La relación director de tesis-doctorando es tan larga, compleja y llena de conflictos y alegrías como un noviazgo. Lógicamente, al igual que una relación de pareja, solo funciona si está basada en la confianza y el respeto y ambas personas hacen un esfuerzo por ajustarse a las peculiaridades del otro. Dicen que la decisión más importante que uno toma en su carrera científica es con quién la inicia, quién es tu director o directora de tesis. No hay recetas ni trucos geniales para ello, pero quizá hay consejos que sí pueden aportar. Puesto que esa relación supone un compromiso intenso y extenso, porque va a marcar tus posibilidades de futuro y carrera investigadora, no se debería asumir a la ligera, uno debería pensar bien a quién quiere para que le dirija su tesis.
Lógicamente empieza por un interés por una disciplina, una asignatura, una línea de investigación. Y a partir de ahí hay que intentar encontrar a la persona más adecuada, a aquella que va a sacar lo mejor de nosotros mismos, que nos va orientar, que nos va a echar los rapapolvos que necesitemos —la dirección de tesis tiene a menudo un toque paternofilial— y nos va a enseñar las herramientas básicas de nuestra nueva etapa de formación, y no me refiero solo a los aspectos técnicos sino a navegar por el mundo académico y a avanzar por la escalera profesional.
Hay directores que eligen muy rigurosamente a sus doctorandos pidiéndoles dedicación, creatividad y pasión por la ciencia. Muchos buscan también características personales como que sean amables, educados, de buen carácter y que se integren con facilidad en el trabajo en grupo. Algunos son muy exigentes con las referencias previas y pedirán a alguno de los profesores que te hayan dado clase su impresión sobre ti, tus cualidades, tu capacidad de trabajo, tu forma de ser. Otros hablarán con los estudiantes del laboratorio que hayan sido tus compañeros o te conozcan de andar por la Facultad. Les preguntará cómo te ven, si creen que vas a funcionar y si te ven bien trabajando codo con codo con ellos. El nivel de exigencia va a depender lógicamente del número de solicitantes y el número de puestos de doctorando disponibles, que a su vez dependen de la financiación, el espacio y el tiempo para dirigir con que se cuenta.
Otros, por el contrario, siempre que dispongan de tiempo y dinero dicen que sí a todos los candidatos y establecen un período de prueba darwinista en el cual unos se adaptan y otros desaparecen. Es normal que si tras un par de meses las cosas no funcionan, se discutan los posibles problemas, cuáles son las expectativas de uno y otro y se establezca una fecha para ver si los problemas se han solucionado u optar por romper y que cada uno siga su camino.
En mi opinión un doctorando debe buscar un director que sea más que eso, que se convierta en su mentor. Debe tener medios suficientes para desarrollar el proyecto y eso incluye una financiación mantenida en el tiempo, debe tener habilidades científicas, sociales, técnicas y cualidades personales que te atraigan, debes intentar conocer la satisfacción de doctorandos previos, si los proyectos se terminaron a tiempo, si el director estuvo disponible, si se preocupó del futuro y el éxito de los suyos. Debes valorar el nivel de su investigación, dónde publica, cuánto publica, quién firma los artículos y en qué orden. Hay disciplinas donde se hace por orden alfabético pero lo normal es que el primer autor sea el responsable directo del trabajo, si es parte de una tesis, debería ser el doctorando que está haciendo esa tesis. Debes establecer una relación de confianza con tu director, debes ser capaz de pedirle ayuda y comunicarle malas noticias. También tú debes aportar tu parte que básicamente es trabajo, honradez y lealtad. Las tres cosas son importantes y necesarias. Los dos deben pensar que si funciona es una relación que se mantendrá años y, a menudo, décadas.
En algunos casos es evidente que la relación doctorando-director no funciona y quizá lo mejor es buscar una alternativa lo antes posible. Hay que intentarlo hacer de la manera más educada posible y generando la menor acritud. Si decíamos que esa relación director-doctorando se parece a un noviazgo, esto sería una ruptura temprana sin llegar a mayores.
Algunas cosas que los directores se preguntan:
- ¿Trabaja lo suficiente?
- ¿Genera buen ambiente dentro del grupo?
- ¿Respeta al resto de sus compañeros?
- ¿Ha demostrado lealtad y confianza?
- ¿Se limita a cumplir un horario o demuestra interés?
- ¿Falta a reuniones importantes?
- ¿Hace caso en lo que se le aconseja?
- ¿Demuestra iniciativa, ideas propias, creatividad?
Algunas cosas que los doctorandos se preguntan:
- ¿Me dedica tiempo cuando lo necesito?
- ¿Me ayuda cuando tengo un problema?
- ¿Me estimula para hacer mejor mi trabajo?
- ¿Me fío de su consejo y de sus directrices?
- ¿Me siento en buenas manos?
- ¿Me respeta?
- ¿Es éste un buen grupo para progresar en mi carrera científica?
Los dos tiene que asumir que son personas diferentes, de generaciones diferentes en la mayoría de los casos y que sus intereses, su forma de ser, su escala de valores no tienen porqué coincidir. Un director puede echar de menos las cualidades que él tenía de doctorando pero debería valorar las que sí tiene esa persona, algunas de las cuales él probablemente no las tendría. El doctorando debe entender que su director tiene su propia carrera, su propia familia y que atenderle a él es una de sus obligaciones pero no la única y a menudo no la más urgente. La responsabilidad de conseguir los medios está normalmente en manos del director pero el doctorando debe darle munición y la más habitual es conseguir buenos resultados y publicarlos juntos en buenas revistas.
Una fuente de conflictos puede ser esta autoría de los artículos científicos. Sucede en ocasiones que el doctorando piensa que él lo ha hecho todo y sucede en ocasiones que el director considera que el doctorando le trajo una piedra (de una cantera de su propiedad) y él hizo con ella el David de Miguel Ángel, convirtiendo un material en bruto en una obra de arte. Hablarlo previamente, repartir tareas y establecer los criterios de una posible publicación puede ayudar a evitar problemas muy desagradables.
Mucha gente piensa que ayuda en esa relación establecer una agenda, con reuniones periódicas y en cada reunión objetivos concretos. Es importante que las dos partes hablen, que en el ámbito de su investigación se traten más como colegas que como un jefe y un subordinado. Es importante que el doctorando diga lo que desee, exprese sus dudas y sus preocupaciones y que su director escuche y considere cuidadosamente esos puntos de vista. Es necesario también que el doctorando entienda que la palabra director significa « el que dirige».
Además de las reuniones periódicas es importante tener una política para problemas inesperados. También es importante que sean inesperados de verdad. No es bueno que vayas a pedir a tu director una carta de presentación el día que termina un plazo cuando es algo que sabías desde hace semanas. Muchos temas se pueden solucionar con una llamada telefónica o un correo electrónico. Aunque el director siga una política de puertas abiertas, es conveniente estar seguro de que no interrumpes nada y respetas tú también su trabajo como quieres que él respete el tuyo.
En la universidad no hay ningún título superior al de doctor. Hacer la tesis es una de las épocas más bonitas de la carrera académica —a pesar de los malos ratos— y dirigir una tesis una de las experiencias más gratificantes para un profesor —a pesar de alguna persona que no se merezca el tiempo dedicado. Al final, como decía al principio del artículo, es una relación que tiene mucho emocional y Carl Jung dijo que «uno recuerda con aprecio a sus maestros brillantes, pero con gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos». ¡Gracias, Pepe!
Este post ha sido realizado por José Ramón Alonso (@Jralonso3) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
makilakixki
De la lectura del articulo, que en lineas generales me parece correcto, pareciera que la relacion etre director y doctorando es simetrica. Nada mas lejos de la realidad. Esta asimetria o desigualdad es un factor clave en la relacion director-doctorando y obviarla supone ignorar uno de los factores clave no solo de esta relacion en particular, sino en general de todas aquellas donde se da una situacion de jerarquia. Un saludo.
Teresa Valdes-Solis (@tvaldessolis)
Os oigo/leo hablar de escoger a vuestro director de tesis a ti y a Pedro Etxenique en sus conferencias y no sé si es porque hice la tesis en el CSIC pero lo de «escoger a tu director de tesis» es una indicación que siempre me ha parecido difícil (prácticamente imposible) de llevar a cabo. La gente que llega al CSIC viene por dos vías principalmente, una porque tiene un expediente brillante y alguien le «capta» para que pida una beca predoctoral tipo FPU o similar de las CCAA o porque alguien ofrece un contrato pagado con fondos de los proyectos que al final busca un poco el mismo objetivo, conseguir a una persona que posteriormente sea capaz de conseguir su propia financiación personal. Así que lo que se busca es un expediente académico brillante, y cuanto más mejor, nada más. Por el otro lado, cuando uno acaba la carrera y vislumbra la posibilidad de trabajar en un centro de investigación en el que posiblemente no conoce a nadie lo que quiere es un empleo, y no se va a poner a indagar sobre si el que ofrece el sueldo es mejor/peor investigador o persona. La gente que nos llega a nosotros puede o no querer hacer la tesis, pero lo que no puede es estar haciendo una tesis sin cobrar.
Por otro lado claro que estoy de acuerdo con vosotros en cuál es la actitud ideal de un director de tesis y la relación que se debe mantener con un doctorando. Pero para los investigadores que no tenemos docencia, iba a poner que solo hacemos investigación, pero sería más preciso decir investigación + papeleo (mucho papeleo) los investigadores en formación o predoctorales son casi imprescindibles para el desarrollo de los proyectos y ante la penuria de la financiación que tenemos estamos imposibilitados para escoger al candidato más adecuado para el grupo, que no siempre es el que tiene mejor expediente, tenemos que intentar conseguir a toda costa alguien que se pueda mantener por sus medios (léase conseguir una beca personal), porque ni siquiera las becas asociadas a proyectos son fáciles de conseguir, y además no coinciden con la duración de los proyectos (lo cual es un sinsentido adicional). Yo caí en el grupo en el que hice la tesis de casualidad. Tuve una suerte inmensa porque es un grupo pequeño en el que todos trabajaban y trabajan en el laboratorio y que hace una investigación muy seria, a mi juicio, claro. Pero podía haber caído en otro sitio y tal vez no estaría donde estoy ahora, pero mi capacidad de elección en ese momento era bastante limitada…
El director de tesis y su doctorando
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Adrian
Y para los que acabamos de salir del máster y no tenemos un expediente brillante como hacemos eso de elegir director? No optamos a becas, solo se miran las notas, no el rendimiento de trabajo que hemos dado durante años en los laboratorios mientras hacíamos nuestros proyectos (estos si, con notaza). Siempre igual, mirando expedientes que no reflejan nada mas que la capacidad para tragarse textos y vomitarlos, no para aprender y ser critico.
Lo único que podemos hacer es repartir curriculums a todos los directores de tesis cuyas investigaciones nos atraigan y que de milagro tengan sitio y financiación, cosa que hoy por hoy es imposible, es una perdida de tiempo.
2 años de negativas lleva este postgrado con nota «buena» (no tener una nota excepcional no tiene porque suponer ser menos capaz, muchas factores pueden influir en los ~4 años que tardas en graduarte) en la carrera y notas excepcionales en máster y proyectos.
Esta situación hace que se pierda la esperanza en este país, en el modelo educativo y en la forma en la que la sociedad ve a los recién salidos del horno, somos un papel con un numero. Ya ni las cartas de recomendación sirven.
Perdonen mi tono, pero sulfura la situacion.
Àlex Méndez Feliu
Yo recuerdo perfectamente que en los primeros días de empezar, hace ya casi catorce años, dos personas diferentes me comentaron, «ah, trabajas con X, entonces no te peocupes, que acabarás la tesis sí o sí». Claro, entonces no lo entendí.
No entendí que «acabar la tesis» fuera algo difícil. Vamos, no sabía que hubiera tan alto grado de abandono, ni mucho menos me podía imaginar que la mayoría de los abandonos fueran debidos a mala relación con el director o a que, simplemente, muchos empezaban el doctorado sin un tema definido ni un director, y al final del segundo año se encontraban sin una cosa ni la otra, y con sólo dos años de beca restantes para publicar papers y escribir la tesis.
Yo tuve suerte, yo no busqué a mi director de tesis, simplemente nos encontramos, vimos que queríamos trabajar en los mismos temas, y en tres meses conseguimos la beca y empecé.
Y mis compañeros tenían razón. Terminé. Cinco años y tres meses después, pero terminé.
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[…] A José Aijón, el director de tesis que siempre aspiraré a ser La relación director de tesis-doctorando es tan larga, compleja y llena de conflictos y alegrías como un noviazgo. Lógicamente, al igual que una relación de pareja, solo funciona […]
Hitos en la red #45 | Naukas
[…] existe libertad de elección al elegir al director de tesis?”, consecuencia de la lectura de El director de tesis y su doctorando por JR […]
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[…] “ A José Aijón, el director de tesis que siempre aspiraré a ser La relación director de tesis-doctorando es tan larga, compleja y llena de conflictos y alegrías como un noviazgo. Lógicamente, al igual que una relación de pareja, solo funciona” […]
SAUL J. ESCALERA
El proceso tutorial o de asesoría de tesis doctoral es, tal vez, el más
importante para que el trabajo de investigación avance o se estanque. A
menudo, cuando se confronta con una situación o problema difícil,
inesperada o confusa en su trabajo de investigación, al tesista le
asaltan dudas y se hace una serie de preguntas, tales como: ¿qué está
ocurriendo aquí?, ¿será que tengo la figura clara?, ¿será que tengo
razón en esto, o será que hay otra forma de ver las cosas?, ¿he pensado
en todas las posibilidades para aclarar la figura?, ¿qué tipo de
información necesito para considerar tales posibilidades?. Otras veces,
no siempre puede comprender los resultados que obtiene y surgen las
preguntas: ¿qué significado tienen los resultados que estoy
obteniendo?, ¿conozco lo suficiente acerca del problema y estos
resultados que tengo?, ¿qué datos necesito para explicar los resultados,
y dónde los puedo encontrar?, ¿he tenido experiencias similares en el
pasado? ¿cuál es la mejor forma de manejar esta situación? y otras más.
Para desarrollar la habilidad de responder a todos estos
cuestionamientos — que en realidad son producto de la inseguridad e
inexperiencia profesional — el tesista debe reconocer que necesita de la
ayuda idónea y la palabra autorizada de un profesional experimentado y
conocedor del proceso de realización de una tesis doctoral — el asesor o
tutor de tesis; es decir que un tesista no es totalmente independiente
como quisiera serlo cuando está realizando su tesis doctoral, siempre
necesitará del consejo y la guía de un profesional calificado que le
ayude a resolver problemas o reducir los escollos que se le presentan en
el curso de su trabajo de tesis. El asesor de una tesis doctoral —
comúnmente llamado tutor en Bolivia — es un ente facilitador del
aprendizaje, desarrollador del pensamiento crítico del tesista,
retándolo a aprender y mostrándole el camino donde se encuentran las
respuestas a sus interrogantes. En este proceso, es el tesista quien
debe ser el actor principal, el tutor entra en escena sólo en el caso de
que exista un desvío grande entre el objetivo del proyecto y los
resultados obtenidos. Finalmente, un buen tutor optimiza las
oportunidades de aprendizaje del tesista por descubrimiento propio.
(Extractado del Capitulo 7: El Proceso Tutorial de la Tesis
Universitaria», del Libro «Técnicas de I&D en Ciencias y Tecnología»,
Edición 2006 del Autor: SAUL J. ESCALERA, Ph.D. Profesor Emérito,
Universidad San Simon, Cochabamba, Bolivia).
Cómo se forma un neurocientífico
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