Coche autónomo: ¿modelo ascensor o avión?

Naukas

Hace unos días se publicó que la tecnología de vehículos autónomos está en el pico máximo del ciclo Gartner sobre tecnologías emergentes.

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Hay muchos debates entre los científicos y en la sociedad sobre la bondad de esta prometedora tecnología, y principalmente sobre dilemas éticos que se plantean en el caso que el robot tenga control absoluto durante la circulación. Pero este artículo va de otro tipo de dilema, sobre el cual Google parece que ya ha tomado una decisión.

Vayamos poco a poco:

Aunque no seamos conscientes, en nuestras vidas están totalmente integradas dos máquinas/vehículos autónomos: los aviones y los ascensores. También hay algunos modelos de trenes autónomos, pero centrémonos en los otros dos.

La mayor parte del viaje en avión es controlada por un piloto automático. Se puede desconectar, y entonces los pilotos dirigen la nave de manera manual. Probablemente habrá de todo, pero la preocupación principal de la gente al volar es despegarse del suelo; no que el avión lo controle una persona o una máquina.

Los ascensores existen desde el siglo XVIII y uno de los primeros se estrenó en 1743 en el Palacio de Versalles para Luis XV. No fue hasta finales del siglo XIX cuando se crearon los ascensores eléctricos, pero al principio todos ellos estaban manejados por un operador del ascensor. Este oficio requería cierta experiencia y habilidad, y consistía en manejar totalmente el ascensor: ascenderlo y descenderlo a determinada velocidad y ocuparse de detenerlo en el piso que quisieran las personas. Y obviamente, había fallos.

De hecho, desde que los ascensores se comenzaron a implantar en las ciudades para el público general, la sociedad tuvo miedo de ellos. En 1889 la empresa Muzak instaló melodías suaves en los ascensores como intento para que la gente se animara a montarse en ellos.

A partir de los 60, la electrónica fue masificándose y eso llevó a los operadores de ascensor a un papel meramente anecdótico y fueron desapareciendo. El ascensor pasó a ser controlado únicamente por quien lo quería usar. Aún así, la gente seguía siendo reticente, y se recurrían a abuelas montadas con niños pequeños en el ascensor y manejando los botones para que la gente viera que era una máquina fiable.

Ha llovido mucho desde entonces y ahora esta historia suena a chino en nuestros días. Por más historías desagradables que nos puedan contar sobre ascensores, lo vemos como un invento totalmente integrado en nuestras vidas y vemos normal el panel de mandos que incorpora: unos botones para elegir el piso, un botón de alarma y uno de parada. Es decir, en caso de que no te fíes del control autónomo del ascensor, solo tienes la opción de pararlo. No es como en los aviones, donde se puede desconectar el control autónomo y tomar el control total de la nave.

¿Entre estas dos opciones, cuál es la que ha elegido Google para su coche autónomo? En este vídeo del gigante de Internet se puede ver una primera impresión de unas cuantas personas:

Como se puede ver, el coche no tiene volante, pedales, ni palancas. Solo hay un botón grande de emergencia entre los dos asientos, tal y como se ve en la siguiente foto:

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Por lo tanto, Google ha apostado por el control tipo ascensor. Ellos argumentan que si pusieran pedales y volante, los viajeros podrían tener la sensación psicológica de que va a ser necesario usarlos y permanecerían en tensión todo el trayecto.

Yo creo que habrá más razones, como ahorros de coste. No es necesariamente la solución final, ya que tras los desarrollos técnicos los coches han de pasar estrictos controles de seguridad y homologación para poder circular por las carreteras y considerarse seguros. La normativa siempre va por detrás de la última tecnología en el mercado.

Pero volviendo al botón de emergencia, Google ha comenzado haciendo una propuesta de cómo se imagina el control humano sobre esta máquina. Solo se podría circular con navegación autónoma y lo único que puede hacer el viajero es elegir el destino y detener el coche. Los únicos botones extra que están ahora mismo contemplados son para las ventanillas o el aire acondicionado, las cuales no son tareas relacionadas con la conducción. ¿Estamos volviendo a repetir la historia del ascensor?

Este post ha sido realizado por Julián Estevez (@Jeibros) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.

4 comentarios

  • Avatar de Pedro Tarrafeta

    Una breve reflexión desde otro punto de vista y es que el modelo elegido tiene también mucho que ver con la fórmula de comercialización prevista del vehículo.

    Perdón si me extiendo un poco más de la cuenta. En un sistema económico se producen diversos tipos de bienes y servicios. Si nos centramos en los bienes (de momento) vemos que existen bienes de consumo inmediato (o perecedero como una manzana) y bienes de consumo duradero (una bombilla o un coche). El bien de consumo inmediato no tiene otra forma de comercializarse que la propia venta del bien. A nadie se le ocurre alquilar una manzana. Sin embargo en los bienes de consumo duradero la alternativa existe: yo puedo comprar el bien (un coche o una fotocopiadora) o puedo adquirir «los servicios» que ese bien presta durante un tiempo. Los coches son alquilables y las fotocopiadoras de hecho prácticamente nunca se compran ya: las tenemos en las oficinas y pagamos por copia u otro sistema similar.

    El coche es y ha sido un producto de consumo duradero que mayoritariamente hemos optado por comprar. Los costes de transacción inherentes al alquiler (seguro, entrega, recogida, desplazamiento al lugar de entrega o recogida, etc.) nos llevan a preferir tener un coche en propiedad aunque esté la mayor parte del tiempo aparcado y que en muchas ocasiones se quede obsoleto con un número de kilómetros muy inferior a los que podría haber realizado. Los taxis optimizan costes también pero depende del contexto (no es lo mismo Nueva York que Aldeanueva de Ebro).

    Sin embargo el coche autónomo es distinto. El coche autónomo puede recogerme y dejarme en mi casa. El coche autónomo puede tener un seguro propio. Una flota de coches autónomos me permiten no adquirir un vehículo y disponer de él cuando lo necesite (tal vez estableciendo tarifas más caras en hora punta y mucho más baratas en otros momentos). Un parque de vehículos de este tipo significa muchos menos coches (estarían mucho más tiempo circulando que aparcados), etc. Creo que Google sabe que el coche NO lo va a vender. Sus usuarios estarán suscritos a un servicio donde una «cápsula» los recogerá y los dejará en los lugares y tiempos convenidos. Entiendo que en un servicio de este tipo, como quien toma un autobús o un tranvía no sentiremos ninguna necesidad de ponernos al volante, al final… no es «nuestro coche» sino un taxi sin conductor.

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