Los seres humanos hemos mirado al cielo desde hace milenios. Nunca ha dejado de depararnos sorpresas y de ofrecernos, también, hermosos y a veces inesperados espectáculos. En la antigüedad la Tierra ocupaba el centro del universo. En torno a ella giraban el Sol, la Luna y los planetas. En el mundo supralunar se encontraba el firmamento, el conjunto de astros dispuestos en la bóveda celeste. Copérnico cambió esa visión en el siglo XVI, al colocar al Sol en el centro del universo. Y Galileo, además de reafirmar la visión copernicana del cosmos, revolucionó la astronomía al utilizar telescopios para observar el firmamento.
Galileo vio los astros de una forma que no los había visto nadie antes. Desde entonces la capacidad de los instrumentos de observación no ha dejado de mejorar. Durante el siglo XX se desarrolló toda una panoplia de instrumentos que expandieron de forma espectacular el rango de lo observable. La utilización, como vehículo de información, de radiaciones electromagnéticas en un rango de frecuencias mucho más amplio que las que el ojo humano puede detectar fue un gran avance. Y la ubicación de los instrumentos en altas montañas o, directamente, en el espacio, ha multiplicado de forma considerable la capacidad para observar zonas cada vez más lejanas o para observar con más precisión lo que se halla en zonas más próximas.
Durante la última década se han encontrado muchísimos planetas en otros sistemas solares, planetas que orbitan estrellas muy alejadas de nuestro sol. El último gran descubrimiento se ha publicado hace unas semanas y ha consistido en el hallazgo de un sistema formado por tres soles y un planeta que gira alrededor de la estrella principal. El sistema se ha encontrado en la constelación Centauro, a una distancia de alrededor de 98 parsecs (unos 320 años luz) de nosotros. En otras palabras, la información registrada por nuestros instrumentos salió de aquel sistema solar hace unos 320 años.
El planeta, al que se la ha puesto el nombre de HD 131399Ab gira en torno a la mayor de las tres estrellas. Y las otras dos, además de orbitar una a la otra, giran en pareja alrededor de la estrella principal. El planeta es cuatro veces más grande que Júpiter y se encuentra a una distancia de la estrella de 82 unidades astronómicas, o sea, a una distancia que es 82 veces mayor que la que separa a la Tierra del Sol. Las estrellas menores se hallan más lejos, a 300-400 unidades astronómicas del planeta. Un año de HD 131399Ab dura 550 años terrestres y tiene la particularidad de que en determinadas épocas del año experimenta tres salidas y tres puestas de sol. Al parecer, se trata de un planeta joven y dada la compleja configuración de su sistema, su comportamiento, al verse afectado por campos gravitatorios de intensidad y orientación variables, debe de ser muy irregular: podría incluso ser expulsado del sistema. Así pues, podría ocurrir que HD 131399Ab ya no forme parte del triple sistema recién descubierto y que se encuentre vagando, quién sabe hacia dónde, a través del espacio.
Galileo, cuando dirigió sus telescopios al cielo se dio cuenta de que el universo era más extraño que el heredado del mundo clásico a través del Medievo; también era más interesante. Hoy, cuando dirigimos los radiotelescopios hacia las zonas -para nosotros- más remotas del cosmos, comprobamos que es aún más extraño que el universo que deslumbró a Galileo, y más bello también. Mañana, cuando procesemos la información que nos llegue en forma de ondas gravitacionales, el cosmos nos parecerá mucho más extraño, fascinante y hermoso aún.
Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU
Este artículo fue publicado en la sección #con_ciencia del diario Deia el 17 de julio de 2016.
Lidia Corro
Que interesante, 320 años que ocurrió, distancia que ha viajado la luz al telescopio. Lo antiintuitivo de la física, cómo será lo que podamos ver o escuchar con las ondas gravitacionales.
JULIO FABIAN BASOALTO
Excelente presentación del Planeta X. Nibirú, el gran planeta rojo