Al mirarse en un espejo, no se ven con los mismos ojos un joven y un adolescente, una chica y un chico. Mucha gente -mujeres, sobre todo- se ve más gorda de lo que realmente está. Según los resultados de la investigación sobre trastornos de la conducta alimentaria (TCA) realizada por la psicóloga Lorea Kortabarria, los chicos tienen una percepción más real de su peso que las chicas. Las chicas se alimentan mejor, pero tienen una peor percepción de su peso: se ven más gordas de lo que realmente son. Sin embargo, Kortabarria cree que la diferencia entre chicos y chicas tenderá a decrecer, ya que cada vez más chicos padecerán trastornos alimentarios, debido a la presión publicitaria sobre la propia imagen.
Los trastornos alimentarios más comunes y más conocidos son los siguientes: el no especificado, la bulimia y la anorexia. Dichos trastornos han sido el eje central de la investigación para su tesis, Variables asociadas a los trastornos de conducta alimentaria, de la que resalta lo siguiente a modo de conclusión principal: «Las chicas, por lo general, pesan menos que los chicos, pero como se ven más gordas de lo que en realidad son, quisieran pesar menos; en cambio, sus hábitos alimenticios son mejores que los de los chicos». Por otra parte, las chicas hacen más dietas que los chicos, y no se sienten tan a gusto como estos con su propio cuerpo, según la citada investigadora.
Los chicos, por su parte, «quisieran ser más altos de lo que son, y tener un índice de masa corporal (IMC) mayor. Por lo que a la autoestima se refiere, es mayor que la de las chicas», señala Kortabarria. En cuanto al nivel de felicidad, no hay diferencias apreciables entre ambos sexos, según esta investigación. La depresión, por último, no se ha utilizado como variable predictiva en este estudio.
Con los años, «disminuyen entre las chicas los hábitos alimenticios saludables, pero, por lo demás, apenas hay diferencias entre aquellas y los chicos», afirma Kortabarria. Por otra parte, «serán cada vez menores las diferencias entre chicas y chicos por lo que a los trastornos relacionados con la alimentación se refiere, ya que también a los chicos se les ‘exige’ un cuerpo más perfecto», según la autora del estudio. En opinión de Kortabarria, las tendencias de unas y de otros se irán homogeneizando, y se propagarán también entre los chicos problemas que hasta ahora solo se daban entre las chicas: ansiedad, depresión… «He visto llorar a muchos chicos que creían que pesaban demasiado», señala Kortabarria.
El citado estudio propone las siguientes soluciones contra los trastornos de la conducta alimentaria: programas de prevención y/o de intervención en la enseñanza, la familia y en la sociedad en general. Para poner en marcha dichos programas, deben tomarse en cuenta las variables predictivas de los factores de riesgo que pueden llevar a jóvenes y a adolescentes a desarrollar un trastorno alimentario: la obsesión por estar delgada o delgado, la bulimia y el no sentirse a gusto con el propio cuerpo.
Según este estudio, el mayor riesgo de padecer un trastorno de conducta alimentaria lo presentan los siguientes grupos: los que tienen una percepción errónea de su propio peso, es decir, aquellos que, pese a tener un peso adecuado, creen que pesan demasiado; los que tienen peores hábitos alimenticios; los que más dietas no saludables hacen; los que menores índices de autoestima y de felicidad tienen, y aquellos que tienen una puntuación mayor en las variables clínicas (depresión, ansiedad, ira…).
Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por UPV/EHU Komunikazioa
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