¡Salvad a la hija!

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En la India si el primer hijo de la pareja es una niña, es más probable que el segundo sea un niño. Sin embargo, si el primero es un niño, la probabilidad de que el segundo hermano sea de uno u otro sexo es la misma. Eso no obedece a que algún extraño fenómeno demofisiológico controle el sexo de los hijos en aquel país. No hay ningún misterio en esas proporciones. Lo que hay son abortos selectivos. De fetos femeninos.

En algunas zonas de la India ya era relativamente común el infanticidio femenino en el pasado. Las chicas requerían una dote que no estaba al alcance de todas las familias y recaía en los varones la responsabilidad de hacerse cargo y cuidar de los padres. A partir de la década de los setenta, sin embargo, el infanticidio dejó paso a la selección prenatal del sexo, selección basada en su identificación mediante amniocentesis y en la interrupción del embarazo de los embriones femeninos. Y esa práctica se aceleró de forma notable en la década de los noventa gracias a la generalización del uso de ecografías. El fenómeno no se circunscribe a ese país, pues está muy extendido en el continente asiático, pero quizás de ningún otro se cuente con información tan rigurosa.

Según estimaciones realizadas mediante cuidadosos análisis estadísticos, entre 1991 y 2001 se realizaron cuatro millones de abortos de fetos femeninos en la India, y entre 2001 y 2011, seis millones más. El aborto es legal en ese país, aunque no lo es la selección prenatal del sexo, pero esos datos indican que no por no estar permitida deja de practicarse. Es más, aunque está prohibida la publicidad de clínicas que proporcionan información acerca del sexo de los fetos, ello no representa ningún obstáculo: el personal que identifica el sexo del feto en la imagen generada mediante ultrasonidos ni siquiera necesita expresarlo de forma explícita, basta con recomendar a los padres que compren ropa de bebé de un determinado color. Y hasta en los pueblos en que no hay agua potable, puede conseguirse una buena ecografía.

En una sociedad normal, hay 95 niñas por cada 100 niños. En la India en 2001 había 93 niñas por cada 100 niños, y 91 en 2011. Lo más probable es que ese desequilibrio no deje de aumentar en los próximos años. Al ritmo actual, en 2021 habrá menos de 90 niñas por cada 100 niños. Ante ese panorama, el gobierno ha destinado 14 millones de euros a una campaña que se desarrolla bajo el eslogan “Salvad a la hija”.

Pero al margen de las consecuencias demográficas, me parece que el aspecto más problemático del fenómeno es que la mayor parte de los abortos se practican cuando los fetos tienen cinco meses, ya que las ecografías permiten detectar el sexo en el cuarto mes de embarazo. Conviene recordar que a partir de la decimotercera semana los encefalogramas de los fetos empiezan a mostrar algunos signos de actividad neuronal y que a partir de la vigesimosegunda, el encefalograma presenta una actividad reconocible, que empieza a parecerse a la de un recién nacido.

Mucho se especula con la posibilidad de que en un futuro relativamente próximo, pueda llegarse a practicar una suerte de moderna eugenesia haciendo uso de técnicas de ingeniería genética. A nadie se le escapan las implicaciones éticas de tal posibilidad. Y sin embargo, los abortos selectivos de fetos femeninos son una forma de eugenesia de significado e implicaciones de orden jurídico y moral de muy superior rango que los de la simple selección de un conjunto de caracteres deseados.


Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU

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Este artículo fue publicado el 15/3/15 en la sección con_ciencia del diario Deia

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