El 23 de noviembre de 1944, la 2ª División Blindada de la Francia Libre bajo el mando del general Leclerc, adscrita al 2º Ejército de Estados Unidos de George Patton, entró en Estrasburgo, expulsó al ejército alemán y liberó la ciudad (allí estaba la famosa Novena Compañía del Ejército de Leclerc formada por republicanos españoles). De inmediato y tal como establecía el protocolo habitual, varios grupos del ejército francés entraron en diferentes instituciones de la ciudad en busca de pruebas y testimonios sobre la ocupación. Entre otros, entraron en el Instituto de Anatomía de la Universidad de Estrasburgo y, en el sótano, encontraron decenas de cadáveres, completos o desmembrados, cuidadosamente conservados en alcohol.
No había pasado un mes desde la llegada de Leclerc cuando, el 17 de diciembre, comenzaba sus averiguaciones una comisión de oficiales médicos cuyas órdenes eran investigar posibles crímenes de guerra en relación con los cuerpos humanos encontrados en el sótano del Instituto. Pronto descubrieron que la colección pertenecía a August Hirt, profesor de Anatomía y director del Instituto.
August Hirt había nacido en Mannheim el 28 de abril de 1898. Fue voluntario en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial, herido gravemente en el rostro en 1916 y condecorado. Inició sus estudios de Medicina en la Universidad de Heidelberg y se doctoró en 1922 con una tesis sobre el sistema nervioso simpático en reptiles. Fue profesor de Anatomía en la Universidad de Greifswald en 1936.
En los años siguientes contribuyó con hallazgos significativos al desarrollo de la microscopía de fluorescencia y fue el autor del concepto de epifluorescencia. Participó, entre 1925 y 1932, en el diseño, para Zeiss, de un microscopio de fluorescencia para la observación de tejidos vivos. Ideó y construyó el prototipo con Philipp Ellinger, líder del proyecto, en la Universidad de Düsseldorf, y lo patentaron en Estados Unidos con sus nombres (el texto se puede encontrar en internet). Pero Ellinger era judío y en 1933 fue expulsado de su puesto en la universidad. Hirt renegó de su amistad y de la colaboración con Ellinger y no volvió a tratar con él. Ellinger tuvo que emigrar a Inglaterra donde continuó su carrera científica hasta su muerte en 1952. Desde 1933, August Hirt, en su curriculum, se citaba como el único diseñador y constructor del microscopio que había patentado con Ellinger.
Hirt tiene, hasta 1940, un buen curriculum de investigación, con 27 artículos publicados sobre sistema nervioso, sistema excretor, cáncer, vitaminas, localización de bacterias en tejidos vivos y, como he comentado, microscopía de fluorescencia. Todavía en el siglo XXI se citan de vez en cuando estas publicaciones, sobre todo las que tratan del sistema nervioso y de la microscopía de fluorescencia. Hasta la década de los sesenta las citas eran más numerosas, en revistas alemanas e, incluso, en algún famoso y muy utilizado libro de texto de Histología. Hirt siguió investigando, a su manera, como veremos más adelante, pero a partir de 1940 no volvió a publicar ningún trabajo. Por esta época, se afilia al Partido Nazi y en la Segunda Guerra Mundial alcanza el grado de Obertsturmführer en las SS y, en 1941, el de Sturmbannführer. En 1942 ingresa en la Ahnenerbe, organización que describiré más adelante.
[Advertencia del editor: Si bien los hechos que se narran están perfectamente comprobados y su conocimiento puede contribuir a que no se vuelva a repetir algo similar, a partir de este punto el texto puede herir la sensibilidad de algunas personas.]
También en 1941 es nombrado director del Instituto de Anatomía de la entonces llamada Reichsuniversitat (Universidad del Reich) de Estrasburgo. En los años de guerra, Hirt, junto a Wolfram Sievers, de la Ahnenerbe, y Sigmund Rascher, médico en el campo de concentración de Dachau y colaborador de Josef Mengele, y con la coordinación de Adolf Eischmann, planeó y realizó experimentos con los prisioneros del campo de concentración de Natzweiler-Struthof, situado cerca de Estrasburgo. En particular, su labor principal fue organizar la recogida de cuerpos para la colección del Instituto de Anatomía. En el sótano en el que entraron los hombres de Leclerc había 86 cadáveres y, de ellos, 29 eran de mujeres. El análisis forense certificó la presencia de 17 cadáveres intactos y 166 fragmentos pertenecientes a, por lo menos, otras 64 personas.
En 1933, la manía de Himmler por las pseudociencias y por las investigaciones raciales le había llevado a fundar Ahnenerbe o “Herencia de los Antepasados” que, desde 1935, se dedicó a estudiar todo lo relacionado con la “raza nórdica indo-germánica” (¿recuerdan las películas de Indiana Jones?). Da una idea de sus objetivos el nombre completo de la institución: “Herencia de los Antepasados – Sociedad de Estudios para una Prehistoria Espiritual”. Es evidente por qué Hirt solicitaba fondos y prisioneros a través de la Ahnenerbe y de su director, Wolfram Sievers.
Hirt pretendía crear una colección de cuerpos de judíos para las generaciones futuras, cuando esa raza hubiera sido exterminada por completo. En concreto, y en solicitud fechada en febrero de 1942, Hirt pide cráneos de comisarios soviéticos judíos y escribe, con el habitual lenguaje burocrático, que “Asunto: Recepción de cráneos de comisarios judeobolcheviques para fines científicos en la Universidad del Reich de Estrasburgo”, y justifica la petición explicando que “Disponemos de una amplia colección de cráneos de casi todas las razas y pueblos, sin embargo, de la judía solo tenemos unos pocos ejemplares… La guerra en el frente del Este nos proporciona una ocasión para superar esta deficiencia; ahora tenemos la oportunidad de obtener este material científico, los cráneos de comisarios judeobolcheviques, que representan el prototipo del espécimen subhumano repulsivo pero característico… y tenemos la oportunidad de obtener evidencias tangibles y científicas de ello.”
Además solicita fondos para construir un nuevo microscopio con el que hacer observaciones en vivo. La carta llevaba dos notas adjuntas. En la primera, que se ha perdido, detallaba la nueva técnica microscópica, derivada de la que había desarrollado en sus investigaciones antes de la guerra. En la segunda nota, que se conserva, da instrucciones detalladas a la Wehrmacht y a la Policía Militar de cómo localizar, identificar, tomar datos antropólogicos, ejecutar a los comisarios con lo que llama, con cínico eufemismo, “muerte inducida que no produzca daños en la cabeza”, separar su cabeza y enviarla a Estrasburgo en un recipiente sellado con líquido conservante.
El sueño de Hirt era desarrollar una nueva disciplina, la Anatomía de las Razas. Quiere reunir en su museo muestras de la especie humana y su ausencia total de respeto hacia los hombres que considera inferiores le ofrece, en medio de la guerra, la oportunidad de conseguirlo. Hirt propone y la Ahnenerbe, Sievers y Himmler, con la ayuda de Rascher y la organización de Eichmann, disponen. El fantasma de la ciencia se convierte en cruel realidad.
Además de las instrucciones para conseguir los cráneos de los comisarios, y en coordinación con Rascher y Eichmann, Hirt organizó el traslado de reclusos, elegidos por ser judíos, desde otros campos de concentración hasta el de Natzweiler-Struthof, donde eran ejecutados, con cianuro y en la cámara de gas, por el jefe del campo, Josef Kramer. Este, que fue capturado por los aliados, lo cuenta así en los interrogatorios:
A principios de 1943, recibo los 80 internados destinados a ser suprimidos con la ayuda del gas que me había enviado Hirt. Comencé por llevar a la cámara de gas, una tarde hacia las 4, y con la ayuda de una camioneta, un primer grupo de unas 15 mujeres. Les dije que debían pasar por la cámara de desinfección, y les oculté que iban a ser asfixiadas. Ayudado por algunos SS, les hice desnudarse y entrar en la cámara de gas. Cuando cerraba la puerta, comenzaron a gritar… Di la luz del interior de la cámara con un conmutador externo… y observé lo que ocurría en el interior, medio minuto, y después se derrumbaron.
Los cuerpos se conservaban en Estrasburgo hasta que Hirt procedía a separar la cabeza y obtener el cráneo; siempre ordenaba destruir lo que quedaba de los cadáveres. Es posible que estos cadáveres, o quizá otros ejecutados de la misma manera, fueron los encontrados en el sótano del Instituto de Anatomía. Hirt también ordenaba destruir los tatuajes que identificaban a los prisioneros de los campos de concentración. El único cadáver con tatuaje fue rápidamente identificado como el del polaco Menahem Taffel. El médico francés Henri Henripierre, ayudante a la fuerza de Hirt, fue quien destruyó los tatuajes, pero los memorizó, los apuntó y guardó los datos durante años. Por cierto, algunos de estos cadáveres serían utilizados, sin saberlo los estudiantes, en las prácticas de disección de Anatomía cuando los estudios de Medicina se reanudaron después de la guerra.
Unas semanas antes de entrar Leclerc en Estrasburgo, Hirt huyó. Poco antes, su mujer y su hijo de 15 años habían muerto en un bombardeo aéreo aliado. Meses después se entregó al alcalde de Schönenbach, cerca de Friburgo, en Alemania. Y el 2 de junio de 1945 volvió a desaparecer; hay quien asegura que se suicidó y otros, en cambio, creen que se esfumó entre los miles de refugiados que entonces recorrían Europa. Como tenía doble nacionalidad, alemana y suiza, en este último país estuvo en busca y captura hasta 1959. En Metz, Francia, fue juzgado en rebeldía en 1953 y condenado a muerte.
Los cargos contra Hirt procedían de tres hallazgos: la carta que he mencionado con las instrucciones para ejecutar comisarios soviéticos judíos; los 86 cadáveres encontrados en el sótano del Instituto de Anatomía; y, en tercer lugar, las preparaciones histológicas encontradas en la Facultad de Medicina de la Universidad de Estrasburgo, descubiertas también al entrar las tropas de Leclerc en la ciudad. Sobre las 54 preparaciones encontradas, el profesor Christian Champy, uno de los mejores histólogos franceses de la época, hizo un informe que trastornó el mundo de la Medicina, incapaz de creer que algún médico pudiera cometer tales atrocidades.
Tras la liberación, el doctor Reisler, junto con la policía francesa, registró las dependencias a cargo de Hirt en la Facultad de Medicina y encontró una serie de preparaciones de testículo humano así como varios cadáveres en los que faltaba un testículo. El doctor Henry Henripierre contó que le habían ordenado hacer las preparaciones histológicas del testículo izquierdo de los cadáveres. Cuando las preparaciones fueron encontradas estaban hechas hacía poco tiempo y los materiales utilizados todavía estaban frescos. Champy y Reisler redactaron un informe que se leyó en la sesión de la Academia de Medicina celebrada el 1 de mayo de 1945 (el 7 de mayo, Alemania se rindió a los aliados y terminó la guerra en Europa).
Son 54 preparaciones que provienen de, al menos, siete individuos. Las lesiones que se observan indican que son consecuencia de inyecciones en el testículo de sustancias tóxicas o irritantes. Por el estado de las lesiones, las inyecciones se han hecho entre ocho días y varias semanas antes de la muerte del sujeto. En la hipótesis más favorable, es decir, suponiendo que las inyecciones se han puesto con anestesia, las lesiones producidas han tenido que ser muy dolorosas. El resto de los tejidos están en buen estado, lo que implica que la persona fue asesinada para tomar la muestra en el momento que se consideró oportuno. Dos de los testículos provienen de dos adolescentes de entre 13 y 15 años. Nunca se ha conseguido averiguar la finalidad de estos experimentos. Otra vez el fantasma de la ciencia se hace cruel realidad.
Referencias:
Aumüller, G. & K. Grundmann. 2002. Anatomy during the Third Reich. The Institute of Anatomy at the University of Marburg, as an example. Annals of Anatomy 184: 295-303.
Champy, C.R. & Risler. 1945. Sur une série de prétarations histologiques trouvées dans le laboratoire d’un proffeseur allemand. Expériences faites sur l’homme au camp de Sruthof. Bulletin de l’Académie de Médecine 16-17-18: 263-266.
Deischmann, U. 1996. Biologists under Hitler. Harvard University Press. Cambridge, Massachusetts. 468 pp.
Uhlmann, A. & A. Winkelmann. 2014. The science prior to the crime – August Hirt’s career before 1941. Annals of Anatomy doi: 10.1016/j.aanat.2014.10.001
Wechsler, P. 1991. La Faculté de Médecine de la Reichuniversität Strassbourg (1941-1945) à l’heure nationale socialiste. Tesis Doctoral. Université Louis Pasteur de Strasbourg. 244 pp.
Sobre el autor: Eduardo Angulo es doctor en biología, profesor de biología celular de la UPV/EHU retirado y divulgador científico. Ha publicado varios libros y es autor de La biología estupenda.
redhead
Al menos en el caso del doctor Josef Mengele, se puede argüir, en favor de la ciencia, que como investigador fue menos que mediocre. Que la carta blanca para investigar no sirve para hacer hallazgos fuera de lo común.
El caso de August Hirt
[…] El caso de August Hirt […]
Las razones del asesino – Cuaderno de Cultura Científica
[…] encontrados en el sótano del Instituto. Pronto descubrieron que la colección pertenecía a August Hirt, profesor de Anatomía y director del […]