Los once presos que dieron la razón al primer epidiemólogo español

Naukas

Pueden llamarlo el «mal de la rosa», «escorbuto alpino», «enfermedad de Saint-Aman» o «lepra asturiana» (italiana y de Lombardía también vale), entre otros. Todas son la misma afección alimenticia, la pelagra (de «pelle», piel, y «agra», áspera), nombre que fue sugerido por el italiano Francesco Frapolli, en su obra «Aniimadversiones in morbum vulgo pellagram» (Milán, 1771). [1]. Las distintas denominaciones se debe a que esta enfermedad aparecía en distintas zonas y, ni se conocía muy bien su origen, ni se establecía una clara relación entre ellas. Se pensaba en una enfermedad infecciosa. Antes de que el italiano acuñara el término, fue el médico español Gaspar Casal Julián (1680-1759) quien luchó contra esta idea. De hecho, la primera descripción de la enfermedad aparece en su obra póstuma «Historia natural, y medica de el Principado de Asturias» (Madrid, 1762) [2].

Historia natural y medicina del Principado de Asturias» (Madrid, 1762)
Historia natural y medicina del Principado de Asturias» (Madrid, 1762)

La hipótesis

En la primera mitad del siglo XX más de tres millones de estadounidenses se vieron afectados por lo que puede considerarse una epidemia de pelagra. Más de 100.000 muertes que achacaron a algún germen o toxina que portaba el maíz [3]. En 1914 el Servicio de Salud de Estados Unidos encargó un estudio al epidemiólogo Joseph Goldberger (1874-1929) un estudio sobre la pelagra, pues la situación estaba descontrolada. Seleccionó doce prisioneros de una cárcel de Misisipi, dispuestos a realizar el experimento a cambio del indulto. Fue descartado uno de ellos por tener prostatitis. Parecían estar libres de pelagra, así que los sometió a una dieta para inducirla: la hipótesis de partida es que la enfermedad aparecía a causa de la dieta. En concreto restringió sus comidas a sémola de maíz, champiñones, repollo, batatas, arroz, col y café solo con azúcar.

Cinco meses después observó los síntomas típicos de la pelagra en seis de los presos. Estuvieron en contacto con un grupo de control, ninguno de este segundo grupo desarrolló la enfermedad, así que se descartaba la hipótesis infecciosa. Goldberger publicó sus resultados hace ahora un siglo, el 12 de noviembre de 1915 [4]. Y, con estos resultados, la hipótesis de Gaspar Casal era correcta: la pelagra era debida alguna carencia en la dieta, no a un agente infeccioso.

Joseph Goldberger
Joseph Goldberger

La causa

Es cierto que Goldberger no supo identificar qué carencia es la que producía la pelagra, aunque acorraló un poco más la enfermedad. No fue muy tomado en serio en su momento, aunque abrió una vía de investigación. De hecho, en 1937 el bioquímico norteamericano Conrad Arnold Elvehjem (1901-1962) descubrió que la niacina (vitamina B3) curaba la pelagra en perros. Un año después se confirmó en humanos: la pelagra se debe a la carencia de vitamina B3. Y remite con la ingesta de dicha vitamina, así de sencillo.

Molécula de niacina
Molécula de niacina

El collar de Casal

Muchos son los síntomas de la pelagra, a menudo se habla de la «enfermedad de las tres des»: diarrea, dermatitis y demencia. La dermatitis es el síntoma más llamativo. En propias palabras de Gaspar Casal, «otro signo es la aparición de una aspereza costrosa de un color ceniciento oscuro en la parte anteroinferior del cuello que, a guisa de collar, se extiende de un lado a otro de la cerviz, sobre las clavículas del pecho y la extremidad superior del esternón […]». Hablaba de lo que se conoce hoy como «collar de Casal». Hoy Casal es considerado el primer epidiemólogo español y el primero en describir «el mal de la rosa», un bonito homenaje que uno de los síntomas reciba su nombre.

El "mal de la rosa"
El «mal de la rosa»

Este post ha sido realizado por Eugenio Manuel Fernández Aguilar y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.

Referencias

[1] Fanzago, Francesco Luigi, «Sulla pellagra. Memorie» (Padua, 1815).

[2] Consultable en la Biblioteca virtual del Gobierno de Asturias: http://bibliotecavirtual.asturias.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=2645

[3] Bollet, A. «Politics and Pellagra: The Epidemic of Pellagra in the U.S. In the Early Twentieth Century», The yale Journal of Biology and Medicine 65 (1992), 211-221.

[4] Goldberger, J., Wheeler, G. A., «Experimental pelagra in the human fubject brought about by a restricted diet», Public Health Reports Vol. 30, nº. 46 (noviembre 1915), 3336-3339.

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