Bill Haast y el veneno de las serpientes más peligrosas del mundo

Naukas

En ocasiones, hasta las atracciones más turísticas pueden esconder una historia científica desconocida para la inmensa mayoría de sus visitantes. Al menos eso pudo ocurrir en el Serpentarium de Punta Gorda, Miami, a finales de los años 40. Este zoológico monotemático dedicado a las serpientes era una instalación tranquila a pesar de que, a diario, uno de sus trabajadores desafiara a la muerte extrayendo veneno de las serpientes más peligrosas del mundo rodeado de bocas abiertas –con y sin colmillos venenosos- y aplausos. Muchos aplausos.

Bill Haast

El temerario trabajador, que era además el fundador y director del Serpentarium, era Bill Haast, nacido dos días antes de estrenarse 1910 y que vivió durante 100 años para demostrarle al mundo entero que existía la posibilidad de hacerse resistente al veneno que contienen los colmillos de las serpientes más peligrosas del planeta. Esta hazaña no la consiguió de un día para otro y la demostró con más de 173 mordeduras mortales de serpientes, recibidas durante su horario laboral por serpientes de múltiples zonas del globo terráqueo. Pero ¿Cómo era posible que Haast sobreviviera a estos accidentes? ¿Dónde estaba el truco?

Su relación con las serpientes había sido casi obsesiva desde que a los 11 años le picara la primera serpiente de cascabel Crotalos horridus y meses más tarde se repitiera un desagradable incidente con una serpiente cabeza de cobre –Agkistrodon contortix-. Cualquier persona habría quedado traumatizada ante tanta picadura fortuita, pero Bill Haast decidió dedicar toda su vida a coleccionar serpientes; hobby que fue claramente potenciado por su trabajo como ingeniero aeronáutico en Pan American World Airways; empleo que le otorgó la posibilidad de viajar a Suramérica, Asia y África; países en los que siempre compraba serpientes que se traía de vuelta a los Estados Unidos.

Pero lo más interesante no era la extensa cantidad de serpientes que llegó a coleccionar. Lo importante era lo que hacía con el veneno. Haast practicaba el mitridatismo, la protección de uno mismo contra un veneno autoadministrándose poco a poco cantidades de veneno no letales. Durante su larga vida Haast llegó a administrarse veneno de 32 especies de serpientes, actividad que desarrolló entre bambalinas durante los 37 años que trabajó en su Serpentarium, y hasta una vez retirado del mismo.

Pero no fue la primera persona en realizar una práctica que también hemos podido ver en películas como “La princesa prometida” en novelas como el clásico de Dumas “El conde de Montecristo”. El mitridatismo es un palabro que huele a antiguo, tanto como el rey Mitrídates VI, de Ponto, que entregaría su nombre a la técnica debido a que ingería pequeñas dosis de veneno con el objetivo de hacerse resistente al mismo; y es que era tan amplia la lista de enemigos que el cruel rey Mitríades tenía, que vigilar sus espaldas no era suficiente para mantenerse con vida.

Pero ojo, el mitridatismo no sirve con cualquier veneno. Sirve con el veneno de las serpientes porque son proteínas y como proteínas extrañas en el interior de nuestro organismo pueden ser identificadas por nuestro sistema inmunológico, combatiéndolas siempre y cuando la cantidad no sea suficiente como para matarnos en el acto. El mitridatismo no es por lo tanto, otra cosa distinta a la vacunación.

De hecho Haast empezó obteniendo veneno únicamente para producir los famosos “antídotos” frente a las picaduras que no son más que suero de animales –según indicaciones de la OMS, fundamentalmente caballos– que han sido inoculados con veneno de serpientes. Estos animales terminan produciendo anticuerpos frente a las proteínas del veneno que pueden unirse a las mismas y bloquear su función si se suministran tras una picadura. Pero si la inmunidad funcionaba hasta entre organismos, qué mejor que inmunizarse uno directamente.

Pero Haast fue incluso un paso más allá. Pensaba que los venenos de las serpientes, además de proteger e inmunizar frente a futuras picaduras, tenían otras aplicaciones biomédicas. De hecho estaba convencido de que el veneno de serpiente podría utilizarse como cura para el tratamiento de enfermedades que provocaban parálisis, como la polio, llegando a realizar incluso ensayos en macaco y en humano para probar sus teorías.

Bill Haast And Polio Project 1951.

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A pesar de que realizó numerosos ensayos en más de 6000 personas junto con médicos de Miami, en 1980 la FDA (Food and Drug Administration, autoridad competente americana para estos procesos) prohibió la utilización del veneno de cobra como opción terapéutica para humanos debido a deficiencias en su obtención. Aun así, Haast pudo cumplir su objetivo de salvar numerosas vidas directamente utilizando su sangre como antídoto para tratar a más de 20 personas con picaduras de serpiente que habrían sido letales si la sangre de Haast no hubiera llegado a tiempo.

Pero Bill Haast no ha sido el único humano que ha decidido autoinmunizarse con veneno de serpientes. Un joven llamado Steve Ludwin quedó impresionado tras su primera visita al Serpentarium y ha decidido seguir sus pasos, como cuenta en un corto documental “Getting High Injecting Snake Venom”.

Getting High Injecting Snake Venom

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Tanto Bill Haast como su sucesor Steve Ludwin no tenían prácticamente estudios. Y desconocían plenamente los efectos que los venenos podían producir en su organismo. Aun así ambos han terminado dominando las técnicas de aislamiento y purificación, así como las dosis óptimas para evitar los sustos y el dolor que han sufrido en sus carnes y del que Ludwin hace gala en su documental.

La leyenda dice que al final de su vida Mithridates trató de cometer un suicidio utilizando veneno – después de haber sido derrotado por Pompeyo– pero a causa de su inmunidad tuvo que recurrir a un mercenario para hacerse atravesar con su espada. La inmunidad frente a las mordeduras de las serpientes, sin embargo, no es en vano. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, cada año se producen alrededor de 100.000 muertes por picaduras de serpientes y aproximadamente el triple de casos de amputaciones y discapacidad permanente.

Los efectos antienvejecimiento están todavía lejos de ser testados –aunque proliferen las cremas antiedad que dicen estar basadas en venenos de serpiente- , al igual que otros de los muchas propiedades vigorizantes o profilácticas de las que Haast o Ludwig hacen gala.

Recordar a los lectores que las mordeduras de serpientes venenosas pueden constituir emergencias médicas por parálisis grave de los músculos respiratorios, trastornos hemorrágicos potencialmente mortales, insuficiencia renal irreversible o grave destrucción local de los tejidos que requiera amputación o cause otras discapacidades permanentes. O dicho de otra manera, “no intenten hacer esto en sus casas”.

What snake venom makes to Blood

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Este post ha sido realizado por Lucas Sánchez (@Sonicando) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.

1 comentario

  • Avatar de Maubert Ávila

    Discúlpenme, pero más allá del notorio interés del artículo, y por ello mismo, considero necesaria una pequeña pero pertinente observación: al referirnos a las inoculaciones por acción de componentes anatómico-funcionales integrantes del aparato bucal de los animales involucrados -caso de las provocadas mediante los quelíceros de ciertos arácnidos o por obra de las piezas dentales especializadas de las víboras- en estos casos es preferible hablar de «mordeduras» mejor que de «picaduras». Este último término, sí es correctamente ajustable a la función ya sea predatoria o defensiva ejecutada por otro tipo de seres, tales los casos de las «picaduras» de abejas, avispas, escorpiones…

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