Hace unos días, un amplio grupo de asociaciones e instituciones científicas de carácter nacional e internacional hacían llegar al Presidente del Gobierno una “Carta Abierta por la Ciencia en España” respaldada también a título individual por más de 26.000 científicos de 80 países. Apoyaban la carta seis Premios Nobel, numerosos Premios Príncipe de Asturias, premios Nacionales de Investigación y Académicos de Reales Academias españolas e internacionales. El consenso emergente es claro: España no es un país para científicos. Los brotes sembrados durante las dos últimas décadas pueden ser erradicados por la falta de recursos y la incertidumbre que asola el panorama español. Los investigadores jóvenes, ya de por sí acostumbrados a la movilidad internacional, pueden acabar abandonando masivamente el país ante la falta de perspectivas que la coyuntura española presenta. ¿En qué medida supone este posible éxodo una amenaza para la recuperación de la economía?
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