Si algún día estáis visitando Londres y paseáis de compras por la populosa Picadilly Street, quizá os apetezca asomaros a una de las bocacalles que se abren antes de llegar a Green Park para visitar uno de los lugares más emblemáticos, y aun así más desapercibidos, de la Historia de la literatura y la ciencia. También os advierto que en la actualidad apenas queda nada de aquel mítico número 50 de Albemarle Street, sede de la Editorial John Murray, salvo una pequeña placa en la pared de un bloque de apartamentos ahora dedicados a viviendas particulares.
Autores como Jane Austen, Lord Byron o Herman Melville publicaron sus trabajos bajo el sello de la familia Murray. Exploradores y aventureros como David Livingstone, Henry Walter Bates o Francis Leopold McClintock narraron sus viajes por la selva, el desierto o el polo entre sus páginas. Y cómo no, naturalistas y científicos como Charles Lyell o Charles Darwin cambiaron el mundo con las obras más polémicas y famosas publicadas en aquella época.
El 24 de noviembre de 1859, en una nubosa mañana típica del lugar, aparecía la primera edición del Origen de las especies de Charles Darwin. Tan solo se pusieron a la venta 1250 ejemplares que se esfumaron ese mismo día ante la sorpresa del propio editor.
A partir de aquí el carrusel de nuevas ediciones, impresiones y traducciones del texto a docenas de idiomas fue imparable e hizo que la Teoría de la selección natural se extendiera como un reguero de pólvora por todo el mundo en apenas unos años.
El 07 de enero del año siguiente (1860) salió una segunda edición y aparecieron las primeras de Alemania, Holanda y Estados Unidos. En 1861 Murray ya iba por la tercera edición original y nuevos países se iban uniendo a su traducción. Algunos como Alemania, Suiza o Rusia incluso ofrecían dos ediciones por esta época.
¿Y España?
En 1863 se publica la cuarta edición inglesa y el fenómeno ya es imparable… Nueva traducción de la segunda edición en Francia (1867), terceras ediciones en Suiza, Alemania, incluso Estados Unidos mediante la editorial oficial Appleton va ya por la cuarta edición del libro.
¿Y España?
En 1866 sale la quinta edición del Origen de las especies… A estas alturas en Estados Unidos Appleton lleva ya cinco ediciones, Suiza otras cuatro ediciones, Francia tres, al igual que Rusia. Países como Italia o Suecia se unen al carro y ya han publicado la obra en sus correspondientes idiomas.
Pero, ¿Y España?
1872, con grandes cambios tanto de estructura como de contenido, Charles Darwin y John Murray publican la sexta y última edición del Origen de las Especies. Si alguno de vosotros entra hoy en cualquier librería del planeta a comprar un ejemplar de esta obra de Darwin lo que encontrará es esta sexta y última edición de 1872. Un año antes (1871) autor y editor habían publicado en dos volúmenes la flamante primera edición del Origen del Hombre.
Más de una década después de aquella nubosa mañana de noviembre la célebre obra del naturalista tenía traducciones y ediciones en Dinamarca, Polonia, Hungría… Europa entera se leía con avidez las páginas de la cubierta verde, se debatía con intensidad los aspectos de la evolución y se polemizaba sobre sus posibles repercusiones en la biología, la teología, la sociedad, la economía…
Sí, sí, ya… pero, ¿qué ocurre en España?
Pues en España ocurría esto…
El reinado de la robusta borbona Isabel II duró treinta y cinco años (1833-1868) durante los cuales las clases altas y el poder religioso manipularon fácilmente el ya de por sí escaso criterio de la reina y mantuvieron al país alejado, y a salvo, de cualquier corriente científica o cultural que divergiese de las doctrinas eclesiásticas. Mientras en Europa el darwinismo se extendía rápidamente, España se mantuvo aislada bajo la atenta mirada de obispos y demás prelados.
La Revolución gloriosa de 1868 destronó a la Reina trayendo una breve bocanada de aire fresco, y aunque el sexenio democrático encabezado por Prim, Serrano y compañía consiguió algunos logros políticos y sociales, lo cierto es que estaban más preocupados en encontrar un Rey adecuado a sus ideales que en realizar una verdadera apertura cultural. De hecho, este periodo duró poco y no consiguió disminuir el poder eclesiástico que seguía férreamente instalado y vigilante.
Como ejemplo más destacable se puede citar el primer intento de traducción del Origen de las especies al español. Fue en 1872 y en principio se trataba de una publicación por entregas basada en la traducción al francés de Clemence Royer. Digo que fue un primer intento porque ya en el inicio de la obra se incluía una nota del editor español que rezaba así:
“Como verán los lectores, la autora de este prólogo y traductora de la obra de Mister Darwin no tiene nada de católica, ni siquiera de cristiana. Para ella la naturaleza lo constituye todo. Conviene que esto se tenga presente para poder sacar doble fruto de la enseñanza de este libro y leer con prevención sus temerosas afirmaciones”
Con tales advertencias previas ya podéis imaginar que esta obra no pasó de la primera entrega…
Tuvimos que esperar hasta 1877, dieciocho años después de la publicación original, para que España tuviese por fin su primera edición completa. Fue publicada por la Editorial Perojo y en ella se incluían dos cartas del traductor al español, Enrique Godinez, con el propio Darwin.
Uno podría pensar que una vez publicada la primera edición en España, el darwinismo correría una suerte similar al resto de Europa, sin embargo el camino de la evolución en nuestro país se ha vio frenado, y en algunos momentos paralizado, por incontables obstáculos… empezando por la larga etapa franquista y extendiéndose casi hasta nuestros días.
En 1936 apareció el “Decreto sobre publicaciones” que ya desde sus primeros artículos dejaba las cosas bien claras:
ARTÍCULO 1:
“Se declaran ilícitos la producción, el comercio y la circulación de libros, periódicos, folletos y toda clase de impresos pornográficos, de literatura socialista, comunista, libertaria, y en general, disolvente”
ARTÍCULO 2:
“Los dueños de establecimientos dedicados a la edición, venta o préstamo de los libros del artículo 1 están obligados a entregarlos a la autoridad civil en el improrrogable plazo de 48 horas”
Era un decreto demasiado indefinido y no especificaba obras concretas, pero en el fondo significaba que si alguien se topaba con una publicación que pudiese entrar dentro de la extensa categoría del artículo 1, debía obligatoriamente entregarla para su “custodia” en un plazo de dos días.
Tres años después, el 06 diciembre 1939, la Cámara Oficial del Libro especificó finalmente, mediante una circular, una larga lista de libros y autores prohibidos… Evidentemente, tanto El origen de las especies como El origen del hombre estaban incluidos.
Es probable que penséis que esta censura de la obra de Darwin es algo perteneciente a un pasado remoto ya superado, y efectivamente, así podríamos decirlo en nuestros días. No obstante, no podemos decir que ese pasado sea tan remoto cuando en realidad hasta bien entrada la década de los ’70 aún se ejercía la censura sobre cualquier intento de divulgación de las tesis de Darwin.
Félix Rodríguez de la Fuente bien podría hablarnos de las fuertes presiones que recibió durante la producción del programa Planeta Azul de Televisión Española en 1971. Artículos como el que os dejo aquí aparecieron en numerosos medios de comunicación de aquella época:
“Cuando intenta convencernos de que un pez, aburrido de dar vueltas en el agua, decidió fabricarse unas patas y salir a dar un paseo por los aledaños de la costa, el señor Rodríguez de la Fuente deja de ser un científico para convertirse en un hombre fogoso, dotado de fértil fantasía, que imagina y da como ciertas todas las ficciones de su mente acalorada. No es lícito que la televisión española lance al aire programas en donde se enseñen y se den como científicas, probadas y seguras teorías que —por el contrario— son una ficción e insostenibles por falsas”. -Artículo publicado en 1971 y firmado por un tal “Ingeniero Bonelli”.-
De hecho la obra completa de Darwin ha sufrido un fiero “apartheid” en España.
Solo por poneros algunos ejemplos ilustrativos: El relato de su viaje en el Beagle se publicó en 1839 y no tuvo una edición en español hasta 1899; una de sus más interesantes publicaciones sobre los arrecifes de coral no llegó a España hasta su publicación en 2006; su obra Vegetable Mould apareció originalmente en 1881 y no tuvimos traducción española hasta ¡2010!, o su libro sobre plantas trepadoras de 1880 no llegó a publicarse en nuestro idioma hasta ¡2011!.
Es más, a pesar de que la obra de Darwin no es demasiado extensa, aún quedan libros suyos, como su enciclopedia en dos volúmenes sobre cirrípedos (Cirripedia 1850-1852) que hoy en día, más de siglo y medio después de su publicación, aún no tienen edición española.
Pero entonces, recapitulemos: Si las obras más importantes de Darwin estuvieron durante décadas prohibidas en España, si su libro más emblemático tardó casi veinte años en ver la luz tímidamente en nuestro país, si los poderes eclesiásticos predominantes impidieron bajo pena de excomunión cualquier manifestación evolutiva y si la mayoría de sus trabajos apenas se han traducido a nuestro idioma… ¿Cómo llegó el darwinismo a España? Porque ya os adelanto que llegó, y sorprendentemente temprano teniendo en cuenta lo que hemos visto hasta ahora.
Leyendo la obra Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós vemos cómo el autor describe el ambiente universitario allá por el año 1863 y comenta cómo los jóvenes estudiantes entablaban largos debates “sobre Haeckel, Darwin y el fijismo de las especies”…
Este post ha sido realizado por Javier Peláez (@irreductible) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
Hitos en la red #94 – Naukas
[…] en el país ultracatólico que era España de la mano del inefable Javier Peláez en la serie ¿Cómo llegó el darwinismo a España?. Por otra parte nos encontramos con que todos sabemos cómo son y cómo funcionan más o menos las […]
David
La lectura del artículo me hace pensar, y compartir, que al fin y al cabo la situación de la ciencia en España no es tan mala como podría ser. Y que la evolución de las ideas desde el final del franquismo ha sido vertiginosa, tal vez dentro de otros veinte o treinta años las ideas de la ciencia hayan calado en todos los estratos de la sociedad.
Charls
Se os olvidó mencionar nuestro homenaje «especial» a Darwin:
https://salvadorzamora.files.wordpress.com/2013/02/etiqueta.jpg
¿Cómo llegó el darwinismo a España?
[…] ¿Cómo llegó el darwinismo a España? […]
Roberto
Triste. En mi opinión, la dinastía de los Borbones históricamente representa el declive español a todos los niveles.
Aunque aquí va una opinión más: siendo el inglés la lingua franca de facto de nuestro tiempo y no existiendo científico que se precie que no hable inglés, ¿es realmente necesario traducir dicha enciclopedia, con las pérdidas de expresión y significado que cualquier traducción conlleva?
Quarolo
Esa es la razón por la que la etiqueta de Anís del Mono lleva la cara de Charles Darwin. La empresa de «anís del mono» fue fundada por Vicente Bosch a finales en 1870, en pleno debate sobre la teoría de la evolución, y los dueños de la compañía de Badalona al parecer querían parodiar las ideas de Darwin, ya que Vicente Bosch era ultracatólico y creyente sólo en la creación divina con origen en Adán y Eva escrita en la biblia. El mono sostiene además un papel en el que se puede leer: «Es el mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento».
Ironías de la vida, Vicente Bosch era catalán.
Pau Senra Petit
Un buen comienzo.
Decir «Darwin en España» es decir Jaume Josa, os recomiendo «Bibliografía crítica ilustrada de las obras de Darwin en España (1857-2008)» con Albert Gomis, imprescindible si se habla de este tema
https://books.google.es/books?isbn=8400088409
Para conocer más cosas del Dr. Josa
http://metode.cat/es/revistas/entrevista-monografico/jaume-josa
http://www.ub.edu/geocrit/b3w-1014.htm
seguimos
p
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