Tres eran tres

Fronteras

Ciencia, política y sociedad forman un trío bastante mal avenido. En realidad, es un cuarteto, porque los medios de comunicación son también parte fundamental en esta fiesta. Científicos, políticos, periodistas y sociedad juegan a las parejas, intercambian acompañantes, hacen tríos dejando de lado a uno o, la mayoría de las veces, juegan cada uno por su propio interés en una especie de duelo de espadachines a cuatro manos.

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Como en todas las relaciones, los problemas vienen en muchos casos del desconocimiento de los intereses, virtudes, intenciones de la otra parte, y de la desconfianza. Cada uno se cree mejor que el otro, cada uno cree que los demás son los malos y él es el llanero solitario de la razón y el saber hacer.

En todo esto he estado pensando al encontrarme con una serie de artículos publicados en el 2013 y 2014 por The Guardian que, de alguna manera, intentaban hacer de terapeuta de pareja, acercar a las partes. Primero fueron los científicos los que explicaron las “20 cosas que los políticos necesitan saber sobre la ciencia” (Top 20 things politicians need to know about science) y después fueron los políticos los que aportaron su visión del conflicto con “ 20 cosas que los científicos deben saber sobre la acción política” (Top 20 things scientists need to know about policy-making | Chris Tyler).

El tercero en entrar en la consulta fue el “público”, de la mano de Roland Jackson, director de Sciencewise, quien expuso a las otras partes “Las 12 cosas que tanto políticos como científicos deberían saber sobre el público” ( 12 things policy-makers and scientists should know about the public | Roland Jackson).

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No soy ni científico ni político, pero sí soy “público” y de esa lista de Roland Jackson creo que hay cinco cosas fundamentales que todos los científicos deberían saber cuando hablan de “público”, “gente” o “sociedad”.

1.- No hay un público. No se puede decir “la sociedad” o “el público” y asumir que toda la gente es exactamente igual. Hay multitud de públicos, todos muy diferentes. Algunos están por descubrir y hay que ir a buscarlos, encontrarlos y dar con la manera de conectar con ellos para transmitirles la información e implicarlos poco a poco en el mundo científico y en la política científica.

2.- La gente no es tonta. Es una constante en nuestro día a día (sobre todo en las redes) encontrarnos con opiniones claramente descalificatorias hacia la sociedad, la gente, el “público” en general. El panorama es descorazonador e invita a dar por supuesto que la mayoría de la audiencia potencial es tonta. Es cierto también que aquellos que tienen opiniones sin base científica encuentran en nuestros días un altavoz para sus ideas en las redes y son mimados por los medios de comunicación. Se le da mucha más cancha a la opinión impactante y falsa de un curador prodigioso del cáncer, un conspiranoico de los transgénicos o las vacunas, que a las opiniones de los científicos. En cualquier caso, la culpa de esto es de todos. Los científicos, por no haber sabido ganar la batalla a los pseudocientíficos y charlatanes en el campo de la comunicación, los medios por dar cabida a estas voces y los políticos por no combatir ciertas actividades que resultan claramente perjudiciales y peligrosas. ¿Qué culpa tiene el público? Mucha. Hay mucha gente que se cree esas actitudes, que no las pone en entredicho… pero también hay muchísimas personas a las que esos personajes les parecen charlatanes peligrosos. ¿Por qué no se les oye? ¿Por qué no se oye a la gente que no cree esas cosas? La gente no es tonta, pero está callada.

3.- La gente no es acientífica ni antitecnológica. En cualquier encuesta de percepción social de la ciencia, ésta sale siempre muy bien valorada. Nadie (casi nadie) dice estar en contra de la ciencia. Cualquiera (casi cualquiera) es capaz de ver que vivimos mejor que hace 50, 100 o 150 años gracias a la ciencia y sus avances. La sociedad valora la ciencia, pero también se preocupa por sus posibles consecuencias peligrosas y en este aspecto los agoreros acientíficos que vocean peligros inexistentes, manipulan estudios y alertan sobre conspiraciones han ganado a la ciencia la batalla de la comunicación.

4.- El público puede tener preguntas que no se les hayan ocurrido a los científicos. O puede hacer preguntas que sí se les hayan ocurrido, pero encuentran sus respuestas insuficientes, demasiado técnicas, llenas de jerga y por tanto inservibles. El contacto con el público, la divulgación ante distintas audiencias, puede hacer que los científicos vean sus ideas desde otro ángulo o que descubran que sus respuestas son insuficientes, o están mal formuladas. Una vez más, suponer que la sociedad es incapaz de aportar nada… es tener el prejuicio de que “la gente es tonta”.

5.- “Si crees que el diálogo es caro, prueba el conflicto”. Esta frase que aparece en el artículo de The Guardian es muy gráfica y refleja mucho de lo que está ocurriendo actualmente en nuestra sociedad. Políticos y científicos se enfrentan en campañas encarnizadas por muchos temas de base científica: el cambio climático, las vacunas, los cultivos transgénicos, la energía nuclear, el efecto invernadero…, etc. El público, la sociedad, asiste a ese enfrentamiento desde la barrera, sintiendo que tendrá que tomar partido por uno de los bandos pero sin sentirse parte del problema, ni de la discusión, ni de las futuras decisiones a tomar. Para la ciencia ese conflicto sale carísimo, porque tiene todas las de perder. La política cuenta con armas (no siempre muy legítimas) y con un altavoz para sus opiniones, del que carece la ciencia. Quizás acercarse a la sociedad y dialogar con ella sin prejuicios ni ideas preconcebidas le saldría más barato y seguramente sería mucho más eficaz.

No todos somos, ni podemos ser, políticos o científicos, pero todos en algún momento somos “público”. Es bueno no olvidarlo cuando nos toca ser la otra parte de la pareja: ayuda mucho a entender y ponerse en el lugar del otro.

Sobre la autora: Ana Ribera (Molinos) es historiadora y cuenta con más de 14 años de experiencia en el mundo de la televisión. Autora de los blogs: Cosas que (me) pasan y Pisando Charcos.

2 comentarios

  • Avatar de Phoenix_alx

    Muy de acuerdo peeerooo a partir del punto 2 no se está cayendo en el error que menciona en el punto 1 =. Es decir «La gente no es acientífica ni antitecnológica.» bueno habrá gente que si y gente que no. «La gente no es tonta» buenooo depende de que persona. Y así con todo

    Gracias por tu artículo ^-^

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