Los intentos de conseguir que los ordenadores realicen tareas inteligentes han permitido abordar los procesos cognitivos humanos desde una nueva perspectiva y, en algunos casos, comprender mejor la psicología humana. Por otra parte han provocado también una revolución en la filosofía de la mente e incluso del pensamiento ético, que ha tenido su reflejo también en distintas obras literarias y cinematográficas.
Lo que la inteligencia artificial no ha conseguido es la aparición de métodos más fáciles de programar ordenadores o de técnicas de escritura de estos programas libres de errores; y eso que ambas cosas cuentan con un importante incentivo económico.
Tampoco ha generado un gran conjunto de programas que sirvan de referencia de lo conseguido. De forma paradójica, probablemente porque tan pronto los investigadores en inteligencia artificial perfeccionan un programa capaz de realizar una tarea que una vez se consideró que requería de inteligencia humana, pasa ser considerado como no importante ni clasificable como perteneciente al campo de la inteligencia artificial.
Así, a principios de los años cincuenta los científicos consideraban que el que un programa consiguiese jugar al ajedrez a un nivel competente (lo que se suele conocer como de jugador de club) sería equivalente a introducirse en los entresijos de la inteligencia humana. Para 1996 un programa de ajedrez basado en un ordenador específico de IBM, Deep blue, derrotaba al campeón del mundo y los programas comerciales capaces de poner en aprietos a un maestro internacional se vendían a precio de videojuego. Por tanto, los investigadores dejaron de considerar al ajedrez como importante. Tres cuartos de lo mismo pasó con los programas capaces de reconocer la escritura manual cuando las empresas de mensajería incorporaron la firma en una pantalla táctil como acuse de recibo, o las tiendas para los pagos con tarjeta.
Hay una rama de la inteligencia artificial que ha tenido un cierto éxito comercial: los llamados sistemas expertos. Los sistemas expertos consisten en grandes cantidades de datos sobre un tema específico, diagnóstico médico, por ejemplo, más una serie de reglas adquiridas a base de informaciones provenientes de especialistas en ese tema, en nuestro ejemplo médicos experimentados. El sistema resultante es capaz de actuar igual de bien, y en algunos casos mejor, que un médico medio a la hora de emitir un diagnóstico en función de síntomas y datos analíticos.
El sistema experto ficticio más famoso sea quizás HAL 9000, de la película de Stanley Kubrik 2001: Una odisea en el espacio (1968). Este sistema era capaz de diagnosticar fallos y sugerir reparaciones de la nave en la que viajaba. Hasta hace tan solo una década una de las características de HAL 9000, la capacidad de entender la voz humana y responder a ella se consideraba terreno aún de la ciencia ficción, cosa que hoy día realiza cualquier teléfono “inteligente” de gama media.
Hay sin embargo una característica de HAL 9000 que aún hoy nos sigue pareciendo lejana y difícil de conseguir, además de más propiamente humana: la “crisis emocional” de HAL 9000 sugiere la existencia de una mente que ningún sistema actual está próximo a conseguir. De hecho hay discusiones puramente teóricas de si un sistema así de emotivo se puede construir.
La inteligencia artificial se sigue resistiendo a una definición precisa a pesar del indudable progreso que el campo ha provocado durante las últimas décadas. Y si bien se esperan muchas cosas de él, sobre todo cuando se considera las potencialidades de la computación cuántica, es posible que su principal contribución a la sociedad sea más enseñarles a los humanos más cosas sobre ellos mismos, que los beneficios prosaicos de la tecnología de ordenadores.
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En la serie Apparatus buscamos el origen y la evolución de instrumentos y técnicas que han marcado hitos en la historia de la ciencia.
Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance
David
«Lo que la inteligencia artificial no ha conseguido es la aparición de métodos más fáciles de programar ordenadores o de técnicas de escritura de estos programas libres de errores;»
Esto es simplemente falso, se avanzado mucho en lenguajes de programacion, aunque quizas a lo que te refieres es a que la inteligencia artificial no es el campo que mas a contribuido a ello.
«La inteligencia artificial se sigue resistiendo a una definición precisa»
Te sugiero que mires los trabajos de Marcus Hutter y Jurgen Schmidhuber sobre universal artificial intelligence y su formalizacion, que son pasos importantes en esta direccion.
.Masgüel.
«Los intentos de conseguir que los ordenadores realicen tareas inteligentes han permitido abordar los procesos cognitivos humanos desde una nueva perspectiva y, en algunos casos, comprender mejor la psicología humana.»
¿Qué casos?.
Gracias.
busgosu
Construir un aparato que imite al ser humano en su inteligencia, implica conocer como es el ser que se quiere imitar, y también los limites para crear algo semejante.
Y esto último es una pista para saber lo que se desconoce del propio ser humano.
.Masgüel.
«Construir un aparato que imite al ser humano en su inteligencia, implica conocer como es el ser que se quiere imitar»
No.
busgosu
No tengo contra-replica con argumentos, a un replica sin ellos
.Masgüel.
Porque me temo que tu contrarréplica invoque al Maligno.
Construir máquinas inteligentes no justifica el computacionalismo en psicología. La computadora es una metáfora. Si olvidamos este punto, se convierte en un despropósito teórico.
busgosu
Masgüel
Construir maquinas inteligentes no implica que haya un paralelismo con mente humana, estoy de acuerdo. Pero estudiar la forma de construir inteligencia, no significa que no se aprenda algo de nuestra propia mente y cognición.
ricard
Imagina que en un futuro relativamente lejano llegamos a dominar en su totalidad el espacio-tiempo. En ese escenario conocemos la tecnología para inmaterializarnos, podemos cuánticamente teletransportarnos y aparecer en el otro extremo del Universo literalmente de la nada. Por supuesto nuestra tecnología (ves a saber cuál) es capaz de analizar casi infinitas variables de información en una fracción de segundo, lo cual consideramos que es de mucha utilidad.
En ese futuro podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que nos hemos mimetizado con el espacio-tiempo, que nos hemos convertido casi, casi en dioses del Universo.
Ahora bien, resulta que sin ir tan lejos las plantas ya pueden hacer eso. A través de un proceso (que en fondo desconocemos) las plantas sintetizan la luz o, en otras palabras, crean materia de la nada. Además este proceso lo realizan de una forma natural, sin tener que razonar y, por supuesto, sin necesidad de apelar a conceptos técnicos o sofisticados.
¿Somos más listos que una planta? ¿Existe realmente la inteligencia? ¿Sólo la física es ciencia? ¿Aumentar la capacidad de procesamiento de información es sinónimo de evolución?
Lo único cierto es que hablar de inteligencia con un sentido definido es un absurdo en sí mismo; No hay diferencia en hablar de inteligencia artificial o inteligencia militar, ambas son un contrasentido en sí mismo.
Por lo tanto, hablar de inteligencia artificial es hablar de una especie de «fantasma», un objetivo imaginario que queremos alcanzar, pero que realmente no existe en realidad. No es nada diferente a lo que haría un medium o un vidente tratando de definir un espíritu «presente»…
¿Cómo podemos hablar de inteligencia artificial si ni siquiera sabemos cómo funciona la nuestra? ¿Me das alguna respuesta?
busgosu
Ricard el espacio-tiempo no es una realidad del universo, sino que es un sistema de referencia o modelo para observar la realidad. Pero por lo general el modo utilizado para asomarse a observar el universo, se convierte en su realidad.
De hecho la relatividad es una teoría que pertenece y depende del modo observacional espacio-tiempo.