Tal y como vimos en el artículo anterior de esta serie, el 13 de agosto de 1831, el matemático George Peacock enviaba una carta a John Stevens Henslow informándole de la posibilidad de embarcar en un viaje alrededor del mundo, patrocinado por el Almirantazgo y capitaneado por Robert Fitzroy. Consciente de la importancia de este proyecto y de que representa una oportunidad única para formarse, Henslow recomienda al joven Charles Darwin para aprovechar ese pasaje en el HMS Beagle.
Carta de John Stevens Henslow a Charles Darwin [24 de agosto de 1831]
“Afirmé que te consideraba como la persona más calificada que conozco y que estuviera en condiciones de emprender una situación de este tipo. Afirmé tal cosa sin dar por sentado que tú fueras un naturalista recibido, sino que simplemente calificabas para recolectar, observar y anotar cualquier cosa que valiera la pena en historia natural. […] El capitán FitzRoy quiere a alguien (según entiendo) más como compañero que como mero recolector y no tomará a nadie por buen naturalista que sea que no se le haya recomendado por lo demás como un caballero”.
De esta carta se extraen diversas conclusiones fundamentales: Darwin sería una especie de acompañante de FitzRoy y no sería el naturalista oficial del Beagle (ese cargo correspondía a Robert McCormick, de quien ya conté su increíble vida de viajes en este artículo), de hecho ni siquiera poseía un salario asignado y tendría que pagar el pasaje en el barco y el resto de gastos de su propio bolsillo, o para ser más exactos del bolsillo de su padre.
El ofrecimiento de Henslow a Darwin para embarcar en este viaje llegaba tras una serie de negativas por parte de otros personajes como Harry Chester, Georges Peacock o Leonard Jennings, quienes rechazaron la posibilidad de embarcarse en el Beagle.
Lo que poca gente sabe es que Charles Darwin también rechazó la invitación.
Henslow en esa misma carta de 24 de agosto animaba a Charles Darwin a embarcarse en el viaje y sobreponerse a las dudas sobre si estaba suficientemente preparado.
“No pongas por delante dudas o temores por modestia acerca de no estar calificado, ya que te aseguro que considero que eres el hombre adecuado que buscan”
Por supuesto la decisión de iniciar un viaje alrededor del mundo, con los peligros que esto conlleva y sin una duración realmente definida, no estaba totalmente en manos de Darwin quien debería consultarlo con su padre, el doctor Robert Waring Darwin.
Al fin y al cabo, el joven apenas tenía veintidós años y no contaba con el dinero necesario para sufragar los gastos de ese viaje; la opinión de su padre era muy importante para Darwin, y resultó que su padre desaconsejaba firmemente aquel proyecto…
Carta de Charles Darwin a John Stevens Henslow [30 de agosto de 1831]
“En cuanto a mí concierne, tal y como lo pienso, desde luego que con gran gusto aceptaría la oportunidad que con tanta generosidad me ofrece. Pero mi padre, aunque no me lo rechazó con absoluta decisión, aconseja con determinación que no vaya, por lo que no me sentiría cómodo si no sigo su consejo”.
La cuestión podría haber quedado zanjada ahí mismo: Un padre que niega a su hijo un caro y caprichoso viaje, y un hijo que se queda en tierra. La historia de Darwin hubiera sido totalmente diferente a la que conocemos y seguramente el joven Charles, sin el viaje que le abrió la mente, no habría pasado de ser un naturalista más de los cientos que poblaban aquellos tiempos.
El giro inesperado llegó gracias a la intervención de su tío Josiah Wedgwood, a quien el doctor Darwin tenía en alta estima y cuyas opiniones influenciaron la decisión original de impedir el viaje de Charles.
Carta del doctor Robert Darwin a Josiah Wedgwood [30 de agosto de 1831]
“Estoy seguro de que Charles te contará la oferta que se le ha hecho de participar en un viaje de descubrimiento por dos años. Yo la objeto firmemente por varias razones, pero no las detallaré porque él podrá tener su opinión imparcial sobre el tema, y si usted piensa distinto de mí, desearía que él siguiera su consejo”
PD [31 agosto]: “Charles ya ha desechado la idea del viaje”.
Este 31 de agosto sería una fecha clave en la vida epistolar de Darwin. Aquel día la correspondencia sobre el tema del viaje en el Beagle se cruzó entre los tres máximos implicados: el joven Charles, su padre Robert y su tío Josiah Wedgwood II.
Carta de Charles Darwin a su padre Robert Darwin [31 de agosto de 1831]
“Querido padre: Me temo que voy de nuevo a hacer que se sienta incómodo. Pero considerándolo todo, creo que me perdonará una vez más por dar mis opiniones sobre la oferta del viaje. Tengo una disculpa, y la razón es la forma distinta con la que todos los Wedgwood consideran el tema respecto de la suya y de mis hermanas.
Le proporcioné a mi tío Jos lo que considero de todo corazón como una lista cuidada y completa de sus objeciones, y ha sido tan amable como para darme su opinión sobre ellas. Incluyo la lista y sus respuestas. De todos modos, le pido solo un favor: sería de todo punto una gran amabilidad suya que me enviara una respuesta decidida: sí o no”.
Efectivamente, en esta carta de Darwin se enumeran las ocho objeciones principales que su padre esgrimía para oponerse a su viaje, las cuales serían respondidas una por una por su tío Josiah.
Carta de Charles Darwin a su padre Robert Darwin [31 de agosto de 1831]
Lista de objeciones:
- Poco respetable respecto de mi carácter como clérigo.
- Un plan alocado.
- Que seguramente ofrecieron a mucha otra gente antes que a mí este viaje
- Que si no fue aceptado por todos ellos es que debe haber objeciones serias respecto del barco o de la expedición.
- Que nunca sentaré cabeza ante mi futura vida.
- Que mis alojamientos serían incómodos con toda seguridad.
- Que usted debe considerar que, de nuevo, estoy cambiando de profesión.
- Que será una empresa sin utilidad alguna.
Esta es la lista que el joven realizó resumiendo las razones de su padre. En la misma carta, Charles Darwin incluyó las respuestas de su tío para convencer al doctor.
Carta de Josiah Wedgwood al doctor Robert Darwin [31 de agosto de 1831]
“Querido doctor: Siento gran responsabilidad ante su solicitud acerca de la oferta que se le hizo a Charles, pero como usted deseó que Charles me consultara, no puedo rehusar a darle el resultado de mis reflexiones. Charles me ha dado la lista de lo que cree que son sus principales objeciones, y creo que lo mejor que puedo hacer es afirmar lo que pienso acerca de cada una de ellas:
- No creo que fuera de ninguna manera poco respetable para su carácter como clérigo. Por el contrario, pienso que la oferta lo honra y que la incursión en la historia natural, aunque ciertamente no profesional, es muy conveniente para un clérigo.
- No veo cómo enfrentarme a esta objeción, pero habrá conocimientos bien definidos en los que ocuparse y seguramente adquirirá y reforzará su disciplina de trabajo, y quiero pensar que puede lograrlo tanto de esta manera como quedándose en casa durante los próximos dos años.
- Ante la lectura de las cartas, no veo el problema, y al leerlas de nuevo con el tema en mente no le veo fundamento.
- No puedo concebir que el Almirantazgo mande un barco en malas condiciones para un servicio como éste. En cuanto a objetar la expedición, dependerá del individuo, pero nada puede inferirse en el caso de Charles si se llega a saber que otros han rechazado la oferta.
- Usted es un juez mucho más adecuado acerca del carácter de Charles de lo que puedo serlo yo. Si usted piensa que con toda probabilidad el viaje lo hará inestable e incapaz de establecerse, cuando compare la forma en que transcurrirán estos dos años con la forma en que transcurrirán si no acepta la oferta, desde luego que es una objeción a considerar. No es el caso que los marinos propendan a adquirir costumbres domésticas y tranquilas.
- No puedo dar mi opinión más allá de lo que ya he expresado, pues si la proporciona el Almirantazgo podrá reclamar el mejor acomodo posible según lo permita el barco.
- Si viera a Charles absorbido en sus estudios profesionales, probablemente pensaría que no es aconsejable interrumpirlos, pero no es así, y creo que no será el caso en cuanto a él. Su interés en busca de conocimientos lleva la misma ruta que podrá seguir con la expedición.
- Seguramente que la empresa no concuerda con su profesión, pero si lo consideramos como un hombre que muestra gran curiosidad, ésta es una oportunidad tal de ver gente y otras cosas como a pocos puede dárseles.
Piense usted que tuve poco tiempo para considerar las objeciones, y que usted y Charles son las personas que deben decidir.
Soy, estimado doctor, suyo con afecto: Josiah Wedgwood”.
He querido reproducir íntegramente la carta de Josiah al doctor Robert Darwin porque, probablemente, es el documento que más ha influido en la vida del naturalista. Sin esta lista de argumentos rebatiendo las objeciones de su padre, Darwin jamás hubiera subido al Beagle. La prueba de la influencia de su tío Jos la tenemos en que, al día siguiente, el doctor Robert Darwin contestaba a esta carta del siguiente modo:
Carta del doctor Robert Darwin a Josiah Wedgwood [01 de septiembre de 1831]
“Querido Wedgwood: Charles le agradece grandemente por tomarse tantas molestias, así como por su interés por sus planes. Me decidí a dejar de lado mis objeciones, ya que usted no lo ve con el mismo ángulo que yo. Charles expuso mis objeciones clara y plenamente y si sigue con la misma idea después de informarse con más amplitud, le daré toda la ayuda que esté en mi poder”.
Charles Darwin tenía el visto bueno de su padre para embarcar en el Beagle… pero aún había un obstáculo que superar. Unos días antes el joven había escrito a George Peacock rechando el ofrecimiento, por lo que en estos momentos los responsables de la expedición no contaban con la presencia de Darwin y posiblemente habrían empezado a buscar sustituto.
Raudo y veloz, ese mismo día en que obtuvo el beneplácito de su padre, Charles Darwin se puso en contacto directamente con el Almirantazgo (saltándose a los intermediarios Peacock y Henslow) y escribió esta carta a sir Francis Beaufort.
Carta de Charles Darwin a Francis Beaufort [01 de septiembre de 1831]
“Señor: Me tomo la libertad de escribirle de acuerdo con el deseo del señor Peacock de darle a conocer mi aceptación de la oferta de viajar con el capitán FitzRoy.
Seguramente habrá recibido una carta del señor Peacock anunciándole mi rechazo, lo cual se debió a que mi padre no aprobaba en principio el plan; desde entonces ha reconsiderado el tema y ha dado su consentimiento. Por lo tanto, si no se ha ocupado el puesto, sería un honor para mí aceptarlo”.
El resto de la historia es fácilmente imaginable: El Almirantazgo aceptó finalmente a Charles y el joven pudo embarcarse en el Beagle para dar la vuelta al mundo en la expedición que cambiaría totalmente su vida.
Este post ha sido realizado por Javier Peláez (@irreductible) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
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