No son pocas las personas que desarrollan tareas de difusión social de la ciencia que se preguntan, con cierta preocupación, si esas actividades sirven para algo, si cumple, en realidad, alguna función social lo que hacen los divulgadores y los periodistas científicos. Voy a dar aquí respuesta razonada a esa preocupación y adelanto que esa respuesta es afirmativa, sin duda.
Empezaré advirtiendo de que no me interesa, a estos efectos, diferenciar eso que algunos llaman vulgarización de lo que se considera, propiamente dicho, divulgación, y que me voy a referir también a la información científica. Por lo tanto, y aunque soy consciente de que se trata de actividades diferentes, las trataré de manera conjunta. A los efectos de su función social no hay demasiadas razones para diferenciarlas o, al menos, así lo creo. Aunque el objeto de estas líneas es reflexionar acerca de los efectos y función social de la comunicación y divulgación científica, el análisis vendrá precedido de la presentación y descripción breve de los elementos que intervienen.
Los agentes
En las actividades de difusión de la ciencia participan agentes diferentes y con intereses distintos. No es que sea muy importante, pero conviene tenerlo presente. Están, por un lado, los divulgadores particulares. Muchos de ellos hacen divulgación científica por su cuenta y porque les gusta e interesa, aunque puedan estar adscritos a alguna institución como puede ser un centro de investigación o una universidad, por ejemplo. Otros son profesionales.
Lógicamente, también hay medios de comunicación. Están los generalistas, que de forma ocasional o sistemática incluyen en sus contenidos materias de carácter científico. Y también están los especializados, empresas cuyo objetivo es hacer negocio difundiendo ciencia y esa difusión normalmente se hace mediante libros o revistas. Por último, están las instituciones científicas, una de cuyas misiones, cada vez en mayor medida, es difundir la actividad que realizan, darla a conocer.
Contenidos
La difusión social de la ciencia incluye todo tipo de contenidos. Por un lado están los conocimientos básicos, temas que están firmemente establecidos, pero de los que la población tiene un conocimiento insuficiente o erróneo. Al difundirlos se pretende transmitir los fundamentos de la ciencia al público general.
También se difunden los resultados de las últimas investigaciones, sobre todo las más importantes o espectaculares. Comunicar este tipo de investigaciones persigue que el público que esté interesado tenga una información o conocimiento actualizado de las diferentes disciplinas. Normalmente se incluyen en este tipo de contenidos lo asuntos que nos resultan más llamativos en campos como biología molecular, neurociencia, cosmología, astronomía, biotecnología, nuevos materiales, etc.
Otros contenidos que suelen ser materia de difusión son aquellos que están en la base de las tecnologías de que disfrutamos en la actualidad. Puede ser porque al ser objeto de la experiencia cotidiana ese tipo de conocimientos despiertan mayor interés, o porque quienes se ocupan de la labor divulgativa buscan contrarrestar, por injustificados, argumentos contrarios al desarrollo y uso de determinadas tecnologías.
Por su cercanía con la experiencia cotidiana e intereses de la gente, se prestan especialmente a la difusión social, en cualquiera de sus vertientes, temas relativos a la naturaleza, el medio ambiente, la salud, la alimentación y similares.
Si alguno de los objetivos de las tareas de difusión es de índole formativa, también se divulgan cuestiones que podemos considerar parte de la cultura científica, como son historia de la ciencia, filosofía de la ciencia, o el llamado método científico. Este grupo no se presta tanto a ser tratado por medios de comunicación, sino que es más propio de divulgadores particulares o instituciones. Y muy relacionado con este aspecto, está la vertiente cultural del hecho científico, su valor intrínseco como herramienta para entender el mundo.
Las razones de la difusión de la ciencia
Si nos referimos a los divulgadores aficionados, la razón por la que se dedican a estas cosas es –creo yo- porque les gusta. Es una actividad creativa y es fuente de placer intelectual. El divulgador, para hacer bien lo que hace, debe entender lo que cuenta, y esa tarea de empaparse, digerir y explicar los hechos científicos es muy estimulante. Pero justo es reconocer que, aparte de que guste, a muchos, quizás la mayoría, también les mueve un interés genuino por promover la cultura científica y, en última instancia, la ciencia misma.
Los divulgadores profesionales, periodistas científicos y medios de comunicación divulgan e informan porque hay una demanda o, si trabajan para alguna institución, porque esa tarea se encuentra entre sus funciones. Este factor es muy importante. Del mismo modo que a unos nos gusta la literatura y la música, y a otros el fútbol, y en algunos casos estamos dispuestos a pagar por ello, también hay quien disfruta adquiriendo conocimientos científicos y hasta llegan a pagar por ello. Y esto es algo muy bueno.
Las instituciones realizan tareas de difusión social de la ciencia o la promueven por responsabilidad social o porque se encuentra entre sus funciones. Y en algunos casos –cada vez en mayor medida- porque esas instituciones consumen recursos públicos para generar conocimiento y entienden que deben dar cuenta a la sociedad del destino que dan a los fondos que reciben de ella.
En todos estos casos subyace la idea de que la difusión social de la ciencia contribuye a aumentar la cultura científica de la gente y eso, aparte de su evidente interés cultural, se supone que tiene también efectos sociales positivos. En este sentido, una vertiente de particular importancia es la capacidad del conocimiento científico para contrarrestar la superchería, pseudociencia o malos usos de la ciencia por parte de empresas o entidades de carácter social o político.
Los destinatarios
Lógicamente, el público general es el destinatario de las actividades de difusión social. Pero conviene introducir matices en esa afirmación. Porque hay mucha gente que no tiene el más mínimo interés en la ciencia y sus circunstancias. Y por otra parte, también hay gente que tiene intereses muy parciales. Le interesan algunas facetas de la ciencia o algunas aplicaciones, pero no todo.
Como he señalado antes, hay también muchas personas que están interesadas en la ciencia -cada vez más- y que son consumidores habituales de contenidos científicos. Pues bien, esos son los destinatarios más evidentes y de más fácil acceso. Son muy importantes porque, por así decirlo, son la base, los que garantizan con su consumo que haya una masa crítica que justifique, en cualquier caso, el esfuerzo que supone desarrollar este tipo de actividades. Y un segundo grupo de gran importancia son los profesionales de la enseñanza. Por las razones que se darán más adelante, éste debiera ser en el futuro el principal grupo de interés hacia el que dirigir los esfuerzos en la extensión del conocimiento científico a la sociedad.
Los medios
Los medios de difusión son de todos conocidos pero permítaseme un breve repaso, sólo a los efectos de poder valorar después sus posibles funciones diferenciadas.
Tenemos, por un lado, las publicaciones especializadas. Pueden ser tradicionales (libros y revistas) o menos tradicionales (publicaciones digitales) y pueden ser producto del trabajo amateur o profesional.
Aunque se pueden confundir o mezclar con las anteriores, también están los soportes audiovisuales en internet. La inserción de vídeos en blogs, los sitios de vídeos en internet, o los podcasts, son algunos de estos soportes.
Hay también conferencias y eventos basados en conferencias. La Cátedra de Cultura Científica organiza, por ejemplo, la Zientziateka, un programa de conferencias de frecuencia aproximada mensual; y son bien conocidos los eventos Naukas, en los que se ofrecen conferencias de corta duración durante una o varias jornadas completas. La transmisión, en directo o en diferido, de estos eventos a través de sitios en internet, aporta una capacidad de difusión mucho más amplia que el hecho presencial en sí. De ahí su importancia creciente.
También están los medios generalistas. Es cierto que esos medios, y sobre todo con la crisis que vive hoy el mundo del periodismo, dedican espacios muy reducidos a informar de temas científicos y en la mayoría de los casos esa tarea no corre a cargo de personal especializado. Pero son importantes, porque siguen siendo, sobre todo la televisión, la principal fuente de información de los ciudadanos.
Y luego están, en afortunada expresión de Xurxo Mariño, las emboscadas científicas. Estos son esas ocasiones en las que personas no necesariamente interesadas en ciencia se encuentran, sin esperarlo, ante un acto de divulgación científica. Puede ser una charla en un bar o una sección de ciencia en un programa generalista de radio o televisión. La gente, sin haberlo buscado, se encuentra recibiendo una información que, a veces, consigue captar el interés de la gente. Puede ocurrirle en el bar, o puede ser al conducir de vuelta del trabajo a casa.
Función social de las actividades de difusión de la ciencia
Llegados a este punto, es el momento de dar respuesta a las inquietudes o preocupaciones de quienes piensan -o temen- que las actividades de difusión social de la ciencia no consiguen su objetivo.
Evidentemente, hay que precisar de qué objetivo estamos hablando. Hay tres que parecen obvios. El primero es el de satisfacer esa demanda a la que me he referido antes. No creo que haya demasiadas dudas de que los aficionados a la ciencia cuentan hoy con múltiples oportunidades de acceder a contenidos científicos. Nunca se han editado tantos libros; no creo que nunca se hayan organizado tantos eventos de divulgación científica; y estoy seguro de que nunca ha habido tantas publicaciones, revistas y blogs, de carácter científico. Se estima que las personas interesadas en la ciencia representan del orden del 15% de la sociedad, por lo que ese pequeño pero significativo porcentaje se beneficia de las actividades de difusión dirigidas a ellos. Por lo tanto, esa función se cumple con creces.
El segundo es el de dar cuenta a la ciudadanía de las actividades de investigación y, en general, de creación de conocimiento, que desarrollan las instituciones científicas. Este objetivo seguramente se cumple sólo de forma muy limitada. Pero hay que tener en cuenta dos elementos. Por un lado, el mercado de la información es un mercado muy difícil. Es complicadísimo colocar en medios generalistas informaciones relativas a la actividad de las instituciones; además, no es fácil para personal sin formación específica dar el tratamiento e importancia debidas a ese tipo de contenidos. Por otro lado, sólo desde hace muy poco tiempo se han puesto las instituciones manos a la obra. Pero están empezando a hacerlo, y conforme se desarrolle esa función en mayor medida, su efectividad y alcance también aumentarán.
Y el tercero es el de aumentar la cultura científica de la ciudadanía, con sus consecuencias en lo relativo al rechazo de prejuicios anticientíficos, las supercherías, etc. Me parece evidente que esta tercera función es la que más dificultades comporta. Y esa es la razón por la que muchos divulgadores se muestran preocupados y hacen un juicio negativo de la efectividad y función de su tarea. Sin embargo, creo que en este asunto, la perspectiva es errónea o, dicho de otra forma, el foco no está bien dirigido. Porque, y esto es importantísimo, los agentes que condicionan el nivel de cultura científica que tiene la ciudadanía no son ni pueden ser los divulgadores o comunicadores científicos. Es el sistema de enseñanza. Es obvio. El principal agente de cultura, en general, y de cultura científica, en particular, es la educación. No podía ser de otra forma. Al lado de la instrucción formal, la incidencia que puedan tener otros agentes es muy pequeña. Aunque esto último también requiere algún matiz.
El matiz es doble. Por un lado, aunque es cierto que la divulgación científica, por sí misma y de forma directa, siempre va a tener una muy limitada importancia relativa, también es cierto que no es nula. En parte por lo antes dicho en relación con los aficionados a la ciencia. Y en parte, porque también se produce reclutamiento de nuevos aficionados, aunque sea de escasa entidad. Esto ocurre, sobre todo, gracias a las actividades de difusión que consisten en las emboscadas antes citadas; gracias a esas actividades siempre hay personas que sin tener de entrada ningún interés, lo adquieren, al menos en relación con determinados temas. Desde el punto de vista cuantitativo es poco, pero no es despreciable.
El otro matiz tiene que ver con una característica de la difusión de la ciencia, sobre todo la que se realiza en internet. Esa difusión funciona como un sistema de cauces subterráneos a través de los cuales circula mucha información y conocimiento pero que, de vez en cuando y por razones de lo más diverso, afloran al exterior. El conocimiento está ahí, se difunde, se mueve entre personas interesadas que lo consumen; normalmente no sale al exterior, pero en ocasiones lo hace y ejerce un cierto efecto. A título de ejemplo sirvan las anotaciones de denuncia de José Manuel López Nicolás sobre los malos usos que hacen ciertas empresas y sectores comerciales de la ciencia (etiquetados equívocos, cosmética engañosa, alimentos funcionales que no funcionan, etc.). Y otro buen ejemplo es el de José Miguel Mulet; al principio, cuando empezó a escribir en el blog, sus textos tenían escasa difusión, y ahora mismo acaba de publicar un libro sobre alimentación que va camino de ser un éxito editorial. Mención aparte merecen los eventos que organiza Naukas. Es cierto que la mayoría de los asistentes son aficionados a la ciencia, pero acaban teniendo el suficiente eco mediático (prensa, radio y, aunque en menor medida, televisión) como para conseguir que se acerquen personas que en principio no estaban interesadas en lo que allí se cuenta.
Llegados a este punto, es importante tener en cuenta el papel de internet en la difusión social de la ciencia. Por un lado, porque cada vez en mayor medida, en internet radica ese sistema de cauces subterráneos a través de los cuales circula conocimiento e información. El afloramiento al exterior se produce, en una medida creciente, desde el ciberespacio. Y por el otro, porque como muestran los estudios de percepción social de la ciencia, la red es la principal fuente de información de la gente joven -de quienes tienen menos de 30 años- y la tendencia es creciente. Por lo tanto, la red será pronto la principal fuente información científica. Y si nos referimos a la gente joven, ni siquiera tienen que producirse afloramientos hacia el exterior, son ellos los que entran en busca de conocimiento. Al respecto, es muy importante la presencia en un medio que se presta especialmente a la proliferación de bulos, supercherías, terapias milagrosas, etc. Es importante para combatirlas, por supuesto.
Antes de pasar a desarrollar el punto final de este mini-ensayo, quiero retomar la mención anterior del sistema de enseñanza para recordar un hecho que con frecuencia no se tiene en consideración. Los dos coeditores del Cuaderno de Cultura Científica hemos tenido constancia, y no de forma excepcional, de que los buenos productos de divulgación en la red constituyen una interesante fuente de material complementario para el profesorado de enseñanzas medias y bachillerato. Y también nos consta que una parte significativa de las personas que acuden a los eventos de divulgación científica son profesores de esos niveles. Este es un aspecto muy importante, pues es el nodo en el que se produce la conexión entre el mundo de la difusión social de la ciencia y el de la educación reglada. Si antes he señalado que el efecto que ejercen las actividades de difusión sobre la cultura científica de la ciudadanía es muy limitado, ahora debo también recordar algo: me he referido al efecto directo, que es el que muchos divulgadores y comunicadores tienen en mente al valorar la utilidad social de su tarea. Pero no suelen reparar en el hecho de que a través del sistema educativo, la actividad divulgadora puede tener efectos multiplicadores. No en balde, y como ya he señalado antes, es la educación formal la principal responsable de la cultura científica. Por esa razón me permito hacer una sugerencia: de cara al futuro es muy importante diseñar estrategias para que el personal docente de niveles preuniversitarios tenga conocimiento y acceso a la labor de difusión social de la ciencia que se está desarrollando.
Un efecto inesperado
Las actividades de difusión social de la ciencia tienen un efecto que no es evidente, pero de gran trascendencia: prestigian la ciencia y ayudan de ese modo a generar un discurso público favorable a la misma.
Este es un fenómeno al que no se le concede, a mi juicio, la debida importancia, que es mucha. La presencia social de eventos científicos y su aparición en medios de comunicación siempre es motivo para que aparezcan reflexiones relativas a la bondad de la ciencia, a sus efectos sobre el progreso, la salud y la calidad de vida de las personas. De esa forma es como ha ido creciendo el prestigio social de numerosos científicos y la consideración de la actividad a la que se dedican.
En realidad, ese es un fenómeno que depende, en cierto modo, de las actividades de divulgación e información por sí mismas, pero también, y quizás en una mayor medida, de la proyección hacia el entorno social y la presencia mediática de centros de investigación que han alcanzado un cierto grado de notoriedad.
Dos ejemplos paradigmáticos de lo que trato son el Museo de la Evolución Humana de Burgos, muy unido a las excavaciones de Atapuerca y al prestigio que han cosechado sus tres codirectores, y el Donostia International Physics Center, cuya consideración en la ciudad de San Sebastián, así como el prestigio de su Presidente, son indudables. Ambos casos tienen en común la gran importancia que conceden a la proyección social de sus actividades, el primero con el Museo y las visitas a las excavaciones, y el segundo con los eventos de comunicación de gran formato que organiza, aproximadamente, cada tres años. No incluyo en el lote a los Museos Científicos Coruñeses porque aunque los conozco, no tengo una experiencia tan cercana de lo que significan para la ciudad, pero estoy seguro de que se trata de un caso paralelo a los anteriores. Está claro que son casos singulares y que la mayor parte de la divulgación científica que se realiza es más modesta y tiene menos alcance. Pero no es menos cierto que es mucho más extensa, y sus efectos, por esa misma razón, son más difusos y, seguramente, menos inmediatos pero muy importante en su conjunto.
La importancia de que haya un discurso público favorable a la ciencia es indudable. El discurso antecede a la importancia que autoridades y clase política le conceden, y por lo tanto, a las decisiones de gasto. Está, por otra parte, claro que esas decisiones de gasto, al impulsar la actividad científica, también sirven para promocionar las actividades de difusión social, aumentar su presencia mediática y promover el interés de los ciudadanos por la ciencia y, en última instancia, su misma cultura científica. Es uno de esos círculos virtuosos que conviene que esté funcionando, cuanto más intensamente mejor.
Conclusión
Las actividades de difusión social de la ciencia son muy diversas en sus agentes, receptores, contenidos, medios, objetivos y resultados. Conforman lo que podemos definir como un verdadero sistema de la difusión social de la ciencia o como un subsistema dentro del sistema científico. Cada elemento cumple una función que es complementaria de las demás. Sus efectos son múltiples y de diferente intensidad y alcance, y lo que es más importante, unos se ejercen de forma directa y otros de manera más difusa o a través de intermediarios o vectores de transmisión, pero todos ellos, de una manera o de otra, acaban promoviendo la cultura científica en la sociedad. Ocurre, aunque a veces cueste percibirlo.
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Post scriptum: En Dixit Ciencia hay un ejemplo magnífico del afloramiento, al que he aludido en el texto, que se produce cuando información y conocimiento que circula en la red emerge a los medios tradicionales.
Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez es el coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU
Aitor Santisteban
Muy completo el repaso, cada vez es más necesaria la colaboración de todas las partes implicadas en la ciencia. Una sugerencia para el Cuaderno: ¿sería posible que incluyerais el widget para bajar los artículos en pdf? Algunos merece la pena descargarlos.
Carlos
¿Has probado readability?
Francisco
Excelente artículo.
En España hay una editorial que sólo (sólo) publica libros de divulgación científica: se llama FILARIAS y está en Extremadura. Ha publicado libros de genética, bioquímica, fisiología, matemáticas, química, física… Sobrevive por el tesón de su impulsor (Francisco Vinagre) porque nadie se acuerda de ella, ni las instituciones, ni los particulares, ni los interesados en la ciencia.
naia
Me ha gustado mucho cómo has enfocado y organizado el tema, cosa que no es fácil. Muchos puntos me han recordado a la charla que diste allá por junio en el Bizkaia Aretoa. Entonces y ahora otra vez he pensado en los directores, jefes de estudios y también en los propios profesores de los centros educativos, que tendrían que escucharte o leer estas líneas. Estoy segura de que les ayudaría a remodelar sus proyectos educativos y les daría nuevas ideas para abordar sus clases. ¿No habría alguna manera de que los departamentos de Educación o al menos el del Gobierno Vasco remitieran este «mini-ensayo» a los distintos centros educativos? El hecho de que no esté dirigido a ellos, pero que vean que constituyen un elemento clave en la difusión de la ciencia, creo que puede tener un efecto positivo. Yo, de momento, ya lo he mandado al centro de mis hijos.
Cultura Cientifica
Gracias, Naia.
Efectivamente, en esta anotación he puesto las ideas que expresé allí, algo más elaboradas, y cosas que dije en San Sebastián, hace un mes, en una presentación que hice en el campus de la Cátedra.
No, no hay manera de que el Departamento haga eso. Creo que no.
Pero vengo dandole vueltas a varias a esa cuestión y dos personas me han hecho propuestas en las que quiero pensar.
Gracias por el comentario.
Tom Wood Gonzalez
Un ensayo que todo el que vaya abordar el tema deberá leerse. Rapidito: Tres puntos en los que la comunidad de divulgadores científicos hispanos, o la democracia científica hispana; como la llamo yo, deben profundizar.
-Como hacer que los temas; por complejos que sean, lleguen a poder ser entendido por los niños. Mi idea es que trabajando para ello, veremos en vida, personas de mentes muy flexibles y fecundas; que es algo que la enseñanza a robotizado un poco. Y es lo que necesitamos, para seguir adelante, darle solución al zoológico de preguntas que le estamos haciendo a la naturaleza y conquistar el sistema solar en este siglo. (Lo que llamamos profesional, en una profesión: Profesional: el que hace lo que es difícil parar todos, muy fácil, y sin muchos esfuerzos.)
-Como traer más y más los conocimientos superiores (fresquitos), desde la educación superior a generales, de ninos y jovenes. Creo, que es mejor ir allí y a la vez, vincular a esos docentes a las universidades. Que científicos conocidos, divulgadores, patrocinen aulas específicas, para así romper el mito del científico loco y antisocial (en el mejor sentido). Mostrarle a las personas que son de carne y hueso, también. Cuantos dedican todos los meses unas horas a patrocinar un aula, donde hay niños con diferentes inclinaciones, TV, videojuegos, deportes, música, Dios,… Seria bueno que se dejaran tocar,…
-Y mi mayor preocupación con la divulgación ahora, y en la que pienso concentrar algunas armas; ya que las demás, antiguas, se han ido disipando, y parece que no se van a estancar. Por que, el movimiento de divulgación científica en españa, se ha fortalecido, y el resto de los científicos de habla hispana, de otros países; parecen seguir chupando de su cordón umbilical anglosajón? Por donde habrá que aguijonerlos para que respondan a esta necesidad social de su comunidad. Acaso ellos no tienen las mismas inquietudes, acaso seguirán siendo tan elitistas, que no pueden dedicar unas horas extras a verter sus conocimientos en un pequeño blog personal. Cuantos cientos de latinos hispanos no trabajan o colaboran con prestigiosas universidades de aquí de los EE.UU. Por que se muestran tan mezquinos. Cual es la deshonra científica, de ser divulgador? Ya no hay la excusa de que no saben bien la forma y el contenido para divulgar en espanol. Tienen como mínimo 4 años de trabajo sostenido de muchos científicos y entusiastas de la ciencia en españa. Ellos están abiertos a colaborar, son personas maravillosas. Acérquese, y estoy seguro que los ayudaran a evacuar los pesimismos y a encontrar sus propios estilos divulgativos. Es inconcebible, que el 80 % de potencial de la divulgación científica hispana, siga enquistado. Los divulgadores españoles están en el deber de estimularlos; por el bien de la ciencia hispana futura. Tal vez llevando a esos países algunos eventos estilo Nauka; con la colaboración de los ministerios de educación de esos países, universidades, y entusiastas. Habrá que meditar, como hacerlos despertar.
Tom Wood Gonzalez
Por último dos cosas más, una que que han quedado superadas; hasta en los comentarios (los comentaristas también han madurado): La sustitución de los localismos, que nadie fuera de tu región entiende; por un español más internacional. Y la otra; es que creo que la cacería y la pérdida de tiempo contra las seudociencia, debe ser sustituida, potenciando cada vez más,l lo que se expone en este ensayo con profesionalismo. Sigo diciendo que las personas creen porque quieren creer en algo (el acceso a la información es cada vez más libre, variado y fiable), sea lo que sea; tal vez su arquitectura cerebral tiene esa predisposición. La mejor forma de que nos entiendan; es atrayendolos respetuosamente al debate, no sensurandolos o marginandolos. Que en todo caso, los que nos marginamos somos nosotros por ser una minoría, y por demás pobre. Que ademas, sera la mejor forma de que fluyan cuantiosos recursos a la ciencias.
felix moronta
Muy oportuno tu comentario, Tom Wood Gonzalez, con respecto a la divulgación latinoamericana. Creo que me sobran los dedos de las manos al contar colegas que se hayan atrevido a divulgar. Espero que, además de contribuir con la alfabetización científica de hispanoparlantes, mi ejemplo sea seguido por más y más científicos.
Un saludo!
felix moronta
Para los que apenas estamos emprendiendo en esto de la divulgación, unas palabras como estas nos sirven de gran aliento para continuar.
Yo sé que la contribución que estoy haciendo, por minúscula que parezca, hará rendir frutos. Además, me divierto tanto escribiendo, pensando, estudiando, sobre mis post, así como engrosando cada vez más la lista de ideas a desarrollar. Yo estoy fascinado con este mundo.
Un gran saludo desde Venezuela!
Jean Sol Partre
Muy de acuerdo en lo que me corresponde como profesor.
Saludos
Edgar Redondo
Muy apreciado profesor Juan Ignacio Pérez, le escribe, desde Venezuela, Edgar Redondo, profesor de matemática, jubilado y ahora, más sosegado, con grandes deseos de divulgar la ciencia en mi país. El caso es que por acá no tenemos todavía la extraordinaria costumbre de hacer divulgación en ciencias como ocurre en España, lo cual constato a diario a través de la web.
Fue en esas lecturas diarias que encontré este interesante site, donde he podido leer en especial su artículo titulado “Sobre la difusión social de la ciencia y su función”.
Quisiera pedirle su autorización para compartirlo a través de una revista digital de distribución gratuita, proyecto que estoy comenzando a echar a andar, dedicada, fundamentalmente, a la ciencia y a la filosofía. De esta forma creo estoy poniendo mi granito de arena para tratar de popularizar la ciencia, así como el pensamiento crítico, cuya presencia en prensa y televisión en mi país es marginal, o nulo.
No está demás asegurarle que en la difusión de su artículo citaré la fuente y su autoría, lo cual, seguro, le dará mayor realce a la revista.
Agradezco su respuesta y muchas felicitaciones por su trabajo.
Desde Venezuela un gran abrazo y, de nuevo, felicitaciones.
Juan Ignacio Pérez Iglesias
Muy agradecido por su comentario. Por supuesto que puede reproducir el artículo donde y como le parezca, con la única petición de que cite la autoría y el medio en que se ha publicado originalmente.
Salud
Xurxo Mariño
Me ha gustado mucho el mini-ensayo, Iñako. Estoy completamente de acuerdo en que hay que poner un buen foco en las enseñanzas preuniversitarias. En Galicia, la asociación Divulgacción (que conoces bien) tiene precisamente un programa de charlas y actividades para ese ámbito; programa todavía humilde, pero con buena acogida.
¡Y gracias por la cita!; aunque no era necesaria 🙂
Juan Ignacio Pérez Iglesias
Gracias, Xurxo. Me alegro de que te haya gustado el mini-ensayo. Me gustaría montar por aquí algo similar a eso, pero de momento no llego. Y las citas, aunque sean innecesarias, para mí son obligadas. La paternidad de las ideas, cuando se recuerda, debe reconocerse.
Salud.
Laura Morrón
Iñako,
Muchas gracias por brillante ensayo que he guardado y releído varias veces. Me ha hecho reflexionar mucho sobre los objetivos, mis objetivos como divulgadora. Confieso que uno de ellos, como muy bien dices, tanto al dar a conocer los trabajos de los demás como al escribir en el blog, era aumentar la cultura científica. Sé de algunos casos concretos en los que lo he logrado.
Debo decirte que lo que has clasificado como respuesta a la demanda por parte de personas interesadas en las ciencias, también lo entendía como una manera de aumentar su cultura científica, de incrementar sus conocimientos e interés por la ciencia. Pero entiendo la clasificación que le das.
Con lo que también me quedo y subscribo totalmente es «Las actividades de difusión social de la ciencia tienen un efecto que no es evidente, pero de gran trascendencia: prestigian la ciencia y ayudan de ese modo a generar un discurso público favorable a la misma.»
Bueno, en realidad he subrayado muchas cosas.
Simplemente, gracias.
Massimo Di cesare
Muy certero el articulo e ilustra bien un tema que a todos los que nos apasiona la divulgación científica han pensado alguna vez (aunque aquí estoy cometiendo una falacia de generalización).
Por otra parte me alegra ver por aquí a 2 compañeros venezolanos. Pues yo también estoy iniciándome con un proyecto de divulgación, que espero logre un gran impacto pero lo cierto es, con que cambie la percepción de al menos 1 persona de la ciencia me doy por satisfecho
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Apreciado amigo Juan Ignacio.
Mediante la presente sólo quiero informarle que hoy, 29 de junio salió publicado tu artículo en la edición número 10 de mi Revista:
http://www.revistacienciayfilosofia.com.ve/
Agradeciendo tú extraordinaria colaboración para conmigo y mis lectores sólo que queda desear que ésta se repita.
Un gran abrazo desde la distancia…al otro lado del charco.
Post….Ahhh….Mucho te agradecería su difusión.
Tu amigo…
Edgar Redondo
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