar hablando de prestigio social, pero la característica de ser o no utensilio no se si juega tanto papel en ese problema.

      Una pieza artistica no es un mero utensilio, deacuerdo. Pero un experimento cientifico tampoco lo es. El arte usa y genera utensilios, como tambien la ciencia. El urinario de Duchamp es un utensilio que muta a arte, de la misma forma que un motor piezoelectrico es un utensilio que muta a ciencia en el contexto de un experimento. La poética que encierra ambos casos son muy similares. No hay nada mas «etereo» en el arte que no esté también en la ciencia. Los documentales de Carl Sagan son un estupendo ejemplo. Y aun asi arte y ciencia siguen siendo diferentes, y complementarias.

      El origen etimologico de la palabra arte es precisamente técnica. El arte sin la técnica y su derivada, la tecnologia, no «ES». Imaginate que chillida intentase dominar el acero sin importarle lo mas minimo el conocimiento objetivo para poder dominarlo. La escultura es hija del pensamiento, y del cincel. Hay arte en los propios utensilios, como ya nos decia Warhol, incluso en las reproducciones, copias o imitaciones. Hay arte en la ciencia. Como también podriamos decir justo al revés, hay mucha ciencia y tecnologia en el arte.

      Pensar lo contrario es estar desfasado. El mercado laboral es mucho mas heterogeneo y mezclado que lo que los programas educativos reflejan. No hay nada mas inutil que un sistema educativo obsoleto que no entiende que hoy en dia los artistas trabajan junto con los ingenieros o los cientificos para desarrollar todo tipo de conceptos, ideas, criticas, usos y utensilios, industrias y culturas.

      Un abrazo,

      Guillermo.

  • Avatar de Guillermo

    Otro ejemplo. Actualmente resido en Sidney. Hace unas semanas me pase por la prrsentacion de los proyectos artisticos de un Medialab de la NSW university. Cada uno de los proyectos eran colecciones de dispositivos, elextronicos, visuales, interactivos, con usos. Un dispositivo por ejemplo para controlar el color de unas luces a traves de corrientes corporales, por ejemplo. Podrian clasificarse como utensilios, alternativos a los cientificos. Cuanta tecnologia futura va a deaarrollarse e influenciarse por esta investigacion artistica? Mucha, seguro.

  • Avatar de Casandra

    Trato de hacer divulgacion desde la perspectiva de las bacterias y son muchas las veces que estas dos culturas salen en los debates. Yo les digo que soy una mujer del renacimiento que se creyó en bachiller lo que usted expone y descubrió despues que «ser de ciencias» solo era posible – al menos para mi- desde el humanismo. Me entusiasma que se rompa una lanza ( mejor se rompieran todas) a favor de la formación de la juventud sin esa diferencia y ojalá veamos un sistema educativo con esas dos culturas integradas, mezcladas en su quimica, cocinadas con la física y consumidas como biología humanista. Un placer seguirla.

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