Hace unas semanas, el 25 de julio, cumplió 37 años Loiuse Brown aunque es más conocida como ‘el primer bebé probeta de la historia’. Es curioso que algo tan común hoy en día, como es la reproducción asistida, sea tan reciente ¿verdad? Se ha asimilado con tanta normalidad y conocemos a tanta gente que ha acudido a ella que parece que haya existido siempre.
Es un ejemplo más de los grandísimos avances científicos acontecidos en los últimos tiempos gracias a la apuesta por la investigación básica y a las inversiones en ciencia, entre otras cosas. Como que la Iglesia haya sido apartada de un mundo al que durante siglos había puesto freno y echado marcha atrás.
Y es que pensamos en el renacimiento y en Leonardo Da Vinci como si todos los inventos y adelantos hubiesen llegado de ese momento. Si bien se trató de un periodo histórico sin precedentes y de una figura digna de admiración, hoy en día la ciencia avanza a pasos agigantados.
Volviendo al tema de la reproducción asistida, se han desarrollado técnicas que permiten concebir hijos a personas que antes solo disponían como opción de la adopción: la inseminación artificial, la fecundación in vitro, la microinyección espermática, la transferencia de embriones criopreservados… No obstante, llama la atención que haya sido posible alcanzar todos esos avances mientras todavía no se conoce el mecanismo biológico por el cual un espermatozoide fecunda un óvulo.
Cuando estudiamos reproducción sexual en el cole o nos lo cuentan nuestros padres (¿esto pasa de verdad?) la teoría parece sencilla: un óvulo es fecundado por un espermatozoide, se forma el cigoto y listo. Y así es, pero los científicos no saben qué lleva a que un espermatozoide sea el que gane la carrera y no otro, ni siquiera qué es lo que hace que el espermatozoide se interese por entrar en el óvulo.
El reconocimiento espermatozoide-óvulo es un momento crítico en la fecundación y, dadas las altas tasas de parejas con problemas de fertilidad, el conocimiento a nivel celular y molecular del proceso de la fecundación, en el que trabajan numerosos grupos de investigación, abrirá el camino hacia la comprensión de patologías que afectan a los gametos y que se encuentran entre las causas de los fallos de la fecundación.
Pero claro, teniendo en cuenta que la investigación con células reproductivas humanas conlleva un amplio debate ético, se está tratando de desarrollar modelos alternativos de los que obtener información extrapolable y aborda este reto mediante diferentes estrategias.
Por ejemplo, una de ellas consiste en clonar las proteínas que forman parte de la denominada zona pelúcida (que rodea al óvulo) para posteriormente adherirlas a unas esferas de níquel simulando un óvulo con núcleo metálico. De este modo se pueden crear varios modelos dado que las proteínas se pueden combinar de distintas maneras, generando modelos de óvulo distintos. Posteriormente esos modelos se incuban con espermatozoides a fin de determinar cómo se comporta ante cada una de las combinaciones. Otro enfoque persigue desarrollar matrices tridimensionales en las que hacer crecer las proteínas clonadas del óvulo. En caso de lograrlo, sería como desarrollar zonas pelúcidas sintéticas que permitirían llevar a cabo multitud de pruebas que hasta ahora no es posible y así desentrañar los misterios de la interacción óvulo-espermatozoide.
Por el momento, la creación de esferas “rebozadas” con proteínas de la zona pelúcida ha resultado una línea exitosa dado que el equipo que trabaja en ello ha creado cuatro construcciones diferentes de esferas que, además, son de fácil manejo y esto es algo positivo para el uso industrial porque al ser estructuras sintéticas se evita el manejo de células vivas y todos los problemas que conlleva. Por otro lado, el proyecto de las matrices tridimensionales es más complicado porque todavía la tecnología este tipo de matrices va avanzando y es muy importante encontrar la matriz que pueda adaptarse mejor a sus necesidades: que se forme la matriz y que permita su análisis. La mayor ventaja es que una vez que tenga la técnica del proceso descrito no será muy complicado llevar el mecanismo a humanos.
Así que la respuesta a de dónde vienen los niños ya la tenemos y si todo marcha bien, en poco tiempo sabremos por qué.
Sobre la autora: Maria José Moreno (@mariajo_moreno) es periodista
Javier
solo un pero, el apunte sobre la Iglesia, ¿a que viene? muy fuera de lugar.